Mi relación con mi pareja desde algún tiempo atrás se ha venido enfriando porque de verdad les confieso que me dediqué a tener dos hijas de él de manera seguida; no tenía un año la primera cuando salí embarazada de la segunda. Pero ser madre es algo muy bonito y más si son del hombre que tú quieres y amas para que sea tu pareja por el resto de la vida o al menos por muchos años y más.
Estando en esa etapa de posparto de mi segunda hija, pude enterarme que él comenzó una relación con una mujer, que más tarde descubrí era una prepago o chica scort, aquellas de las cuales se ganan la vida ofreciendo sexo y compañía a cambio de dinero. Les confieso que terminó partiendo mi corazón y de verdad yo sufría a todo momento. Tanto, que adelgacé mucho, por eso y por amamantar a mi hija. Me salí del cuarto matrimonial porque no quería ni dormir con él y me refugié en el cuarto de mi hija mayor.
Al principio me preocupaba por él y le demostraba que yo sufría y me dolía su engaño; él me afirmaba que yo no tenía tiempo para él y que mis dos partos seguidos le hicieron perder la atracción por mí.
Alguien me aconsejó que lo dejara; otros, que me divorciara y que lo echara de la casa. Yo tomé la determinación de no demostrarle mi preocupación y mi dolor por aquella situación. Por el contrario comencé a ni siquiera preguntarle si venía almorzar o si iba a venir en la noche. Mi estrategia se centró en la indiferencia y empecé a preocuparme por mí; a recuperar mi figura y a engordar un poco y ponerme “buena” y bonita como al principio de la relación ya que estaba muy delgada. Esto, como última alternativa para rescatar mi vida en pareja y no quedar sola.
Pues, déjenme decirle que mi plan funcionó. Les cuento un poco: Mi cabello color azabache, mi cuerpo, mi esbeltez y mis curvas femeninas retornaron; comencé a tomarme fotografías, las cuales posteaba en el Facebook, y él todo celoso comenzó a preocuparse por mi indiferencia y por las fotografías sexys y hermosas que colgaba en mi perfil del Facebook y otras redes sociales.
Por demás está decir que los comentarios de algunos amigos agregados en mis redes y de otros que no tanto conocía, dejaba ver que yo estaba linda, sexy, hermosa, en fin aquellos comentarios eran un termómetro que me indicaban lo bonita que estaba yo.
Un buen día se permitió tener una plática conmigo y decirme que mi indiferencia hacia él la tenía bien merecida por su falta de atención y abandono hacia mí, y que si me estaba viendo con otro hombre, él no se iba a entrometer porque, al parecer yo ya tenía una decisión tomada y él era el único culpable.
-si quieres que me vaya, sólo dímelo. Lo único que te pido es mantener mi relación con mis hijas y poder verlas cada vez que pueda. –Me dijo él con cara de perrito regañado.
Yo no dije nada, sólo me dediqué a oír y prestar atención a lo que me decía. Luego continué con mis labores de hogar y mi indiferencia; la cual seguía su rumbo bien trazado.
A estas alturas yo seguía durmiendo en el cuarto de mi hija mayor y él en el cuarto matrimonial. Pero claro, yo me moría por dormir a su lado y que me hiciera el amor y yo entregarme como mujer enamorada en sus brazos y disfrutar del sexo en pareja, ya que desde hacía tiempo no lo hacíamos.
Esa mañana le pedí que me llevara de compras y le propuse que fuésemos en su motocicleta para mayor rapidez al viajar.
Así fue; para ello yo tenía un plan para darle celos y para que despertara de ese mal sueño en que vivía.
Esa mañana muy temprano me bañé; me di una enjabonada con el jabón líquido de mejor aroma que tengo; olor a rosas y encantos. Depilé mi sexo, el cual quedó muy bien rasurado, me la pude ver en el espejo y se mostraba muy bonita mi vulva, mi entrepierna.
Además; alisé mis cabellos, los cuales dejé sueltos para que el viento los levantara y verme sexy durante el viaje.
Al vestirme me coloqué una panty color blanca estilo hilo para dejar mis nalgas al descubierto para que se amoldaran al pantalón ajustado que pensaba estrenarme.
Me coloqué un pantalón blanco ceñido a mi cuerpo, el cual dibujaba mi figura y dejaba ver por demás todas mis curvas. Mi vulva aunque pequeña y delicada, quedaba dibujada lo suficiente debajo de mi ajustado pantalón porque en verdad la tengo pequeña, pero con el tamaño adecuado para dejarse ver un tanto abultadita. Por el contrario, tengo un hermoso trasero contorneado y redondo que cualquier hombre quisiera coger.
Les confieso que mi trasero por demás contorneado, hermoso y sexy se veía sensual, voluptuoso y estaba segura que robaría muchas miradas al caminar. Por demás está decir que es mi principal atractivo luego de mis cabellos y curvas.
Por otra parte, me puse una blusa que combinaba con mi pantalón, la cual dejaba asomar mis pechos carnosos y abultados.
Cuando salí a su encuentro para subir a la motocicleta, aquel hombre fijó su mirada en mí ya que no pude evitar ver sus ojos abrir como asombrado al ver aquel cuerpo femenino que se le acercaba, yo desinhibida movía mi cuerpo toda sexy y esbelta tan segura de mi misma, sin importar las miradas; claro está, sin exagerar aquellos movimientos.
Por otra parte, Yo estaba segura que al subir a la moto podría oler mi perfume, aquel que le gustaba y que muchas veces me lo coloqué en nuestras noches al hacer el amor como dos amantes enamorados.
Nos dirigimos hasta el centro comercial, mientras en casa, mis niñas quedaron al cuidado de una vecina, la cual se ofreció a prestarles cuidado en ese transcurso. Así que no me preocupaba esa parte.
Al llegar al estacionamiento comenzaron las miradas ya que yo me inclinaba hacia delante y dejaba mi trasero sobresalir un poco como toda una copiloto audaz, quería lucir como aquellas chicas de calendario sobre las motocicletas. Además de mis cabellos que se ondulaban por el viento.
Nos bajamos e ingresamos al centro comercial y me dediqué a las compras, mientras él observaba como los hombres se desvivían al ver mi figura, mi trasero y mis pechos. Las miradas, algunas descaradas y uno que otro piropo me dijeron. El plan funcionaba a la perfección.
Al concluir, cuando nos subíamos a la motocicleta, él quiso como reclamarme el hecho de que muchas miradas varoniles se hacían evidente por mi vestimenta sexy y apretada que yo llevaba puesta.
-Corazón, lo que no se exhibe no se puede vender y no pienso esconderme y evitar que me vean. – le dije con voz despreocupada –.
Él me dijo; – a pesar de todo déjame decirte que te ves linda y me sorprendes amor, estás muy linda y provocativa. –Me insinuó él –. Yo le di las gracias guiñándole un ojo siendo coqueta.
Sabía que mi plan era perfecto y era hora de jugar mi otra carta. Subimos a la motocicleta y de camino a la casa me aferré a su cintura y le puse mis pechos sobre su espalda y bajé mis manos hasta su cintura y un poco más abajo.
En uno de esos frenos que dio bruscamente, aproveché y dejé que mis manos acariciaran su entrepierna, lo cual lo puso nervioso y pude sentir su miembro teniendo una erección ya que se notaba abultado.
Aferré mis pechos a su espalda, apretándolo hacia mi con mis manos abiertas, subiendo una de ellas hacia su pecho y la otra la llevé hasta su miembro viril y se lo acaricié sutilmente. Inmediatamente él bajó la velocidad y se estacionó a la derecha debajo de unos árboles detrás de una maleza que allí había. Allí se bajó de la moto y me tomó por la cintura y me apretó hacia él y me besó apasionadamente. Agarró uno de mis senos, lo sacó y me lo comenzó a chupar apretándolo, todo excitado. Yo por supuesto correspondí a sus besos y caricias y lo pude sentir jadeante y excitado. Yo por supuesto estaba igual, me moría porque me hiciera el amor, que me hiciera suya, que me desnudara, abriera mis piernas y me penetrara como nunca.
-Aquí no por favor! Quiero hacerlo pero no aquí, me da mucha pena! –Le dije.
Subió a la moto y tomamos rumbo a un motel que conocíamos y que habíamos visitado en nuestros inicios. Yo en el recorrido no dejé de frotar su bulto, su miembro, se lo apretaba suavemente para sentirlo, para mantenerle el deseo y la excitación, la cual nunca perdió.
Apenas entramos a la habitación y cerrar la puerta; comenzamos a desnudarnos y a comernos a besos. Pero debo decir que cuando me desvestía comenzó a desacelerar su ritmo y a tomarse su tiempo, lo que me gustó mucho.
Me quitó la blusa y se colocó detrás de mí y me desabrochó mi brassier y dejó mis pechos al aire, los cuales me apretó suavemente desde atrás para luego seguir con mi pantalón. Desabrochó la cintura y bajó mi cremallera y lo deslizó poco a poco hacía abajo con cuidado ya que estaba ajustado a mi cuerpo. Dejó correr sus dedos debajo de mi panty tocándome la vagina, así, metió un de sus dedos suavemente dentro de aquella vulva toda húmeda.
Siguió bajando al igual con sus manos y su boca, allí agachado comenzó a besar mis nalgas las cuales quedaron expuestas al bajar completamente mi pantalón. Me tomó en sus brazos y me arrojó a la cama y allí posó sus labios sobre mis pechos los cuales comenzó a chupar, morder y apretar con sus manos como queriendo que saliera néctar de ellos.
Ya para ese momento él tenía solo ropa interior porque se encargó de ir quitándosela al mismo tiempo que me desnudaba.
Seguidamente bajó por mí vientre hasta llegar a mi sexo. Me despojó de mi pequeñísima panty blanca tan sexy que yo llevaba puesta. Estaba toda húmeda con mis fluidos ya que estaba excitadísima y mis jugos vaginales se apropiaron de ella.
-Me encanta tu coño rasurado cielo, se ve lindo –Me dijo sin cohibirse.
Su boca, labios y dientes se postraron allí y me invadió toda, lamiendo mis pliegues vaginales, mi clítoris lo chupaba y lo mordía muy suavemente y a la vez lo succionaba como queriendo tragar mis mieles.
Yo gemía de placer porque el momento que había esperado tan ansiosa había llegado, estaba a punto de ser penetrada, cogida, amada por mi amante; el cual, no dejaba de hacerme caricias con sus labios.
Me tomó por mi cintura y me dio la vuelta para posarse allí sobre mis dos montículos, aquellas nalgas o trasero tan deseado momentos antes por las miradas inquietantes de los hombres en el centro comercial.
Allí se posó y las besó con delicadeza; se abrió paso entre ellas apartándolas un poco para luego con su lengua buscar mi orificio para lamerlo y acariciarlo. Rozó mis pliegues anales lo que me hizo gemir a gritos; pero no me importaba qué tan alto pude haber gritado. Yo estaba gozando y mi amante estaba a punto de poseerme, de cogerme toda y hacerme suya y él sería mío.
Yo por un momento tomé la iniciativa; me levanté y lo empujé a la cama para que quedara boca arriba, dejando su pene erecto para mí, el cual tomé con mi mano y le di una paja breve y luego lo metí en mi boca y comencé a chupárselo apresuradamente como toda una experta.
Mis líquidos salivales brotaban a montón sobre su verga; mientras, él gemía y hacía ruidos vocálicos, lo que aproveché para posarme sobre su pene e introducirlo en mi vagina, lo que me provocó otro gran gemido. Yo no podía en ese momento cohibirme de gemir ya que mi excitación era inmensa casi fuera de este mundo. –Por el tiempo que tenía sin hacerlo, diría yo –.
Comencé a moverme con mucha fuerza y ganas, fue como que si mi vientre tomara vida e iniciaba sus movimientos casi que independiente con aquel trozo de carne allí dentro. Esto hacía que mi pareja gimiera como queriendo correrse o venirse allí mismo. De inmediato paré mis frenéticos movimientos verticales para que él no eyaculara aún.
Seguidamente me bajé, me acosté a su lado y le dije con voz erótica:
-Cógeme! Penétrame! hazme tuya! Te deseo adentro, amor!
Él, por supuesto, me tomó las piernas y las abrió para colocarse entre ellas y comenzar a follar aquel coño sediento de ser penetrado. Me lo puso allí entre mis labios vaginales y presionó suave al principio, para luego entrar completamente y agregar fuertes movimientos de vaivén, los que presagiaban que su semen sería eyaculado muy pronto porque la excitación de lado y lado era enorme; y así lo hicimos. Inició aquellos movimientos de vaivén, en donde su miembro entraba y salía acompasado. Era un encanto sentirlo así, me mandaba fuertes penetradas seguidas de un descanso, dejando el miembro completamente adentro para luego volver a sacármelo y mandarlo dentro otra vez seguido de la respectiva pausa.
Yo gritaba, gemía y susurraba cosas que no recuerdo exactamente ya que estaba llegando a mi orgasmo, lo cual hizo salir espasmos por todo mi cuerpo. Él por su parte me daba con movimientos de cintura cogiéndome como un semental a punto de erupción, a punto de depositar sus fluidos seminales dentro de mi coño.
Al verme acabar así; al instante me sacó su miembro tomándolo con su mano mientras que a la vez se masturbaba rápidamente, posándose sobre mis pechos, al momento que pude sentir sus chorros de semen salir bruscamente y caer sobre mis pechos bañándolos con aquellas gotas calientes y alguna que otra cayó sobre mis labios. Apreté mis pechos con mis manos para recibir sus fluidos y hacerle una especie de cama a su miembro; a la vez sacaba mi lengua para degustar como miel aquella porción de semen que había rozado mis labios. Quise hacerme ver sensual al corresponderle como buena amante.
Inmediatamente, Cayó sobre mí; exhausto, cansado, jadeante casi sin aliento. Yo estaba agotada pero satisfecha, ya que mi plan maestro había resultado como lo había previsto.
Él, me dijo susurrante:
– Cristina, quiero amarte siempre amor mío y no quiero perderte. ¿Me das otra oportunidad? y demostrarte que me equivoqué, quiero recomenzar nuestra relación!
Yo le sonreí, le abracé y le di un beso en los labios. Me subí sobre él y volvimos amarnos como nunca.
Mí plan había funcionado!
Fin.