Después de haberle hecho sexo oral a Rodrigo en las escaleras de su edificio. Nos vimos la siguiente semana. Pasamos todos esos días hablando sobre lo que pasó y me invitó a un hotel. Yo me negué porque a pesar de lo que sucedió, me daba miedo tener sexo con él.
Igual lo acompañé de nuevo a uno de sus partidos de fútbol y después fuimos a la casa de su abuela. Me dijo que entráramos e inconscientemente accedí. Entramos a su habitación, en la casa estaba su primo, a quien saludé y entré directo a la recámara.
Rodrigo puso un poco de música, me ofreció agua y estaba sentado frente a su computadora mientras hablábamos. No sé cuál fue el impulso que me llevó a hacerlo pero me levanté de la cama y me senté en sus piernas. Nos empezamos a besar mientras él me tocaba los senos. Yo tenía un pantalón blanco, una blusa escotada y sandalias. Mis uñas iban pintadas de azul y tenía el cabello suelto.
Rodrigo se levantó y me llevó a la puerta de su closet. Me siguió besando. Me volteó y acarició mis nalgas, me dio una nalgada. Cuando intentó bajarme el pantalón yo me resistí. El siguió besándome un rato y después volvió a intentarlo pero mi respuesta fue la misma.
Yo tenía una combinación entre miedo y picardía. Así que él tomó su cinturón y me amarró. Así me fue desvistiendo mientras me tocaba y me masturbaba. Me señaló la cama y fui hasta ella y me senté, él me siguió. Apenas se me acercó le bajé el pantalón y me llevé su verga a la boca. Se la empecé a chupar unos minutos. Me encantaba sentirlo en la boca. Él lo sacó y me acostó. Yo solo tenía mi tanga puesta. Me mordió los senos y fue bajando por mi abdomen hasta llegar a mi vagina. Me echo la tanga a un lado y empezó a pasar su lengua suavemente. Ya yo estaba mojada y estaba disfrutando, me hizo un gran sexo oral pero cuando ya estaba cerca de llegar al orgasmo me asusté, recordé que él tenía novia y lo frené. Su insistencia no sirvió, no pude ir más allá, así que se acostó a un lado de mí viendo al techo.
Lo noté decepcionado. Haber llegado tan lejos sin poder hacérmelo tenía que ser frustrante. Intenté “enmendarlo” así que me levanté y me subí encima de él, le pedí disculpas y le dije que haría lo que él pidiera mientras no fuera penetrarme.
Me dijo “ponte en cuatro”. Así que me puse como me lo pidió. Se levantó de la cama y se paró frente a mí para que le hiciera oral. Empecé suave, quería disfrutarlo. Pasaba mi lengua por la punta de su verga en forma de círculos, lo masturbaba suave y lo veía a los ojos.
Tomó mi cabello, me metió su pene hasta el fondo. Cubrí con mi boca todo lo que pude su verga. Hasta que lo sacó y me preguntó “de quién es esa verga?”, le dije “mía”, e inmediatamente volvió a metérmelo entero. Eso lo repitió varias veces, mientras me daban arcada y mi rímel se corría debido a las lágrimas que soltaba. Cada vez que le decía que si verga era mía, me la hundía.
Seguí masturbándolo, se la mamaba rápido, a veces lento, le pasaba la lengua desde la base hasta la punta. Después chupé sus testículos. Yo estaba concentrada en su pene, lo sacaba de mi boca y lo veía de cerca, estaba enamorada de su verga. Podía sentir como me tomaba por el cabello, y también se inclinaba para darme nalgadas a cada momento. Mi culo estaba rojo.
Tengo que confesar que mi mandíbula dolía. Había pasado bastante rato mamándosela. Le dije “me vas a dar tu leche?”. Respondió “todavía no”. Le dije “la quiero, anda, dámela en la boca”. Pero él se dio cuenta de que estaba cansada y se rio. Me dijo “ya ves? No te dejaste coger. Ahora vas a mamar verga hasta que no puedas más”. Recuerdo que tomó su pene y me empezó a cachetear con él, me pegaba por toda la cara y me lo metía de nuevo en la boca. Tuve que pasar otro rato mamando, a veces paraba para descansar pero después seguía haciéndoselo rápido.
Hasta que él mismo tomó mi cabeza con ambas manos y empezó a moverse dentro de mi boca súper rápido. Al cabo de unos segundos lo sacó y se empezó a masturbar. Me dijo que abriera la boca y eyaculó. Podía sentir sus chorros de semen cayendo en mi boca, en mi cara y hasta en mi cabello. Una vez acabó me pasó el pene por la leche que había en mi cara y me la metió en la boca. Luego se lo seguí chupando unos minutos más para limpiar todo el semen que manchaba su verga.
Quedé sudada, cansada y caliente. Nos acostamos un rato antes de irme a mi casa.
Esa noche, después de llegar a mi casa, me masturbé como nunca. Estaba tan caliente que me masturbaba mientras le contaba lo que sucedió a una amiga. Sin embargo, después de eso no volví a ver a Rodrigo. Él se mudó de país y fuimos perdiendo contacto.