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Todo es posible (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Era sábado por la mañana, por casualidad nos encontramos en el pasillo del supermercado donde yo suelo ir a comprar.  Los dos sabíamos quién era el otro, nos miramos con malicia, pero no nos dijimos nada. Pensé "que hace Shasra tan lejos de su barrio de Barcelona y que guapa que es la puñetera". Tú no me querías decir nada, pues no sabías si estaba solo o alguien me conocía.

Al salir del supermercado cada uno se dirigió a su coche, casualmente habíamos aparcado el uno al lado del otro y vi que ibas solo, Xavier, lo que aproveché para guiñarte el ojo y mojarme los labios con la lengua. Yo cargué enseguida el maletero y subí el coche mientras tú lo acababas de llenar.

De repente miro y veo, Shasra, que en lugar de arrancar y marchar, estás forcejeando dentro del coche y soltando algún taco en voz baja. Finalmente me acerco, miro por la ventana que está abierta y te pregunto "va todo bien Shasra?", "Qué mala suerte, al ir a ponerme el cinturón se me ha enganchado el vestido, Xavier, y ahora no hay forma de sacarlo ni de desabrochar el cinturón de seguridad”.

Me acerqué por la parte del acompañante y vi que la conexión del cinturón de seguridad estaba tan envuelto!, tú no dejabas de tirar hacia ti y era todo un ovillo. Estabas entre nerviosa y acalorada, al haber estirado el vestido habían quedado buena parte de tus piernas al descubierto, no llevabas ni medias ni pantis, era tu piel desnuda y bronceada la que se veía. Traté poco a poco sacar tu ropa pegada en ese manojo pero era muy lento, me veía obligado a acercarme a ti e incluso a apoyarme sobre tus piernas. Las miré y tú te diste cuenta y me miraste con esa mirada… te angustiaba un poco el cinturón sobre tu pecho e intenté pasarlo por detrás de tu espalda y al hacerlo mis manos tuvieron que frotar un rato tu pecho izquierdo.

Cuando finalmente conseguí poner el cinturón en tu espalda, vi que bajo la ropa tus pezones estaban presentes, muy erectos. Tú, dijiste "buf, qué descanso Xavier, ahora a ver cómo lo desenredamos y como acaba todo…". Ya sólo quedaba sacar el vestido de la conexión del cinturón. El vestido estaba subido hasta tus bragas, te miré y estabas con las piernas abiertas, sujetada aún con el cinturón por la cintura, pero mirándome como si lo más importante fuera que no sacara las manos de tus piernas.

Te continuaba mirando, aquellos pechos con los pezones insinuados debajo del vestido y empecé a acariciarte las piernas, tus bragas estaban mojadas y tú, olvidándote de todo me dijiste "ahora me dejarás así Xavier?”.Te acaricié el pecho izquierdo y no tardaste en decir "tócame, aprovéchate de mí, Xavier, estoy prisionera", "Shasra, pienso comerte toda y acariciarte toda, tanto que la gente que pase cerca se escandalizará", " Xavier, hazlo ladrón".

Tocaba tus pechos, los pezones, los lamía, los besaba, los hacía prisioneros de mi boca, mientras tus piernas se abrían más y más, mi mano bajó abriéndose paso entre las bragas hasta el clítoris y gemías de tal manera que todo el parking del supermercado te podía oír, pero tú continuabas ofreciéndote mí, me lamias las orejas, el cuello, los labios mientras yo te frotaba, estabas tan mojada que introduje dos dedos en tu vagina, te veía inundada de placer con tus labios húmedos. Era tal el placer y el morbo que estabas poseída, desbocada.

De repente, una guapa empleada del súper se asomó por la ventana y nos dijo "veo que tienen problemas, los puedo ayudar?" y vio como tú mostrabas el placer en tu rostro, tus pechos turgentes al aire, abierta de piernas y una de mis manos tocándote el clítoris y la otra penetrándote ya de forma descarada e intensa, y yo , loco de deseo hacia ti. Y tú sin ningún rubor me dijiste ante ella " Xavier, me muero de placer" Y yo le dije "ahora la dejará así?, por favor señorita mientras mis manos la tocan abajo, usted toque y lama sus pechos" , la chica se fue y tu quizás tomando conciencia dijiste. "Irá a buscar a alguien?", "Shasra, te quiero a ti, sólo a ti, me quieres a mí?".

Mientras tanto, tú muy hábilmente habías sacado una pequeña navaja que guardabas en la guantera, apretaste el botón del cinturón y te liberaste de tu vestido. No sabía porque no lo habías hecho antes, no sabía si era una forma de excitarme o simplemente te habías olvidado. Te arrastré a la parte trasera del coche, y allí en el asiento te dije "Shasra, bésame", nuestros cuerpos medio vestidos, medio desnudos, se abrazaban y nos besábamos como si el mundo estuviera a punto de acabar. Nuestros labios, las lenguas, se enroscaban y lamían y nos tocábamos. El placer se volvia infinito pues hacía tanto que deseábamos hacerlo de nuevo, el uno contra el otro, hicimos verter toda nuestra pasión y entrega.

Nuestras manos tocaban nuestros cuerpos, no queríamos dejar ningún rincón y poco a poco nos fuimos girando, yo paré la caída, te cogí por la cintura, te tiré un poco hacia arriba, tú me ayudabas, sabías y deseabas que quería hacer, y cuando tu cuerpo bajaba te clavé mi pene dentro de tu coño, y te gustó, te quedaste quieta y gemiste, me dijiste "sigue Xavier, no pares cabrón"; pero eras tú la que estabas sobre mí y comenzaste a subir y bajar, sentía tu calor en mis testículos y tú de cara a mí, estabas dejada, me llamabas, me tocabas y te inclinabas y me besabas, te tirabas hacia atrás, me cogías las manos y hacías que te tocase aquí y allá, y no parabas de subir y bajar con mi pene enjaulado dentro de ti.

Mi deseo era tocarte toda, verte tener placer, pero estaba hipnotizado por como sentías el placer, eran como olas que batían sobre tu cuerpo, con tu mirada que en ciertos momentos coincidían con las mías y disfrutábamos del placer que sentía el otro. Cabalgando y cabalgando sobre mi miembro, yo tocaba tus pechos, los acariciaba, estábamos como locos, los cristales empañados. Intentaste tocarme los testículos mientras subías y bajabas, paré tu mano y cogiéndote la cara te pedí "por favor, no me toques aún Shasra, ahora no, pero júrame que me tocarás, besarás y chuparás una vez haya eyaculado… me lo prometes Shasra?", "te lo prometo Xavier". Dijiste todo eso cuando empezabas a tener un superorgasmo, no hay palabras para describirlo. Nunca había visto a una mujer sentir tan a gusto, tanto placer, aquel éxtasis. Gemías, me llamabas, me ofrecías tus pezones con desazón, como aquel que ofrece agua a un sediento… un aullido final, te dejaste ir sobre mi, toda tú temblando.

Saqué el pene de tu vagina, ahora era yo que estaba a punto, muy apunto. Te pedí que te giraras que te quedaras hacia abajo sobre el asiento, lo hiciste rápidamente y rozando mi erecta polla sobre tu culo y espalda eyaculé sobre tu piel, notaste un chorro caliente sobre tu espalda y oí un pequeño gemido de satisfacción y morbosidad. Giraste la cara para mirarme y viste como me retorcía de placer, mis músculos se tensaban, no paraba de rozarme en tu culo, me cogí a ti, a tu espalda pero mis espasmos no paraban, no paraban.

Y cuando iban parando, te volviste hacia mí, te sentaste y sin piedad me abriste las piernas gentilmente, no habías olvidado tu promesa hecha en un momento de pasión, y te agachaste y tu boca empezó a dar pequeños besos a mis testículos. Yo te aparté la cabeza de aquella zona "no Shasra, no por favor", pero tú continuaste "me matas Shasra, me matas".

Ya no sólo dabas pequeños besos, sino grandes lametones o te ponías con ternura un testículo en la boca, yo, ya no gritaba, aullaba como un loco, y tu seguías y seguías "Shasra, tú sabes lo que me estás haciendo?", lo pensaba porque no tenía fuerzas para decirlo, y seguías… y empecé a tener un orgasmo brutal, diferente, era como si mis testículos se hubieran convertido en un gran clítoris. Tú insistías y cuanto más sentía y gritaba más te gustaba y te decía "para, para, sigue, sigue… me muero" y finalmente mis manos fueron a parar sobre tu cabeza y frenaron tu impulso, “Que placer, Shasra”.

Te incorporaste y nos abrazamos. Ahora sí que nos tumbamos sobre el asiento posterior. Besos dulces y tiernos nos envolvieron "Qué buen olor haces Shasra", "que bien que haces el amor Xavier". Decidimos que la próxima vez ambos tendríamos el orgasmo con mi miembro dentro de ti, sintiendo ambos el calor del otro.

Me puse bien el vestido y salté al asiento del conductor, cerré todas las puertas y poniendo en marcha el coche me dirigí a la salida del súper. "Que haces Shasra? A dónde vas?” me giré y dije “no quieres empezar de nuevo, Xavier?”, "Shasra, la compra, tengo que volver a casa”.

Di marcha atrás y paré delante de tu coche. "Shasra, espera, déjame cerrar al menos el coche". Te subiste al asiento de al lado y mientras te abrochabas el cinturón, me subí disimuladamente la falda” A dónde vamos Shasra?", "Ya verás… Xavier".

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