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Soy voyeur y me gusta
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Tiempo de lectura: 3 minutos

A veces el hacer cosas que creemos buenas, pueden traer consecuencias inesperadas. 

Tengo a mi esposo y somos una pareja relativamente joven, entre 35 y 40; ambos trabajamos y tenemos un nivel económico muy bueno. Tenemos 2 hijos pequeños y debido a nuestros empleos, necesitamos una niñera para cuidarlos.

Yo me encargo de contratar a la niñera; pero, por alguna razón, estás no duraban mucho. Pensé en las cosas más ridículas: inseguridad, mal comportamiento de los niños, hasta situaciones paranormales.

Contraté a una joven de 19 que me recomendó una amiga. La joven estaba estudiando para entrar a la universidad y necesitaba un poco de efectivo.

Al poco tiempo, vi que la muchachita estaba huraña y hablaba poco; decidí instalar cámaras de seguridad para ver que sucedía y por alguna razón, olvidé avisarle a mi esposo.

Llegue a casa y la joven me dijo que ya era hora de irse y regresaría al día siguiente. Los niños estaban dormidos y mi esposo me avisó que llegaría tarde por trabajo. Decidí revisar las grabaciones de las cámaras para ver si encontraba algo inusual.

Después de un rato de ver que no sucedía nada; mi esposo llegó a la casa; sólo estaba la niñera que esperaba el transporte de la escuela de los niños. Mi esposo se acercó a ella y ella no parecía muy dispuesta.

La beso a fuerza y ella resistía. En un momento, el la arrojó al sofá de la sala. Le abrió la blusa y saltaron sus senos apenas cubiertos por un brasserie de media copa. De un tirón lo quitó y 2 pezones rosados quedaron expuestos. Mi marido se prendió de uno de ellos, chupando, exprimiendo; la cara de ella se debatía entre el dolor y el placer.

Yo estaba viendo con los ojos desorbitados; me sentía enojada, pero mi vagina comenzaba a mojarse de la excitación.

El se levantó y le comenzó a quitar su pantalón con todo y panty, era de encaje y hacía juego con el brasserie; sólo lo sacó de un lado, dejando expuesta una hermosa y juvenil vagina.

El distinguir la mirada vidriosa y animal de mi marido mientras contemplaba a la chica, me estaba mojando más. Inconscientemente, me empecé a acariciar mi clítoris por encima de mi ropa.

Lentamente, él acercó su cara al sexo de la niñera y empezó a chupar; los pezones se levantaron cuando la lengua tocó su clítoris.

-Por favor, déjeme. Puede llegar alguien. Ya no por favor… -Ella gemía mientras ponía los ojos en blanco disfrutando.

Él contemplaba su rostro mientras chupaba y se excitaba con su respuesta. Las manos de él tocaban y acariciaban cada rincón de la piel de la joven.

Ya no pude contenerme; desabroché mi pantalón y toque mi vagina directamente; mi ropa interior estaba empapada por mis jugos; nunca me había sentido tan excitada; mi clítoris estaba duro, a punto de estallar; el solo tocarlo, me producía un placer inmenso.

La niñera comenzó a temblar sin control; enterraba las uñas en el sofá y la cabeza de mi marido; gimió muy fuerte; arqueó su espalda y terminó con un gran orgasmo. Mi marido chupaba todo el jugo que le salía.

Mientras ella se recuperaba, abrió el cierre y desabrochó su pantalón, mientras seguía relamiendo el jugo blanco y transparente que salió de ella. La verga saltó de su prisión, se veía muy dura y larga.

-Ponte un condón, por favor. No me controlo con nada; ponte un condón… -suplicaba la chica.

-Me vas a sentir a pelo… me gusta coger a pelo. -le contestó sonriendo.

Se subió sobre ella y empezó a mamar sus pechos; mientras con la mano, tomó la verga y acariciaba su vagina de abajo hacia arriba, cubriendo el glande de los jugos que seguían brotando.

Mis dedos se movían rápidamente, dándome el placer que necesitaba. Tuve un orgasmo brutal cuando vi a la joven desorbitar los ojos y emitir y largo gemido al sentir el falo invadiéndola por completo. Él se quedó quieto un momento, disfrutando la estrechez de una vagina joven. Comenzó el bombeo despacio, ella lo empujaba de los hombros.

-Me duele… me arde… no te muevas… sácalo… no lo saques… despacio… -alcanzaba a decir ella mientras él gozaba penetrándola.

Yo seguía acariciándome, prolongando el placer del orgasmo. Mi ropa, mi mano, el asiento, todo estaba empapado con mis jugos; estaba muy excitada, quería algo más; tomé el jugo que me salía a borbotones y lo chupe de mis dedos con fruición; era delicioso, el sabor a vagina me prendía más.

Él seguía gozando del cuerpo de la joven: rápido, lento, profundo; su rostro desencajado por el instinto animal, me excitaba más.

-Lista para recibirla? Donde la quieres? -le preguntó él cuando estaba por eyacular.

-Acaba afuera, por favor. Afuera. No quiero quedar embarazada… Adentro no… -rogaba la chica sintiendo que la verga se hinchaba aún más dentro de ella.

-La vas a recibir toda adentro… -le decía mientras empujaba lentamente su falo hasta lo más profundo de ella.

Ella cerró los ojos y podía sentir como él inyectaba su semen; él bufaba y apretaba las nalgas con cada descarga.

Me volví a venir mientras veía la cara de mi marido eyaculando dentro de ella. Cuando el terminó, sacó su verga aún dura y chorreando semen y jugo de ella, tomó la panty de ella y se limpió. Se vistió y salió.

Detuve la grabación; aún tenía yo la respiración agitada.

No le he dicho nada a mi marido; y cada vez junto más videos de cómo se coge a las niñeras de mis hijos y cuando me coge, recuerdo las escenas y me provoco orgasmos más intensos.

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