Me fascina tener sexo con hombres maduros. Me inicié a los 18 con uno de 50 y desde entonces no he parado. Tengo 21, soy homosexual pasivo-sumiso y muy afeminado, delgadito con un culo respingón y que al igual que mi boca, traga todo cuanto le claven. Desde hace diez días me estoy tirando a un médico de 65 que es todo un semental y lo mejor de todo, me culea a pelo y se viene dentro.
Aunque soy un chico de lo más normal, se me nota la pluma y mis amaneramientos a la hora de expresarme, voz de nena, gestos de nena y en la cama, una rica nenaza siempre dispuesta y ofrecida. Como digo, he tenido relaciones sexuales con varios hombres, todos ellos de cincuenta para arriba con rabos exquisitos que me obligan a entornar los ojos cuando me la meten. Siempre llevo insertado el plug anal, lo que suele ser para ellos una grata y morbosa sorpresa al momento de ofrecerles mi culito en sacrificio.
Obviamente nadie conoce de mis aventuras aunque es muy evidente mi condición. El caso es que Jairo, mi actual amante además de mi médico en la Seguridad Social, es muy buen amigo de mi familia. Siempre lo vi como macho y en más de una ocasión, estando en casa fantaseaba con él al punto de encerrarme en el baño para masturbarme pensando en cómo me dejaría coger y todo lo que me dejaría hacer.
No soy muy asiduo de los hospitales pero esta vez tuve que ir por un esguince que sufrí al caerme. Y ahí estaba Jairo, diciendo mi nombre con esa autoridad irresistible y que me obliga a transpirar hormonas de perra. Al entrar a su consulta me puse toda sensual y me di un sentón para que el plug me estimulara las fibras de maricona en celo. Jairo me preguntó por todos y luego de ver mi historial me preguntó por el esguince. Era en el tobillo. Llevaba un vaquero pitillo y me ordenó quitármelo para ver la zona afectada. Dudé pero me puse en pie y me desnudé haciendo alarde de mi bello culito, pues se lo dejé todo a la vista. Jairo se puso en pie y de reojo noté cómo se recomponía la verga. Mi "clítoris" también dio un respingo y dejé en claro que el celo estaba latente. Me recosté en la camilla y el médico me hizo echarme boca abajo. Mientras me masajeaba el tobillo, mi otro pie le rozó el bulto de su entrepierna y pude notar su dureza. Jairo -lo había conseguido- estaba cachondo y seguro que atendió al corazón del plug en mi ano.
Como si tal cosa, levanté el culo y fue cuando sus manos me agarraron las cachas en rollo morboso. Al girar mi cabeza, Jairo tenía la verga enorme fuera y su cara era un poema de deseo. Lo vi tan macho y necesitado que pese al ligero dolor del tobillo, di un salto para caer de rodillas ante tan majestuoso aparato reproductor. Jairo tiene dos hijos, uno de ellos muy guapo. Fue hermoso saberme humillada y apreté su capullo entre mis labios para darle lengua y acabar mamando todo el rabo. El hombre resopló al tragarme su longitud y ver cómo la hacía desaparecer hasta mi garganta. Soy de mamada femenina, me fascina echar toda la saliva fuera y lo hice hasta que me babeé entera y empapé su verga desde los huevos. Mientras se la chupaba, Jairo acabó por quitarse la ropa y me ayudó a ponerme en pie. Me quité el slip, me eché de espaldas en la camilla, me abrí de piernas y le mostré el plug. Bajó su cabeza, la metió y con sus dientes retiró el plug. Lo siguiente fue brutal.
Cuando se levantó me apretó fuerte y sentí el viril instrumento traspasar mi anillo dilatado. Dio un empujón y me la clavó hasta los cojones. Mordí la sábana de la camilla para no gritar. Soy de mucho grito y gemido al hacerme el culo pero estábamos donde estábamos y me aguanté las ganas. Jairo estaba fuera de sí. Sus embestidas me dolían mucho. Y no sé por qué, de pronto me lanzó un escupitajo en toda la boca y una bofetada atróz en la mejilla para decirme de todo, menos guapa. Sus improperios me excitaron y para hacerlo cabrear aún más, relamí su saliva de mis labios y me la tragué. El juego de amarre tardó un buen rato y me acomodó ahora a cuatro patas en el suelo para darme por detrás. Yo estaba mojadita y el estímulo dio paso a que mi clítoris echara toda la leche que tenía acumulada en mis huevos. Jairo me hizo morder el polvo pero fue el preámbulo de una preñada inolvidable. Con susurros de putita le supliqué que me diera su leche. Y lo hizo en lo más profundo de mi ser con una pasión desbordada. Mi organismo absorbió todo su esperma y entre jadeos y gemidos de hembra contraje mi ojete para exprimirlo bien. Al salir de mí, inmediatamente me clavé el plug para que no haya fuga. Jairo sudaba a mares y de rodillas acabé por limpiarle bien la verga con mi boca.
Mi duda era ahora qué iba a suceder con él, con nosotros. Jairo me despejó de todo al decirme que no quería que aquello quedase en un polvo. Quería seguir viéndome y darme duro, pero ya no ahí. Me dio unas llaves y una dirección en un papel. Eso sí, me aclaró que todo debía ser secreto, que nadie debía enterarse de lo nuestro.
Antes de despedirnos me morreó rico y yo le pedí que me diese su saliva. Me la dio y yo la bebí encantada. Le dije que esa noche iba a dormir con su semen dentro y le encantó la idea. Me esperaría al día siguiente en aquella dirección. Ahora fui yo quien le comió a besos y toda perra ya para abrir la puerta, me giré y le dije que desde ese instante pasaba a ser mi marido oficial…
CONTINUARÁ…