Soledad es mi amiga desde hace muchos años, pero primero fue mi cuñada, era la mujer de mi hermano mayor. Con ella siempre tuvimos cierta afinidad de mujer a mujer, nos contamos todo y nunca nos dio pudor cambiarnos la ropa o quedar en tanguitas una delante de la otra, nunca la mire con morbo ni con ojos de deseo, hasta hace unos días atrás, nos estábamos probando ropa las dos solas en mi habitación y en momento cuando detuve mi vista en la cola de ella note lo hermosa que le quedaba la tanga negra, en esa cola redonda y forjada en el gimnasio.
Sentí como mi cuerpo me jugaba una sensación distinta, nunca había sentido nada de atracción por una mujer, menos por Sole, pero me dejé llevar por el impulso de mi cuerpo y la abrace por la espalda, tomando su cintura, moviendo mis manos para acariciarla.
Ella no decía nada, solo se dejaba acariciar y lo único que cambió fue su respiración, estábamos entrando en un terreno desconocido, ella se da vuelta y nos besamos, fue el beso más intenso que sentí, nos tiramos en la cama y nos arrancamos las tangas, me acosté sobre ella y la besé desde los labios bajando por sus hermosas tetas, y no me detuve más, seguí bajando por su vientre hasta su vagina, le practique sexo oral, mientras ella se estremecía del placer y tuvo un hermoso orgasmo que me dejó los labios y la boca con un sabor muy rico, la verdad nunca lo había probado, nunca había tenido una experiencia así, cuando se incorporó del orgasmo, me dio las gracias y me dijo que ella no era de estar con mujeres pero que le había encantado, y que quería probar más y que ella también quería probar de mí cuerpo, pero tuvimos que dejarlo para otro día, porque ya era hora de irse a trabajar.
Continuará…