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Su amigo (Segunda y tercera parte)
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Llegamos a la suite. Lo primero que llamaba la atención era, sin duda, el gran ventanal del fondo, que abarcaba toda esa pared y que daba al balcón. La vista era un espectáculo, no hacía falta encender una luz, con la iluminación natural que entraba de él era toda la que se necesitaba. Las paredes blancas, el piso de parqué. A unos pasos de la entrada se encontraba una mesa redonda con cuatro sillas. A la izquierda de esta había un equipo de sonido sobre un mueble de baja estatura con anchos cajones y detrás, se hallaba una amplia ventana cubierta con unas cortinas de madera. En el medio de esta gran habitación rectangular se encontraban dos entradas a ambos lados del lugar. Luego estaba, al fondo, la sala con sus sofisticados sillones de cuero y la tv.

Mi novia se puso a recorrer el lugar, toqueteando todo, como un crío, de manera que nos daba gracia: ¿y esto qué es?, ¿qué tenés acá?, ¡oh wow!… Al dueño, lejos de molestarle, se estaba descojonando de la risa. Más allá del humor de ella, de seguro estaba impresionada, por lo menos con el paisaje del ventanal. Me acomode en la silla, mi novia al lado y, seguido de ella, el colega.

-¿No tenías ganas de ir al baño vos? -Me recuerda.

-Cierto, cierto…

-Por este pasillo -apunta a la entrada de la derecha el tío. -La primera puerta.

Al levantarme, ellos se sonreían con complicidad. Ya me estaba acostumbrando a eso. Estaba oscuro el pasillo, entro al baño, enciendo la luz y me pongo a lo mío. Ni siquiera cierro la puerta.

Escuché un sonido que provenía desde allá, como el de un chupón. Hostias… lo relacioné al instante con escenas de peli porno, cuando la actriz está succionando el pene, lo presiona por el cachete hasta salirse y hace “paf”. Menos mal pasó cuando terminé porque se me empezó a poner tiesa. Tiro la cadena. Al salir, lo veo al colega de espaldas, dirigiéndose hacia la otra entrada. Gira a la derecha perdiéndose, dándome a entender que ese pasillo era como en “L”.

Vuelvo a mi asiento y la observo. Se estaba soltando el pelo, ese cabello negro, lacio, sedoso, con un intenso brillo que me volvía loco. Al verme se ríe de mi cara de pasmarote, me abraza y nos damos otro morreo. Siento sus gemidos, estaba cachonda. Su mano baja por mi hasta notar mi empalme. Se me acerca al oído:

-No sabes las ganas que tengo de que me comas la concha. No voy a aguantar hasta llegar a casa.

La miro pensativo.

-¿Y cómo hacemos?

Ella me hace un gesto de afirmación y se aleja. No entendí por qué, o qué fue lo que creyó a lo que me refería, pero bueno.

Llega el tío con un vaso de agua para mi novia.

-Negri, poné música -le dice luego de tomar un sorbo.

-Pero cómo no, florcita.

Estira el brazo desde su asiento y toma del modular un control remoto, presiona el botón y pip: “pero si le ponen la canción, le da una depresión…” se escuchaba del equipo.

-¡Wuuu! ¡Esooo! -se puso ella a bailar en la silla. -Cari, te cuento que Marcos sabe bailar muy bien.

-¿Ah sí?, tengo que aprender…

-Mirá, te vamos a enseñar.

Se levantan los dos, apartándose un poco y comienzan a bailar allí mismo. Era como una especie de salsa o merengue -la verdad no sé ni lo que digo, -lo que hacían, muy pegaditos, mucho rose. Ella hace un “hasta abajo”; es decir -os explico por si no lo conocéis, -se agacha repentinamente, quedando las piernas abiertas, y luego sube despacito, restregando todo su cuerpo por el de EL. ¡Coño de su madre!, echaban fuego. Las manos del colega, bien agarradas de su cintura. Me quedé embobado mirándole ese espectacular trasero que se cargaba mi novia, sacudiéndolo de un lado al otro. Se dio la vuelta y ahora esa cola se sacudía pero pegadita por su bulto.

Me quedo todo tontaco mirándole su conejito…

-¿Estás tomando nota? -Me dice haciéndome salir del trance.

Las manos de EL iban subiendo, lentamente, de sus caderas hacia su cintura. Ella subió los brazos, cerró los ojos y respiró hondo. Siguieron subiendo esas manos hasta llegar a sus senos. Los acarició sin pudor; no se cortó un pelo. Ella recostó su cabeza en su hombro y dio un suspiro, más intenso, ¡y todo eso sin perder el ritmo, joder!

Luego ella toma las manos del tío y las vuelve a acomodar en la cintura. Comienzan a hacer un movimiento de caderas que iba de adelante para atrás, continuamente. Me empezó a inquietar el vaivén que hacían. EL, moviendo su pelvis para adelante, y ella, acompañaba. Luego era mi novia la que empujaba, siendo su amigo el que acompañaba esta vez. Cuando iba para adelante me quedaba mirando fijo como se marcaba su chochito en ese pantalón. Luego empezó a acelerar el movimiento; de tal forma que parecía un folleteo con ropa eso. Estaba alta la música pero puedo jurar que escuché unos gemiditos.

Mi novia para de golpe, justo antes de que me empiece a perturbar, y va por el vaso de agua, dándole unos buenos tragos.

-¿Viste amor? Así se tiene que bailar -me explicaba. -Tiene que ser como hacer el amor; así, no sólo lo hacemos en la cama, sino también en la pista de baile.

-¿Quieren un chupito? -Ofreció el amigo.

-¡Siii! -Dice ella.

Yo le digo que pasó y luego se van los dos para la entrada de la izquierda -calculo que es la cocina; -es decir, se perdieron de mi vista. Al cabo de un rato escucho ese “wuju” que lanza uno luego de tragar el vodka. No podían faltar los sonidos de los vasitos al apoyarlos enérgicamente luego. Se quedaron ahí un rato, escuché algunas risas y murmullos. Ya habían pasado dos temas, de esos lentos, y no volvían. Me levanto y voy para allá. Apenas pasó por el umbral los veo bailando abrazados como se hace en las baladas. Ella estaba de espaldas a mi, quien me ve es EL; le indica a ella, que luego se gira y me abraza ahora a mi.

-¿Qué pasa mi amor? -Le digo con tono cariñoso.

Apoya su carita en mi cuello y nos vamos desplazando a pasos lentos. Termina la música y nos sentamos.

La noto un tanto risueña con la mirada perdida. De la nada, y como quien no quiere la cosa, dice:

-¡Qué ganas de meterme una línea!

Me sobresalté. Su amigo se echaba una carcajada. La conocía mucho más que yo, estaba claro.

-¿Quieres? -Le dice.

-¿Tenes posta?

Se levanta, abre un cajón y saca una bolsita hermética, de esas transparentes, con cocaína.

-¡Que negro culeao! -Dice entre risas. -Venis preparado; yo dije por decir nomas. ¿Querés probar amor? -me dice.

-No me apetece, vida.

-Dale amor -me insiste, -si vos le entras yo también.

-¿Y por qué quieres tú si estás a tope, cari?

-¿Vos decís? Negri, vos si le metes ¿No?

-Yo tengo ganas pero sólo si es desde tu abdomen -dice haciéndole cosquillas con la punta del dedo.

-Y bueno… -Se inclina en la silla tratando de ponerse en forma horizontal.

-Acá en la mesa, mi amor -le sugiero.

Ni corta, ni perezosa, tomó mi sugerencia. Estaba recostada en la mesa aguantándose la risa. Su amigo echa un poco a un costado, cerca del ombligo, y va dándole forma. El proceso le hacía cosquillas a ella, por lo que trataba de aguantarse, aún más, la risa. Se la mete toda y al instante le da un beso en esa zona. Ahora si se hecha con ganas unas risas; estaba muy tentada. Se incorporan y regresan a bailar, sólo que esta vez me agarra de la mano y bailamos los tres.

“Hasta bajo, hasta bajo papi, hasta abajo…” se escuchaba la música. Nuevamente, ella en medio, se iba alternando entre los dos. Cuando quedaba de frente a ÉL, le rodeaba el cuello con los brazos y, pegada esa cola a mi, la subía y bajaba, ¡madre mía, que se me ha puesto dura!. Mi pene, recto, pasaba por esa raja como tarjeta de crédito. Luego se daba la vuelta, apoyaba sus manos en mis hombros y se inclinaba. Su amigo, con las manos en la cintura y la mirada abajo, sin perderse ese espectáculo. “Dame duro, dame duro, dame duro papi dame duro…” Me iba haciendo la mímica de forma seductora, provocativa. Luego ÉL empujaba. Parecía bombearla, haciendo que su carita se acercara y se alejara de mí. Con los ojitos entreabiertos y mordiéndose el labio inferior hacia “hms, hum, hms…” con cada embestida.

Acabó… La música, y nos separamos todos. Estábamos parados allí, tomando aire. Mi novia se abanicaba con las manos.

-Que sed que me dio -dice acalorada.

-Tengo un champagne en la heladera.

-De una, ¡por favor!

¡Pof!, se escuchó y al rato apareció con tres copas cargadas. Se había desprendido varios botones de su camisa, ¡vaya físico se cargaba el notas este!, todo musculoso. Nos pusimos a tomar y a mi novia se le cae, de la comisura de los labios, un poco en el topcito. Su amigo hace ademán de limpiarla con la lengua. Ella se ríe y se echa un poco, adrede, en el abdomen. ÉL se arrodilla y se lo lame todo, pero esta vez, no fue un amago. El contacto hizo hacerla reír más.

-Ahora yo -murmuró ella mientras ÉL se levantaba.

La mira y se echa un poco en el pecho. Ahora era la señorita quien lamía. Después se toma lo último que le quedaba en el vaso y lo deja en la mesa. Luego va y se abraza a su amigo. Mira para donde estoy y estira la mano agarrándome para acercarme. Yo apoyo mis manos a su cintura y me le pego un poco. Nos íbamos moviendo lentamente, al ritmo. Ella le iba desabrochando los botones restantes de la camisa hasta quedar enteramente abierta. Lo siguiente que hace es pasarle la mano por el físico. Le acariciaba el pecho, los abdominales…

-No nos mostraste la habitación -dice despacito.

-Cierto -le responde.

Nos separamos y ÉL se dirigió por el pasillo. Ella no lo siguió, por lo que no me moví tampoco. Se quedó parado en una puerta y nos esperó.

-Ya vamos -le dice. Él asiente y entra.

Mi novia se acerca a la mesa y agarra la bolsita, la abre y saca un poco haciendo, con la uña del dedo meñique, como si fuese una pala. Se tapa un lado de la nariz y aspira lo que le había cabido. Luego me tomó de la mano y vamos para allá.

-No sabía que te metías eso -le digo.

-Muy raras veces…

******************

El balcón y esa “pared de vidrio” de la sala se extendían hasta el cuarto. Al estar en una habitación alta, ya se imaginarán la vista de la ciudad que se cargaba. La cama estaba a la derecha. Era de dos plazas y media aproximadamente. Tenía respaldo sólo en la cabecera y estaba cubierto por una gran colcha blanca, todo muy ordenadito, muy fino.

Pensaba que sólo le daríamos un vistazo y ya, por lo que me quedé de pie cerca de la puerta. Los dos salieron un rato al balcón. Al volver, mi novia apoya las manos en la cama y dice:

-¡Oh wow!, ¿cómo debe de sonar esta cama cuando estás con una?

-Vos fijate… -le contesta

Ella le mira con picardía, se quita las sandalias, toma carrera y brinca encima. Quedó a cuatro patas encima de la cama. Su amigo se mataba de risa pero yo al verla pensé joder que sexy.

Comienza a mecerse en esa posición, con movimientos compulsivos, tratando de lograr que se escuchen los resortes, al tiempo que clamaba con voz cachonda:

-¡Ay si, dame papi, dame! ¿Así te dicen? -Le pregunta con cara de vicio.

-Sin comentarios -responde sobrado.

Se sentó y mirando hacia mi me dice con una expresión caricaturesca de disgusto:

-¡Aish!, no se escucha. Tengo que coger para averiguarlo parece…

Se recuesta poniéndose cómoda, estira la mano buscando una almohada, y allí se quedó, con las piernas flexionadas. Cierra los ojos, suspira y baja una manito por su cuerpo hasta llegar a su chochito. Comienza a acariciarse por encima del pantalón.

EL, se sube a la cama también

-¿Querés que te haga un masajito?

-Mmm, si por favor.

Se sienta, con las piernas dobladas, a cada lado de su cara. Posiciona sus manos y le hace el masaje en el cuello a los hombros.

Estaba expectante observando todo eso y al rato me mira ÉL, y dice:

-Que tu novio te haga en las piernas.

-Uy sí, vení amor, mmm…

Me siento en el borde, ella abre más las piernas y comienzo a acariciar esos muslos carnosos que tanto me apetecían. Mientras estaba en ello, entre gemidos y expresiones de placer, quería observar lo que ocurría allí arriba pero mi vista se pegaba como imán hacia su conejito encuerado.

-Mmm… Que ricooo…

Hostias, se me estaba entrecortando la respiración. EL, parecía todo un profesional.

-Me está dando calor. Bebé, ¿me sacas el pantalón?

Joder macho, me estaba poniendo palote. Le desprendo el botoncito, bajo el cierre, pongo mis dedos a ambos lados y se lo voy quitando con suavidad. Ella me ayudaba arqueándose, ¡oh dios, esa tanguita negra! Ahora mi masaje era piel con piel.

-Sáquense ustedes los jeans -dice pasados unos minutos, -así no soy la única.

Dicho y hecho, jeans abajo. Volví a mi posición y seguí el masajito. EL, avanzaba su masaje hacia su cintura, quedando su gran bulto a un palmo del rostro de mi chica.

-Mmm… Que olor a pijas -dice con voz sensual. -¡Yo también! -Agregó levantando las manos para acariciar los muslos de su amigo a ambos lados de su cabeza.

Apenas podía ver lo que sucedía porque, si antes estaba atraído, ahora, con esa tanguita negra, me costaba mogollón resistirme las ganas de enterrar la cara ahí. No aguanté más, estaba temblando, me meti a probar ese chochito. Ella gime…

-¡Opaa! -oigo decir a ÉL. -No se pudo resistir.

Levanto un poco la vista y pude ver como ella le estrujaba la polla por encima del bóxer. Bajo la mirada y me pierdo en esos aromas, hasta que ella nos corta. Se estira en la cama, me mira y, otra vez con esa carita, me pide:

-Mi amor, ¿me vas a servir un poco de champagne?

-Ahm… Estem… Okey.

Voy a las prisas, tomo un vaso de la mesa y me meto en el fondo. Hostias ¿dónde está? Busco por el fregadero, la mesada… ¡La heladera joder! La abro, madre mía todo lo que había, ¿dónde coño está?, “apa-pa-pap… ¡Allí!”. Saco el corcho y sirvo de golpe, ¡coño, la espuma joder! Espero a que se baje y termino de servir. Voy a pasos apretados. Cuando me adentro al pasillo, escucho unos gemidos que me dejan helado.

Llego temblando, y me quedé con los ojos como platos. EL, desnudo, con la cabeza de mi chica en uno de sus muslos haciendo de almohada; y ella, recorriendo con los labios toda esa polla. Con una mano le agarraba firme y con la otra se masturbaba. Le miraba a los ojos mientras lo hacía. Esos ojos azules que brillan, su boquita y esa tranca que salía y entraba.

-Ahjj… -suspira ÉL, levantando la cabeza. Me ve. -Ahí llegó tu bebida.

Paf… otra vez ese sonido:

-¡Al fin! Te tardaste eh.

Se sienta en el borde y le paso la copa.

-Mmm… Que cosa más rica -dice después de darle unos sorbos.

Deja la copa en la mesita de luz y vuelve para seguir con la felación, sólo que ahora a cuatro patas, dejando esas nalgas en pompa.

-Mmm.. Esto también.

-¿Queres echarle un poco de champagne? -Le sugiere

-Pff -se ríe, -¿posta? -EL asiente. Ella me hace señas para que le alcance el vaso.

El tío se baja de la cama y ella se ubica en frente, al pie de la cama. Así sentadita, con la espalda erguida, parecía ante mis ojos una obra de arte erótico. Las curvas de la columna, esos cachetotes con esa tanguita en medio, su cabello deslizándose de los hombros hasta cubrir su espalda, era una postal que se me va a quedar grabada.

EL, se acerca pene en mano. Le tira ella unos chorros bañándolo y se pone a chuparlo con ansias. El cachas le hace un ponytail con la mano. Ella acelera más el ritmo. No aguanté; me quité el bóxer para hacerme una pallaringa. Quería que fuera frenética como cuando de chaval, pero me contuve para no correrme ahí mismo.

-¡Muaaak! -Dice ella al sacarla de la boca. Se gira y al verme, me sonríe, se levanta y se me acerca. Me quita la camiseta -Estás todo sudado.

Luego ella se da la vuelta, se saca el top y el tanga, y retoma su lugar en el borde. Yo la sigo. Se recuesta, toma una almohada, se abre de piernas y se pone a acariciarse su conejito todo encharcado.

Ambos varones meneándose la polla ante tal espectáculo. Estaba en ello hasta que subí la vista, y me encuentro con una seria mirada suya.

-Cari, ¿no querés ir al baño? -Me dice. Me quedo con el ceño fruncido. -Andá, te conozco, te van a dar ganas en el medio.

-Pasa acá -me señala EL, una puerta al costado.

¡Vaya!, tiene un baño en la recamara, cuando al cruzar el pasillo hay otro (?). Le hago caso porque, al fin y al cabo, con la erección no podía notar bien si tenía ganas o no. Entro al baño, me siento en el inodoro, porque así duro como estaba, de parado salpicaría por todos lados. Dejé la puerta abierta pero no podía verlos igual porque el retrete estaba muy al fondo. Con dificultad empiezo a orinar. Escucho los jadeos de ella. Joder, me la sostengo más fuerte.

-Ay así… Metelo todo, así ahh ahhhh…

¡Coño, ahora sí que se escuchaba la cama! Y yo que no paraba de orinar.

-Hijo de puta, si ¡Que rico! Mmm, mmm…

Por fin termino con los últimos chorros, me seco y salgo. Los veo en pleno apogeo, con ella en posición de pollo rostizado, y EL encima entrando y saliendo. Se hundía el borde de la cama cada vez que penetraba. Mi novia gemía de placer, con los ojitos cerraditos, las piernas enroscadas alrededor de quien la penetraba, y las manos arañándole la espalda. Me acerco despacito y me siento al costado.

-Mmh, ¡ay!, uhmm…

Él se levanta un poco, extiende los brazos y cambia el ritmo de la penetrada. Veo lentamente como cada centímetro de su pene se revela, para luego, ir desapareciendo dentro del chochito.

-Ay así negro, dale.

Empieza a acelerar…

-Eso, así… Dale, dale.

Al ir aumentando la marcha, ya no podía mantener los brazos extendidos. Los flexiona y le da caña. Ella extiende las manos hacia sus nalgas y las aprieta.

-Metelo papi ¡Así!, dame duro -le daba sonoros cachetes en las nalgas.

-Ahh… ¡Ahh! -Sus rugidos… el tío estaba por correrse. -¡Ahh…!

El tío se sale completamente de ella, se quita el preservativo y se la empieza a menear con furia. Apunta a su chochito y le acierta unos cuantos lefazos en la distancia. ¡Joder! parecía tiro al blanco.

-¡Ahh!, siempre me haces acabar así -le dice ÉL, tras recobrar el aliento.

Se da la vuelta y va derecho al baño. Al ratito se escucha la ducha.

-Mi amor -me dice toda cariñosa, -ahora quiero esa comida de concha.

Me arrodillo frente a ella.

-Hermosa… De verdad quiero, pero…

-¡Aish! -Se incorpora, sacude un poco con los dedos y las gotas más grandes caen al suelo. El resto que quedaba, se las frotó como si fuera una crema. -Listo mi amor, comeme.

-Ahmm… Sabes que me encanta tu conejito amor, ejem… Es el más lindo de todos pero…

-¡Comeme!

-Y también es el más rico y apretadito…

-Amor, comeme en tres…

-No es que no quiera…

-Dos…

-Ay santo cielo.

-Uno.

Con sus dos manos empuja mi cabeza hacia su chochito bello.

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