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Tiempo de lectura: 7 minutos

-¿De verdad no me crees? 

-Imposible, le decía

-¿Por qué? Me preguntaba

-¿Por qué estarías aquí? Le seguía insistiendo

-¿Necesito decir la razón? Culminó con esa mirada candente, comiéndome con sus ojos de pies a cabeza.

Con 22 años, recién después de la ducha, con los ojos hinchados y sintiendo mi cuerpo de manera estrepitosa, disfrutaba, siendo interrogado de nuevo, de pie desde la orilla de la cama, no por no haber escuchado, sino porque, me calentaba infinito su manera de mirarme al pensar que no le creía.

La excitación me empezaba a envolver y mi cuerpo lo iba sintiendo con cada respiración. Antes de que me preguntara, la miré muy caliente, con esa sonrisa en la cara:

-¿De verdad no me crees? Insistió con mirada sospechosa, esta vez, levantándose de la cama, dejando entrever sus enormes tetas.

-Absolutamente no. Le dije, a pesar de creerle todo, pero podía oler hacia donde iba.

-¿Acaso crees que una cincuentona como yo no puede conseguir pareja y rehacer su vida de nuevo? En este punto, ya podía ver su cintura, sus talones, sus hombros, su cabellera pelirroja.

-Ya te dije ¿Por qué estarías aquí? Me quiso agarrar la verga y me alejé para verla caminar en cuatro hacia mí.

Su piel canela brillante, manos pequeñas, hombros relajados que demostraban un semblante de experiencia; mirada intensa y unos labios que, luego de besar, te dejaban boquiabierto. Mientras se acercaba sensual y tranquilamente, sentía su olor a caliente, quería comerme otra y otra vez.

Me miró entendiendo el juego. Así, al otro lado de la cama, me miró decidida a perdernos en nuestros cuerpos de nuevo. Se puso en cuatro y sensualmente agachó su tronco y pecho, hasta tocar sus tetas con la cama y quedar con su cola parada moviéndola de lado a lado, como suplicando por mi pene en su culo.

En aquel momento, con mi verga en el punto preciso para que me recibiera en su boca, Nené, la tía de mi tío, escupió sus dedos y empezó a humedecer su vagina.

Desde los pies de la cama, la observaba. Escupí mi mano y la pasé por mi glande. Empecé a acariciar mi cabeza, lentamente. Rozaba con mi pulgar y mi dedo índice la punta de mi pico. Miré a Nené y cuando estuve seguro que nuestros ojos estaban en contacto, junté saliva y la dejé caer hasta que llegó a mi verga.

Nené soltó un gemido que me hizo estremecer. Ella se seguía mojando, esta vez, oscilando su cola aún más lentamente, enseñándome lo que sería mío. En mitad del camino, volvió a escupir, esta vez su otra mano y empezó, como si fuera el contorno de su boca, a acariciar su fenomenal culo.

Verla acariciar su cola me hizo mojar como nunca antes. Tenía unas ganas tremendas de reventar en semen. Pero sabía que podía contenerme y aguantar.

No dejó de caminar en cuatro hacia mí. Su boca estaba cada vez más cerca de mi cintura y de todo mi ser. Recordé la primera vez que nos vimos: su sonrisa hizo que me perdiera en todas sus historias.

Ahora, a menos de 20 centímetros, nos encontrábamos jadeando. Ella tenía 32 años más que yo, y había sido mi maestra hace unos tres años atrás. La pandemia nos alejó y un cumpleaños nos trajo hasta aquí de nuevo. Antes de llegar al motel, Nené, vestía unos pantalones negros sin apretar y una blusa que le hacía resaltar su busto.

A los 54 años, se puede entender que el cuerpo ha tenido sus vejares. Sin embargo, Nené, sin querer exagerar, no tenía que envidiarle nada a nadie, porque simplemente no hay nada por lo que envidiar.

Miré al cielo y pude ver en el espejo mi verga dura y sudada cada vez más cerca de la cabeza y de la boca de Nené. En aquella instancia recordé la primera vez que follamos, Nené había prometido entregarme todo su cuerpo. Sin embargo, cuando quisimos tener sexo anal, mi experiencia no estuvo a tono. Esta vez, si me quieren creer, ya podía ver y oler que entraría todo mi pico en ese culazo que me lo seguía suplicando.

Como toda una profesional, cuando ya podía acariciar su cabello y empujar su boca hacia mí, pero aún sin tocarnos; cuando ya me iba a agarrar sólo con su boca y hacerme estremecer; cuando ya podía sentir no sólo su respirar, sino que su aliento muy cerca de mi glande, sonó su teléfono.

A pesar del corte energético y erótico que estábamos viviendo, lo que vino no pudo sino que añadir más presura y cantidad, a mi estado de agonía por explotar en semen.

Sin perder un segundo de sensualidad, Nené se volteó raudamente hacia el velador contiguo al respaldo de la cama -donde estaba su teléfono sonando -quedando en cuatro, con su culo parado frente a mí, sabiendo que sería mío. Nené tomó su celular, se dio vuelta, se acercó, se sentó en la cama y me dijo, tratando de agarrar mi verga húmeda y dura con una mano:

-Si dices una palabra, estamos fritos. Sólo disfruta…

Antes de contestar, me mostró el celular. Entendí y cerré los ojos:

-Amor… -fueron sus primeras palabras

-Hola amor -le respondieron en el altavoz -¿Cómo estás?

-Amor, que oportuno eres -dijo ella candente. Entendí que quería hacer la conversación precisa y cortar rápido. Sin embargo, él le respondió

-¿Estás en casa esperándome en cuatro? -dijo él sin tener idea de cómo en verdad estaba ella. Así que Nené, sonriendo, levantó su cabeza y se arrodilló por completo, quedando bajo mi pene. Me tomó con fuerza y comenzó a masturbarme con una sonrisa picarona en su cara. Su mano pequeña apenas me podía sostener. Sin esperar un segundo, añadió:

-Estoy en casa amor, pero quiero que me ayudes ¿Te acuerdas de un consolador que tengo? Esta vez lo dijo con un tono más sucio y juguetón.

-Siii -añadió él, con picardía y sabiendo que se venía.

-Te extraño mucho -le dijo Nené, mientras me miraba, empezando a pajearme con más fuerza y rapidez, desde el glande hasta menos de la mitad ¿Quién es la perra más sucia? Terminó preguntando perspicazmente, buscando una respuesta clara…

En ese momento, ya todos habíamos entendido el juego en el que estábamos. En verdad jamás dudé de la primera pregunta que me hizo: Nené realmente podía estar y pasar un resto de noche con quién y cuántos se le antojara. No sólo era hermosa y mamá de dos hijos mayores que yo, sino que muy simpática y amigable. Además de estar llena de historias que podían cautivar a cualquiera.

Sin embargo, estaba yo ahí, viendo y sintiendo como, con su mano derecha sostenía el celular y con su mano izquierda, hacía el mejor intento para agarrarme entero.

A la pregunta de Nené, el altavoz dijo:

-Tú, perrita sucia ¿Estás caliente amor? ¿Quieres que te escupa en las tetas o en tu concha? Comenzó a hacer preguntas que parecían en vano, pero que -del otro lado -sólo hacían que mi verga estuviera más estrechada por sus manos. Su boca aún estaba reservada, pero, en un momento de perversión y coquetería, Nené no aguantó y se puso mi pene, ayudada de su mano, con el glande entre sus ojitos. Ya no podía divisar ni su boca ni nariz.

-Perra sucia asquerosa soy -Dijo rozándome el pene, cómo suplicándome -¿Quieres metérmela? Me miró Nené y me levantó los ojos. Claramente, la pregunta iba para mi, aunque por más que quería responder y actuar, sólo me contuve y disfruté del espectáculo.

54 años no son en vano, y era el día de Eros presente en ese cuarto. Cuando vi que la saliva de Nené se asomaba por su boca a medida que la iba abriendo, con sólo ganas de chupar, nuestro tele-invitado preguntó:

-Amor ¿Te gusta chupar la verga? Sin previo aviso, Nené -por más intentos fallidos que tuvo -trató de meter toda mi verga en su estrecha boca. Mientras abría unos ojos grandes y su sonrisa iba creciendo, tuve que contener todos mis gritos y emociones. Jamás me habían dado una mamada tan profunda. Nené, llena de verga en su boca, como si fuera un helado, un plátano o un pepino, trató de responder:

-Amo la verga en la boca amor, dámela toda toda por favor. A la vez que decía esto, sólo con su boca y lengua, se movía sin parar, de arriba abajo. Cuanto más se la podía echar en la boca, más lo hacía.

Ante dicha petición, en el mayor silencio posible, para no despertar sospechas de nuestro tele-no-vidente-invitado, comencé, con amor y respeto, a meter cada uno de mis centímetros en su boca. Insisto, 54 años no pasan en vano, y la base de mi verga lo sabe muy bien en su boca.

En esos segundos de sexo oral animal, donde lo único que se escuchaba era el sonido de mi verga con su saliva y boca, la interrumpieron nuevamente:

-Que rico te metes ese pene plástico en la boca amor, no pares, no pares ¿Estás usando el juguetito que te regalé hace poco amor? ¿Ese realista que tira semen?

La pregunta me llevó al punto previo de acabar. Estaba a un par de corridas de qué Nené quedara bañada de semen en su cara y boca, cuando ella, mirándome con la boca abierta y entregándome la verga para que acabara, mientras que agarraba y movía fuertemente sus tetas, hizo que todo se multiplicara por mil, respondiendo:

-No mi amor, me compré uno más grande y grueso que apenas me entra en la boca y no lo puedo tomar con mis dos manos, pero también tira mucho semen…

No alcanzó a terminar la frase, cuando, desde mi posición, empecé a ver como salía semen a borbotones, como si fuera la primera vez, dejando a Nené sin poder pestañear y con montones de semen deslizándose por su cara…

Tras una breve demora, y Nené mirándome a través mi semen con la boca sonriente y ya vacía del semen que había tragado, nuestro invitado pareció dudar y señaló:

-Amor ¿Sigues ahí? ¿Acabaste? Con picardía, Nené, audaz y suciamente respondió:

-Si amor, aquí estoy. Sin querer presioné el botón de acabado del juguetito, y me llené la boca y cara de semen ¿Sigamos? Nuevamente, la pregunta iba hacia mí y, como si fuera magia, nuestro invitado tomó un rol protagónico, diciendo:

-Amor ¿Qué tal si pegas la verga de plástico a la pared o al respaldo de la cama y te montas sobre ella? Así -continuó la voz -puedo escucharte gemir putita rica.

En pocos segundos, como la verga de plástico ya estaba lista y dura de nuevo, Nené se paró, y lentamente, después de quedar en cuatro patas, lentamente, comenzó a agachar su culazo, haciendo sus últimas súplicas de verga, diciendo:

-Amor ¿Quieres venir a metérmela? fue su último rezo, mientras me miraba al espejo y se mordía los labios. Así, me disponía con toda mi verga a meterlo en su vagina, cuando es escuchó:

-Imagina que te estoy lamiendo tu vagina, llenándote de saliva, mientras endurezco mi verga…

En ese momento comprendí la conexión con nuestro invitado y, antes de introducir mi pedazo, no pude dejar de tomar ese culo con mis manos, mirar lo estrecho que era y llenarlo de escupos y saliva, silenciosamente.

Los gemidos de Nené ayudaban a que mis movimientos y lamidas, leves y minuciosas, no se escucharan por el celular. Mientras lamía su vagina con toda mi lengua y cara, podía contemplar su culazo y me preguntaba: ¿Cuántos habrán pasado por aquí?

Pensamientos voyeristas sobre sus historias y lo que me relataba al oído, sólo hacían endurecerme más y creer que el tiempo se me iba de las manos. Aunque, en aquel entonces, aún bajo los excitantes gemidos de Nené -sin duda sobreactuados -entre mis manos y mi boca, sólo se encontraba un culazo, en donde mi lengua ya estaba más de la mitad adentro de su ano.

Nuestro invitado, feliz, casi dándome órdenes, decía:

-Amor, ya veo que estás toda mojadita ¿Pudiste colocar el juguete en la muralla? Nené, antes de darse vuelta, silenció su celular y dijo en una voz de calentura y desesperación que espero oír de nuevo:

-Pendejo rico, métemela toda bien fuerte por el culo ahora por favor…

Estupefacto, recordando que no había podido hacerlo bien antes y con infinita inseguridad, justo después que ella sacaba el silenciador, sentenciaba:

-Aquí voy amor, no paro de pensar en tu pene mientras me como esta verga plástica…

Si bien traté de hacerme dueño de su cola lentamente, para disfrutar y recordarlo como si cada día lo viviera, en pocos segundos, más de la mitad de mi verga era completamente de ella.

Tratando de mantenerme estoico, como una buena verga de plástico pegada a una muralla, Nené hacía todo: cerca de su boca -al teléfono -le gemía y entretenía a su marido, mientras que a través del espejo, me miraba ardiente y con cada gemido que gritaba, su cola era cada vez más mía y estaba cada más más cerca de mi pelvis.

-Que exquisito amor. Me encanta como mueves tu cintura ¿Te la meto por el culo? Nuestro amigo, definitivamente, no tenía idea de como estaba Nené en ese momento. De pronto, cuando entre su culo y mi verga no había espacio ya, entre gimiendo y gritando, exclamó:

-Amor, me estoy corriendo ahora, me estoy corriendo ahora ¿Quién es la perra sucia? ¿Quién es la más puta? Jadeando preguntó

-Tu mi perra asquerosa. Cómete todo mi pene ¿Te gusta bien hasta el fondo? ¿Quieres que te chupe las tetas? ¿Quién es la perra más sucia? ¿Te acuerdas del trío que me comentaste…?

Con esta última pregunta, sólo como una persona experimentada puede saber, Nené agarró mi pico y, con mi ayuda, la metió en su vagina, tiritando de placer:

-Si mi amor, si amor, culéame, culéame, culéame, lléname de semen. Dame mucho semen, semen, semen, quiero semen, mucho semen…

Cada vez su voz se iba perdiendo entre gemidos, gritos, orgasmos que me iba poniendo de punta, llevándome derecho a otro orgasmo, pero me contuve y logré contemplar como en cada orgasmo, su vagina se adueñaba cada centímetro más de mí y su culo poco a poco iba volviendo a ser lo estrecho que se veía.

Aún en cuatro, con su culo aún frente a mí, comenzó a despedirse de nuestro invitado, diciéndole que lo extrañaba mucho y que quería verle. Terminó de colgar, se arrodilló en el piso y empezó a terminar la escena con otra mamada, mientras, para reventar yo aún más, no paraba de pensar: ¿Haría Nené un trío de verdad?

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