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Tiempo de lectura: 3 minutos

Estaba viendo la televisión, sentada en el sillón. Vestía de entrecasa, solamente una tanga y un remerón que me llegaba por debajo de mi redondita cola. Habiendo estado toda la tarde sola, extrañaba a mi Amo. Despacio, en puntitas de pie, llegué hasta la habitación en donde había estado toda la tarde trabajando. Allí estaba, sentado en su silla, con las manos en la cabeza, leyendo una y otra vez lo que había en la pantalla del ordenador. Él también se encontraba de entrecasa, pero tenía más ropa que yo, vestía una remera y un pantalón de pijama. Realmente se lo veía muy frustrado, sus manos pasaban por su pelo y cuello, pensando en la forma para solucionar el problema.

Entré despacito a la habitación evitando que se diera cuenta de mi presencia, me puse detrás de él y empecé a masajearle el cuello. Se sobresaltó un poquito, pero al darse cuenta que era yo, se relajó, solo un poquito, y me permitió continuar. Le di besitos por detrás de las orejas, mientras mis manos masajeaban firmemente su cuello. Comenzó a relajarse poco a poco, así que mis besos comenzaron a ir por su cuello, donde también dejaba una que otra lamida. En la pantalla se reflejaba su cara, que comenzaba a ser de placer, y eso me excitó mucho.

Me di la vuelta, quedando frente a él, pidiéndole permiso me subí encima de él. Al sentarme en sus piernas noté que alguien había despertado. Mi amiguito, todo rico, se estaba levantando para jugar conmigo. Continué dándole besos en el cuello y fui subiendo hacia su boca, en donde nuestras lenguas se enlazaron, provocando que nos encendiéramos aún más de lo que estábamos. Sus manos acariciaban, apretaban y estiraban mis tetas, dándome muchísimo placer. Mi cadera comenzó a moverse en círculos, refregando mi conchita húmeda con el duro falo de mi Amo. Esto pareció gustarle ya que sus manos bajaron directo a mi cintura para ayudarme, para sentirme aún más. Tranquilamente se podría decir que estábamos cogiendo con ropa, pero quería darle más, quería que se relajara por completo.

Mis manos fueron al borde de la remera y entendiendo lo que quería levantó los brazos para ayudarme. Su pecho al descubierto lo único que me provocaba era llenarlo de besos y lamidas, así que eso hice. Mis labios fueron nuevamente a su cuello, bajando cada vez más, mordiendo suavecito y pasando mi lengua, haciendo que la piel se erice. Súper convencida de que ya era hora de seguir le di un buen beso con lengua, me bajé de sus piernas y mientras lo hacía, me llevé conmigo el pantalón de pijama, llevándome la sorpresa de que debajo de él estaba desnudo.

Sonriente saqué mi lengua y la pasé por toda esa verga rica, metiéndomela toda en la boca, comencé a subir y a bajar. Mis ojos se van hacia los suyos su cara de placer se vuelve muy pervertida “¿Te gusta pequeña?, ¿Te gusta tu juguetito?”. Súper excitada, me como su verga completamente, cosa que parece gustarle tanto que lleva sus manos a mi cabeza provocando que no pueda levantarme a respirar. Muy despacio va aflojando la presión permitiéndome respirar solo un poco, tan solo dos segundos después volvía a tener su verga hasta el fondo de mi garganta, otra vez privándome de respirar. Esto provocaba que cada vez estuviera más y más empapada, pero hoy no era para mí, hoy todo el placer lo necesitaba él.

Mi Amo decidió cambiar el ritmo, sujetando mi pelo en una coleta comenzó a subir y abajar, al principio lento, pero a medida del paso del tiempo comenzó a aumentar cada vez más y más. Jadeaba, estaba el límite, así que aumento aún más, con un ritmo bien marcado. “Mmm, pequeña, ahí tienes tu premio”, toda su leche fue directo a mi estómago, soltó mi cabeza y se relajó. Mientras él se calmaba yo me dedicaba a limpiar esa riquísima verga, pasaba mi lengua por el glande recogiendo las últimas gotas de mi premio que quedaban allí.

Me levanté relamiéndome los labios, no queriendo desperdiciar ninguna gota. Lo besé realmente apasionada y le dije “Ya, papi, así ya más relajado podes seguir trabajando, yo voy a ver la tele”.

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