Después de varios días de espera por fin pude estar frente a ella, al principio me sentí nervioso, ella vestía un pantalón de mezclilla azul, con una blusa blanca la cual tenía un escote perfecto que permitía admirar la redondez y firmeza de sus senos.
La tarde pasó de lo más normal, comimos, platicamos y poco a poco establecimos una línea de contacto completamente de confianza.
Todo comenzó al anochecer, comenzamos a beber un poco y a medida que avanzaba el tiempo nos quedamos solos en el comedor, así llegamos al tema de estos relatos, entrados en el tema no pude evitar excitarme. La vi a los ojos mientras desabrochaba mi pantalón para sacar mi miembro, al ser su primera experiencia le pedí me describiera lo que ella estaba sintiendo, su nerviosismo fue encantador, su mano se aferraba a mí, comenzó con un movimiento rítmico de arriba hacia abajo con una suavidad extrema.
Miré sus ojos y le pregunté si sería malo tocarla, al mismo tiempo y sin esperar respuesta dirigí mi mano hacía su seno izquierdo, no pudo evitar brindar por la sorpresa, pero no se alejó. Ella aumentó la velocidad del movimiento de su mano mientras mi mano se abría para dentro de su bracier, comencé a jugar con sus pezones y ella cerró sus ojos, gimió muy suavemente, ahí en ese momento la tomé por su cabello y la besé.
Ese beso nos unió de una manera sexual bastante fuerte…
Nos tocábamos y besábamos como si fuese lo último que haríamos en nuestras vidas, sin pensarlo me hinqué para abrir sus piernas quité su pequeño short junto a su ropa interior y comencé a lamer muy lentamente entre sus piernas, me aferré a sus senos y subí por su cuerpo para lamerlos y jugar con ellos.
Fue ahí cuando ella tomó mi rostro, me volvió a besar mientras me guiaba a la silla donde estaba ella para hincarse, comenzó a lamer mi miembro con torpeza y lujuria al mismo tiempo. Tomaba su cabello y la ahogaba haciendo que lo tragara todo. Pasamos así un rato hasta que ella se levantó, me besó mientras abría sus piernas y se sentaba en mí.
Nos miramos, sabíamos lo que iba a pasar, pero comenzaron a escucharse ruidos dentro de la casa, por lo que nos separamos para acomodar nuestras ropas.
Antes de irnos a dormir y abandonar ese momento nos besamos dejando en la incertidumbre que es lo que sucederá al volver a nuestra soledad compartida.