Mi polla volvió al letargo antes de que Lucía apareciera por la cocina y cuando llegó ya estaba la mesa puesta. Comimos y después de recoger nos fuimos a nuestras habitaciones.
—He notado a mi madre muy contenta!
—Creo que le ha gustado el detalle de que le ayudara a preparar la mesa.
Contesté intentando justificar la amplia sonrisa de Carmen.
—Me alegro de que os llevéis bien. Temía que discutiríais a los cinco minutos de llegar.
—Yo también lo pensaba, pero como bien dices, tu madre ha cambiado mucho, y para bien.
—Creo que le están gustando tus atenciones de caballero medieval, jajaja.
—¿Crees que la debo rescatar de la torre?
Le dije para seguirle la broma.
—¡No estaría mal!
—Lo mismo cae rendía en mis brazos!
—Jajaja! Eso sí que no me lo perdería!
—No crees en un apuesto caballero como yo?
—Pues sí, creo que le gustas, para mi sorpresa! Si no te importa, sigue coqueteando con ella. Me gusta verla contenta y creo que tú lo estás consiguiendo!
Ahora el sorprendido era yo, no sabía hasta donde llegaba el coqueteo que suponía Lucía, ni tampoco hasta donde pretendía que llegara.
—Tendré que repartir mi cariño con las dos! – le dije incidiendo sobre el tema – Dos besitos para ti, uno para ella!
—Jajaja! No está mala el reparto… si ella se deja!
—No te pondrás celosa?
—Jajaja! Para nada! Por verla así de feliz estoy dispuesta a ceder algún beso o alguna caricia… si a ella le gustan!
—Vale, pues luego se lo pregunto!
—Que tonto que eres! Crees que esas cosas se preguntan?
Yo seguía con las bromas a la vez que sondeaba a Lucía. Tenía que asegurarme que si me pillaba en una situación comprometida, como un beso o una caricia, pareciera algo del cariño que habíamos hablado.
—Es que no me quiero arriesgar a darla un abrazo con beso y me suelte una ostia!
—Jajaja! Eso sí que me gustaría verlo, aunque no creo que llegara a eso, supongo se tan solo se mostraría ofendida, pero como te decía, son los riesgos del atrevimiento!
Parecía que me había dejado claro que los besos estaban permitidos, incluso alguna caricia, mientras mi imaginación iba mucho más allá pensado en lo delicioso que sería follarme a su madre.
Después de la conversación, nos besamos con pasión devorándonos las bocas. No tardé en sentir su mano metiéndose en mi bañador para sacar mi polla, de nuevo erecta.
—Diosss, como me gusta tu polla!
Susurró mirando el hinchado capullo. Después de los dos calentones que había tenido con su madre me comenzaban a doler los huevos y tenía ganas de descargar una buena dosis de leche. Vi cómo su lengua rodeaba mi capullo, cómo lo lamía con una lascivia de perra caliente y salida, vamos, como a mí me gustaba. Su cuerpo apenas envuelto en el delicioso bikini naranja excitaba todos mis sentidos. Agarré sus tetas con deseo y las estrujé con lujuria.
—Que caliente me pones putita!
—Tú sí que me pones zorra, cabron!
(Nuestra verborrea habitual antes del sexo).
Abrió sus calientes labios y succiono mi capullo deseoso de entrar en esa cueva caliente y húmeda. Noté como la lengua lo lamía en el interior de su boca mientras su mano amasaba mis doloridos huevos. Me dio varias chupadas hasta sacarme algún gemido. Estábamos sentados en la cama frente a la puerta que se había quedado semiabierta. Lucía se había inclinado sobre mi regazo y su cabeza comenzó a bajar hasta engullir la mitad de mi polla, mientras yo la sobaba el duro culo que tenía. Levanté la cabeza con la boca jadeante y vi a su madre asomándose mínimamente por el resquicio que había quedado. Di un respingo y Lucía dejo de chupar.
—Tranquilo, esto solo es un aperitivo! – dijo ajena a la mirada de su madre – el resto te lo daré a mi vuelta!
Volvió a engullir mi polla y continuó chupándola empleándose a fondo. Carmen siguió apostada sin dejar de mirar la mamada que me estaba haciendo su hija. Después de apretarle el culo con ganas, subí la mano por su espalda hasta llegar a la cabeza y comencé a empujarla a un buen ritmo, quería que Carmen viera lo que le esperaba. La bajé de nuevo hasta el culo y retiré el hilo de tela buscando la entrada del esfínter. Metí la punta del dedo y noté como empezó a chupar más deprisa, sabía lo que eso la excitaba, y la reacción que produciría. Ella misma movió más el culo como indicativo que quería más estímulo. Profundicé en su esfínter poco a poco hasta introducir todo el dedo y pude ver a Carmen, ya más visible, con la boca semiabierta y cierto asombro dibujado en su cara. Imaginé que nunca había visto algo así y comencé a masturbar el culo de Lucía con lentitud, quería que viera como entraba y salía todo mi dedo. Ya era demasiado poderosa mi excitación y no pude aguantar más, mi polla explotó en la boca de Lucía soltando le varios chorros de leche. Comenzó a tragar sin dejar de chupar hasta que acabaron mis estertores. Las mamadas de Lucía eran excepcionales, sobre todo las últimas chupadas tragándose todo hasta dejarme la polla sin una gota. Había cerrado los ojos para sentir más ese final delicioso, y cuando los abrí, Carmen ya no estaba.
—Eres la ostia cariño! Pude decir entre jadeos.
—Me encanta comerte la polla y ver cómo te excitado hasta que me sueltas un buen chorro de leche!
Me quedé postrado sobre la cama con el bañador bajado y la polla colgandera mientras Lucía se iba al baño. Cuando volvió, todavía no se había serenado mi respiración. Se puso algo de ropa y se acercó para darme un beso.
—Mi madre está tumbada en el césped. Por qué no vas y le das un poco de marcha! Tardaré un par de horas y no quiero que se aburra y se ponga a pensar!
—Salgo como un caballero con la lanza en ristre, o me pongo el bañador?
—Jajaja! Mejor ponte el bañador, a ver si ve ese pedazo de polla y echa a correr!
Me dijo después de una carcajada.
—Dale un poco de crema, eso le gusta a todo el mundo!
—Por todos lados?
—Jajaja, por donde te deje, eso es cosa suya!
A Lucía cada vez la veía más desprendida y abierta, parece que no le importaba que le diera un buen sobo a su madre, o quizás suponía que ella no se dejaría.
Cuando me puse el bañador mi polla seguía medio erguida, parecía que la mamada no había sido suficiente para aplacarla. Lucía comenzó a reírse al ver que todavía se abultaban algo mi bañador.
—Jajaja! Eres increíble, parece que es difícil serenarte la polla!
—Crees que puedo salir así ante la señora Carmen?
Le pregunté de cachondeo.
—Bueno, a lo mejor disfruta mirando y se pone hasta caliente! Ya te he dicho que se va a tener que acostumbrar a verte el bañador abultado!
Las palabras de Lucía cada vez me alentaban más, parecía que estaba dispuesta, mejor dicho, parecía que me alentaba a poner caliente a su madre.
Salimos al jardín y se acercó hasta su madre que estaba postrada boca arriba sobre una toalla con las gafas de sol. Sus tetas se esparcían majestuosas sobre su torso y el pequeño tanga adornaba excitantemente el centro de sus muslos. Le dio un beso en la mejilla y
—Me voy al pueblo a solucionar esto. Me han dicho que son cerca de dos horas a si que divertiros hasta mi vuelta!
—Gracias hija! Tú soluciónalo y no te preocupes por nosotros, ya haremos algo!
Intenté no reírme al oír a Carmen mientras acompañaba a Lucía hasta el coche.
—Gracias cariño por ser tan comprensivo! Y lo dicho, dale un buen sobo con la crema para que se sienta bien!
—Tranquila cielo! Le daré un sobo tan bueno que querrá repetir!
—Jajaja! Río Lucía despreocupada y ajena a lo que estaba pasando.
Arrancó el coche, abrió las puertas automáticas y desapareció tras ellas. El sonido que produjeron al cerrarse me sonó a la campana de salida de la maratón de dos horas que iba a comenzar.
Cuando regresé a la piscina vi a Carmen tumbada, pero ya se había quitado la parte de arriba y sus grandes tetas al aire me volvieron a parecer maravillosas.
—Ya se ha ido?
—Si, y me ha dicho que le dé un buen sobo de crema!
—Ufff, quiero ese sobo, pero sin crema!
Me tumbé recostado a su lado disfrutando de la visión de su sensual cuerpo estirado sobre la toalla. Estaba deseando follármela, pero quería hacerla disfrutar primero hasta dejarla con tantas ganas que no quisiera parar. Ella se mantenía quieta, expectante, esperando a que yo tomara la iniciativa. Noté su respiración algo alterada viendo subir y bajar sus tetas, seguro que por los nervios que le producían esa situación. Acerqué mi dedo índice a su boca y lo pasé lentamente sobre sus carnosos labios semiabiertos, a la segunda pasada sentí su lengua húmeda lamiéndolo. Se lo introduje y lo chupó con deseó, como si fuera una pequeña polla.
Se lo saqué de la boca totalmente ensalivado y fui bajando lentamente por su barbilla, su cuello y sus maravillosas tetas. Le rocé un pezón y después el otro para sentir como se endurecían hasta ponerse como dos caramelos de fresa. Me estaba deleitando con la vista mientras sentía como mi polla martilleaba bajo el bañador. La mano de Carmen se fue acercando con timidez hasta llegar al inflado bañador, metió la mano por la parte de arriba y no tuvo que buscar mucho para encontrar la dureza aprisionada.
Me incliné acercando mi boca a la suya para besar sus sensuales labios mientras sentía ya sus dedos aferrados a mi polla. Introduje la lengua en su boca y la saboreé lentamente a la vez que amasaba sus grandes tetas con la mano. Ella intentaba reprimir sus deseos dejándose llevar por mi lentitud, pero podía notar su impaciencia en la mano que aferraba mi polla.
Chupé y mordisqueé sus labios el suficiente tiempo para bajar mi mano hasta el tanga. Pasé los dedos sobre el sintiendo los gruesos labios genitales, era delicioso sentirlos a través de la fina tela y logré arrancarla su primer gemido a la vez que mordía mi labio inferior, volvía a hacer gala de su extrema sensibilidad.
Dejé su boca para bajar a sus tetas, y comencé a chupar los gordos y duros pezones. Me sentí un sabueso Kendo de uno a otro, chupándolos, lamiéndolos, eran como dos cerezas coronando dos grandes tartas. Sus jadeos aumentaron y metí la mano bajo el triángulo del tanga para sentir la carne de los dos gruesos labios a la vez que succionaba con fuera uno de los pezones.
—Ahhh! Diosss! Como me gusta! Chupa más! Masss!
Como un autómata hice lo que me pedía, succioné esa gran cereza sonrosada a la vez que la mordisqueaba y aumentaron sus jadeos notoriamente. Era el momento adecuado para meter mi dedo en su extensa raja. Lo hundí entre los gruesos labios y sentí el calor y la humedad del interior de su vagina, una vagina grande y ardiente. Metí dos dedos para llenarla y penetraron con facilidad asombrosa. Seguía chupando sus pezones, yendo de uno a otro, pero mi mente ya deseaba bajar a esa cueva y saborear sus calientes jugos. Repté con mi lengua por su vientre hasta llegar a lo más alto de la tremenda rajá y volví a asombrarme al ver esos gruesos labios partidos con una raja que se perdía entre sus exuberantes muslos. Abrí la boca y devoré toda esa carne que se abultaban para finalmente meter mi lengua entera. Carmen se mordió la mano para no gritar cuando llenó mi boca con una cascada de flujo caliente. Me gustó su sabor y lo lamí como un perro buscando su clítoris, algo que fue fácil dado su estado de dureza. Esta un garbanzo duro y delicioso que tintinee con la lengua para después sorberlo con deleite. Otro gritó contenido precedió a una nueva bocanada de flujo que se esparció por mi cara.
—Diosss, que me estás haciendo potrillo! Me tiembla todo el cuerpo!
Su lenguaje con connotaciones equinas empezaba a gustarme y la contesté en la misma jerga. Dejé de chupar ese manjar para quitarme el bañador. Mi polla erguía como una estaca clavada en el bajo vientre.
—Este potro va a montar a la hermosa yegua!
Me tumbe con delicadeza sobre su cuerpo sintiendo como mi carné se adosaba a la suya. Orienté el miembro entre los abultados labios genitales y sentí como profundizaba entre ellos. Antes de que penetrara por completo se aferró a mi culo desnudo clavándome las uñas.
—Vamos potro, aprieta! La quiero toda la verga dentro!
Mi polla entró por completo en la jugosa cueva y sentí sus alterados jadeos sobre mi boca.
—Ahggg! Diosss! Que ganas tenía!
—Te gusta?
—Me encanta! Dale fuerte a esta yegua!
La recatada Carmen parecía haberse desatado con una furia increíble. Comencé a bombear metiendo toda la polla dentro a cada embestida y al momento sentí mi polla chapoteando dentro de su gran vagina. Se había vuelto a mojar y ya no sabía si había corrido dos veces o era una continua. Pare unos segundos para dejarla respirar.
—No pares! Sigue, sigue!
Me pidió cuando pudo hablar sin dejar de apretarme el culo.
Saqué la polla empapada y la induje a que se diera la vuelta.
—Quiero está yegua a cuatro patas! Le dije siguiendo su jerga.
Apenas tardó en coger la posición, ahora podía ver su gran culo abierto y el coño mojado asomando entre sus muslos. Fue una visión deliciosa antes de volver a clavarle la verga. Primero introduje dos dedos que se mojaron de inmediato. Los saqué y los pase por el centro de su hermoso culo que reaccionó de inmediato.
Introduje tan solo el capullo en su gran coño que parecía querer engullirlo. A la vez comencé a penetrar su esfínter con uno de los dedos mojados.
—Vamos! Vamos! No me tengas así!
—Tranquila, cuanto más dure más te gustará!
Su culo se abrió más rápido de lo que había pensado y todo mi dedo se perdió en su interior.
—Ufff, eso también me gusta!
Dijo sin preguntárselo moviendo sus caderas.
Comencé a pajearla el culo a la vez que introducía mi polla con lentitud en su coño.
—Ay dios mío! Que verga tienes! Jadeó sin parar de balancear su cuerpo.
—Te gusta, ehh!
—Si, síii! Mucho! También quiero chupártela como lo ha hecho mi hija!
Me dijo de repente, y me acordé que había estado viéndonos.
Esa sensual mujer me estaba poniendo salvaje y le clave toda la polla de un fuerte empujón.
—Ahggg! Diosss! Así es como me gusta!
La saqué lentamente sintiendo como su cuerpo ya temblaba. Su culo se había abierto tan generosamente que decidí meterle dos dedos. Comenzó a resoplar al sentir los dos dedos penetrando y aproveché para darle otra buena embestida.
—Ahggg! Dios mío! Que me estás haciendo! Me vas a volver loca!
Sabía que si la embestía varias veces seguidas se correría de nuevo y quise mantenerla en ese punto de deseo, pero que digo, yo estaba peor que ella. Quería metérsela por el culo y por la boca, quería hacerla de todo, pero mi estado de euforia solo me permitió embestir como un animal.
Fue un largo minuto en el que no paró de gemir y de gritar, todo su cuerpo se movía como un flan a cada empujón y sentí como se mojaba su coño de nuevo antes de que mi polla reventara.
—Ahggg! Diosss! Ahggg! Síii! Más fuerte!
Gritaba descontrolada cuando sintió mis chorretones llenando su vagina.
Cuando acabé se derrumbó quedando boca abajo sobre la toalla y todo mi cuerpo totalmente exhausto sobre el suyo. Jadeaba sobre su nuca sintiendo que me faltaba el aire, había sido un polvo bestial!
—Ufff, cariño, qué gusto, diosss! Que placer, como necesitaba algo así!
Me volteé para retirarme de encima de su hermoso cuerpo sudoroso y todavía excitado. Giró su cabeza para mirarme y acarició mi mejilla con una sonrisa totalmente placentera.
—Ufff, que potro que eres! Nunca me habían follado así, tengo el coño ardiendo y deseando que lo vuelvas a llenar con tu verga!