Llegamos mi novia y yo a la disco. Estaba abarrotado de gente, como me esperaba. Ella estaba espléndida, súper sexy. Llevaba puestos unos leggings negros y un top del mismo color. Sus pantalones daban la impresión de como si fueran de cuero, es decir, con un efecto “engomado” ¿los conocéis?, seguro que sí. Eran bien ceñidos, lo que hacían que se le marquen esos cachetes como ¡wow! Además, como si fuera poco, llevaba ese topsito que parecía uno de esos “sostenes” deportivos pero éste era para fiestas, lo que hacía que su abdomen quedara todo a la vista ¡daban ganas de lamerla, joder! Su ombligo estaba decorado con un piercing.
De la mano, penetramos por la multitud buscando un espacio para poder bailar. Encontramos un hueco y nos quedamos ahí. La gente no paraba de rozar con nosotros, varias chicas me atropellaban con sus pechos y los varones, amablemente, me pedían para pasar. Me estaba poniendo un poco nervioso. Ella lejos de estarlo, parecía excitada. Yo controlaba con la vista que las manos de los tíos estén en alto al pasar tras ella. Pensé que alguno se pudiese propasar restregando su bulto por su trasero. Era probable ya que tiene una voluminosa cola y con lo apretados que estábamos… ¡Joder!, la agarre de la cintura y la pegué más a mi. Me dijo sensualmente al oído:
-Mmm… Que ganas de que me comas la concha.
-Pero bueno… -bajé mis manos hacia sus nalgas.
-¡Hey!, no podes tocarme.
-¿Por qué, bonita?
-No podes tocarme hasta que te de autorización.
-Joder, ¿en serio?
-Se hace lo que yo diga -me dice con su picaresca sonrisa.
Joder, coño, no joda pensé y aparté mis manos. Nos movimos entre la gente, otra vez. Ella iba delante buscando un mejor lugar donde estar a gusto. Luego de unas vueltas, llegamos a un espacio considerable. Había un hombre alto revisando su celular al que mi chica fue a saludar con toda alegría. Se dieron un cálido abrazo. Luego de cruzarse unas pares de palabras al oído me dice:
-Él es un amigo mío.
Y luego siguieron charlando muy de cerquita, toda simpatía, echándose unas risas cada tanto.
“Un amigo suyo”, no lo conocía. Bueno… Hace relativamente poco que empezamos a ser novios. Mientras estaba allí como un pasmarote, le eché una mirada de reconocimiento a ese tío: afrodescendiente, con una calva brillante, camisa de marca y, por lo visto, simpaticon ¡Telita con el tío este!
Pasado un rato nos pusimos a bailar, alternándose ella con uno y con otro. No es que sea un buen bailarín la verdad, ella lo sabe por lo que cuando me tocaba a mi, solo ponía sus brazos alrededor de mi cuello y se movía suavemente para que yo le siga. Con él era otra cosa, era más perreo. En ocasiones la giraba y bailaban muy pegaos. Me ladeé para observar su danza. Ella estaba, con la columna arqueada, dejando su trasero en pompa y moviéndolo de lado a lado, a tal punto que se me hacía que, lo que estaba buscando, era el roce con la entrepierna del colega. Me quedaba viendo su cara de zafada y la mano intrusa de ese tío en su cintura. Digamos que era como un “sándwich” pero que en la otra parte del pan se divertían más. ¡Diablos!, tengo que aprender a bailar me dije a mí mismo en esos momentos.
-Chicos, ¿quieren ir a un reservado? -Nos dijo él. -Yo consigo uno.
-Oh wow, que genio, ¡Siii! -dice ella.
En efecto, fuimos hacia allá. Eran tipo unos cubículos ubicados al borde de la pista, con un cómodo sillón en forma de “u”, como para unas seis personas tal vez, y una mesita en medio. El amigo se sienta al fondo, mi novia tras él, a un palmo de distancia y yo por último en el borde.
Ellos estaban teniendo una amena conversación de la cual no me enteraba de nada, parecía que hace tiempo no se veían. Cada vez que ella le iba a hablar acercaba su carita hacia su oído. Luego se incorporaba, me miraba con una sonrisa, algo insinuante se me hacía, y me acariciaba el muslo para después continuar la charla con su amigo. Así estuvimos una media hora…
-¡Qué sed que tengo! -Dice ella de repente. -Amor, ¿y si vas a comprar un trago?
Sacó de su carterita dinero y me lo pasó con una sonrisa.
-Ahm… Okey bonita.
A ese hermoso rostro no le podía negar nada. Mientras marchaba a la barra, me giré a verlos y, como si fuese en cámara lenta, ella se deslizaba por el sillón hasta quedar pegada al tío. Riendo, ella gira su vista hasta encontrar la mía. Su semblante cambió a serio, se me hizo desafiante. Sólo me di la vuelta y seguí para la barra.
Llegué con el trago que a ella le gustaba. Era un vaso grande por lo que lo podíamos compartir tranquilamente entre los tres. Lo dejo en la mesita y me pego a ella. Se gira hacia mí, me pasa el brazo por el cuello y con la otra mano me acaricia muy cerca de mi ingle, con movimientos que entraban y salían. De seguido me planta un beso rabioso. Nos dimos un morreo que me dejó fino. Después se separa, toma el vaso y le da un buen trago. Se lo pasa al amigo, luego él me pasaba a mi y así seguía la ronda. Yo tomaba poquito, tengo… digamos que la “vejiga chica” y si tomo mucho alcohol me dan ganas de ir al baño a cada rato, lo cual era muy molesto.
Y así estuvimos con esa dinámica, ahora por lo menos los escuchaba, pero mucho que me interesaba igual. En una oportunidad, cuando acerco el trago, me la quedo viéndola y la noto un tanto erguida. Algo me inquietó. La mano de ÉL estaba acariciando su espalda, bajando muy cerquita del inicio de su cola, ¡vaya con el amigo, eh! Ella le miraba hasta que, en un momento dado, apartó la vista hacia el frente:
-¡Uff! -Dio un suspiro. Se gira hacia mí, y con sus dos manitas acariciando mi pecho, me dice con esa carita de súplica. -¿Y si vas a comprar otro trago, amor?
-Ejem… -carraspeé. -Claro bonita.
Me da otro billetico y voy. Me perdí entre la gente, sin alejarme mucho, y busco un lugar camuflado para observarlos sin ser visto. Cuando encuentro una zona, trato de verlos pero entre la gente que iba y venía, sólo podía ver en fragmentos. Ella parecía estar buscándome, al no encontrarme, gira la cabeza y lo mira a ÉL. Parece que se van a besar… Pasa gente. Veo, cuando por fin dejan de pasar tantos, que… ¡Dios mío!, se estaban dando el lote, ¿¡qué cojones!? tengo que hablar con ella y que me explique esto.
Antes de que la gente piense de mí como un depravado acechador, me dirigí a terminar mi recado, aunque a decir verdad, las personas estaban más en las suyas, ¡y menos mal!, porque si estuvieran viendo la situación…
Volví con el trago. Estaban los dos como si nada.
-Te tardaste bebé -me dice ella acariciándome la espalda.
Estaba tenso, un poco nervioso pero antes de que pudiese pensar en ello me agarra de los cachetes y muak… Me da un sonoro beso. El se desplaza por el sillón (recuerden que es en forma de U) hasta la otra salida:
-Voy un ratito al baño -”Tic”, le hace un guiño de ojo.
Perfecto pensé, ahora voy a poder hablar con ella. Esperé que se alejara, me doy la vuelta para preguntarle pero apenas abrir la boca ella se abalanza hacia mi y me mete la lengua hasta el fondo, ¡madre mía!, mmm… Qué rico. Cerré los ojos y me perdí. Sentía sus manos tocándome de aquí para allá y pues bueno, yo hice lo mismo. El empalme que me estaba dando…
Se separa, me pasa su mano por los labios, como secándome. A los pocos segundos de eso llega su amigo. Ella lo mira sonriente. Apenas se acomodó en su lugar, se pusieron a charlar. Muchas bromas de por medio. Muy divertida parecía la cosa pero yo, con la erección que me había dado, no podía concentrarme. Ahora todo tomó un cariz erótico, con un rumbo morboso, hasta recordar lo que había visto me… ¿¡qué coño!? Empecé a tomar con ganas.
Y así, extrañamente, pasaron las horas. A veces iba yo por otro trago, a veces iba ÉL o alguna que otra ida al baño. Algunos cariñitos nos hacíamos pero de allí más nada. Ya andaba medio chispado y pasaba de todo, ni me ponía a controlar que ocurría cuando me iba. No sé, estaba como relajado… Relajado y excitado.
En esos aires pasó el tiempo, muy achispados todos, divertidos, las risas de ella, las bromas de ÉL, tanto así que el boliche ya estaba cerrando sus puertas. Nos íbamos los tres en plan de lo que venga. Salimos del local y nos encontramos con que ya había amanecido.
-¿Vamos a seguir o qué? -Propone ella.
-¿Quieres?, vamos para la suite donde estoy, que me dijiste que querías conocer -responde EL.
-¡Uy si, vamos Dany! La única forma de conocer un hotel así es que nos inviten -me dice y se echa una carcajada.
-Pues vale. Aparte tengo unas ganas de ir al baño.
-Típico de vos jijiji.
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"Y bueno amigos, dejadme en comentarios si les gustaría que siga con esta historia. Son tres partes en total, tenía pensado subirlas todas del tirón, pero preferí ver cómo respondían a esta primera parte. También agradecería todo el feedback que quisieran dejarme, como qué les parecieron los personajes, la redacción y cualquier otro aspecto que quieran compartir. Bye"