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Su primer anal, a los 40
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Parte 1: La entrada.

La conocí en una comida, era la representante comercial con la que yo trataría en la empresa a la que yo acababa de llegar a trabajar. Su nombre: Flora. Atractiva, bien formada, recuerdo muy bien que vestía un traje sastre azul claro, blusa negra, medias negras y zapatos de tacón negros. Toda la tarde platiqué con ella. Y a partir de ahí todo el tiempo estuve en contacto con ella. Conforme el tiempo pasó, la confianza permitió que la relación de trabajo pasara a ser más personal. Sin embargo, mantuve distancia con ella: era casada, yo también.

Tiempo después dejé esa empresa y también de verla. Pasaron algunos años, un día, revisando mis archivos, encuentro su teléfono, y le llamo para saludarla. Le dio mucho gusto, y dedicó bastante tiempo a tomar mi llamada, el suficiente para platicar, entre otras cosas, que ahora ninguno estaba casado. Ambos nos preguntamos si teníamos pareja o relación sentimental, la respuesta de ambos fue no. No recuerdo cómo, pero la plática derivó en cómo era cada uno en la intimidad. Resultó que éramos muy similares. Así que me atreví a decirle que desde que la conocí me atrajo mucho, y proponerle que tuviéramos un encuentro sexual. Para mi fortuna, ella accedió encantada.

Seguimos en contacto. En otra de nuestras pláticas le pregunté si le gustaba tener sexo anal. Me sorprendió cuando me dijo que no, que le habían dicho que era muy doloroso. Y le pregunté: ¿Quién te dijo eso? Me respondió: una amiga. Le dije: ¿pues con quién lo habrá hecho tu amiga? Me dijo que tenía ganas de comprar unas bolas anales para probar. Yo le expliqué que si la mujer era preparada poco a poco, de modo que su culo estuviera relajado y suficientemente dilatado para hacerlo, era sumamente placentero.

Me escuchó con mucha atención, había despertado su curiosidad. Y luego le dije: creo que una mujer como tú, que disfruta tanto el sexo, y tiene tanta experiencia haciéndolo, debería darse la oportunidad de probar por atrás. Entonces ella me dijo: sí, quiero probarlo contigo. Quiero que me hagas anal.

En otra ocasión le pregunté cómo se masturbaba, y me dijo: con los dedos. –¿No te metes un juguete? – No, no tengo. –¿Nunca has probado con un plátano o con una zanahoria? – No, tampoco. Entonces me di cuenta de que sí, era una mujer muy abierta, que le encantaba tener sexo, pero siempre de la misma manera. Y le dije: yo te voy a enseñar nuevas experiencias que vas a disfrutar.

Yo ya no vivía en su ciudad, había que buscar la manera de facilitar nuestro encuentro. Poco tiempo después tuve visitar una ciudad vecina a la suya. Juntos acordamos la mejor fecha para que yo viajara, y así sucedió. Planeamos todo cuidadosamente. Pasé por ella una tarde al lugar que acordamos, ahí llegó. De ahí nos fuimos al hotel.

Llegamos al hotel y lo primero que hicimos fue abrazarnos y darnos un largo beso que ambos habíamos deseado darnos desde hacía mucho tiempo. Flora besaba riquísimo, ambos lo disfrutamos mucho. La verdad yo no me aguanté y empecé a fajármela con todo, pero ella me detuvo, me dijo, espera, vamos poco a poco. Y me dijo, déjame entrar al baño. Cuando salió del baño, apareció en ropa íntima gris, medias negras y zapatos negros de tacón. Se veía súper sexy. Me quedé maravillado al verla. Le dije te ves encantadora. Ella me sonrió muy coquetamente y me dijo –gracias, y tú, ¿no te vas a quitar la ropa?– De inmediato me quité todo.

Le pregunté si quería tomar algo, yo había llevado bebidas, me dijo que no. Le pregunté si quería ver un video, y me dijo sí, prende la pantalla. Nos acostamos, y no duramos mucho tiempo viendo el video, pronto empezamos a besarnos, nos abrazamos, una de las veces que platicamos como queríamos que fuera nuestro encuentro ella me dijo que quería que yo la complaciera en todo, entonces le dije claro mi amor, dime en qué vas a querer que te complazca, y lo primero que me dijo fue que antes de coger quería nos agarráramos todo, así que así empezó nuestra revolcada, besándonos y agarrándonos todo lo que podíamos.

Su cuerpo me encantaba, así que en verdad me dediqué a agarrarle todo lo que pude. Ella hizo lo mismo conmigo. Le pedí que se quitara el brasier y le quité el calzón. Quedó en medias y tacones.

Comencé mamándole sus ricas tetas, de tamaño mediano, perfecto. Que tetas más sabrosas. Flora tiene los pezones más ricos que haya yo mamado en toda mi vida. Primero le mamé la de su lado derecho, saboreando su carne y su pezón, luego me deleité con la de su lado izquierdo. Los dos disfrutamos la mamada.

Ambos estábamos listos para subir de tono, así que le pedí que me dejara mamarle la panocha, ella aceptó gustosa. Me acomodé frente a ella, abrió las piernas y me ocupé en hacerlo. Flora disfrutó enormemente la mamada que le di, yo procuré darle la mejor mamada de su vida, su panocha estaba deliciosa, aún recuerdo lo rica que sabía, no quería dejar de mamársela, le metí un dedo, luego dos, Flora estaba feliz con el tratamiento que le estaba dando.

Cuando creí que era suficiente, me levanté, me acomodé a su lado, la besé, y le pedí que me mamara la verga. Así lo hizo. La misma noche que la conocí en esa comida pensé lo rico que sería coger con ella, me masturbé pensando en ella, y desde luego imaginé que me daba una mamada fabulosa. Estaba a punto de cumplir ese deseo, y comprobar si mamaba tan rico como me lo imaginaba. Y sí, mama delicioso. Disfruté inmensamente cada chupada que le dio a mi verga, cada lamida, la forma como la trabaja con la mano, es una experta. Yo mientras le acariciaba las piernas, las nalgas, y le metí la mano entre las piernas para excitarla mientras ella lo hacía conmigo.

Así estuvimos hasta que me dijo ya quiero coger, tomé un condón del buró, me lo puse y ella se sentó en mi verga, me dio una cabalgada fabulosa, yo le agarré las nalgas, la cintura, las tetas, las piernas, todo lo que pude, mientras estábamos entrelazados en una maravillosa cogida. Flora de repente se acercaba a mí y me premiaba con un apasionado beso, luego seguía cabalgando, la verdad es que ella fue la que me cogió a mí, ella quedó satisfecha y se desmontó, yo también quedé muy satisfecho.

Se acostó junto a mí y le dije: cuanto tiempo tuve que esperar para estar así contigo preciosa, y ella me dijo –bueno, aquí me tienes–, y me besó. Luego me dijo: –tienes una verga muy rica, me encanta. Y coges muy rico.– Tú también mi amor, le dije, eres una magnífica amante.

Parte 2: El plato fuerte

Volvimos a ver videos y descansamos un rato. Luego llegó el momento de desvirgar su culo. Lo primero que quería hacer era cogérmelo con la lengua, pero pensé que si me daban ganas de besarla no querría hacerlo porque mi lengua había estado ahí. Así que para evitar prejuicios tuve la precaución de llevar toallitas húmedas de las que se usan para limpiar los culitos de los bebés, y limpié detenidamente y con mucha delicadeza su entrada trasera. A ella le gustó, le pregunté que sentía y me dijo que muy rico, después de limpiar la entrada introduje la punta de mi dedo envuelta en la toallita y limpié lo que pude de su orificio. No hubo ninguna queja. Eso me gustó. Su culito quedó muy limpio.

Separé sus nalgas y su culo quedó expuesto frente a mí. Que manjar más delicioso. Comencé a lamerlo delicadamente, me encantó sentirlo con la punta de mi lengua, y a ella también, por momentos dejaba de hacerlo y le preguntaba: ¿te gusta? Ella decía: siii. Me ocupé de su entrada lo mejor que pude, introduje mi lengua hasta donde pude y disfruté lamiéndolo lo más que pude.

Ella también lo disfrutó.

Luego me puse un guante de uso médico, unté lubricante en la entrada de su culo, y comencé a frotarlo delicadamente. Nuevamente le provocó placer. Sin que yo se lo preguntara me dijo –que rico–, y luego le dije te voy a meter mi dedo preciosa, ella me dijo –si– y se lo metí lentamente, todo lo que iba haciendo se lo iba diciendo antes para que ella estuviera preparada y lo disfrutara, y después de hacerlo le preguntaba si le gustaba para obtener su aprobación.

De esa manera le fui metiendo mi dedo hasta que lo tuvo todo adentro, le pregunté ¿Qué sientes? –se siente rico– me dijo. Le dije: te lo voy a meter y sacar. Y así lo hice, se lo metía y se lo sacaba despacio, ella estaba disfrutándolo.

Luego le dije: te voy a meter otro dedo sin sacarte el que tienes adentro, ¿está bien? –si–. Le metí la punta despacio, le pregunté: ¿te duele? Me dijo –poquito– le dije espera un momento, tu esfínter se está aflojando, ¿ok? Me dijo –sí, está bien–. Esperé uno poco y le pregunté: ¿te sigue molestando? –no, ya no–. Ok, le dije, te voy a meter la mitad, ¿si? –sí, está bien– Le metí mi dedo hasta la mitad y le volví a preguntar: ¿te molesta? –si, pero muy poquito, sigue metiéndolo–. Eso me gustó.

Empezaba a perder el miedo a ser penetrada por atrás. Lentamente le seguí metiendo mi dedo hasta que tuvo adentro dos. ¿Te molesta? –no, ya no– Los dejé por un momento adentro para que su culo se aflojara y luego comencé a moverlos, despacio, para que no sintiera molestia.

¿Te gusta muñeca? –Siii– ¿Qué sientes? –Se siente rico.

Moví mis dedos unos instantes más en su culo y luego le dije: te meteré otro dedo, ¿me dejas?

–Si– Metí muy lento la punta de mi tercer dedo, y nuevamente lo dejé quieto. Otra vez ¿Te molesta? –no– ahí lo dejé unos instantes. Voy a metértelo un poco más, ¿si? –si– de nuevo medio dedo lentamente, de nuevo la pregunta, –poquito– no lo moví, esperé a que su esfínter se acostumbrara al nuevo visitante. ¿te sigue molestando? –ya no– meteré lo que falta, ¿me dejas? –si– lentamente metí lo que faltaba. Le dije: tienes tres dedos adentro mi amor, no te los voy a mover, están ahí para que tu culo se dilate y se prepare para ser penetrado, ¿está bien? –si, está bien–.

Dejé mi dedos el tiempo suficiente para que eso sucediera y luego le dije: mi amor, ahora que tu culito está relajado, te voy a sacar mis dedos y te voy a meter una zanahoria, para que reciba algo parecido a una verga y se acostumbre. Debo decir que como parte de los preparativos antes de pasar por ella había comprado algunas zanahorias, las más largas y gruesas que encontré, y algunos plátanos, de las mismas características.

De nuevo me dio su consentimiento, saqué lentamente mis dedos para no lastimarla, unté lubricante en una zanahoria, y se la introduje lentamente unos diez centímetros. Flora no dijo nada mientras le metía la zanahoria. Una vez que la tuvo adentro, le pregunté: ¿te molesta? –no– ¿te gusta? –se siente rico– te la voy a meter y sacar como si fuera una verga cariño –si– y eso hice, se la metí y se la saqué lentamente, Flora no decía nada, entonces le pregunté: ¿te gusta cariño? –se siente rico– entonces seguí haciéndolo, todo seguía muy bien.

Flora estaba lista para ser enculada, pero antes de hacerlo yo quería darme un gusto, así que le dije: nena, quiero que me mames la verga antes de metértela en el culo, mi vida, y ella me dijo si mi amor.

Me acosté para que lo hiciera, ella se acomodó con su boca encima de mi verga, y comenzó su tarea, mmm, nuevamente el placer de recibir una rica mamada de su deliciosa boquita, busqué la zanahoria para metérsela y sacársela mientras lo hacía, oh sorpresa, se le había salido, había caído cerca, así que solo la tomé y la coloqué en su entrada trasera, se la encajé y comprobé que estaba más que lista para ser enculada, la zanahoria se le fue por ahí sin que opusiera resistencia ni mostrara dolor, nuevamente se la metí y se la saqué como si se la estuvieran cogiendo por atrás y ella siguió mamándome la verga como sin nada.

Yo le decía: que rico, mi amor, que rico, que rico me la mamas, mámame rico esa verga que te va a desvirgar el culo cariño.

Llegó el momento. Le dije bésame mi amor, Flora se acercó a mí y volvió a darme otro de sus deliciosos besos apasionados, le pregunte ¿quieres que te meta la verga por el ano mi amor? –siii– me dijo.

Me levanté y la recosté sobre su costado, para metérsela de cucharita, me puse un condón, me lubriqué la verga, se la acomodé en la entrada trasera y se la empujé con delicadeza. Le entró como cuchillo caliente en mantequilla.

Nuevamente le pregunté: ¿te molesta mi amor? –no– ¿te duele? –tampoco– se la dejé ahí por unos momentos para asegurarme de que no le doliera, quería que aquello que le había dicho su amiga no fuera a revivir. Después se la fui metiendo poco a poco, igual que mis dedos, con delicadeza, hasta que la tuvo toda adentro.

¿Te duele mi amor? –No– ¿Te lastima? –No tampoco– Bienvenida al sexo anal, le dije, busqué sus labios y la besé lo más rico que pude. Le dejé mi verga adentro un tiempo, le dije apriétamela con tu culo mi vida, ella obedeció, y luego empecé a metérsela y sacársela. Lo hice lentamente, insisto, con delicadeza, nunca dejé de pensar que era su primera vez y que no lo había hecho porque le habían dicho que dolía, yo tenía que demostrarle lo contrario.

Mientras me la cogía le pregunté ¿Qué sientes mi amor? –se siente rico– Perfecto, me dije, lo logré, le gusta. Le dije: cariño, mastúrbate mientras te la meto, excítate tu clítoris con tus dedos mientras te meto la verga, Flora me obedeció y comenzó a frotarse su coño mientras mi verga le daba placer en el culo, Flora empezó a gemir, me encantó escucharla, lo estaba disfrutando plenamente, y de pronto intensificó sus gemidos, se estremeció cuando se vino, en ese momento dejé de cogérmela, le dejé la verga adentro mientras se reponía del orgasmo, y luego se la saqué lentamente.

Me quité el condón, Flora se acostó, le acerqué mi verga a la boca y le dije: ¿quieres mi amor?

Ella la tomó con su mano y se la metió a la boca y me la chupó muy rico, no tan intenso como las otras veces, pero yo no quería eso, sólo quería cerrar con broche de oro su primera vez, quería que mamara la verga que había entrado por primera vez en su culo después de haberlo desvirgado. Y estoy seguro que ella disfrutó haciéndolo. ¿Te gustó tu primera vez mi amor? –Sí, mucho– ¿Ves como no duele?– No, pero es que tú si sabes cómo– Bueno, pues sólo lo harás conmigo preciosa –Si–. Flora, me encantó cogerte por el culo mi vida, coges riquísimo. –A mí también me encantó, sentí muy rico.

Parte 3: El postre.

Yo había prometido a Flora que le iba a enseñar nuevas experiencias que iba a disfrutar. Y la noche aún era joven. La dejé descansar un poco, reponerse de la enculada, y luego le dije: es hora de probar nuevas experiencias cariño. Y ella me dijo sonriendo: –¿Sí? ¿Qué vamos a hacer? – Te voy a enseñar nuevas formas de masturbarte. Ella me dijo –A ver– Saqué las zanahorias y los plátanos y se los mostré. Le dije: mira. –¿Es en serio?– A, ¿lo dudas? A ver.

Abre las piernas y empieza a masturbarte como siempre lo has hecho. Flora obedeció y empezó a masturbarse. Dejé que comenzara a excitarse. Cuando empezó a gemir le di el plátano y le dije: métetelo como si fuera una verga muñeca. Flora obedeció y se masturbó hasta llegar a un orgasmo. La dejé descansar.

-¿Quieres probar la zanahoria? –Sí– bien, comienza a masturbarte otra vez. Me hizo caso. De nuevo comenzó a gemir. Le di la zanahoria. Se la metió y se cogió con ella. Se vino.

-¿Te gustó cariño? –Me gustó más con la zanahoria– Bueno, ya aprendiste algo nuevo hoy. Ahora lo puedes hacer en tu casa. Pero le guardé una sorpresa. La dejé descansar y luego me acerqué a ella, la besé, comencé a fajármela de nuevo como lo hicimos al principio, y cuando estaba bien caliente acomodé mi cabeza entre sus piernas y le di una rica mamada de panocha. Flora estaba bien prendida. No tardó mucho en pedirme que me la cogiera. Pero no me la cogí. Me acosté a su lado, tomé la zanahoria, se la metí en la panocha, y con la zanahoria le di una magnífica cogida, sin parar de besarla, hasta que se vino.

Flora me dijo: gracias mi amor, ahora yo te voy a hacer una chaqueta. Y tomó mi verga en sus manos y comenzó a jalármela, pero no lo logró. Le dije: ven mi amor, yo termino, tú bésame, Flora me obedeció, se colocó a mi lado y me besó delicioso mientras yo terminaba el trabajo. A punto de venirme le dije: acuéstate, lo hizo, y descargué mi leche en sus tetas, porque ella me había dicho que le gustaba que se vinieran en sus tetas.

Había sido suficiente. Apagamos la luz, dejamos prendido el canal porno, nos quedamos dormidos abrazados.

Al día siguiente ella tenía que ir a trabajar, así que puse el despertador antes de la hora que ella me había pedido, ella no lo sabía, pero yo quería hacer el amor con ella una última vez.

Sonó la alarma, desperté, afortunadamente ella no, le abrí las piernas, de nuevo acomodé mi boca sobre su panocha y volví a deleitarme con su panocha, quería saborear otra vez esa exquisita grupa, lamerla, chuparla, meterle mis dedos, dejarla bien mojadita para meterle muy rico mi verga.

Y eso hice, le di una riquísima mamada de panocha, Flora despertó emitiendo sensuales gemidos, de pronto sentí sus manos sobre mi cabello, me presionaba para que siguiera mamándosela, luego le introduje dos dedos para que terminara de mojarse, a ella le encantó, reaccionó de inmediato cuando sintió que se los metía, para cuando estuvo bien mojada yo ya tenía la verga bien parada, me puse el condón, me acomodé encima de ella y se la metí.

Entre las preferencias de Flora estaba también el sexo duro, así que esta vez se la metí con toda la intensidad que pude, se la metí y se la saqué con toda la intensidad que pude mientras le decía al oído que era una puerca, una cerda, una marrana, una asquerosa, una atascada, un zorra, una puta de arrabal, que era la mujer más puta que me había yo cogido en mi vida, ella me decía sí, soy tu puta, soy tu zorra, soy tu arrabalera, cógeme fuerte, méteme esa verga, métemela toda, hazme tu puta.

Sentí cuando Flora llegó al orgasmo y en ese momento le saqué la verga, me acomodé con mi verga frente a su boca y se la di a mamar, me la mamó riquísimo, ella estaba más prendida que las anteriores, y pronto estuve a punto de venirme, así que le dije me vengo, me agarré la verga y me masturbé con la punta de mi verga sobre sus tetas para descargarle mi leche donde a ella le gustaba.

Después de venirme nos abrazamos, nos besamos, nos dijimos te quiero y cosas parecidas muchas veces, luego nos metimos a bañar, nos dimos un masaje erótico delicioso, le volví a meter los dedos en la panocha hasta que se vino, y volví a meterle un dedo por el culo mientras mi otra mano trotaba su clítoris, ella me volvió a mamar la verga, esta vez no me vine.

Se vistió y se arregló, se veía tan hermosa como siempre, nos fuimos, la llevé a donde me había pedido. Nos despedimos con un rico beso. Desde luego era sólo un hasta pronto. Nos volveríamos a ver.

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Comentarios

1 COMENTARIO

  1. Me gustó mucho tu relato!!! Soy adicta al sexo anal.
    Tu amiga lo estreno tardíamente pero no podrá dejar de hacerlo cada vez que este contigo.

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