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Suplícame que pare
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Mi tierna y pervertida niña.

La nuestra es una relación vertical donde yo mando pero ella tiene el control.

¿Por qué es así?

Bueno porque Laura así lo desea, porque cuando se encuentran un sádico y alma sumisa no hay nada que lo pueda impedir.

¿Qué si somos felices?

Mucho

¿Por qué digo que yo mando pero ella tiene el control?

Fácil yo doy las órdenes y ella obedece.

Yo pongo tareas y ella las realiza, nunca le exijo algo que no puede hacer, nunca la pongo en riesgo, ni arriesgó su salud, sé que aunque no esté presente ella llevara a cabo cada tarea que le ponga: aunque duela, sea humillante o difícil. Lo hará con gusto lo veo cuando me cuenta como le fue y los detalles que se le dificultaron, sé que si algo no puede hacer o lo olvida me lo dice. Ella sabe que nunca me extralimitaría con ella y que en cuanto ella así lo quiera podemos parar por la razón que sea. Es fácil es confianza, es comunicación, es pertenencia.

La primera vez que durmió a mis pies me sentí raro, tal vez hasta un poco incómodo, pero ella así lo deseaba, no dudo cuando se lo propuse o tal vez ella fue la que me lo insinuó. También estaba la excitación y el de verla ahí de saber si podría dormir de esa manera y cómo eso podría modificar nuestra relación aún en pañales.

Hoy lleva unos días en castidad forzada esperando este encuentro. no es tan malo, la vuelve más atenta, más práctica, más servicial, más voluntariosa, más obediente…

Hoy llego ansiosa y hambrienta a la sesión, con el placer contenido en la mirada, ya desde antes lo noté, desde la última conversación donde acordamos el encuentro, no me lo dijo abiertamente, pero había algo en su mirada que la delataba. Quería y deseaba desesperadamente una sesión lo confirme con su frase de despedida:

-Espero con ansias que saque al sádico que lleva dentro. Espero que haga poesía sobre mi cuerpo. Con cera, fusta o su mano.

Y ahora aquí estamos la tengo frente a mí…

La botana estaba en la mesa, un plato de: patita, trompa y oreja; sal, limón y chile de árbol acompañados de una cerveza oscura a medio terminar.

Cuando Laura apareció al otro lado de la calle no pude evitar la sonrisa y la sorpresa. Venía con un aspecto distinto. Son pocas las veces que la he visto con el cabello así pero se ve igual de hermosa.

Vestido gris claro de cuello alto, manga larga, el vestido le llega a medio muslo, dejando al descubierto una fracción de la piel de sus piernas entre el vestido y las panti medias oscuras cobijada por unas botas negras arriba de la rodilla

No aparenta sus cuarenta y tantos años, se ve más joven, siempre ha sido así.

Sus oscuros cabellos ondulantes como la marea alta del mar ahora hoy son lisos, sus labios por lo regular pintados de un rojo intenso ahora vienen al natural con sólo un poco de brillo que los vuelven apetecibles.

Su rostro es inevitable, simplemente es hermosa. Es más tetas que caderas y culo.

Me levanté para recibirla, nos saludamos y besamos, le abrí una silla frente a mí invitándole a sentarse. Su cara se iluminó cuando vio la botana, sé que le encanta así que comimos y bebimos hasta quedar satisfechos mientras nos devorábamos con la mirada de vez en vez.

Un par de cervezas después salimos del local de Paco y subimos al auto.

Maneje con rumbo a la montaña allá donde la calma y la paz proliferan entre árboles milenarios y aves de cantos hermosos, seguí manejando más allá del panteón judío, más allá de donde se pierde la ciudad y sólo puedes observar la naturaleza y alguna que otra mansión en la cresta de los cerros.

Llegamos a nuestro terruño: una residencia sobre la colina con su arquitectura de varios desniveles acoplados al entorno como si la casa se fundiera con la montaña.

Desde ahí tenemos una vista clara del valle y la presa de la concepción que surte de agua a la ciudad. Más allá comienza el parque nacional "los tres suspiros"

—Te tengo una sorpresa.

—Qué?

—Ya lo verás.

Bajamos del auto, Laura con una mirada de incertidumbre y yo con una sonrisa traviesa.

Fuimos directo a la enorme habitación que olía a jazmín y margaritas. Desde un principio me gustó su tamaño es ideal para jugar, dar unos buenos azotes, poner varios muebles de tortura y placer que incluye un enorme baño para relajarte antes después de las sesiones. Hoy hay flores en la mesa de centro, de ahí el aroma. Los muebles son lujosos, una cama enorme con sábanas de algodón blanco, junto a ella nos espera una bandeja de plata con quesos, jamón recién servidos junto a una hielera con champagne.

Las pesadas cortinas están abiertas y nos ofrecen una vista hermosa de las montañas.

Los rayos del sol se filtraban en la habitación formando así una escena surreal que dejan a Laura como una diosa de oro cuando los rayos acarician su piel. La mujer recatada, puritana y reservada para la sociedad, esta a punto de transformarse lo noto en su mirada…

Le doy un tiempo para que se prepare, así que salgo de la habitación y le doy su espacio, luego de 5 minutos regrese con ganas de gozar de mi sumisa.

Cuando entró de nuevo a la habitación veo las velas que Laura ha preparado para la sesión sobre la mesa junto a las flores y no puedo evitar sonreír. Ya siento esa sensación que se apodera de mí cuando jugamos.

Laura ahora está sin ropa esperando por su señor, yo voy descalzo y solo con los pantalones puestos.

Pongo en play el sistema de grabación y me acerco a ella

La sesión inicia como siempre lo hacemos.

Ella: a mis pies desnuda y dispuesta.

Yo: de pie delante de ella esperando sus respetos.

Todo inicia con un beso suyo. Cuando esta lista se postra y deposita un suave beso en cada uno de mis pies. Me gusta la suavidad de su boca al besar mi empeine, lo hace como si se le fuera la vida en ello, sé que ella lo disfruta y lo desea; eso se nota en su devoción.

Cuando termina de besarme se queda quieta mirando mis pies y esperando mis órdenes.

—Mirame

Laura levanta su rostro hacia mí

En mis manos sostengo su regalo, le muestro su sorpresa con una gran sonrisa y veo en sus ojos la ilusión que le hace. A Laura le encanta la cera sobre su cuerpo así que mandé hacer una mordaza de hierro en forma de hueso para una cachorra con un porta velas con movimiento en cada extremo, de tal forma que pueda ajustar donde caerá la cera y si la quiero en vertical u horizontal.

—¡Abre la boca!

Laura me obedece y yo la rodeo para acercarme desde atrás, hasta quedar muy cerca de su cuerpo, hasta rozar con mi pantalón su culo.

Disfruto ponerla nerviosa, sé que eso la vuelve loca: el casi roce, la casi caricia, sentir mi aliento en su cuello, el sentirme cerca y a la vez tan lejos.

Antes de ajustar el juguete en su boca formuló una pregunta:

—Y dime ¿cuál de estas velas hiciste pensando en este momento?

Ya sabía su respuesta:

—Todas.

Me aleje de ella para ir por la velas, elegí el par en púrpura.

Me puse enfrente a ella y coloque una a una las velas dejándola observar como preparaba su tortura y su placer.

Antes de poner la mordaza en su boca quiero comprobar algo. Laura nunca me decepciona, al poner mis dedos sobre su zona íntima me doy cuenta que esta totalmente empapada

—Mirate aún no ha comenzado y tú ya estás cachonda.

Mis palabras la sonrojan, pero se que también la ponen en forma guarra.

Le di a probar sus jugos en uno de mis dedos y luego metí otro en mi boca.

Ya tenía unos minutos con la boca abierta cuando por fin coloque el juguete en su lugar y lo cerré por la parte de su nuca.

Luego voy a una de las gavetas y tomo algunas cuerdas.

Comencé a tejer nudos sencillos sobre la parte superior de su cuerpo, un par de nudos bastaron para dejar Inmovilizados sus brazos a la espalda, y con algunos movimientos cruzados adorne sus tetas en de forma rombos. Seguí inmovilizando su cuerpo de forma simple y limpia, la quería sin movilidad pero con la mayor parte de la piel expuesta, por eso solo amarre sus piernas juntas a la altura de sus rodillas y tobillos.

Después la ayude a ponerse de rodillas y encendí las velas.

Las velas comenzaron a consumirse rápidamente y la primera gota de cera cayó sobre su pierna derecha a la mitad de su muslo.

Fui a sentarme en mi sillón favorito un cómodo sillón azul ultramar desde donde domino toda la habitación, me serví una copa y comí un poco de queso, observándola disfrutando de su placer desde la distancia, disfrutando de mi placer al verla tan sometida, vulnerable, entregada.

La vela se iba consumiendo poco a poco, gota a gota sobre su piel.

Disfruté mucho la transición de sus piernas a sus tetas, iban por la mitad cuando las primera gotas rozaron sus pezones Laura vibró y gimió un poco entre el dolor y el placer que le provocó la cera caliente, estaba extasiada.

El color púrpura dominaba su cuerpo cuando las velas por fin se consumieron. La habitación se lleno de ese olor a vela tan peculiar cuando las apague.

Quite la mordaza de su boca. Lo más seguro es que Laura tuviera la mandíbula cansada por tenerla tanto rato abierta y quisiera descansar, pero yo tenía otros planes.

Me saqué la polla y la acerque a su boca.

—Chupa.

Laura comenzó a mamar mi verga salvaje desenfrenada endureci con su boca, disfrute sus caricias unos minutos antes de tomar el control.

Mis manos tomaron su cabeza y empuje mi falo en su boca fui a fondo. Conté hasta veinte y salí de ella.

—¿Te gustó?

—Sí

—Suplicame que siga

—Por favor no pare.

Me clave de nuevo en su boca esta vez hasta el 25.

—¿Te gustó?

—Sí

—Suplicame que siga

—Por favor no pare.

Repetí el proceso hasta llegar al 60, nunca había durado tanto tiempo con la polla dentro de su boca cuando terminamos jadeaba en busca de un poco de aire.

La deje descansar un poco mientras le quitaba las cuerdas. Después fuimos y nos sentamos frente a frente cada uno en su sillón comimos y bebimos un poco.

Pará esos momentos se apoderó de mí una apremiante necesidad de ella, besarla, tocarla entrar en ella…

Bese la fina piel de su cuello, seguí en mi viaje por su cuerpo besando y acariciando hasta llegar a su zona más íntima.

El negro vello de su pubis seguía siendo chino lo besé justo en el límite del vello ahí donde se esconde un tatuaje pequeño que dice:

Mójate en mí

Y eso hago abro sus piernas con mi mano hundo mi lengua entre sus pliegues, me esmero en darle placer. Mi lengua juguetona la explora con avidez y sus reacciones me indican por donde ir. Chupo, lamo, beso, succiono, muerdo, acarició, disfruto con sus jadeos, con sus piernas que comienzan a moverse sin control, con sus manos sobre mi cabeza jalando mi cabello, con sus jugos empapando mi boca.

Cuando esta casi a punto de estallar le digo

—Suplicame que pare.

—Qué!? -Sé que me ha entendido, pero debe estar ansiosa por un orgasmo

—Suplicame qué pare -esta vez lo hace.

—Por favor señor deténgase.

Y dejó de tocarla, detengo cualquier estímulo, caricia y contacto. Esta cabreada lo veo en sus ojos, pero no le desafía, espera calmada su recompensa.

Dejó pasar unos minutos y comienzo el proceso.

Besos, caricias, sexo oral hasta llevarla al limite.

—Suplicame qué pare.

—Por favor señor deténgase.

Juego con ella varias veces antes de dejarla correrse y cuando lo hace explota descontroladamente los días en castidad y las frustraciones previas son recompensadas con un orgasmo maravilloso que la paraliza unos segundos. No le doy descanso y sigo moviendo mi lengua hasta dejar su clítoris hinchado y sus piernas temblando. Después me pongo a la altura de su boca y la beso, quiero que pruebe su sabor en mis labios. Nos besamos mientras dos de mis dedos se clavan en su vagina y la masturbo. No pasa mucho hasta que vuelve a estallar y me suplica que la penetre.

Quiero ver su culo mientras lo hago por eso la ayudo a ponerse de pie Laura me conoce y sabe lo que busco así que pone sus manos en la cabecera del sillón se inclina un poco y abre sus piernas para darme un acceso fácil y quedar expuesta.

Estoy ansioso y me clavó en ella con fuerza.

Está húmeda y caliente, me recibe con un gemido placentero y comienzo a bombear fuerte quiero correrme, mis bolas chocan contra sus nalgas cuando llego a fondo, sé que eso le gusta. Tiro de su cabello con una de mis manos mientras la otra sigue aferrada a su cadera estallamos casi al mismo tiempo en un concierto de gruñidos.

Salgo de ella y observó a la mujer que ha decidido ser mi cómplice y se deja llevar por todas nuestras fantasías. La veo y se me llena el pecho de orgullo y entre las piernas siento el palpitar de la sangre en mi verga.

Está inclinada sobre el sillón con las palmas sobre el respaldo.

Observe sus nalgas nunca me canso de verlas, ni sus muslos, ni sus pantorrilla, toda ella es una obra de arte.

Me acerque a ella y me agache hasta alcanzar su cuerpo; deje un reguero de besos y caricias suaves desde su cuello hasta sus nalgas que mordí un poco.

Sentí su cuerpo estremecer al paso de mi lengua, me percaté de su piel erizada cuando jugueteaba un poco con mi lengua sobre su columna vertebral.

—Señorita tienes unas nalgas hermosas aunque para mi gusto son muy blancas y a mí me gustan más sonrojada, cuenta.

Comencé a nalguearla mientras Laura contaba

Uno

Dos

Tres…

Las gotas de semen ya bajan por sus piernas como si fuesen un collar de perlas.

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