Me presento, soy profesor de lenguaje y literatura de secundaria desde hace muchos años y desde que existen las redes sociales cuando algún estudiante me pregunta si lo puedo agregar a sus redes, les digo que cuando se gradúen me pueden enviar la solicitud, generalmente a esa altura pierden el interés, pero de vez en cuando vuelvo a tomar contacto con algunos. Esto pasó hace un par de años con una joven que quería clases particulares para su prueba de ingreso a la universidad.
Todo comenzó cuando me llegó un mensaje a IG.
-Hola profe cómo está tanto tiempo cómo está.
-Bien, trabajando cómo siempre intentando que mis alumnos aprendan algo y no se duerman mientras hablo.
-Pero profe no sea así, yo me dormía en su clase porque su voz siempre me ha parecido muy relajante, además siempre me dormía muy tarde y sus clases eran muy temprano, perdón.
-La verdad es que prefiero que se duerman a que hagan desorden en la sala, si al final, sus notas reflejarán su esfuerzo.
-Usted no cambia profe, siempre tan serio, pensé que ahora podríamos tener una relación un poco más cercana.
-Lo siento, soy así, es parte de mi encanto.
-Es verdad usted es así, no cambie.
(Marcela era una estudiante promedio académicamente hablando, sin embargo, su cuerpo es otra cosa, de contextura media, 1,60 de estatura, piel muy muy blanca, muslos gruesos, caderas anchas lo que acentúa su cintura, senos más bien pequeños, acordes a su cuerpo y otros detalles que comentaré más adelante).
Eso fue nuestra conversación, no le di mayor importancia, ya que, este tipo de interacciones son bastante comunes, pierden el interés y no hablan nunca más, la verdad es que soy bastante distante y aunque fuera alguna alumna que me llame la atención nunca doy el primer paso, me siento mal al ser tan mayor “entrándole” a una chica tan joven, generalmente tienen 18 años (tengo 39 años y en ese tiempo tenía 36 o 37) son cosas mías y no juzgo a nadie que piense de forma distinta, además, siempre me ha funcionado ser así.
El próximo mensaje me pilló por sorpresa, pero la verdad es que siempre respondo cuando alguien me habla, y siempre les digo a mis ex estudiantes que si tienen alguna duda o pregunta que me la hagan y siempre que tenga tiempo, les responderé.
-Hola profe, le puedo pedir un favor.
-Claro, dígame tengo tiempo ahora.
-Cuál es la diferencia entre estilo directo y estilo indirecto.
-Eso lo vimos en primero medio, pero hasta a mi se me olvida cuando lo dejo de enseñar (se lo expliqué de la forma más resumida y clara posible).
-Gracias profe por fin lo entendí, estaba leyendo la definición en internet y no entendía nada.
-¿De dónde viene este interés tan repentino por la gramática?
-Lo que pasa es que me estoy preparando para dar la prueba de ingreso a la universidad y lenguaje es mi materia más débil. Está bien si le hago preguntas cuando no entienda algo, usted siempre ha sido mi profesor favorito.
-No es necesario que mienta, siempre que pueda le ayudaré, pero la tercera pregunta ya no será gratis jajaja (dije como broma, sin embargo, la respuesta no me la esperaba).
-Uy profe, es que tengo muchas dudas, no sé cómo le voy a pagar porque no tengo mucho dinero ahora. ¿Se le ocurre cómo le podría pagar?
Ahora me tocaba responder y la verdad es que no sabía qué decir y mientras más tiempo pasaba, más probabilidades había de que ella sintiera que la estaba rechazando y no quería perder esta exquisita oportunidad, así que…
-Se me ocurre alguna forma, hace tiempo que no la veo y no tengo ninguna foto suya, podrías enviarme algunas fotos como pago y así también tendría un recuerdo de mi alumna favorita, en principio no era una propuesta tan indecente y podría salir si es que no estaba entendiendo bien las señales (soy pésimo dándome cuenta de esas cosas).
-No sea mentiroso profe, yo no soy su alumna favorita, pero me parece un pago justo.
De pronto aparece una foto en el chat, ella en ropa interior desde la cama, sacada desde arriba estilo selfie, su rostro en primer plano, sus ojos casi negros a juego con su pelo negro lacio derramándose sobre su cuerpo casi desnudo, por fin podía ver mejor sus senos, que fuera del uniforme eran mucho más grandes y apetecibles de lo que recordaba, su ropa interior color verde claro resaltaba lo níveo de su cuerpo juvenil. Realmente pensé que el coqueteo duraría un poco más, pero al parecer la pequeña Marcela había esperado esta oportunidad hace algún tiempo. Y antes de que pudiera responder algo, me escribe.
-Ahora si soy su alumna favorita?
-La verdad es que si Marcelita, ahora sí es mi alumna favorita.
-Me encantaba cuando me decía Marcelita, recuerdo una vez que me dijo- se ve muy bien con ese peinado Marcelita – mientras ponía su mano sobre mi cabeza, esa vez me puse tan caliente que me tuve que arrancar al baño para poder tocarme y cuando pensaba que estaba durmiendo realmente me estaba tocando mientras escuchaba su voz e imaginaba que me hablaba al oído solo a mi, no sabe cuantas veces acabé escuchando sus historias o cuando explicaba cualquier cosa, la verdad es que no le ponía atención a sus palabras, solo su voz.
-Nunca me di cuenta que le pasaban esas cosas, ojalá lo hubiera sabido antes, le hubiera ofrecido unas clases particulares, quizás así hubiera puesto más atención, dije para bajar un poco el tono de la conversación, ya que, su agresividad me estaba poniendo un poquito incómodo, cosas mías, cuando no llevo la iniciativa me descoloco y claramente el control lo tenía ella.
Otra foto, esta vez ya no podía ver su cara, estaba tumbada de espaldas y su sostén había desaparecido, sus pechos se veían preciosos, al no ser tan grandes se mantenían en su lugar, sus pezones rosados y una aureola pequeña invitaban a jaguar con ellos, se veía que los había estimulados o estaba muy excitada, sus piernas flexionadas con las plantas de los pies en la cama hacían ver sus muslos más gruesos mientras su mano izquierda desaparecía dentro de sus bragas.
-Nunca dejé que se diera cuenta profe, porque lo conozco y sé que no hubiera hecho nada, por eso esperé hasta salir, ahora puede hacer lo que quiera porque soy legal. Ahora necesito pedirle un favor, mándeme un audio para poder acabar con lo que estoy haciendo.
Tenía que intentar volver a tomar el control de la conversación aunque la verdad sabía que era imposible, ella me tenía en sus manos y podía hacer lo que quisiera conmigo, así que le envié el audio que me estaba pidiendo.
– Marcelita, no sabes lo caliente que me pusieron sus fotos y necesito darte unas clases particulares para enseñarte TODO lo que no aprendiste cuando estabas en mi sala.
Su respuesta fueron unos gemidos ahogados y el sonido húmedo de sus dedos al jugar con su sexo mientras aceleraba el ritmo al terminar.