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Su período fue mi aliado
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Luego de nuestro primer intento, ambos queríamos tener la posibilidad de ser completos el uno del otro, pero no se habían dado más posibilidades de encuentro, cosa cambiaría para buena suerte de Mariana y mía. Mis padres se irían de viaje, quedaría solo en casa, y por supuesto la haría mía esta vez, al menos eso tenía planeado.

Llegó el día, dijimos en su casa que iríamos al cine, pero nos dirigimos a mi hogar, el morbo de ambos se sentía, pero para mi sorpresa, cuando estamos llegando a casa, me comenta que está manchando un poco y que su regla estaba llegando prácticamente, al principio pensé me jodí, una vez más no podrá ser, pero no quise joder la velada. Comimos algo, siempre besándonos uno al otro, el deseo era exquisito, ambos sabíamos provocar al otro. Esta vez estaba en cachetero, con una toalla íntima, cosa que no había visto, hasta ese día, pero que realmente no se notaba tanto, realmente mi atención estaba en su cuerpo, que siempre deseé. Nos empezamos a besar, de manera más apasionada, chupé sus tetas enormes, las tomaba con mi mano y no podía tenerlas completamente, de verdad que eran asombrosas, se las mordía, apretaba, ella le encantaba se lo hiciera con dureza, mi pene estaba durísimo, como cosa rara, decidí calentarla de tal forma, que ella me pediría la hiciera mía y así fue, escuché esas hermosas palabras, hazme tuya…

Ni corto, ni perezoso dejaría pasar esta oportunidad, antes me hizo un oral, le decía lo llenara de mucha saliva, me encantaba ver como su bella carita trataba de meterlo todo sin éxito en su boquita, le quité el cachetero, se notaba sangre en su toalla, un fuerte olor inundó la habitación, no era desagradable, solo impactante, se puso de misionero y empecé mi penetración, esta vez cediendo más la misma, se quejaba, pero ya se veía su rostro diferente, esta vez sería mía, se lo decía y me contestaba, claro mi amor, es lo que más deseo, entró mi cabeza y un poco más, la sensación era increíble, una presión y lo caliente de su ser, cabe indicar, que no me puse condón, en aquel entonces, creíamos que al estar manchando no había peligro de embarazo, en fin, fui afincando más y más hasta que se comió la mitad de mi miembro, wow, era el cielo para mí, me decía no parara, que dolía, pero que le gustaba, así la fui embistiendo, de vez en cuando empujaba más adentro, pero se quejaba y paraba de hundirlo, hasta que se acostumbrara, empecé nuevamente a un ritmo más fuerte, se chupaba las tetas mientras me miraba, se veía muy porno la escena, me dijo que estaba muy caliente, y empezó a gritar como loca, su orgasmo por penetración había llegado, aunque vivía en un piso alto, pensé a esta mujer la escucharon en planta baja.

Le dije, si quería montarse encima, me dijo que sí, saqué poco a poco mi pene, estaba lleno de sangre, su himen ahora sí era totalmente mío y mezcla de que su período estaba presente, su olor, me ponía perverso, no sabría explicarlo, pero la verdad no me desagradaba, ella estaba algo apenada, le dije no pensara de más y que se montara encima, me hizo caso, se fue sentando de a poco, me decía la presión era diferente, pero que le gustaba, mismo técnica, poco a poco la metía más y más, por momentos ella tenía el ritmo dominante, luego lo hacía yo, le dije quería acabar así… lo dudó, pero me dijo que aprovecháramos que quería sentir mi leche en su interior, esas palabras, me pusieron muy perverso, empecé a clavarla más duro, no logré meterlo totalmente hasta la base, pero si una buena parte se perdía en su interior, le chupaba las tetas, se las azotaba y vi le gustó, con su carita angelical, era una perversa total, le dije que acabaría y así lo hice, sentí emanar chorros de leche, potente, se sentía la presión, ella acabó conmigo, finalmente, sentíamos lo que era hacerlo y acabar en su interior.

Estábamos contentos, el cuarto olía a mujer, a sexo, ya no éramos vírgenes, se acostó en mi pecho, sin sacarlo, hasta que perdió un poco de dureza, seguía caliente, le dije, que se bajara con cuidado y salió de igual manera, una mezcla blanca y roja, nuestros líquidos más íntimos se unían dando muestra del espectáculo minutos antes realizado. Nos besamos, le dije quería cogerla en cuatro, me dijo que yo era incansable, le dije, hay que aprovechar, pero nos fuimos a la ducha, veía ese culito, apetecible, lo nalgueaba, se recostó un poco en la pared, y empecé a meterlo un poco, al final no fue totalmente en cuatro, pero quería disfrutar ese panorama de sus nalgas, le empecé a dar con más fuerza, me encantaba como nuestros cuerpos sudaban, no abrimos la regadera aún, sus nalgas sonaban en cada movimiento, le dije que acabaría y así lo hice. Nos duchamos, suavemente, uno enjabonó al otro, nos besábamos, cuidando de no mojar su cabello, ya que estábamos según viendo películas, y así concluyó otra rica experiencia, entre ambos, esta vez con el deber cumplido, ahora podía decir que era totalmente mi mujer, aunque aún su culito no era mío.

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