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Siendo sumisa
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Este es uno de mis recuerdos favoritos, de las primeras veces que deje que un hombre me dominara e hiciera conmigo lo que quisiera. Este y otros (muchos) encuentros más forjaron lo mucho que me gusta que me sometan, me peguen y me den órdenes.

Sucedió hace unos años, contaba con 25 años y vivía sola, y eso significaba que disfrutaba de mi soltería y cada fin de semana desfilaban diferentes hombres por mi cuarto. Uno de mis favoritos era Tony. Nos conocimos en un antro, un shot y dos besos después ya íbamos en el taxi rumbo a su casa, sus manos ya iban dentro de mi pantalón y nuestras bocas estaban pegadas. Llegamos a su departamento y en ese momento las cosas cambiaron, entramos a su cuarto y pude ver ligas y cuerdas en el piso, bajo la cama, también alcancé a ver una venda de ojos negra, de satin y unas esposas. Tengo que admitir que me dio mucho miedo, y aun así mis calzones estaban empapados y mi vagina me pedía que terminara lo que empecé.

Tony se dio cuenta que veía con recelo las esposas "Jugamos?" me preguntó. Levante las manos y puse las muñecas juntas, estaba dentro y el miedo se estaba alejando, mientras que la excitación no me dejaba pensar muy bien. Tony tomó las esposas y me las puso, dejando mis manos en mi espalda. "Tenemos que usar una palabra segura, que te parece 'rojo'". Asentí repitiendo 'rojo, rojo, rojo' en mi mente. En un instante su semblante cambió, se acercó a mi y me ordenó que me quitara los tacones y me acostara en la cama, boca arriba. Obedecí temblando un poco de calentura, mi corazón estaba a mil por hora y sentía como se enfurecían mis pezones. Con fuerza me quitó el pantalón y me abrió de piernas. No me di cuenta en qué momento se quitó la ropa, y podía ver qué estaba erecto. Se arrodilló entre mis piernas y con el glande me acariciaba el clítoris, sobre la ropa interior "No puedes gritar, ni gemir" me dijo cuando deje salir un suspiro "por cada ruido que salga de tu boca, te daré un castigo, de acuerdo?" Asentí con la cabeza, no sabía a qué se refería con castigo pero aún no quería averiguarlo. Siguió acariciándome, subía sus dedos por los piernas, y con la otra mano desabrocho mi blusa y libero uno de mis pechos, el pezón rozo sus dedos y mi blusa, sensación que me hizo estremecer y soltar un leve gemido.

"Te dije que no podías hacer ruido" me dijo mientras se ponía de pie, mis piernas y mis pezones se quejaron, necesitaban sus caricias. "Te toca un castigo, ponte de rodillas" me dijo, casi a gritos, me volví a espantar pero obedecí. Inmediatamente sentí un golpe en el culo, justo en medio, fue obvio que fue con un cinturón de cuero y sentía claramente cómo se me calentaba la piel y se enrojecía. Extrañamente, también sentí los comienzos de un orgasmo, cosa que me pareció fascinante y sin poder evitarlo, volví a gemir. Esta vez, sin avisar, sentí de nuevo el golpe, ahora más abajo, golpeó también mis piernas y llegue a sentir un poco de escozor cerca de mi vagina. "Para por favor… me voy a venir" dije con voz entrecortada, nunca me imaginé que dos cinturonazos bien dados me iban a dejar al borde del orgasmo y no quería que pasara, quería prolongar el placer.

Supongo que Tony me leyó la mente porque no me castigo aunque me atreví a hablarle. Me empujó boca abajo sobre la cama y se sentó encima de mi mientras abría las esposas. Sentía claramente su verga entre mis nalgas e instintivamente las levanté, dejando que se abrieran un poco y si verga pudiera entrar más. "Quieres que te la meta por ahí, putita?" me preguntó al oído, y yo solo pude asentir, me daba miedo hablar y que con otro golpe el orgasmo se apoderara de mi. Cuando me libero de las esposas sentí como arrancaba mis calzones, dejando mi culo al descubierto, y aún me tenía sobre la cama, sentado encima de mi, tentándome con la punta de su verga entre el culo y la vagina, tentándome a gritar o a gemir. Me volvía loca, me mordía los labios y trataba de entregarme al placer. Sentí como se levantó, escuché como chupo sus dedos y después los metía lentamente en mi. Uno, dos, tres… cuando metió el cuarto exploté. Tuve mi primer orgasmo y, obviamente, gemí y grite de placer.

Sentí como se levantó y esperaba que me dijera que me tocaba castigo, que me golpeara, me volviera a amarrar o cualquier cosa. No esperaba sentir, de golpe y con algo de dolor, como metía su verga erecta y mojada en mi culo. De golpe y sin avisar. Grite de dolor y después gemí de placer, me encanta que me den por el culo, me hace sentir muy sucia y sexy. Levantó mis caderas sin dejar de penetrarme, de manera que quede en cuatro. Sin perder el tiempo comencé a acariciarme el clítoris, buscando el orgasmo. "No te puedes tocar, si sigues así te va a tocar castigo" me moleste un poco y decidí no hacerle caso. Estaba acerándome al orgasmo cuando sentí como dejo de penetrarme. El vacío repentino me alejó del éxtasis en el que estaba. "Te dije que te iba a castigar, ahora, boca arriba y cierra los ojos" obedecí a regañadientes, la palabra 'rojo' se hacía cada vez más grande en mi mente.

Sentí como amarro mis pies a las patas de la cama, dejándome con las piernas totalmente abiertas. También me esposo de nuevo las manos, esta vez dejándolas frente a mi. "No abras los ojos, si los abres… ya sabes" dijo mientras daba un golpe con el cinturón en el colchón. Inmediatamente me excite otra vez. Batalle con la idea de abrir los ojos, solo para sentir la caricia de cinturón una vez más, pero me contuve. Por lo menos hasta que sentí como me penetraba duro y fuerte, cada vez más y más rápido. Sentía como su vergota entraba y salía de mi, como acariciaba mi clítoris casa que salía y me empujaba cada que entraba, sumida en el éxtasis del cogidon que me estaban dando olvide todas las reglas, abrí los ojos y grité "Ay si papi, si, cógeme, hazme tu puta" dije mientras me acercaba al orgasmo. Detuvo todo movimiento, pero no dejó de penetrarme. Pellizco mis pezones hasta que me dolió, mirándome a los ojos esperando que me atreviera a gritar. No lo pude evitar. Bajo la cabeza y mordió fuertemente cada uno, comenzando a moverse otra vez dentro de mi. La mezcla de sensaciones me empujo y tuve un orgasmo enorme, sin abrir la boca ni los ojos. Deje que la sensación me recorriera mientras disfrutaba como se sentía su verga dentro de mi mientras mi vagina pulsaba. "Quieres otro verdad zorra? Quieres que te vuelva a hacer que te vengas?" no abrí los ojos, pero asentí. Sentí de inmediato un cinturonazo en los pechos. Los pezones me ardieron y en el momento en el que se calmaba el ardor, los metió en su boca, uno por uno. Mientras, seguía penetrándome y cada vez se movía más rápido, más fuerte, sentí que estaba a punto de terminar. Abrí la boca y saqué la lengua. "Te los quieres tragar perra" me susurró. Bombeo y me pellizco unos minutos más y justo cuando estaba sintiendo las contracciones de un nuevo orgasmo, me saco la verga y la apuntó a mi cara, viniéndose enseguida. Logre tragar lo que me caía en la boca, mientras que con la mano limpiaba lo demás. No quería desperdiciar.

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