David disfrutó del sabor de aquella cerveza fría, mientras el aire del atardecer refrescaba su cuerpo desnudo. Se incorporó un tanto y cogió de una mesa al lado de la hamaca donde se hallaba recostado, una botella de wiski, en la que vertió un polvo blanco y después colocó varias hojas trituradas en una pipa que prendió con un encendedor.
Un denso humo verde subió lentamente y entonces David se sentó, mientras buscaba con la mirada a su cautivo cuñado.
-¡Ven aquí Scott, es hora de ser zombificado, acércate!-
Demandó el fotógrafo.
Fue cuando Scott apareció con tan sólo unos shorts como única prenda, descalzo, lleno de tierra, con un pico y una pala en su mano izquierda, mientras tiraba de una carretilla llena de extrañas flores amarillas y anaranjadas. -Sssi… Mi Amo… Hora de ser Zombificado… Zombificado… Zombificado…-
Repitió el norteamericano, con los ojos rojos, la cabeza caída hacia atrás y una expresión ausente.
David lo miró extasiado y deseó cogerlo con fuerza en aquel momento, sin embargo, primero resultaba vital inducir en el antiguo prometido de su hermana un nivel más de aquel estado de trance y completar así su esclavitud.
David pudo contemplar como el norteamericano había cultivado una amplia sección de la finca y cortado las plantas del diablo y Dieffenbachia, plantas con las cuales irónicamente David fabricaba las drogas que lo mantenían hipnotizado.
-Deja eso en el suelo y ven aquí Scott. Deja eso, después continúas con tu trabajo en la plantación. Deja todo en el suelo y coloca la carretilla junto a la raíz del árbol. Deja todo, deja todo, mi sonámbulo, así, muy bien esclavo. Ven aquí, ven con tu Amo, es nuevamente la hora de tu Zombificación. Debes ser castigado, debes ser zombificado.-
Ordenó David.
Scott acató el mandato y dejó las herramientas en el piso y recargó la carretilla rebosante de aquellas plantas contra el árbol.
-Sssi… Mi Amo… Hora de mi Zombificación… Hora de mi Zombificación… Hora de mi Zombificación… Sssi… Mi Amo… Quiero ser zombificado… Debo ser castigado por tratar de ser libre… Zombifícame… Destruye mi heterosexualidad de una vez… Quiero ser un zombi por completo… Quiero ser gay y tu esclavo por completo…-
Repitió el norteamericano, mientras se colocaba de pie delante de David.
-Eso es, así me encanta. “Somnámbulo”, duerme, entra en trance, te quiero totalmente en trance. “Duro como tablón”, “Sonambulismo de hierro”. Duerme, regresa totalmente a tu sonambulismo, a la hipnosis.-
Demandó el guapo fotógrafo.
-Dormido… En trance… Sonámbulo… Hipnotizado…-
Admitió Scott, mientras cerraba los ojos y su cuerpo se tornaba rígido y duro como una vara de acero.
David se colocó de pie a su lado y sirvió en un cuenco de barro una generosa cantidad de wiski de la botella adulterada. -Bebe ahora, bebe despacio, deja que la droga te hipnotice, te haga dormir, te vuelva sonámbulo, te convierta en un zombi. Esto destruye tu heterosexualidad, te vuelve gay por completo, te vuelve un zombi y mi esclavo por completo.-
Dijo David en un murmullo, a la vez que colocaba el cuenco en los labios del indefenso y atractivo norteamericano.
-Sssi… Sssi… Debo beber… Beber… Yo debo… Beber… Yo… Debo… Beber… Destruir mi heterosexualidad… Ser un zombi… Ser un esclavo por completo… Yo… Quiero ser gay por completo…-
Aceptó el ojiazul, con los labios a penas abiertos, a la vez que su manzana de adán se movía notoriamente a cada sorbo.
David lo obligó a beber todo el contenido y mientras Scott tomaba cada trago, los efectos de la narcosis y el estado de sumisión en el que se encontraba, parecieron incrementarse.
En cuanto el norteamericano consumió todo el alcohol, David se incorporó de la hamaca y le quitó el cuenco de los labios. Después cogió la pipa que expulsaba un pesado humo rojo y le dio una buena calada, para enseguida soplar aquella humareda directo al rostro del ojiazul que tosió fuertemente, pero que sin oposición inhaló toda la mezcla.
David continuó lanzando el humo sobre la cara de Scott, para enseguida coger una especie de tambor y claves africanas, mismas que empezó a tocar con un ritmo fuerte y veloz.
En respuesta el norteamericano comenzó a bailar al ritmo del tambor y a inhalar más profundamente el humo, mientras se quitaba los shorts y quedaba completamente desnudo para su Amo. -Soy un zombi… Estoy sonámbulo… Estoy en trance… Estoy drogado… Completamente bajo tu poder… Estoy hipnotizado… En trance… Soy un zombi… Estoy siendo zombificado… Estoy dormido… Completamente hipnotizado… Drogado… Sonámbulo… No tengo mente propia… Mi mente está en blanco… Soy tu esclavo… Tu eres mi Amo… Yo debo obedecer… Soy un zombi… Un sonámbulo… Y obedeceré… Obedeceré… Haré todo lo que ordenes y mandes… Todo… Todo…. Yo lo haré… Yo… Yo… Soy un zombi… Zombificado… Estoy zombificado… Zombificado… Sonámbulo… Hipnotizado… Zombificado… Mi Amo… Eres mi Amo… Soy tu esclavo Zombi… Tu esclavo sonámbulo… Tu esclavo hipnotizado… Estoy siendo zombificado… Estoy siendo zombificado… Soy Sonámbulo… Soy sonámbulo… Soy sonámbulo… Estoy siendo zombificado… Estoy en trance… Totalmente en trance… Estoy hipnotizado… Yo estoy Hipnotizado… Estoy siendo zombificado… Y zombificado Yo obedezco… Sonámbulo… Hipnotizado… Zombificado soy tu esclavo… Yo… Soy un zombi… Soy un sonámbulo… Soy tuyo y obedezco.. Ordéname mi Amo… Ordéname… Soy un zombi… Un sonámbulo… Un esclavo hipnotizado… Un hombre zombificado… Listo para obedecer y cumplir tus órdenes… Mi Amo… Mi heterosexualidad es destruida, ahora soy gay…Soy homosexual… Mi Amo…-
David aplaudió gustoso e incrementó la intensidad del humo,, aunque retiró la pipa de su boca y roció con la mezcla todo el rostro de Scott, a la vez que aumentaba el ritmo y velocidad del tambor.
-¿Lo disfrutas verdad?, ¿Disfrutas tu nueva vida como zombi?, ¿Disfrutas que yo te zombifique?, ¿Disfrutas ser mi esclavo?-
Inquirió David.
El norteamericano bailaba sensualmente, mientras exhibía sus músculos y una mueca de satisfacción poblaba su rostro. -Sssi… Sssi, mi Amo… Sssi… Disfruto que me zombifiques… Disfruto que me hipnotices… Disfruto que me tengas sonámbulo… Disfruto que me tengas drogado… Disfruto que me tengas en trance… Disfruto que me conviertas en un zombi… Disfruto ser tuyo… Disfruto ser tu esclavo… Disfruto que me ordenes… Ssssi… Yo… Disfruto que me conviertas en tu esclavo… Mi Amo… Yo…. Yo… Yo… Yo soy un Zombi… Yo soy un zombi… Un sonámbulo… Yo soy un sonámbulo… Yo soy un Zombi… Yo estoy bajo tu poder, mi Amo… Disfruto que destruya mi heterosexualidad… Disfruto que me conviertas en un zombi homosexual…-
Afirmó Scott.
Ahora que estás sonámbulo, que estás zombificado eres homosexual, ahora eres gay, ahora eres mío. Me perteneces y lo disfrutas, disfrutas pertenecerme y ser homosexual. Disfrutas ser un zombi, disfrutas ser mi esclavo. Disfrutas ser mío, dilo, ¡dilo!-
Indicó David.
-Sssi… Yo Estoy zombificado… Estoy sonámbulo… Yo soy homosexual… Soy gay… Soy tu esclavo… Soy tuyo… Sssi… Estoy en trance… Y te pertenezco… Disfruto ser gay… Disfruto pertenecerte… Disfruto ser zombificado… Disfruto ser tu esclavo… Disfruto ser tuyo… Mi Amo… Lo disfruto…-
Aceptó Scott perdido en las drogas y en aquel estado de trance.
-¿No volverás a oponerte a mí Scott?-
Cuestionó el fotógrafo, mientras rociaba nuevamente el rostro del hipnotizado norteamericano.
-No… Mi Amo… Nunca me opondré otra vez a tus deseos, disfruto estar así… Zombificado… Sonámbulo y drogado… Disfruto que me tengas hipnotizado… Disfruto que me tengas en trance… Disfruto ser tu esclavo… Disfruto ser tu esclavo… Disfruto ser homosexual y ser tuyo… Te pertenezco y puedes hacer lo que quieras conmigo…-
Contestó Scott sin ninguna inflexión en su voz.
David recordó esas tres semanas maravillosas. Mediante sus instrucciones posthipnóticas consiguió que Scott y su insufrible hermana tuvieran una pelea monumental. Después obligó al norteamericano a renunciar a su trabajo y nombrarlo a él, albacea de todos sus bienes y dinero.
Scott rompió con su hermana, puso en venta el apartamento y al cabo de diez días David pagó un vuelo privado a Brasil. Gracias a su trabajo y habilidades hipnóticas David había conseguido altas sumas de dinero, pues su talento para dominar la mente de otros era un negocio bastante lucrativo especialmente entre colombianos y mexicanos.
David había comprado una finca bastante amplia, al menos unos 2000 metros cuadrados en la exclusiva Angra Dos Reis, una isla privada en la costa atlántica de Brasil.
Una mansión en un sitio paradisiaco, donde podía cultivar sus plantas narco hipnóticas, experimentar a placer con Scott y llevar al máximo sus nuevas artes de vudú, hipnosis y control mental.
Scott no paraba de danzar al ritmo de los tambores, al tiempo que la hipnosis, el trance, el sonambulismo y las mezclas destruían cada vez más su voluntad.
-Olavento locorado, por el poder de la hierva del diablo, ahora yo te he doblegado, Phatmatos, marcarado, ahora en un zombi te he transformado… Etos adverado, el poder de la hierba del diablo te ha zombificado… Espíritus inmundos les invoco, Phatmatos locorado alaismo, ahora estás en un profundo sonambulismo. Y por el poder de Asmodeo , ahora yo soy tu Amo y Patrón. Phatmatos locorado, este embrujo está sellado. En esclavo gay te he transformado.-
Repitió David aquel extraño conjuro.
-Yo te tomo como mi Amo… Tu eres mi Bökor… Ahora soy tu zombi… Tu sonámbulo… Tu Esclavo… Yo obedezco tu voluntad… Tu voluntad es la mía… Un zombi soy… Mi Amo… Mi mente… Mi cuerpo… Mi alma… Te pertenecen… Ahora y por siempre… Amo…-
Respondió Scott, al tiempo que se arrodillaba a los pies de David.
El fotógrafo estaba extasiado por lo conseguido hasta hora. Después de tomar el avión a Brasil, pasó una semana con Scott en Río de Janeiro, aunque tuvo cuidado de ocultar su estado sonambúlico a los demás huéspedes y empleados, mas aun así gozó de seis días fenomenales en el Hotel Windsor Plaza Copacabana. Las dosis de drogas que fabricó antes de viajar a USA fueron más que suficientes, junto con sus técnicas hipnóticas. Consiguió que ambos pasaran por una pareja gay sin mayor problema, no obstante, sus cálculos fallaron un poco, de hecho la situación estuvo a punto de salirse de control.
David había salido por algunos productos químicos para mantener drogado a Scott, pues el norteamericano al no estar acostumbrado al calor del Brasil, traspiraba más, y las drogas se quemaban con mayor rapidez que en USA.
David se confió. Lo dejó solo en la habitación y se entretuvo mientras paseaba por Río de Janeiro, adquiría sus productos y examinaba a otros prospectos para su futura colonia de zombis.
Fue cuando el norteamericano se libró del influjo de las drogas y estuvo a punto de echar todo a perder.
David hizo una mueca de molestia, pero lo recordó todo y no pudo evitar sentirse orgulloso del poder obtenido sobre Scott.
-¿Qué?, ¿qué pasa?, ¿Dónde estoy?, ¿Dónde estoy?, ¿cómo llegué aquí?-
Dijo Scott, mientras despertaba mareado y abruptamente del trance, desnudo y solo en el pen-house del hotel Windsor Plaza Copacabana.
El norteamericano movió su cuello de un lado a otro, todo el cuerpo le pesaba, sentía adormecidas las piernas y brazos y la cabeza le fastidiaba como una piedra. Su vista se encontraba borrosa y sentía la cara algo adormecida, no obstante, el efecto se desvaneció rápidamente.
-¿Dónde estoy?, ¿Dónde me encuentro?-
Volvió Scott a inquirir desconcertado a nadie en particular, pues la enorme suite se hallaba vacía.
El norteamericano se sentó en la cama, sin entender que ocurría. Era obvio que se encontraba en un hotel de lujo. La vista aún lo traicionaba, pero comenzó a ver más y más claro a cada momento.
“Windsor Plaza Copacabana”. Leyó en el dosel de la cama.
Luego de unos minutos sintió que la cabeza y la vista se despejaban por completo y consiguió ponerse de pie, aunque el mareo regresó enseguida. Consiguió detenerse de la cama y tuvo que volver a sentarse. Todo le dio vueltas por un minuto y se vio obligado a recostarse hasta que el mareo pasó de nuevo.
Después volvió a incorporarse lentamente y logró ver el control del televisor.
Cogió el mando a distancia y encendió el aparato. Se sorprendió al ver que era diciembre, “¡Diciembre!”. Recordaba que era noviembre, hace poco, además, “¡Windsor Plaza Copacabana!”. “¿Se hallaba en Brasil?”, “¿Cómo era eso posible?”.
Lo último que recordaba era estar en la cocina de su apartamento con David, su cuñado.
Movió la cabeza en negación. Recordó aquello. Ambos se habían puesto una borrachera extraordinaria, después él estaba desnudo en la cocina. Y besó a David. “¡Lo besó!”. Recordaba disfrutarlo. “¿Pero cómo?”. Él amaba a Karen, la amaba. “¿Qué estaba pasando?”, “¡Él no era gay!, ¡no!”.
El norteamericano se colocó de pie y caminó por la habitación. Encontró algo de su ropa y reconoció algo de las vestimentas de David, además que descubrió los pasaportes de ambos encima de una repisa.
Su mente se aclaraba poco a poco. Todavía era incapaz de conectar los puntos, pero logró escoger un bóxer aparentemente limpio, geans, camiseta y botas.
Se calzó y vistió. Buscó la llave de la habitación, pero era claro que no se acertaba por ningún lugar.
Scott pensó por un momento que hacer, se aproximó al teléfono y pensó en llamar a Karen, a su hermano en Nueva York, a sus amigos. Pero no recordaba los números “¿Y cómo les explicaría que estaba en Brasil?”.
Tomó su pasaporte y pensó en abandonar de inmediato el hotel. Iría a la embajada, pediría ayuda y en cuanto sus ideas estuvieran más claras llamaría a USA. No tenía dinero, pero bajaría al obi y les diría que pidieran un taxi. Era obvio que David había hecho algo para secuestrarlo, llevarlo hasta Brasil.
“¿Cómo lo había hecho?”, “¿Lo había drogado?”. Era incapaz de recordar nada de las últimas semanas.
Su mente estaba cada vez más despejada y pensó en rebuscar entre las cosas de David. Encontró una faja de dólares y reales brasileños.
Scott salió al pasillo y aprovechó que un par de chicas esperaban el elevador. Ingresó con ellas y mientras lo saludaban, una de ellas le preguntó por su novio.
-¿Mi novio?-
Regresó Scott con confusión.
-Sí, el fotógrafo. Su novio es un excelente fotógrafo. Se ve que están tan enamorados.-
Dijo una de las chicas cuya piel era bastante morena.
-Vaya que sí, y es una lástima. ¡Porque ambos son muy sexis!-
Agregó su compañera, una rubia despampanante, mientras le lanzaba una mirada lasciva.
Las puertas del ascensor se abrieron y Scott bajó rápidamente. A travesó el obi sin acercarse a la recepción, aunque logró escuchar que el encargado lo llamaba en un muy mal inglés.
Scott salió a la Avenida Princesa Isabel, pero no pudo evitar que la luz del sol veraniego del Brasil lo deslumbrara. No supo a donde ir, mas pudo contemplar en la cercanía la exótica playa Leme.
Todavía seguía desorientado, sin embargo no perdió el tiempo y buscó un taxi que lo sacara de allí. Lo importante era alejarse y evitar que su cuñado pudiera encontrarlo.
Después de unos minutos un coche se detuvo y pidió que lo llevaran al Aeropuerto Internacional de Galeão. Pensó que desde la terminal podría llamar a la embajada, ya que si su cuñado lo encontraba, él estaría nuevamente en peligro.
No recordaba absolutamente nada, no obstante, era evidente que David había hecho algo para secuestrarlo. Sin duda lo había drogado, “¿de qué otra forma podría haber acabado desnudo en un cuarto de Río de Janeiro al otro lado del mundo?”
“¡Un momento!, ¿desnudo?, ¿acaso David había abusado de él?. “¡No eso no podía ser”.
Él no era gay, “¿Cómo había David conseguido tener sexo con él?”. Sin embargo, pensó en la escena de la cocina y no pudo olvidar el gran apetito sexual que sintió en ese momento por su cuñado.
Scott negó con la cabeza y su expresión de confusión debió ser bastante notoria, pues el taxista le preguntó si se hallaba bien. Scott afirmó en inglés y pidió al taxista que se diera prisa. El chófer se incorporó a la autopista y le indicó que el aeropuerto estaba cerca.
Scott sintió de pronto una vibración en los geans y descubrió entonces que un móvil se encontraba en el bolsillo trasero.
Lo sacó con cuidado y lo observó con desconfianza. Dudó en responder, pues el teléfono le era extraño y no reconoció el número.
El teléfono volvió a timbrar, pero Scott notó entonces que era una lada de Usa. Con algo de duda respondió la llamada.
-Hola, ¿Quién habla?-
Cuestionó con ostilidad.
Una gama de extraños sonidos se olleron al otro lado del auricular, como una estática de radio. Inconexa, acompañada de varios pitidos y zumbidos. Scott sintió un nuevo mareo y como el cuerpo y cabeza le pesaban otra vez.
Trató de colgar la llamada o separar el auricular, pero no pudo hacerlo. Impotente notó que su mano parecía un hierro sólido y era incapaz de soltar el teléfono.
Los zumbidos y pitidos eran cada vez más fuertes y taladraban su cerebro. La estática incrementaba y la rapidez de los sonidos también. Scott consiguió escuchar entonces una frase, una palabra, que se repetía sin cesar.
El norteamericano no pudo distinguirla en un primer momento, pero tras un minuto de oír la estática y los extraños pitidos lo logró
“Somnámbulo, somnámbulo, somnámbulo, somnámbulo”.
La palabra se repitió una y otra vez y sin que Scott se diera cuenta, su cabeza volvió a clavarse en el pecho, mientras aquella extraña cacofonía proseguía por casi cinco minutos.
-¿Dónde estás?-
Inquirió la voz de David en el teléfono.
-En un taxi… Rumbo al Aeropuerto Internacional de Galeão…-
Respondió Scott con un débil murmullo.
-Vaya. Dile al taxista que cambiaste de opinión. Pídele que te lleve a la Playa de Ipanema. Vamos, sé bueno. Y compláceme, ¿Lo harás?, recuerda que te gusta, que disfrutas complacerme.-
Dijo David con una voz suabe y sugerente.
-Sí, lo haré… Sí… Lo haré…-
Aceptó Scott en una fase superficial del trance.
-Bien eso es. Compláceme, tú lo disfrutas mucho. Te sientes muy bien, relajado. Disfrutas sentirte así, con la mente en blanco, sólo feliz por complacerme. Colgaré y harás eso, me complacerás. Scott te sientes tranquilo y relajado, muy tranquilo y relajado. cuando te deje allí el taxi, caminarás al Posto 9. Comprarás con el dinero que tomaste bronceador, un traje de baño y una mochila, te lo pondrás, guardarás la ropa, el teléfono, el dinero en la mochila y te tenderás en la playa a tomar el sol de lo más normal del mundo, pero estarás en trance. Lo disfrutarás, disfrutarás estar en la playa, casi desnudo. Verás las olas del mar, te concentrarás en ellas y mientras las miras, caerás más y más en trance. Yo te encontraré en media hora y hasta que llegue actuarás normal, aunque estarás en trance, pero no entablarás mucha conversación con nadie, sólo lo esencial para ser educado.-
Indicó David.
Scott asintió. Sí, haré lo que digas… Ssí…-
Enseguida el fotógrafo terminó la llamada.
-Por favor, olvide lo del aeropuerto… Lléveme a la playa… Regrese, lléveme a la playa de Ipanema…-
Pidió Scott en voz pausada, pero concisa.
El taxista lo vio con extrañeza, pero no preguntó nada. Cambió el rumbo y regresó a la zona turística. Después de unos minutos dejó al norteamericano en el acceso. Scott pagó con torpeza, pero el dinero fue exacto, pese a que el ojiazul se encontraba bajo la influencia de David.
El taxista lo observó alejarse e internarse en la playa, aunque notó que llevaba los ojos rojos, “Seguramente estaba drogado”, normal en aquella época del año, “Un turista más”.
Scott caminó hasta el Posto 9, pero antes compró en un puesto un traje de baño bastante masculino una botella de bronceador y una mochila de lona. Una vez estuvo en la sección de la playa conocida por ser para los más guapos, se desvistió y se colocó aquella prenda, a la vez que guardaba mecánicamente las cosas en la mochila.
Enseguida Descalzo, anduvo por la playa y tal como David se lo había ordenado, se tiró a broncearse .
Algunas mujeres y hombres se acercaron a conversar con el irresistible norteamericano, pues un cuerpo escultural y bien definido era todo un agasajo. No obstante, Scott sin ser grosero, sólo aceptó algo del bloqueador de una rubia, pero rechazó educadamente a todos y se dedicó como le había sido ordenado a contemplar las olas del mar.
Cada ola se llevaba su deseo por escapar, por alejarse, por recuperar su voluntad. Era tan relajante verlas, tan relajante. Su mente estaba en blanco. Scott disfrutaba del calor, de estar semidesnudo en la playa, el sonido y el movimiento de las olas lo eran todo.
Ver como bajaban, ver como subían, disfrutar del calor, de la arena, del sol. Scott olvidó a dónde iba, a dónde se encontraba, porque quería irse. Sólo existían las olas, sólo existía lo que David había ordenado.
Tan sólo habían pasado quince minutos y el norteamericano se encontraba nuevamente sumergido en un profundo trance, pues las instrucciones posthipnóticas de David eran fuertes. Quizás las drogas habían perdido efecto, pero el fotógrafo colocó en su otrora cuñado, una batería de técnicas hipnóticas bastante poderosas, listas a ser activadas en una situación de contingencia.
-Bien, veo que estás aquí y hiciste lo que te dije.-
Pronunció contento el fotógrafo, cuando se sentó al lado de su cuñado en la playa.
-Ssí…-
Afirmó el norteamericano sin inflexión alguna.
David tomó la mochila y se inclinó sobre Scott. –“Somnámbulo, Somnámbulo, Somnámbulo”. Regresa a tu sonambulismo, “Duro como tablón”. Regresa a la hipnosis, regresa a tu trance. Duerme profundamente.-
Murmuró el fotógrafo a Scott en el oído.
El norteamericano clavó la cabeza en el pecho y sus ojos se tornaron totalmente rojos. -Ssí… Mi Amo… Estoy sonámbulo… Estoy en trance… Dormido… Haré lo que me digas… Lo disfruto…-
Admitió la inducción el ojiazul.
-Ven, levántate, vamos. Sígueme, vamos, vamos a la sección gay, que debo hipnotizarte más.-
Indicó David en un murmullo.
Scott se tensó notoriamente y dudó en acatar la instrucción de David. -Yo… Yo, yo… No… No… Yo no soy gay…-
-David se volvió a inclinar sobre su cuñado y murmuró a su oído. –“Somnámbulo”, “Duro como tablón”, “Trance de Hierro”. No te resistas, tranquilo, nada te pasará. Te sientes relajado, lo disfrutas. Complacerme. Deja que tu mente se quede en blanco y vuelve a tu sonambulismo totalmente, deja que tu mente quede en blanco y vuelve a la hipnosis, al sonambulismo. A tu trance.-
Dijo David, mientras soplaba en el oído de Scott.
-Sssi… Hipnosis… Mente en blanco… Disfrutar… Sonámbulo… Sssi… Debo ser sonámbulo… Estar hipnotizado y disfrutar… Haré lo que me digas…-
Repitió Scott, aparentemente sometido.
-Bien, eso me encanta, que respondas bien. Vamos levántate y ven, vamos a la sección gay.-
Volvió a pedir David.
Scott se incorporó lentamente y David sonrió con satisfacción. El fotógrafo se colocó de pie también y disfrutó cuando Scott lo siguió sin oponer resistencia. En cuanto estuvieron en el Posto 8, ambos buscaron un área despejada, aunque fueron sujetos de más de una mirada lujuriosa de parte de los hombres que yacían en aquella sección de la playa.
David llevó al norteamericano hasta una palapa un poco apartada y vacía, donde lo ayudó a sentarse. De inmediato extrajo de su cangurera una botella de jugo, la cual le pasó a su indefenso cuñado.
-Bébela, bébela despacio, pero bébela toda, es lo que te hace disfrutar.-
Dijo David, mientras acariciaba las desnudas piernas de Scott.
El norteamericano tomó la bebida sorbo a sorbo, lentamente. Su manzana de adán se movía a cada trago y sus labios, delgados, pero extensos, David ansiaba probarlos nuevamente.
-“Somnámbulo, Somnámbulo, Somnámbulo, duerme, regresa al sonambulismo absoluto, a la hipnosis profunda. Cae en trance, vuelve a ser mi esclavo. Sé mi esclavo otra vez. Tú lo disfrutas. Disfrutas estar bajo mi poder, disfrutas ser mi esclavo.-
Scott soltó el frasco, el cual cayó suavemente en la playa. -Sssi… Mi Amo… Sonámbulo… En trance… Con mi mente en blanco… Soy tu esclavo… Dime tus órdenes… Haré lo que me digas… Yo lo disfruto… Disfruto estar bajo tu poder… Disfruto ser tu esclavo… Disfruto estar en trance…-
Repitió Scott para el alivio de David.
-Excelente, eso es. Me diste un buen susto estuviste a punto de escapar, me alegra ver que respondiste bien a las órdenes posthipnóticas de emergencia. ¿Por qué querías escapar?-
Preguntó David, que sin descaro exploraba el cuerpo de su sonámbulo cuñado.
-Yo… Yo… Tú me secuestraste mi Amo… Tuve miedo… Yo no soy gay… Yo… Yo soy hetero… Yo…-
Dijo Scott con algo de nerviosismo.
-No, “Somnámbulo”, “Duro como tablón”, “Trance de Hierro”, tú eres mi esclavo. Estás en trance, estás sonámbulo, estás hipnotizado. Estás drogado. Sonámbulo, hipnotizado, en trance, drogado, eres mi esclavo. Y como mi esclavo eres gay, eres homosexual. Y lo disfrutas.-
Repitió David aquella sugestión.
-Sssi… Estoy sonámbulo… Estoy hipnotizado… Estoy en trance… Estoy drogado… Y lo disfruto… Lo disfruto… Soy tu esclavo… Y como tu esclavo soy gay… Y lo disfruto… Soy homosexual y lo disfruto…-
Repitió el norteamericano con algo de satisfacción.
-Dilo otra vez. – Pidió David mientras acariciaba el grueso miembro de Scott.
-Soy tu esclavo… Y tu esclavo es homosexual… Yo soy tu esclavo… Yo soy homosexual… Yo soy gay y lo disfruto… Lo disfruto… Sssi… Mi Amo… Eres mi Amo… Y yo soy tu esclavo sexual… Tu esclavo gay… Estoy hipnotizado… Sonámbulo… Soy gay… Mi Amo…-
Dijo Scott nuevamente bajo el control de David.
David comenzó a besarlo, acariciarlo y explorarlo sin nada de pudor. Scott correspondió al acto y plató un beso cargado de pación a su Amo. El norteamericano recorrió con deseo las piernas de David y apretó con lujuria los pezones y el miembro del fotógrafo.
David gruñó en conformidad. -Tendré que castigarte por tratar de escapar… Eso no se hace esclavo. Jamás debes tratar otra vez de huir de tu Amo, jamás debes tratar de traicionarme o ignorar mis órdenes. ¿entendiste?-
Le dijo a Scott, mientras chupaba su cuello.
-No lo haré… Jamás volveré a escapar… Jamás ignoraré o desobedeceré tus órdenes… Tú eres mi Amo… Jamás te traicionaré… Yo soy tuyo… Nunca volveré a tratar de escapar de ti mi Amo… Sssi… Mi Amo debe castigarme… Sí, Amo… Yo te desobedecí… Mi Amo… Yo te debo mi voluntad… Te traicioné mi Amo… Castígame mi Amo… Quería volver a ser libre… A ser heterosexual… Pero no volverá a suceder… Yo soy tu esclavo otra vez… Tu esclavo sonámbulo… Tu esclavo gay… Soy homosexual totalmente ahora… Yo Lo disfruto… Mi Amo… Yo disfruto ser tu esclavo… Yo disfruto complacerte… Disfruto que me drogues… Disfruto estar en trance… Disfruto ser tuyo mientras usas mi cuerpo… Castígame mi Amo… Castígame por tratar de ser libre… Drógame más para destruir la heterosexualidad… Vuélveme un zombi absoluto… Quiero ser tu esclavo para siempre… Quiero ser un sonámbulo gay por completo… Quiero dejar de pensar… Quiero ser un zombi… Ser un sonámbulo para siempre… Estar drogado todo el tiempo… Hipnotizado… Quiero ser gay… No me dejes escapar… Destruye mi heterosexualidad… Esclavízame por completo mi Amo… Soy tuyo y puedes hacer lo que quieras conmigo, no volveré a oponerme…-
Dijo Scott para la sorpresa de David.
Fue cuando David supo que el norteamericano estaba listo para la siguiente fase de esclavitud y que aquel intento burdo de rebelión, sólo fue un fútil conato de la heterosexualidad derrotada por recuperar el control de la voluntad.