Pasó un tiempo desde la última vez que pude sentir su cuerpo y probar sus labios, habíamos estado en contacto por mensajes, sin embargo el pudor aparecía de una manera muy clara. Así llegó el momento de volver a encontrarnos en su casa.
El plan surgió de la nada, pues comencé a preparar la comida de esa tarde, notando que se encontraba bastante distraída y lejana a todo. Durante la comida comenzamos a platicar, para acordar comprar una botella, beber con el fin de distraernos un poco.
Así entrando la noche, entre tragos, risas y bromas, nuestras miradas se cruzaban de manera fuerte y tensa, como si el desafiarnos fuera el objetivo de nuestro encuentro. Comencé a tocar su pierna con suavidad notando su nerviosismo, pero ella no se apartó de mí, cabe recalcar que no estábamos solos y por eso había que disimular bastante frente a los demás. Al cabo de un rato sentí los efectos del alcohol y sin mayor control dirigí mis manos a su rostro para acariciarla suavemente mientras su mirada se dirigía a mis labios al tiempo que se sonrojaba. Ese fue el momento en que comenzó todo, el deseo, la atracción y la calidez que surgía en cada roce de nuestras manos era incontrolable, ahí me serví un trago más, mientras ella se levantó de la mesa y con una mirada fuerte se alejó por el corredor, sin dudarlo me levante sin llamar la atención para ir tras de ella.
Al alcanzarla no espere más, tome su cintura para pegar su cuerpo al mío, la bese sin control alguno, mientas mis manos recorrían sus senos y nalgas, ella dirigía las suyas a mi miembro, mi espalda y brazos. Mis manos se deslizaron a sus piernas para cargarla sin mucho esfuerzo, con esta acción ella no pudo evitar gemir suavemente, fue ahí el momento en que comencé a besar su cuello. En ese momento tuvimos que detenernos para volver a la reunión y no levantar ningún tipo de sospecha.
Volví a la mesa mientras ella fue a cambiar su ropa por algo mas cómodo. Al paso de la noche, bailamos un poco, platicamos. En ciertos momentos nuestras miradas se encontraban como invitándonos a besarnos y entregarnos sin problema alguno.
Fue hasta muy tarde cuando quedamos solos en el comedor, ahí sin problema alguno pero con mucha cautela comenzamos a besarnos, recorrí a placer su cuerpo, la levante para sentarla sobre el comedor retire su short junta a su ropa interior, entonces comencé a lamer su entrepierna directamente, la mezcla de la excitación, el alcohol y la adrenalina hizo que se humedeciera demasiado, enredo sus piernas en mi cuello mientras con sus manos apretó mi cabeza hacía su cuerpo, fue ahí cuando comenzó a tener un orgasmo, ahogando sus gemidos.
Me levante mientras desabrochaba mi pantalón, nos besamos al momento en que acerque mi miembro a ella, nos miramos fijamente cuando comencé a entrar en ella. Nos dijimos un te quiero al momento de estar totalmente dentro de ella, comencé a penetrarla cada vez más rápido mientras ella gemía ya sin control. Comencé a lamer sus senos, la volteé empinándola sobre la mesa, jale su cabello y volví a penetrarla mientras la nalgueaba, ella solo pedía que no me detuviera, sus piernas comenzaron a temblar pues estaba atravesando su segundo orgasmo, no aguante más. Jalé su cabello, apreté sus senos y comencé a descargarme dentro de ella mientras gemíamos sin control alguno. Ella se giró hacia mí para besarme, nos acomodamos la ropa y nos fuimos a dormir. Sabiendo que ese era nuestro verdadero inicio.