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Tiempo de lectura: 5 minutos

Mi nombre es Andrea, soy terapeuta sexual y tengo 38 años. A pesar de no ser ya tan joven, considero que a mi edad aún soy una mujer atractiva.

Quisiera relatar una experiencia que tuve con una de mis pacientes, que por cierto era mucho más joven que yo.

SU nombre era Karen desde que entró al consultorio noté que era muy hermosa, parecía una muñeca.

Le di la bienvenida a mi consultorio y me presenté:

–Dime, cuéntame que sucede –Le dije

–Cuando estoy usted sabe, explorando mi cuerpo y tocándome, siento que no logró concentrarme.

–¿Por qué crees que no logras concéntrate?

–Porque no logró terminar lo que estoy haciendo, tú sabes

–No logras llegar al orgasmo

–Si, así es. No logro tener un orgasmo, por más que lo intento. Ni siquiera sé si he tenido uno de verdad alguna vez.

–¿En que piensas mientras te estas tocando?

–No lo sé, por lo general que me hacen el amor

–Pero no logras terminar

–Así es, me avergüenza esta situación y también hablar de ello

–No sientas vergüenza, es muy normal todas las mujeres nos masturbarnos y no siempre logramos terminar

–¿Qué crees que debería hacer?

–Quizás no te das el tiempo necesario para entrar en tu fantasía

–Si, lo he intentado pero termino pensándolo en otras cosas

–Quizás pueda ayudarte a concertarte, si me tienes un poco de confianza –Le dije

–¿Me estas pidiendo que me masturbe aquí, en tu consultorio? –Replicó

–Si, pero no temas, no es necesario que te desnudes. Te puedo dar un traje de baño completo de color blanco

Sólo tiene descubierta la parte de la espalda y así podrás sentir tus propias caricias por encima de el.

–Está bien, creo que podría ser buena idea –Me dijo

Le entregue el traje de baño y le pedí que entrara al baño a cambiarse.

–Toma, por cierto se abrocha de la parte inferior –Le dije

Le había dicho que era de color blanco pero en realidad era un poco semitransparente, quería ver su cuerpo. Desde luego que tenía otros colores, pero le di ese.

Podía escuchar a Karen cambiarse desde donde yo estaba. Escuche el ruido de sus zapatillas y de hecho, también escuché cuando se sentó en el escusado y orinó un poco, aprovechando que estaba cambiándose en el baño.

Cuando Karen salió, lucía realmente espectacular con tacones de color negro y metida en aquella prenda ajustada y semitransparente por lo que podía alcanzar a ver como se transparentaban sus senos y su vello púbico.

–¿Sabes? No es tan blanco el traje de baño como me habías dicho –Me reclamo al salir

–Si, disculpa Karen, se me termino ese color, por lo que te di este.

–Está bien, somos mujeres, no importa si me ves un poco –Me dijo

–Por poco y no te queda, tienes una figura muy hermosa

–Gracias Andrea –Me respondió un poco apenada

–Veo que no te quitaste tus zapatillas –Le dije

–Así es, es porque no quiero tocar el piso frío

Le pedí que se sentara en el diván y que cerrara sus ojos.

Me coloque detrás de ella y comencé a acariciarle sus hombros y su espalda con el fin de que se sintiera relajada.

–¿Te agrada que te acaricie la espalda? –Le pregunte

–Si, es agradable –Me respondió

–¿Quieres intentar tocarte un poco para ver si logras tener un orgasmo? –Le pregunté

–Quizás, podría intentarlo, pero no se si pueda concentrarme

–¿Quieres que te deje a solas mientras lo intentas? –Le pregunte

–No, en realidad no, prefiero que me aconsejes o algo asi

–¿Que te parece si te acaricio la espalda mientras tu te comienzas a tocar?

–Si, eso sería mejor, supongo

Mientras tocaba sus hombros y su espalda Karen comenzó a tocarse por encima del trajo de baño, ahí debajo y también sus senos. Al ver que se estaba empezando a concentrar le di un pequeño beso en su cuello y en su hombro.

Karen volteó a verme y me dijo algo que no esperaba.

–¿Tienes otro traje de baño? ¿Te lo pondrías? –Me pregunto

–Si tengo otro, pero, ¿porque quieres que me lo ponga? –Le pregunte

–No lo sé, para sentirme más en confianza contigo

Entre al baño y me coloque un trajo de baño igual al de ella, semitransparente.

Al salir, Karen me miró y sonrió.

–Te queda muy bien –Me dijo sonriendo

–¿Tu crees?

–Si, es más transparente de lo que pensé pero me agrada

–¿Si verdad? –Le respondí

Me coloque detrás de ella y seguí acariciando su espalda mientras ella continuaba acariciándose.

Por un momento me paso por la mente la idea de acostarme con ella, pero no quería asustarla, entonces me quite la parte de arriba del traje de baño y me acerque para ver como reaccionaba.

Karen sintió mis pezones en su espalda.

En ese momento ella pudo haberse levantado confundida y molesta conmigo pero en vez de eso, tomo mi mano y la coloco en su entrepierna.

Mientras la tocaba en esa zona la respiración de Karen se agitaba.

–No debiste haberte desnudado Andrea, harás que me den ganas de tener sexo

–¿Has estado con otra mujer antes?

–No, en realidad no. Solo chicos.

–¿Y te han gustado esas experiencias?

–No mucho en realidad, solo buscan satisfacerse ellos mismos.

Mientras Karen se quejaba de sus malas experiencias sexuales, mis caricias se trasladaron discretamente a sus senos, como queriendo acariciarlos.

Avance un poco más y pude sentir como sus pezones comenzaron a sobresalir debido a mis caricias.

Karen volteó a verme. En ese momento se dio cuenta de que estaba a punto de tener su primera experiencia sexual con una mujer y se quedó como pensativa.

–Si te soy sincera no esperaba esto, yo…

Karen no pudo terminar lo que me estaba diciendo porque le di un beso, el cual después de un breve momento me devolvió.

–Dejame mostrarte lo que es el verdadero placer ¿si preciosa? Confía en mí. –Le dije

Karen asintió con la cabeza y le pedí que se recostara en el diván.

Me hinque, abrí sus piernas lentamente y me acerque a su intimidad.

Pude ver que su traje de baño estaba humedito, haciendo que su vulva fuera fácil de reconocer pues sus labios mayores sobresalían.

Comencé a tocar a Karen con mi mano de forma circular y a besarla por encima del traje de baño.

Sus jadeo poco a poco empezaron a convertirse en pequeños gemidos.

Mis besos se mezclaban con lamiditas que le hacía y el trajo de baño no tardo en humedecerse aún más y volverse aún más transparente.

En ese momento, el traje de baño ya se había convertido en un estorbo innecesario y lo desabroche dejando al descubierto su vulva y su ano de color rosa.

Karen puso sus manos en sus nalgas y yo comencé a besar y a lamer todo lo que estaba a mi disposición.

Fue así como mis labios conocieron el sabor de su dulce intimidad y el sonido de su excitación juvenil.

Los gemidos de Andrea eran cada vez más evidentes, difíciles de disimular y sus primeros gemidos agudos no tardaron en llegar mientras yo recorría toda su intimidad de arriba a abajo con mi lengua.

–Ah Andrea, nadie me había besado de esta forma! –Me decía entre gemidos mientras se tocaba los pezones

–¿Te gusta?

–Si, si… sigue haciéndolo ¡me encanta! –Exclamó

Cuando vi que Karen estaba a punto de llegar, tome su mano y la puse en su vulva para que siguiera tocándose por si sola. A fin de cuentas había venido a mi por ayuda y es lo que quería darle.

Su vulva estaba ya muy húmeda por lo que no le faltaba lubricación para meter sus dedos y así lo una y otra vez hasta que llegó a donde tanto deseaba.

Karen arqueo su espalda y comenzó a gemir de una forma muy intensa. Estaba comenzando a tener un orgasmo muy rico.

Finalmente se estaba viniendo ¡y de qué forma! Su cuerpo se estremecía mientras gemía, probablemente por varios microorgasmos a la vez seguido del orgasmo principal.

Karen comenzó a recuperar su respiración poco a poco aunque sus mejillas estaban un poco sonrojadas y sus pezones muy erectos.

–Pero, que pena, no pensé que fuéramos a hacer esto. –Me dijo que un poco avergonzada

–No tengas pena conmigo Karen. Como te decía es muy normal, todas las mujeres nos masturbamos pero no siempre podemos llegar al orgasmo.

Mientras le decía estas cosas tome su mano y la coloque sobre mi muslo.

–Nunca he besado a otra mujer de la forma en como lo acabas de hacer conmigo

Entonces me abrí de piernas y me desabroche el traje de baño.

–¿Te gustaría tener tu primera experiencia de este tipo conmigo?

–Si, la verdad es que si, si quiero –Me dijo con una sonrisa

Karen se acercó a mi intimidad, despacio, como explorando territorio desconocido.

–Te necesito Karen, ¡hazme tuya! –Le suplique

Karen comenzó a darme pequeños besos sobre mi vulva, que poco a poco se volvieron mas prolongados, acompañados con pequeñas lamiditas que me hacía a lo largo de mi vagina, deteniéndose por momentos en mi clítoris.

Aquella hermosa chica que había entrado en mi consultorio me estaban llenando de demasiado placer, pues estaba comiendo mi vulva como si quisiera extraer todo el jugo de una fruta dulce y viscosa.

Sentía tan rico que inevitablemente empecé a gemir de forma intensa. La lengua de Karen estaba haciendo que perdiera por completo la cabeza hasta llevarme a tener un orgasmo.

No queríamos que terminara nuestro encuentro, así que le pedí que se recostara en el diván y me subí sobre ella de forma invertida. Me agrado volver a tener su sexo tan cerca de mi, listo para recibir mis besos.

Karen siguió besándome y lamiéndome como nunca lo había hecho en su vida, haciendo que me volviera a venir de una forma deliciosa.

Al terminar nos quedamos recostadas en el diván desnudas, acariciándonos y besándonos. Sabíamos que habíamos encontrado algo especial.

A partir de ese día nos volvimos amantes y cada vez que Karen entraba en mi consultorio, sabía que tendríamos una sesión muy placentera.

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