Lucía seguía sentada con sus apuntes. El sol incidía en su piel haciéndola brillar más, y sus tetas, aunque no tan grandes como las de su madre, eran más duras y me parecieron deliciosas.
La bese en los labios, un beso tierno pero jugoso. Miró el mástil que salía de mi regazo y río con ganas.
—Veo que el cariño que le das a mi madre te la pone muy dura!
—Y que esperabas, que fuera de piedra! Tu madre está como un tren y me es imposible darle unos besos y un toqueteo sin que se me ponga dura!
—Seguro que le has restregado bien la polla, cabron! Me dijo con sorna.
—Un poco, le gusta que lo haga! Sonreí con cara de niño malo.
Me senté cerca de ella en otra silla y alargó una mano para sobarme la polla.
—Ummm, no me extraña, está para comérsela!
“ Si supieras que ella si que me la ha comido!” pensé con una sonrisa interna. La volví a besar y ahora continúe con la lengua por su cuello hasta llegar a las tetas. Los pezones no los tenía tan gordos como su madre, pero eran más largos y duros como pitones. Pasé la lengua hasta dejarlos totalmente mojados.
—Ufff, que delicia cielo, chupa, chupa!
Susurró cerrando los ojos para disfrutar de la mamada.
—Le has chupado los pezones a ella? Preguntó con los ojos cerrados.
—Ya sabes que si!
—Y te gustan?
—No se ponen tan duros como los tuyos pero están deliciosos.
—Y a ella, le gusta?
—Se pone como loca! Creo que es una de las cosas que más la excitan!
—Joder, cada vez me apetece más chupárselos!
—Y por qué te ha dado por hay?
—No se, me apetece ver cómo disfruta en primera persona, sentirla caliente y guarra haciéndole cosas!
—A propósito, hemos hablado de tu manoseó a sus tetas.
—Y que te ha dicho?
—Todavía la puede la timidez, pero se ha sorprendido ella misma al sentir que le gustaba.
Mi novia abrió los ojos con excitación.
—De verdad?
—Te lo aseguro. Además, le he sugerido que si le gustaría que le chuparas los pezones. Se ha hecho la tímida pero a terminado diciendo que sí, aludiendo que lo más probable es que tú no quisieras.
—Jajaja, creo que la voy a sorprender! Como vea que le gusta lo mismo me la como entera!
Yo creía que no podía sorprenderme más, pero aquello era un no parar.
—Y como lo vas a hacer?
Le pregunté totalmente salido intentando imaginar la escena.
—Pues nos tumbamos sobre las toallas dejándola en el centro a ella. Después la comenzaré a acariciar y a ver hasta dónde llega, jajaja!
Yo ya estaba como loco pensando en la escena que me iban a ofrecer. No sé si mi polla se podía estirar más de lo que estaba, pero creo que lo intentaba. Lucía cerró los apuntes y se levantó para coger las toallas que había tendidas. Yo me había quedado mirándola babeante.
—Vamos guapetón, me tendrás que echar una mano!
Fuimos hasta el césped y nos tumbamos bajo la sombra de un frondoso árbol. Extendimos las toallas y Lucía se quitó lo único que le quedaba puesto, el tanga, quedando totalmente desnuda y no pude evitar mirar a su raja adornada por los deliciosos labios de su coño. Nos tumbamos dejando libre la del centro y en ese momento apareció Carmen con la cafetera llena.
—He preparado más café! Gritó dejándolo sobre la mesa.
—Luego lo tomamos mamá! Vente a tomar el sol un rato con nosotros!
—No preferís estar solos? Gritó de nuevo intentando ser una madre complaciente aunque seguro que estaba como loca por ir.
—No, queremos que estés con nosotros! Dijo Lucía con autoridad.
Casi tropieza al echar a andar por los nervios que tenía. Llegó con una sonrisa de oreja a oreja y vio que Lucía estaba desnuda. Se quedó mirando la toalla que había en el centro sin saber que hacer. Lucía la miraba con media sonrisa.
—Puedes quitarte el tanga si te apetece, y venga, no seas tímida, túmbate aquí! Dijo dando dos golpecitos sobre la toalla.
—En el medio? Volvió a preguntar cómo si no se lo creyera.
—Claro, Jorge y yo queremos que te sientas a gusto con los dos!
Carmen tiro hacia abajo de ambas tiras del tanga y apareció su raja rodeada por los gruesos labios de su coño. Yo ya no tenía problema, mi polla estaba erguida y no bajaba en ningún momento. El tanga cayó al suelo y disfrute de la sensualidad que transmitía su cuerpo totalmente desnudo. Se arrodilló con delicadeza ofreciéndonos un primer plano de sus hermosas tetas. Se recostó de lado aprovechando para mirar el mástil que sobresalía de mi cuerpo y se giró lentamente sin rozarnos para acabar tumbada también boca arriba dejando que sus grandes tetas se desparramaran por su tórax.
—Seguro que hubierais estado mejor solos! Repitió de nuevo intentando asegurar que veíamos bien su presencia.
—No mamá, queremos que te sientas a gusto siendo una más! Dijo Lucía poniéndose de lado hacia ella con la mano sujetando su cabeza.
—Pero si ya me siento muy a gusto!
—Pues quiero que aún lo estés más!
Y se inclinó sobre su madre para darle un beso en los labios sin lengua, pero de varios segundos.
—Verdad que sí Jorge? Me dijo mirándome al despegarse.
Entendí que quería que lo también la besara.
—Por supuesto Carmen! Queremos que se sienta tan bien como nosotros!
Me incliné como había hecho Lucía y acerqué mi boca y la besé en los labios. No pudimos evitar el roce de las lenguas y pude notar como su cuerpo tembló levemente, aunque no supe si fue por los nervios o la excitación.
—Ufff, no sé qué decir, me siento tan feliz!
—Y más que lo vas a ser, mamá!
Le contestó Lucía con ojos chispeantes y sonrisa felina. Volvió a acercar la boca y ahora el beso fue más largo y lascivo. Al cabo de un par de segundos pude notar como sus lenguas interaccionaban y se convertía en un beso arrebatador lleno de lujuria. Lucía quería comprobar si su madre estaba dispuesta a todo, y eso beso lo definía bien.
Cuando despegó los labios se quedó mirándola a los ojos a escasos centímetros y como si quisiera comprobar más, paso la lengua como una perra lamiendo la cara y los labios de su madre. Carmen aguantaba, todavía algo indecisa dejando hacer a su hija. Lucía continuó con la lengua lamiéndola el cuello hasta llegar a las tetas, y como si fuera un bebé hambriento comenzó a chupar y succionar uno de los gordos pezones hasta sacar un gemido de la boca de su madre. Sin dejar de chupar me hizo un gesto con la mano para que participara. Me incliné sobre la otra teta y comencé a chupar con ganas. Carmen no podía controlar sus gemidos que se hicieron más sonoros.
—Dios mío! Que me hacéis! Pudo balbucear.
—Te gusta? Preguntó Lucía.
—Si, síii!
—Quieres pasártelo bien?
—Joder, síii!
—Pues déjate llevar!
Lucía volvió a chuparle el pezón con ganas mientras bajaba la mano acariciándola el vientre y vi como llegaba hasta los labios genitales que se abultaban entre los muslos. Paso toda la mano sobre ellos y Carmen, con la respiración muy agitada comenzó a resoplar. Yo no dejaba de chupar el gordo pezón, pero por el rabillo del ojo pude ver cómo Lucía hundía varios dedos entre la extensa raja. El cuerpo de Carmen ya temblaba ostensiblemente y puso las manos sobre mi cabeza apretándome contra sus tetas.
—Ufff! Diosss! Ufff! Resoplaba sin parar.
—Te gusta mamá? Preguntó Lucía levantando la cabeza para mirarla a los ojos sin sacar los dedos en la raja
—Diosss, hija! Me encanta!
Casi gritó con la boca jadeante y los ojos como platos. Lucía sacó los dedos de la raja mojados y se los llevó a la boca chupándolos obscenamente para que la viera su madre.
—Ummm, que bien sabe tu corrida mamá! Le susurró con cara obscena.
Carmen no sabía que decir, tan sola la miraba sin poder parar la agitada respiración y a mi me apretaba la cabeza cada vez más.
—Creo que voy a probar un poco más! Susurró colocándose entre sus piernas.
Carmen flexionó las piernas y abrió los muslos como si fuera a partir. No decía nada pero su deseo se palpaba en el aire. En ese momento pude despegar la cara de sus tetas y me arrodillé tras su cabeza. El miembro erguido se blandía sobre su cara cuando puse las manos sobre sus tetas. Lucía bajó la cabeza y la hundió entre los muslos de su madre y paso la lengua por toda la raja.
—Ahhh! Emitió Carmen un largo suspiro ahogado.
—Te gusta mamá? Preguntó levantando lo suficiente la mirada para ver la cara de Carmen.
—Uffff, hija! Creo… que si! Balbuceó con timidez.
A Lucía le apetecía que su madre hablara, quería oír de su boca las mismas guarradas que ella me decía a mí cuando follábamos.
—Quieres que siga?
—Si, si! Sigue!
Volvió a pasar la lengua a lo largo de toda la raja para acabar dando con la punta en el clítoris.
—Ahhh! Diosss! Volvió a gemir Carmen.
—Estás caliente? Preguntó Lucía de nuevo.
—Bufff! Más caliente que una estufa! Balbuceó temblando.
Lucía sonreía de una forma diabólica. Dio otra lamida sobre la raja y al llegar al clítoris lo succiono varias veces hasta arrancar varios gemidos de la boca de su madre. No parecía contenta con eso y volvió a preguntarle.
—Ya estás muy guarra, verdad?
—Joder, más guarra que una cerda! Comenzó a desatar su boca Carmen.
—Te está gustando que te ponga guarra?
—Mucho! Mucho! Sigue! Pidió Carmen sintiendo que estaba a punto de correrse de nuevo.
Carmen se estaba desesperando por la lentitud de su hija, y yo aún más. Me levanté y me arrodillé de nuevo tras Lucía. Contemple su redondo y duro culo y los labios de su coño asomando entre los muslos. Pasé la mano por la raja y su cuerpo vibró. Mi polla seguía estirada con el capullo hinchado buscando donde penetrar. Lo apunté en medio de la deliciosa raja y presione con suavidad. Mi novia dejó de chupar el coño de su madre al sentir la penetración y dio un largo suspiro.
—Diosss, que polla tienes! Balbuceó apretando los dientes mientras su madre la increpaba.
—Joder, no pares! Sigue que me voy a correr! Gritaba Carmen.
Le metí media polla, quería ser lento como ella, para que esa deliciosa situación durara lo máximo posible. Lucía volvió a meter la cara entre los muslos de su madre y Carmen comenzó a gemir de nuevo apretando la cabeza de su hija.
—Aghggg! Diosss! Aghggg! Que zorra me has puesto!
Carne se había medio incorporado y miraba como le clavaba la polla a su hija. Sus ojos, abiertos como platos, brillaban como dos diamantes al sol, y no pudo parar la lujuria que desprendía su boca.
—Dale fuerte! Ponla tan puta como me ha puesto ella a mí! Ahhh!
Yo la miraba y pude notar como se corría empapando la boca y la cara de su hija. Al momento oí a Lucía chupando y tragando todo el flujo que arrojaba el coño de su madre.
Me puse tremendamente excitado y empecé a embestir con ganas.
—Diosss, como me gusta sentirte así de zorra! Te voy a reventar, diosss! Le dije a Lucía.
Mi novia sacó la cabeza para respirar jadeando como una posesa. Se sujetaba a los muslos de su madre para aguantar mis embestidas, que ya eran brutales. Su coño y sus glúteos se abrían y mi polla reventaba su vagina como un ariete rompe la puerta de un castillo. Lucía miraba a su madre, que parecía poseída, y todavía pudo decirle.
—Te ha gustado mamá?
—Diosss, hija! Eres una zorra impresionante, y me has puesto más puta de lo que nunca había soñado!
En ese momento Lucia comenzó a temblar con fuertes estertores y su coño se llenó de flujo y sus gritos se oyeron por toda la finca. Ya no pudo más y sus rodillas cedieron cayendo espatarrada sobre la toalla.
Carmen seguía excitada, esa mujer parecía incombustible, y se arrastró por el suelo hasta llegar a mí que seguía arrodillado tomando aíre. Todavía no me había corrido y mi polla seguía como el tronco de un árbol centenario. Carmen, con ojos de loca, agarró mi polla y comenzó a chuparmela como ella sabía hacerlo. Al momento la sentí en lo más profundo de su garganta. Se metía la polla entera y la volvía a sacar sin inmutarse, me daba unas chupadas impresionantes y sentí que no aguantaría mucho. Pero después de varias chupadas profundas, la sacó de su boca para mirarme.
—No quiero que te corras todavía! La quiero taladrando mi coño y mi culo!
Su lenguaje ya no era la de la mujer tímida y recatada que yo conocía, ahora era la de una perfecta zorra hambrienta de sexo.
Se puso a cuatro patas mostrándome su hermoso culo.
—Vamos potro, cabalga y dale duro a esta yegua! Casi gritó dándose un par de cachetes en el culo.
Su lenguaje equino afloraba de nuevo. Lucía se había girado para quedarse boca arriba cogiendo aire, y con la cara empapada del flujo de su madre la miraba estupefacta, como si no se creyera lo que estaba viendo.
Me agarré la polla y la oriente hasta la extensa raja de Carmen que estaba empapada. De un empujón entró entera en su vagina perfectamente lubricada.
—Diosss, como me gusta! Gritó sin con ansiedad moviendo el culo.
Comencé a dar embestidas pausadas para sentir su desesperación.
—Joder, no seas cabron! Más deprisa! Masss! Me increpaba moviendo su extenso culo.
Mi polla seguía como un roble y chapoteaba en el interior de la mojada vagina, creo que después de haberse masturbado con un calabacín, mi polla le sabía a poco. Jadeó como una loca y no sé si se volvió a correr o era una corrida continua. Yo miraba a su culo y cada vez lo deseaba más. Saqué la polla del coño y puse el capullo empapado en el centro del culo. Estaba tan obseso que no me preocupe de dilatarlo. Apreté con ganas y Carmen gritó.
—Diosss, que cabron eres!
Mi polla abrió su esfínter y penetró con profundidad arrastrando la carne de su recto. No se cómo lo hizo, pero con la polla insertada en el culo, tiro de las piernas de Lucía hasta colocarla de muslos abiertos ante su cara.
—Yo también quiero probar tu coño, hija! Le dijo con un deseó incontrolado.
Hundió la cara entre los muslos y pude ver cómo Lucía abría la boca y los ojos como si le hubieran dado un calambrazo.
Volví la mirada al culo de Carmen, algo que me excitaba de una forma continua, y comencé a embestirlo como si quisiera rompérselo.
—Te gusta esto, zorra! Te voy a reventar el culo!
Le gritaba sabiendo que no obtendría ninguna respuesta. El afán por comerle el coño a su hija la superaba.
Los jadeos de Lucía aumentaron ante la intensidad de las chupadas de su madre y no pudo aguantar los temblores y cortos gritos ahogados cundo su coño se mojó de nuevo.
Carmen levantó la cabeza para tomar aire y no se cortó en su nueva verborrea.
—Vamos cabron! Reviéntame el culo!
Sentí como el intenso y caliente semen corría por mi polla hasta salir disparado llenando su recto. Fue una sensación brutal sentir un chorretón tras otro hasta que mi polla dejó de manar.
Con la respiración agitada me dejé caer hacia atrás con la polla empapada mientras Carmen también se tumbaba con el culo completamente abierto soltando semen.
Esas vacaciones fueron sensacionales, Carmen provocaba que me la follara dos o tres veces al día en cualquier parte de la casa, y no dejaba que me fuera a la cama sin haberla dado una buena sesión de culo. Le gustaba tragarse mi polla y lo hacía a menudo tan solo por el hecho de mantenérmela dura. A Lucía le encantaba vernos, y a parte de echarla un buen polvo diario, su madre le comía el coño a diario hasta dejarla exhausta.
Volvimos de las vacaciones a nuestros quehaceres cotidianos, pero los fines de semana me iba a casa de mi novia y me pasaba las horas sumido en un sexo desbordante follando con las dos.