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Sumisión en primera persona: Mi historia personal
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Todo empezó por una separación, aburrimiento en tiempo de pandemia y una mente sexual demasiado activa.

Para contar como empezó esto debo decir que soy una mujer de esas que quieren tener todo bajo control, todo debía estar supervisado por mí y no solo hablo de mi vida privada sino en todo lo que yo estaba metida.

Era junio del 2020, llevaba 5 meses de separación, 4 meses de encierro total y mi cuerpo necesitaba sexo. Me masturbaba a diario, veía porno y nada me satisfacía.

Por aburrimiento, clic acá y clic allá, termine en una página web de dominación, me cree un perfil como dominante. En los distintos chats me di cuenta que se me daba bien esto de dominar a las personas, de hacer que alguien quizás en otro continente se azotara, o penetrara el culo solo para complacerme.

Así empezó todo con Carlos, él era un dominante y me ofreció su sumisión por una semana a cambio de la mía después.

Habíamos pactado 4 sesiones en cada semana. Era todo virtual, a través de la plataforma. Él es español y yo latinoamericana así que no quedaba de otra. Fueron cuatro sesiones donde lo exprimí como sumiso. Se masturbo frente a mí, se tiró cera como castigo por desobedecerme, se penetro solo por complacerme. Su devoción era total.

Cuando terminamos la 4 sesiones con el cómo sumiso me explico como debía esperarlo yo en la próxima, donde yo iniciaba mi semana de sumisa.

Una semana que me marco y cambió mi forma de ver la sexualidad, otra forma de ver la sumisión que tanto odiaba. Que tanto odio.

Ahí estaba yo, parada frente a mi notebook, en ropa interior y zapatos de taco alto, mirando hacia unos ojos marrones que me devolvían fuego. En la primera sesión fue para explorarme, ver literalmente mi flexibilidad tanto corporal como mental.

Mi primera sesión fue un lunes y pasó sin mayores problemas.

Noté la preocupación que sintió Carlos al otro día por mi bienestar, su preocupación por mi honesta y sincera.

El día miércoles a las 6 de la mañana en mi país empezaba nuestra segunda sesión. Entre lo que me había solicitado había un cinto de cuero preferentemente, crema y mi celular apoyado en un trípode.

Me pidió que me pegara 15 cintazos en mis tetas o en mi culo. Donde yo lo prefiera.

Me negué, rotundamente. Dije que era “un loco de mierda” que no me iba a autoflagelar para que él se sintiera omnipotente… me calmo y me dijo que al contrario de lo que yo creía, yo iba a terminar más excitada que él y que ahora los cintazos eran 2O por mi rebeldía.

Ahí estaba yo, de costado frente a la cámara de mi computadora y de frente a la cámara de mi celular. Arrodillada, pies juntos y rodillas separadas. Mi culo lo más cerca de mis talones. Cinto de tres centímetros de ancho en mi mano izquierda y me azote por primera vez. Grité de dolor y a la vez sentí una puntada de placer y una humedad para mi injustificada en mi vagina.

-Conta en voz alta, cada número que olvides decir, te azotaras una vez más como castigo -dijo Carlos con su voz en off.

Así fueron pasando los azotes, iba por el numero 14 cuando no podía seguir, mas allá del dolor… necesitaba que alguien me sobara las tetas y me cogiera, estaba tan caliente. Ufff.

Lo escucho decir que sabía lo que me pasaba pero que, si quería mi recompensa, siguiera contando en voz clara y alta los últimos 6 azotes que me faltaban.

Recibí el golpe numero 20 con mucho placer… sí me azotaba dos veces más, hubiese tenido un orgasmo, sin siquiera tocarme, increíble.

Cuando termine, me dijo… -gira hacia mí, agarra la crema y cerra los ojos.

Lo hice todo en automático.

-Pone bastante crema en tus manos y hace lo que te digo, no abras los ojos en ningún momento.

Ahí estaba yo, masajeándome mis tetas calientes y super doloridas deseando que el hombre que me estaba guiando me estuviese cogiendo bestialmente.

-Cuando abras tus ojos, -lo escucho decir- yo ya no estaré conectado, pero te dejaré unas instrucciones que debes cumplir a raja tabla si quieres tu recompensa, ¿me entendiste?

-sí, si señor, -le dije en un susurro cargado de excitación.

1- No vas a masturbarte, si lo haces me daré cuenta.

2- Me vas a mandar el video a mi correo electrónico.

3- Lo podés ver la cantidad de veces que quieras, pero no te masturbes.

Nos vemos el sábado a las 10 de la noche tuya para nuestra tercera sesión.

Se desconectó.

Abro mis ojos y deje de masajearme, mis piernas temblaban y mi concha estaba totalmente mojada y caliente.

¡Mis tetas, ohh dios! mis tetas… estaban llenas de hematomas y lejos de escandalizarme mi placer se incrementó un 200%.

Mandé el video como me solicitó. No recibí respuesta.

Tampoco recibí un mensaje de preocupación.

El jueves y viernes vi el video de mi sesión más o menos 30 veces, mi calentura aumentaba cada vez más y cuando sentía que podría correrme me desconectaba y hacia otra cosa. El sábado le pregunto enojada si seguía en pie nuestra sesión ya que su desinterés era notable y él solo me respondió.

-Si, para esta noche necesitas pañuelo oscuro y auriculares.

¡Busqué las cosas… ansiosa!

Espero a las 10 en punto y no me llega el enlace para comunicarnos. Espero hasta las 10.15, llega el link me conecto y al verlo supe que algo no andaba bien. Ya tenía los auriculares conectados al bluetooth y esperé su orden para ponerme el pañuelo.

Antes de ponerme el pañuelo me pidió que ponga al máximo el volumen, de esa forma la música de fondo y su voz retumban en mis oídos.

-Póntelo -me exigió.

De fondo sonaba la canción Closer de Nine Inch Nails, su voz sonaba ronca.. su voz me excitaba, me calentaba.

-Te darás cuenta,- lo siento hablarme- que esta sesión será más corta…

-Pero Carl… pero señor, usted me prometió…

-Se muy bien lo que prometí, pero hoy no quiero dártelo…

-Hoy simplemente te entregaras a mi voz y te vas a dejar llevar al 100% no necesitas hablar, si algo que quieras decirme levanta la mano izquierda.

-Si señor…

Noté que la música volvía a empezar.

-Acuéstate, y abre tus piernas… Más, más -exigió- Tócate, empieza metiéndole dos dedos. Dentro, fuera, dentro, fuera…

En ese momento empieza a cantar la canción en español…

“Me dejas violarte

Me dejas desecrarte

Me dejas penetrarte

Me dejas complicarte”.

-Empuja más tus dedos, quiero que te metas todo el puño, me grita directamente en mis oídos.

Empiezo a coger mi propia mano, después de 10 minutos y gracias a mi lubricación natural estaba casi hasta la muñeca. Bien ahora bombearte…. Faltan 10 minutos para el final de la sesión, si no logras correrte no lo podrás hacer hasta mañana que tenemos nuestra última sesión -dice.

-Señor…

-Que no hables te he dicho.

Mi nerviosismo aumentó, seguir penetrándome, pero noté que ya me costaba lubricarme…

Faltaban solo dos minutos y yo solo quería que esto terminara, saqué mi mano de mi entrepierna y dije “¡mira no sé qué te está pasando, si hice algo mal, realmente no me importa! Simplemente estamos haciendo un experimento, solo es para entretenernos y nada de esto tiene que ser obligados, ¡que te Jodan Carlos!” e interrumpí la llamada, lo último que vi fueron sus ojos totalmente abiertos y desencajados.

A los 5 minutos recibí un mensaje diciendo… “¿que carajos te crees que estás haciendo? tú no puedes decidir sin primero consultarme y llegar a un acuerdo. Somos una sola persona mientras yo sea tu amo.”

Mi respuesta le llego al instante. “Para mí, tú no eres nadie… la próxima sesión queda cancelada.”

La semana siguiente empezó de la peor manera:

1- Me comunicaron que por un mes iba a trabajar de manera virtual.

2- Iba a tener mucho tiempo para pensar y replantearme toda mi vida.

3- Estaba totalmente segura que quería ser sumisa y no de cualquier amo, sino de Carlos.

Era lunes y con estas tres ideas en mi cabeza llegue a la hora del almuerzo.

Entro a la casilla de correos, a la de mi cuenta alternativa para ver si él me había mandado un mensaje, estaba vacía. La actualicé 5 veces y nada.

Repetí la operación durante todo el día.

Recién el jueves llegó el mensaje que esperaba:

de DomCarlos para DelfinaP

Tenemos que hablar. Replantear los términos de esto.

Escribidme al +3461…

No era lo que quería, quería una explicación y una disculpa. Nada de eso llegó.

Me tomé mi tiempo, una semana exactamente.

Le mandé:

D: ¡Soy Delfina, no sé qué quieres replantear yo solo quiero una explicación y una disculpa!

C: Delfina, yo no me disculpo con mis sumisas

D: Yo no soy sumisa de nadie.

C: ¿Sigues enojada porque no te corriste?

D: No.

C: ¿segura? ¿tengo la solución si lo deseas?

D: ¿qué solución?

Mi celular empezó a sonar, era él, no respondí.

D: Estoy trabajando, no me llames.

C: Responde. No hables. Solo escucha.

Empieza a vibrar mi teléfono, respondo y no digo nada…

Siento su voz, esa voz sexy de la segunda sesión…

C: Por favor -dice- imagina todo lo que te digo y si no consigo que te corras te dejare en paz.

-Imagina que estoy ahí con vos, detrás de ti, sentís mi respiración, mi olor, mi calor rodeándote. Te tomo del cuello, suavemente. Te paras, quedamos casi a la misma altura. Mi mano sigue apoyada en tu cuello, mi boca se pega a tu oído y mi otra mano empieza a rozarte la cadera. Simplemente te rozo… siento tu pulso acelerarse…

Mierda, me doy cuenta que estoy respirando entrecortadamente. Me odio por eso.

C: Mi cuerpo se amolda a la parte de atrás del tuyo. Mi mano frena en tu pubis, solo la apoyo y vos empujas tu culo hacia mí.

Ahh, mierda, mi cerebro ya está excitado.

C: Meto mi mano en tu pantalón y te noto caliente y húmeda. Te toco solo con un dedo y estas tan caliente como esperaba.

Desde que me cortaste esa llamada solo pienso en lo rico que debes ser coger con vos. Por favor. Dame la oportunidad de demostrarte los beneficios de estar a mis pies. De educarte para ser irresistiblemente perra, mi perra. No te vas a arrepentir.

Eso no lo esperaba, pienso… (mi entrepierna palpita)

C: Si aceptas dime SI, sino córtame y no te molesto más.

Él no habló, yo no respondí… para mí fue una eternidad, pero él se mantenía así.

D: Si

C: Perfecto, no te vas a arrepentir. Te corto que estoy conduciendo. Gracias. No te vas a arrepentir.

El tono del teléfono me dejo boquiabierta.

Hijo de puta, dije… y metí mi mano en mi pantalón, hasta sentirla tal y como la describió… y me masturbe y acabe a los dos minutos. Teniendo la certeza de que más dosis de sexo increíble iban a llegar.

Si querés la segunda parte y saber cómo me convertí en la perra más obediente, déjame tu comentario.

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