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Su fantasía, mi mayor clímax
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Por lo que sé,  no soy la primera mujer a la que su esposo le pide cumplir la fantasía de hacer un trío, ni la primera en aceptarlo; sin en cambio, había algo en lo que aún no estábamos acorde ¿quién será la otra persona?, en este caso, ¿quién será el otro hombre?

Muy buena pregunta y la respuesta no me agradaba, pero tampoco me molestaba, solo que yo no estaba del todo de acuerdo, en qué fuera él…

Se que en cuanto diga, quién es el hombre, con quién mi esposo, desea, tan morbosamente, compartirme, muchos van a saltar, los cabellos se les van a erizar y lo peor, golpes de pecho se van a dar…

Su mejor amigo en toda la vida, su cómplice en centenares de aventuras, su fiel compañero en las buenas, pero aún más en las malas, con quién creció y compartió más que una vida…

Espero ahora entiendan mi tan prolongado desvío, así es, y es por esa razón que yo aún no aceptaba del todo, tenía tantos demonios en mi cabeza, tantos tabús y prejuicios, que tan solo de pensarlo, mi corazón latía de un miedo tan abrumador y escalofriante.

Fueron noches y noches de desvelos con mi esposo, pláticas interminables, sexo tan fuera de lo rutinario, salvaje y suave, duro y tierno a la vez, charlas tan ricas, tan exitantes, tan llenas de confianza y demasiada picardía, las madrugadas se convirtieron en nuestras mejores aliadas, para hablar de absolutamente todo, completamente desnudos, sin tabús y sin remordimientos, generamos un vínculo aún más fuerte a nuestra relación; al pasar de las madrugadas fui quitando, poco a poco, cada uno de mis prejuicios y fue así que fui accediendo a hacer el trío tal cual mi esposo deseaba.

Una de esas tantas madrugadas, me volvio a tocar el tema, estuve más atenta, más abierta y con disposición a escuchar lo que tenía que decirme, a lo que con su voz tan varonil, esa voz que me hace temblar las piernas, dijo:

– Yo lo he imaginado,

-¿Amor tu te lo has imaginado?

Mi respuesta fue sí, su cara de asombro y exitacion me excito a mi, aún mucho mas.

Me dijo: -Yo te cuento lo que he imaginado que va a suceder y tú me cuentas, cual fue tu experiencia ya que se haya realizado el trío, ¿estás de acuerdo amor?

Acepté sin pensar en nada más, que no fuera, disfrutar, gozar y saborear todo ese clímax.

Se pacto la fecha, el deseo y las ganas de querer experimentar llegaron puntuales.

Esto es lo que yo le conté a mi esposo desde mi experiencia y mi perspectiva:

-Me empezó a envolver el deseo cuando me dijiste con mucha seguridad que después de que yo estuviera con el, haríamos un trío.

Y la manera en como describiste cada escena, fue cuando sentí un pequeño jalón en mi vagina, síntoma de que algo le había exitado.

Eso atrajo mi atención por completo, visualice cada paso, cada movimiento, hasta los gestos de cada uno, ví como los tres estábamos eufóricos de placer.

Ni a cual irle, nadie y ninguno de nosotros dejaba de gozar y disfrutar cada segundo, cada instante de sexo tan rico que compartíamos.

Ese sexo que jamás nadie habíamos experimentado, porque para todos era una experiencia única, primera, inolvidable, tan llena de lujuria, que nadie, había pasado por ese momento, a pesar de que cada uno tenía su historia.

Las miradas eran profundas, intensas y tan llenas de pasión, los dos me miraban fijamente, sin pestañear, sin quitar esa mirada tan lascivia y tan ardiente, que yo sentía ya no poder.

Mi ser explotaba de tanta pasión que mi libido me pedía más y más placer, no quería que terminara, no quería que dejarán de mirarme de esa forma tan sucia, tan varonil y tan llena de deseo.

Las dos miradas me prendían, me gustaba todo lo que me hacían sentir, la mirada de él era tan pasional que me hacía sentir en ese momento, la mujer más caliente, deseada y disfrutada.

La tuya, tu mirada me elevaba a mi máximo nivel de erotismo, un placer indescriptible, un orgasmo interno tan estremecedor, que mi cuerpo se retorcía sin pudor alguno, tus ojos clavados en los míos, tu mirada fija, quieta, perversa, lujuriosa, penetrante, dominante, llena de sensualidad, sobrada de erotismo, tan rica, tan llena de amor, deslumbrante y pícara, todo al mismo tiempo, y tan solo con mirarme a los ojos; llena de éxtasis mi ser, mi cuerpo, mis sentidos, mi vagina, la combinación más exquisita y desbordante de todos los tiempos.

Mi mente estaba vuelta loca, no entendía que pasaba, tanto placer en dos hombres que me observaban fijamente, al mismo tiempo que me penetraban, me hacían suya, se deleitaban con cada rincón de mi cuerpo desnudo, y ellos se regocijaban en su propio elixir de placer, se apoderaron tanto de mi, que me arrastraron a sus dominios más profundos, tan profundos que ni ellos habían descendido tan abajo, se hicieron mis dueños, amos y señores.

Y yo, tan caliente, solo pensaba en que, ojalá ellos estén gozando, esten disfrutando, cada instante que me cogen, con sus miradas, con sus vergas, con sus manos, con cada beso que me daban, cada nalgada que me azotaban, cada mordida pícara; mi deseo porque ellos lo disfrutaran a mi par era indescriptible, sabía que si lo hacían, sabía que si me saboreaban, disfrutaban cada segundo que me poseían, tanto o hasta tal vez más que yo.

Sus movimientos, sus expresiones, sus gemidos tan sexis no me podían mentir, estaban al borde de la locura más exitante que jamás hubieran pensado imaginar juntos.

Y no porque alguno no lo haya hecho antes, o no hubiera con quién haberlo hecho ellos juntos; simple, fácil y sencillamente porque uno de ellos era mi esposo, mi pareja y mi dueño, el otro, el otro era su hermano…

End

By Ambar Quevedo

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