Mientras nos bañamos juntos me confesás que te gusta el papel de esclava. Te sonrío. Arrodilláte y besáme los pies. ¿Que es eso? De vuelta, besámelos bien, como si me estuvieras besando la boca.
Lo hacés, abrís tu boca húmeda y me los besás de lengua. Mucho mejor, te sonrío. Quedás arrodillada a mis pies, tu cara frente mi palo duro y divino. Besáme igual el glande, con lengua y con saliva. Te agarro del pelo y te refriego la pija en la cara, para que aprendas quien manda. Yo te meto la verga donde se me antoje. Sigo pasándote la pija por los cachetes, los ojos, la boca, la nariz. Vos seguís arrodillada, sumisa, con la cara llena de verga, luchando para respirar entre el agua que corre. Te agarro de la cabeza y te levanto, estás agitada, jadeando, queriendo ocultar tu gesto de mujer usada, inservible, sin poder revelarte contra la humillación que sentís. Te gana la manera en que te palpita la concha. Sonrío. Te agarro la concha con toda mi mano y con la otra te afirmo a la pared tomándote firme del cuello. Te miro de cerca, te huelo, te lamo la cara, los labios, el cuello. Te doy la vuelta. Estás tan blanda, tan fácil, tan dejada… Te meto la punta de un dedo en el culo y te lo saco, porque sé que querés que te coja el orto. Yo quiero que te reveles, llevarte al lugar donde no aguantas más tanta humillación y ahí sí ensartarte la pija por el agujero que se me dé la gana.
Bañame, PUTA. Prestale tus servicios a tu dueño. Me dejo hacer, me relajo, no me preocupo por nada. Tener una esclava que me enjabone y me enjuague de esta manera es exquisito. Miro tu cuerpo, tus pezones empujan chorros de agua hacia adelante. Inconscientemente estás todo el tiempo con la cola parada, como esperando que te cojan. No se me borra la sonrisa de la cara, y vos me bañas siempre con la boca abierta, deseante. Parece que estás aprendiendo, te arrodillas para lavarme entre las piernas, me lavas el pene en erección a conciencia, embelesada, pasas tus manos enjabonadas por mis testículos, entre ellos y el ano, en mi pelvis, en el pene, me lavaste el culo, puta. Te mereces un beso de lengua y un par de dedos bien adentro de tu vaginita desesperada. No está mal, belleza. Terminá de bañarte, yo voy a salir. No te masturbes.
Salgo, corro las cortinas del duchero. Te dejo sola. Me seco, me visto, voy hasta el living y me prendo un tabaco de armar. Me pongo a imaginar cómo salís del baño desnuda, en cuatro patas y te me arrimas como perrita faldera. Pero no, nena, salís vestida, caminando como confundida. Parece que no terminás de entender tu situación, no terminás de entregarte, pero tampoco has recobrado tu dignidad. Desnudate. Me mirás y me sonreís con alegría. Yo no te sonrío. Obedecés ¿Que otra cosa podes hacer?
Entonces sí, me relajo y te siento en mi falda. No me importa si me manchas el pantalón con la baba de tu sexo. Te hablo con tranquilidad. ¿Estás bien? ¿Querés ser mi esclava todo el día?
Te tengo en mis piernas, indefensa, te acaricio, te tranquilizo, te pellizco los pezones. Tenés el coraje de decirme que sí, con todas las letras. "Quiero ser tu esclava todo el día"
Reto a las sumisas que lean este relato a desnudarse por completo en este momento y continuar leyendo con su ropa interior en la boca. No hay peros, disfruta tu obediencia, perrita.
Te agarro de los pelos y te empujo al suelo. Te aprieto a los costados de la boca, abriendola, te meto las bombachas y te escupo. Moves automáticamente tus manos para limpiarte pero te agarro los brazos con fuerza. Te escupo cuando quiera. Te corre mi saliva por la cara, tenés un ojo medio cerrado, un poco en los labios. Seguís haciendo fuerza con los brazos “imbécil, que mierda no entendés?” Aflojás. Pero yo sigo cliente. Te pongo la cara entre mis piernas y aprieto, “este es tu dueño puta, entendés?”. Te sigo pasando la cara por mi chota. Estás ridícula, entregada, usada. No sos nada.
Te suelto, automáticamente llevas tus manos a sacarte la bombacha de la boca. Te escupo otra vez y frenas. Te dejas la bombacha ahí y te quedas quieta, de rodillas, esperando, sin saber qué hacer, con miedo de hacer algo mal. Así me gusta, andá a cocinar. Decís que sí con la boca llena, excitada, maravillada por el placer que te provoca que te insulten. Se te nota. Yo disfruto de mi crueldad, se siente bien humillarte.
Te dejo ir un rato, intento leer, pero me doy cuenta que si no aplaco mi excitación no voy a poder concentrarme. Entro en la cocina, te estás apretando los labios de la concha con tus piernas, intentas seguir cocinando. Al verme se te sube una presión a la cara y quedas colorada. Perfecta, un bombón. Atrás tuyo, me bajo los pantalones y te la meto. Yo sabía que ibas a estar mojada. No digo nada, te cojo, meto y saco la verga sin preocuparme de vos. Me gusta, cuando no te moves puedo buscar mi orgasmo tranquilo, llevarlo traerlo cuántas veces quiera. Te manoseo las tetas, acerco mi cara a tu oreja, te raspo el cuello con la barba y te acabo adentro. Te dejo chorreando semen. Abrí bien las piernas, no te toques. Tomo la lapicera que usamos para hacer listas y escribo en tu espalda. “Esclava, puta inseminable”. Te doy la vuelta, te saco la bombacha de la boca y te doy un rico beso mientras te acaricio el clítoris, suave, te lo merecés. Te toco el ano y siento que palpita.
Reto: escribí en tu pierna “Puta inseminable”, con letras grandes. Si no estás masturbándote, perra desesperada de mierda, empezá a toquetearte.
Te dejo seguir cocinando, me siento mucho mejor, más tranquilo. Disfruto mi lectura, hace un lindo día, entra luz del sol. Abrí la ventana y el aire corre. Cuando entras con la comida, en ese estado, y ves la ventana abierta te asustas un poco. Pero ya fue, estás bien metida en tu papel y eso me gusta. Servís la mesa, la armas con delicadeza, se te ve cómoda sirviendo desnuda y con la tanga en la boca. Te la podés sacar. Te doy un beso cotidiano y nos sentamos a comer. Charlamos de todo un poco, nos reímos, cuando se te mueven las tetas de la risa te da un poco de vergüenza y recordas tu lugar. Me complace ver como ya no necesito recordártelo.
Terminamos de comer, te ayudo a llevar los platos y vamos a lavarnos los dientes. Nos miramos al espejo, la esclava y el Amo. Me gustaría ponerte una correa. No contestás, pero no importa. Te palmeo una nalga, te meto un dedo en culo, lo saco de golpe y salgo.
Vuelvo al living, me desnudo y empiezo a manosearme la verga mientras te espero. Cuando llegás hacés el gesto de agacharte para chuparmela. No, mi negra. Date vuelta y pará la cola. Te meto un dedo en el culo, después dos, gemís. Te llevo con los dedos metidos en el ano hasta la pared. Te clavo la verga y es una delicia. Cogerle el culo a mi puta es exquisito. Te la doy suave, para que sientas bien como entra y sale mi verga de tu ano. Gemís, pedís más. Te agarro la cara y te meto dedos en la boca, lames, jadeas, el pecho se te mueve con fuerza. Te reviento el orto hasta el fondo. Te agarro fuerte de la cintura y te doy. Te doy con todo. Te parto al medio. Te vuelvo a llenar el cuerpo de leche. Yo descanso, pero vos seguís a mil.
Puta, ¿Ya sabes lo que te espera? Te vas a meter uno o dos dedos por el culo. No digas que no te encanta la idea. Bien adentro.
Te doy el dildo y saco mi celular. Podés masturbarte. Te grabo. Estás más puta que nunca, tu cuerpo sensual se retuerce, tus tetas son la cosa más deliciosa que ví en la vida. No lo haces porque te grabe, no lo haces por mí. Es tu momento egoísta, estás furiosa, te calentas a mil. Te das vuelta, te metes el dildo por atrás, por adelante, lo chupás mientras te tocas el clítoris. Estás desencadenada, gozando tu cuerpo como nunca, acariciándote, gimiendo. Tu orgasmo te presiona el abdomen, miras con ojos enormes entre tus piernas. Gemís sin temor a nada. Soltás la sensualidad, ya no te importa, es todo placer
La imagen de tu cuerpo así, recogido de placer, luego de tanto de despliegue de sensualidad, tanta humillación. Tu cuerpo solo.
Me arrimo a vos. Te beso, te mimo. Te recuerdo que somos distintos y somos iguales, te meto el dildo en la concha y lo dejo ahí. Nos dejamos ir, abrazados en la alfombra.
Si cumpliste alguna tarea contame en un comentario, es el último desafío, puta alzada.
Gracias por leer, el placer es mío.