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Tiempo de lectura: 4 minutos

¡Vaya hermoso cuerpo que tienes! He estado viendo algunas de tus fotos, y la vista desde cualquier ángulo es realmente excitante. De hecho, me gusta también tu sexo de terciopelo, con vello, sexo de mujer…

Bueno, debo reconocer que me has provocado una inesperada erección y que no he tenido más remedio que masturbarme con ganas, y he eyaculado sobre ti. Espero que no me lo tengas en cuenta.

Me imagino una situación donde estás de rodillas, la cabeza abajo y las nalgas levantadas. Expectante, con las piernas ligeramente abiertas y las muñecas atadas al cabecero de la cama… Tus ojos vendados no te permiten verme, pero notas mi presencia y te sientes observada, expuesta. El morbo de la situación te excita más de lo que crees que deberías. En realidad, no te disgusta.

La vista que ofreces me excita también mucho, y me acerco con la mirada fija en tu vulva, estando ya totalmente empalmado. Te acaricio desde las caderas con la yema de los dedos, arrastrando el movimiento hasta tus nalgas, para apretarlas, pellizcarlas suavemente. Contienes la respiración mientras paso los dedos entre tus muslos, subiendo muy poco a poco hasta quedar muy muy cerca de tu vagina, hasta ser capaz de percibir su calor. Suspiras en cuanto inicio un ligero roce, para a continuación dejar deslizar dos dedos entre tus labios húmedos. Llego hasta tu clítoris y das un respingo cuando lo acaricio suavemente. Tus primeros gemidos… empiezas a estar muy muy caliente, y quieres más.

Introduzco lentamente dos dedos, muy poco, sólo un par de centímetros. Los giro en tu interior, durante unos segundos. Cambiando el ritmo, más lento, más rápido, entrando y saliendo, pero jugando sólo en la entrada. Gimes ya con más intensidad y te hago desear mucho más. Te retuerces e intentas que llegue más adentro, pero todavía no…

Con los dedos totalmente empapados empiezo a subir deslizándolos entre tus nalgas, muy despacio. Sabes a dónde me dirijo y arqueas la espalda para levantar más tus caderas, abriendo y facilitándome el camino. Llego a tu ano y empiezo a dibujar círculos alrededor, mientras con la palma de la otra mano cubro todo tu sexo, presionando y acariciando tu clítoris hinchado, palpitante.

Cada ligero toque te hace estremecer, y espero a que termine la sensación antes de volver a rozarte, apretando un poquito más, durando un poquito más. Estoy así durante algunos minutos, relamiéndome, observando cómo reaccionas ante el placer que sientes. Estás muy excitada y cada vez te mueves más, siguiendo a mis dedos. Ahora ya pides directamente que te penetre, que te folle, por donde sea, pero que sea ya.

Coloco la cabeza de mi polla hinchada, dura, entre tus labios húmedos. Pero no entro aún, empiezo a hacer las mismas operaciones que antes, deslizándola una y otra vez, empapándola con el flujo producto de tu excitación, rozando, apretando tu clítoris y retirándome de nuevo. Yo también estoy muy encendido, pero quiero hacerte esperar un poco más. Meto un poco la punta, simplemente para que puedas notar la presión y cómo tu vagina intenta atraparla.

Atada como estás, te mueves, ondulando, empujando contra mi para que llegue más adentro. Y yo aprovecho esos movimientos para presionar a mi vez en tu ano, moviéndolo en pequeños círculos, y el dedo morboso va resbalando hacia dentro. Es sólo un centímetro, pero te quedas un momento quieta, expectante.

Y justo ahí empujo un poco con mi polla y te penetro lo suficiente para que dejes salir un profundo gemido. Yo no me muevo, tú lo haces, al aumentar tus sensaciones. Mientras giras tus caderas de manera sensual, me dejo ir hacia dentro, hasta el fondo. Vas sintiendo cómo se expande tu vagina y te sientes cada vez más llena por mi miembro palpitante.

Y mientras te mueves y te penetro, gimiendo ya con ganas, empujo más el dedo y lo introduzco completamente en tu ano, acompañado de un azote rápido. Continúo hundiéndome en ti hasta el fondo, y a la vez giro el dedo en tu ano. "¿Te gusta?", pregunto, mientras te doy otro azote, más fuerte aún. Y te sale un sí ahogado, que se convierte de nuevo en gemidos. "¿Te gusta?" repito. "No te oí… ¿quieres que pare?" Y ahora ya contestas con decisión, "No, no pares… más. ¡Me gusta, me encanta! Sigue…". Húmeda no, mojada, empapada, una fuente brota de ti.

Está claro que esto es lo que querías, así que sigo empujando, entrando y saliendo, golpeando y haciendo sonar tus nalgas con un ritmo cada vez más rápido. La excitación hace que también empujes hacia mí, moviendo tus caderas y facilitando que llegue más adentro. Y aprovecho para introducir un nuevo dedo en tu ano, que recibes con ganas. Ahora ya gimes de manera desatada, pidiendo, casi exigiendo que te folle con violencia.

Te sientes llena y has perdido la inhibición, y notas, ambos notamos, cómo tu primer orgasmo se acerca. Empiezas a arquear más la espalda y tu respiración se acorta, y se te escapan algunos gritos con las primeras contracciones, que noto muy fuertes tanto en mi polla hinchada y a punto de estallar, como en los dedos que aún continúan en tu interior. Tengo que agarrarte fuerte por las caderas, ya que te retuerces con todo tu ser, las piernas temblando, y finalmente te derrumbas sobre la cama. Suspiras con fuerza, conmigo encima, todavía clavado en ti.

No me he corrido, y creo que aún falta algo. Así que te levanto de nuevo y abro tus nalgas para observar tu esfínter dilatado y aun palpitando. Coloco la punta de mi polla en él, cubierta por tus flujos, y empiezo a presionar ligeramente. Se desliza con dificultad y entra poco a poco, a medida que voy moviéndome y apretando más. Contienes la respiración y me detengo un momento, con la cabeza ya dentro. Y cuando noto que te vas relajando, empujo con fuerza hasta entrar totalmente de un sólo movimiento, hasta el fondo, coincidiendo con un pequeño grito de sorpresa.

Sorpresa, porque aunque con un pequeño dolor, la sensación que sientes es muy agradable y notas como tu excitación crece de nuevo al empezar a moverme. Despacio al principio, un poco más rápido en cuanto surgen otra vez tus gemidos. Estás de nuevo dominada por el placer, mayor incluso que antes.

Más rápido, más rápido… Me muevo, dentro y fuera, sin llegar a salir. Me echo encima de ti, y con una mano aprieto una de tus tetas, tu pezón endurecido y sensible. Y alzas más la voz, comenzando a gritar de nuevo con el ritmo de mis embestidas, cuando con la otra mano vuelvo a frotar en tu clítoris. Intensamente, con toda la mano, con varios dedos, un poco brusco. Y ahora ya no puedes parar… muchas sensaciones te dominan, sintiéndote erótica, deseada, hermosa, sexual, poseída, zorra…

Por mi parte, lo que siento también es placer máximo, totalmente unido a ti, dentro de ti, sintiendo tu calor y todo tu cuerpo vibrar. La fuerza de tus músculos apretándome cuando te mueves, sincronizada con mis penetraciones, me vuelve loco, y noto que voy a llegar en breve. Tú empiezas a percibir también cómo se acerca de nuevo esa ola de placer que ya conoces, de nuevo, creciendo desde dentro para explotar en fuertes sacudidas mientras me mantienes muy apretado en tu interior.

Y entonces sucede, impresionante, enorme, brutal… tus contracciones me succionan la polla, que se hincha más, de repente, con tus gritos desatados. Me aprieto contra ti, agarrándome a tus tetas, mordiéndote los hombros, y unas tremendas pulsaciones hacen que te inunde, con una cantidad sorprendente de leche muy caliente. Todo esto hace que te sientas todavía más llena, mientras arqueas tu espalda y te dejas llevar por un intenso, largo, y simultáneo orgasmo. Sigues gimiendo ligeramente al terminar, recuperando la respiración, y te sientes súper relajada, todavía conmigo dentro, abrazado a ti, besándote en el cuello.

Ufff, ha sido muy muy bueno, verdad? Miriam, esto habrá que repetirlo, porque es de lo mejor que he experimentado nunca.

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