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Siendo amante de Rodrigo (Capítulo 1): Así lo conocí
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Tiempo de lectura: 3 minutos

A través de mi vida, he tenido varías experiencias sexuales que poco he contado. Solo un par de personas muy cercanas las conocen y hoy decidí sentarme a escribir un relato dividido en varias partes sobre una historia que se alarga por varios años.

Soy una mujer de 26 años que atrae miradas. Mi rostro es bastante lindo, con una nariz perfilada y una mirada sensual, mi cuerpo tiene bastantes curvas, un trasero que es lo mejor, según me dicen los hombres, además de una cintura muy formada y unos senos grandes y redondos. A pesar de eso, soy muy recatada.

Primero quiero contar cómo me convertí en la amante de Rodrigo, un chico que conocí a través de una aplicación de citas cuando tenía 18 años. A esa edad yo no salía sino a reuniones con amigas y planes tranquilos. Poco a poco fui conociendo a Rodrigo, quien tenía 21 en ese tiempo y empezamos a salir. A mí me gustaba, me divertía con él, era un chico delgado pero atlético y me la pasaba bien cuando nos veíamos. Sin embargo, mi problema con él es que tenía novia y trataba de engañarme con la típica excusa de que estaba mal con ella y estaban por terminar.

Yo tenía 18 años, pero no era tonta. Sabía que me estaba mintiendo y solo quería que yo fuera la otra. Realmente mi preocupación era que él me gustaba mucho y sabía que tener sexo con él haría que me gustara más, por eso evitaba ir más allá. Primero salíamos a centros comerciales o al cine, me gustaba poder besarme, que me tocara y sentirlo. Así era cada vez que salíamos juntos y después llegaba a mi casa desesperada a masturbarme y a pensar en que él me hacía el amor mientras lo hacía.

Mi juego de seguir saliendo y hacer cosas funcionaba porque él lo seguía. No me presionaba a tener sexo, pero jugaba sus cartas y poco a poco iba siendo más atrevido. Ya tenía la confianza de tocarme el trasero, apretarlo y de besarme de forma morbosa. La relación tomó otro nivel cuando me dijo que lo acompañara a su partido de fútbol. La cancha quedaba muy cerca de la casa de su abuela y se volvió una rutina ya acompañarlo y después ir a la residencia.

Aun así yo no entraba a la casa y nos quedábamos en los pasillos que siempre estaban solos. Los besos, los toques y todo lo que hacíamos me prendía. Creo que es el chico que mejor me ha besado en la vida y cada vez que sentía su lengua en mi boca la imaginaba en mi clítoris haciéndome sexo oral.

La primera vez que llegamos a algo sexual fue porque no aguanté y llevé mi mano a su pene. Él siempre era quien me tocaba pero esa vez no me resistí. Sentir cómo lo tocaba lo encendió de más y abrió mi blusa, sacó mis senos en pleno pasillo del edificio y empezó a chupar y morder mis pezones. La adrenalina y el muerdo de qué alguien pasara era increíble y luego paró y me dijo que lo acompañara.

Yo lo seguí por unas escaleras y llegamos a un lugar que parecía estar menos transitado en el piso de arriba. Solo había una puerta de un apartamento en el área. Se desabrochó su bermuda y sacó su pene. Lo tenía efecto y mojado; no pude evitar tomarlo entre mis manos pero le dije que se cerrara la bermuda.

Él no me hizo caso y me dijo que se lo chupara. Me arrodillé y vi de cerca lo que ya había visto por fotos cuando chateábamos. Me encantaban como se veían sus venas brotadas y su verga grande. Me la metí a la boca y empecé a mamar como una desesperada. Él me tomó por el cabello y me lo hundió hasta la garganta mientras me dio una arcada e hice ruido. Me dijo que hiciera silencio porque alguien podía escuchar pero igual me lo seguía hundiendo y yo aguantando.

Seguí haciéndoselo rápido para que acabara, ya que tenía que alguien nos pillara. No fueron más de cinco minutos cuando ya Rodrigo se vino en mi boca. Aunque intento sacarlo al momento de acabar no lo dejé y sentí como todo su semen entró en mi boca y tragué de una vez.

No fue el encuentro más erótico, pero recuerdo la adrenalina. Fue el inicio de una historia larga que seguiré relatando.

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