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Sin comerlo ni beberlo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

1

Martín trataba en vano de esquivar los golpes que una y otra vez caían sobre su cuerpo. Apenas sin visión ya que un certero derechazo de Fernando le había abierto la ceja, intentaba zafarse de aquella pelea en la que, sin saber muy bien porqué, se había visto envuelto.

2

Una hora antes, justo antes de que empezase la clase de matemáticas, Fernando había interrumpido en el aula gritando su nombre y tras amenazarle de muerte frente a toda la clase, le emplazó a ajustar cuentas una vez que terminasen las clases de la universidad.

Por más que le daba vueltas a la cabeza no tenía ni idea del porqué de esta situación. Que él supiese no le había hecho nada a Fernando, de hecho, esta era la primera vez que hablaban. Repasó en su cabeza las últimas interacciones con Lucía, compañera de clase y hermana de Fernando, pero tampoco halló nada, ni dicho ni hecho, que le hubiera hecho merecedor de tal comportamiento por parte del hermano de esta.

Durante la hora que duró la clase de matemáticas fue consciente de cómo todas las miradas una y otra vez recaían sobre él, incluso la del profesor. La única persona que no le miró, de hecho, ni siquiera levantó la vista del libro de matemáticas fue Lucía, quien, roja como un tomate y con los ojos anegados en lágrimas contaba los segundos que faltaban para terminar la clase y poder salir huyendo de aquel lugar.

Por primera vez el sonido del timbre anunciando el fin de la clase no fue precedido por una sinfonía de ruidos compuesta del sonido de sillas arrastrándose y conversaciones más o menos altas entre los integrantes de la clase. Esta vez fue diferente, está vez reinó el mayor de los silencios hasta que Lucía recogió sus libros y abandonó la clase dispuesta a encerrarse en los lavabos.

Una vez esta abandonó la clase, todos los teléfonos móviles se desbloquearon prácticamente al unísono y los pulgares de sus compañeros comenzaron a una danza frenética sobre las pantallas de los celulares. Martín, incapaz de moverse, aún se preguntaba que coño estaba pasando allí.

Viendo que nadie tenía intención de explicarle nada abandonó la clase en busca de Carlos, su mejor amigo, que se encontraba en el aula de al lado a ver si este podía decirle de una vez por todas que estaba sucediendo.

3

— ¡Joooder! —le soltó Carlos nada mas verle salir al pasillo. — Dicen que Fernando sabe quién es y que le va romper la cabeza.

— ¿Qué se supone que he hecho? —las palabras se le atragantaron en la boca y apenas consiguió liberarlas.

— ¿Cómo? ¿Eres tú?

— ¿Yo? ¿Pero qué coño pasa? —suplicó deseando poder enterarse de algo.

— Joder… ¿No has visto el WhatsApp del grupo del curso?

— No sé de que me hablas, me he dejado el móvil en casa y no tengo ni idea de a qué te refieres.

Carlos tomó del brazo a Martín e hizo que le acompañase fuera de la facultad. — Dale al play —. le dijo una vez se hubieron sentado en uno de los bancos de la plaza.

Martín hizo lo que su amigo le pidió y el vídeo comenzó a reproducirse.

4

— Ven aquí —. Decía Lucía sentada en la cama con los pechos al aire llevando únicamente puestos unos pantalones vaqueros. Acto seguido una gran polla hizo aparición en escena y sin necesidad de que se lo pidiesen de nuevo, se introdujo en la boca de Lucía. Esta se dejó hacer y comenzó a felarla. Los movimientos de su cabeza fueron aumentando poco a poco la intensidad haciendo que su garganta se fuera abriendo para adaptarse al tamaño de aquella polla. Cuando unas manos tomaron su cabeza, Lucía dejó que su partener ajustase tanto el ritmo como la profundidad de la mamada que le estaba suministrando.

Por forma en la que la polla salió de la boca de Lucía cualquiera podría darse cuenta de que de seguir así un poco más, no habría aguantado mucho más y toda la simiente se hubiese descargado en la cavidad bucal de Lucía, pero al parecer, su partener tenía otros planes.

Empujó de los hombros a Lucía quién se recostó sobre la cama mientras se mordía los labios sin dejar de mirar la polla que estaba apuntando al techo de la habitación. Sin mediar palabra, giró sobre si misma y se colocó de rodillas sobre la cama dándole la espalda a su compañero de juegos. Sin desabrochárselo, tiro de su pantalón vaquero hacia abajo lo justo para descubrir su culo y apoyando los pechos en la colcha se lo ofreció a su amante.

5

El primer puñetazo que recibió Martín fue el que más le dolió. A posteriori no supo decir si fue porque le pilló completamente desprevenido o porque le llegó en el justo momento en que la polla iba a tomar el control de coño de Lucía, pero lo cierto es que a partir de ese momento la disputa tenía un final claro y no sería favorable para Martín.

Fernando salió de la facultad buscando a Martín por todos lados ya que le habían dicho que le había visto salir y al verle sentado en el banco, sin mediar palabra alguna, descargó toda su rabia en un derechazo que le abrió la ceja al indefenso Martín, que aún se preguntaba que coño tenía que ver todo aquello con él.

Incapaz de defenderse ya que aquel primer puñetazo a traición le había dejado completamente mareado, trataba en vano de esquivar el resto de golpes que caían sobre él y tirándose al suelo, adoptó una posición fetal para proteger su cuerpo de la lluvia de puñetazos y patadas que le lanzaba Fernando.

No sabría decir cuánto tiempo estuvo tirado en el suelo recibiendo golpes, los segundos parecieron horas y los minutos se convirtieron en días hasta que finalmente, entre Carlos y otros cuatro estudiantes consiguieron separar a Fernando de la masa sanguinolenta en la que se había convertido Martín.

Mientras Carlos ayudaba a levantarse a su amigo, Fernando, tras escupir al suelo se volteó y se marchó de allí atravesando el pasillo que le hicieron el coro de espectadores que habían sido testigos de la brutal paliza.

6

Cuando tres horas después Lucía llegó a su casa se encontró a su hermano esperándola en la entrada de su habitación.

— ¿En qué narices estabas pensando? —soltó este cuando Lucía se adentró en su habitación.

— ¿Acaso crees que he sido yo? —contestó — Ha sido la hija de puta de Vanessa. Me pidió el móvil para mirar no sé qué chorrada y la muy zorra entro en la galería y vio el vídeo. No podía haberlo visto y ya, no… la muy asquerosa lo tuvo que enviar por WhatsApp al grupo de la clase. La pienso matar cuando la vea.

— Pero… ¿Por qué no lo borraste al momento?

— Joder, me puse tan nerviosa que le di a borrar y con las prisas y los nervios le di a borrar "sólo para mí" en lugar de "a todos". La cagué y bien

— Joder que sí. A estas horas el vídeo estará por todas partes y te habrá visto todo Dios —. sentenció Fernando.

— ¿Martín? ¿Por qué Martín? —preguntó Lucía extrañada.

— Alguien tenía que cargar con las culpas. ¿O prefieres qué se supiese la verdad? —viendo que su hermana no decía nada Fernando continuó explicándose. — Físicamente somos muy parecidos y así todos los que nos conozcan pensarán que era Martín con el que salías follando en el vídeo.

— ¿Sabes? —preguntó Lucía mirándole fijamente a los ojos. — Me he puesto super cachonda cuando te he visto "defender" mi honor. ¿Por qué no lo repetimos? —le pidió arrodillándose sobre la cama. — Esta vez no tenemos porque grabarlo en video.

FIN

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