El verano está en su pleno apogeo, las calles de la urbanización desiertas a las cuatro de la tarde, el silencio roto por algunos pájaros que pían y vuelan en círculos buscando alguna sombra que les cobije del ardiente sol, en los jardines, algunos valientes se atreven a tumbarse en la hierba tomando el sol, mientras otros se refrescan dentro de las piscinas, alguna de ellas abarrotadas de niños que juegan y ríen dentro del agua, en el interior de las casas se recogen las mesas de las comidas familiares y se descansa del calor gracias a los aires acondicionados, leyendo o viendo la televisión sentados en los mismos sofás donde otros a duras penas pueden mantener los ojos abiertos.
Existen muchas historias diferentes dentro de las casas, quizás más ocultas, más inconfesables, historias que se revelan en la oscuridad de un pasillo al pasar en silencio por casualidad, sin la intención de mirar, sin querer fisgonear el interior de una habitación se hace visible para ti y por el quicio de una puerta mal cerrada, descubres lo que tan celosamente se guarda en su interior, allí en aquella oscuridad, ocultos de las miradas de los demás se realizan otras actividades más íntimas, más carnales y que ahora el protagonista de esta historia guarda celosamente algo de su intimidad con una servidora y que a partir de ese día yo misma soy la guardiana de un secreto prohibido, un secreto compartido, algo que difícilmente se podrá repetir… o quizás si, no lo sé, el tiempo lo dirá.
Dos semanas subiendo al piso de arriba a la misma hora mientras que el resto de la familia se baña o descansa, dos semanas de un descanso que se diluye en la habitación de mi hermano mayor, allí detrás de un sillón de cuero negro sin pensar que se le ha descubierto, está desnudo y recreando en su cabeza las imágenes porno que salen del pequeño ordenador que está encima del escritorio, solo algunos rayos de sol burlando el cierre casi total de la persiana clarean la habitación, lo suficiente como para ver a través un espejo enorme que preside el armario, dejándome ver como se masturba.
Algo en mi cabeza se está despertando, algo en mi interior que escapa a mi razón, que escapa cada vez más a mi control y tira de mí para que haga una locura, llevo dos semanas viéndole casi a diario como disfruta, como su pene se eleva hacia el techo como un coloso agarrado por su mano, llevo dos semanas viendo como estalla como un volcán y con varias erupciones entre gemidos lanza con fuerza y en cantidad una lava blanquecina, llevo dos semanas y mi cabeza me va a estallar, una electricidad invade mi cuerpo de punta a punta, mi cuerpo experimenta cambios en su interior, me siento húmeda, mojada en mi vagina detrás de la puerta observando aquella escena, escena con un protagonista, pero ¿por qué no ser dos?
Después de observarle durante varios minutos, hoy no me he podido aguantar y me sorprendo a mi misma con la mano por debajo de la braga de mi bikini, acariciando mi clítoris, le veo subir y bajar su mano por un pene enorme excitándome cada vez más, ya no solo miro, sino que participo con él, en su juego, en el deseo de placer y un pequeño gemido se me escapa al sentir como mis dedos penetran en mi vagina, un gemido que casi hecha al traste mi escondite, su mirada se dirige hacia la puerta a la vez que para los movimientos de una mano envuelta en saliva, por fortuna no me ha visto, por fortuna me escondí a tiempo y con la espalda apoyada en la pared continuo metiendo la mano por debajo de la braga con los dedos dentro de mi vagina, pero ahora la otra mano me tapa la boca para que no vuelva a escapar ningún gemido.
Estoy tan excitada, tan mojada que no me conformo con masturbarme yo sola, una idea continuamente me ronda la cabeza desde hace días, una idea horrible que quiero desechar al momento, pero que no puedo, no puedo dejar de pensar en él, en esa polla enorme dentro de mi vagina, poder gemirle al oído, poder besarle en los labios, poder darle lo que tanta ansia y lo que yo deseo, pero no puede enterarse, no puede saber nunca que fui yo.
Únicamente el ruido del ventilador de techo consigue arrancar el silencio que impera en la habitación, tras de mí consigo cerrar la puerta por completo sin que le alerte, en el suelo ya descansa el sujetador de mi bikini y dos pasos más hacia delante la braga mojada por la humedad de mis labios, me muevo con sigilo sin apenas hacer ruido y consigo ponerme detrás de él y sujetando una venda entre mis manos, consigo taparle los ojos mientras que de mi boca sale un shhh, solamente un shhh, repetidas veces un shhh.
Se ha alertado, ha parado de acariciar su pene y unas palabras salen de él, ¿Quién es?, intenta quitarse la venda, intenta revolverse, no obstante nuevamente le contesto con un shhh tranquilizador, un shhh mientras le beso los labios, su barbilla dentro de mis labios le va tranquilizando, pero sigue preguntando, ¿Paloma?, ¿eres tu Paloma?, ¿eres tu mi amor?, ¿Por qué me tapas los ojos?, a lo que yo le respondo una vez más con un cariñoso shhh.
Mis manos bajan suavemente por su cuello hasta sus hombros, mis labios van detrás dejándole el rastro de mi aroma y mis besos, ya no intenta quitarse la venda, ya no intenta levantarse y salvo por un respingo que da en el asiento después de que notara como mis manos se apoderan de su pene, que vuelve a subir y bajar suavemente por entre mis manos, shhh le vuelvo a chistar para que esté tranquilo, ya lo he conseguido, pero ahora intenta acaricias mi cuerpo, intenta palpar mis pechos, mis caderas, demasiadas pistas pienso, demasiadas pistas para empezar, y una vez más apartándome de él, resuena en la habitación shhh.
Mis labios siguen el recorrido de su cuerpo, dibujando cada centímetro de su piel, asegurando que tiene la venda bien puesta y me arrodillo delante de él, abriéndole las piernas para poder entrar entre medias, mis manos siguen subiendo y bajando su piel que se presta a que su erección aumente si cabe aún más y más cuando nota la humedad de mi boca en su glande, sé que siente como la punta de mi lengua recorre todo su contorno, para más tarde succionarlo solo un poquito, solo la punta de su glande mientras vuelvo a susurrar shhh.
Mi boca ya viaja de arriba abajo por su pene, mi saliva la envuelve y acaricio sus testículos que como dos bolas llenan la palma de mis manos, los gemidos de su boca, sus manos en mi pelo apretando mi cara contra él, su pene penetra muy dentro, no hay ningún shhh, solamente el sonido de alguna arcada cuando me llena hasta la garganta, mi cabeza sube y baja con más velocidad, me detengo y succiono su pene, siento su excitación por su respiración, por sus jadeos, por sus piernas apretando mi cuerpo.
Mis labios y mi lengua recorren todo su contorno, algunos mordiscos laterales con mis dientes, muy suave, lentamente descubro los sonidos de su placer, sus gemidos pidiéndome más, saboreo el líquido pre seminal que sale de su pene, me relamo de pensar que pasaría si me la metiera, una cosa era chupársela y otra muy diferente dejar que me follara y la idea no deja de rondarme la cabeza, una loca idea que no tendría marcha atrás y, sin embargo, deseo tanto, dejar que me penetre hasta que explotáramos de placer, una idea que había desechado desde un principio, pero que nuevamente empezaba a martillar la cabeza, una idea malísima y aun así estaba venciendo a la cordura que no paraba de decirme que ya no había marcha atrás, yo estaba mojada y sin bragas y él, con los ojos vendados.
Después de despedirme con mi boca de su pene, con una, dos y hasta tres incursiones tan dentro de mí que termine estrechándola con mis labios saboreando hasta el último centímetro de su glande, me levanté, salí de entre sus piernas y se las cerré con las manos mientras él giraba su cabeza intentando ver algo y nuevamente un susurro, shhh inundo la habitación cuando el interior de mis muslos rozan sus piernas a ambos lados.
Shhh, su pene una vez más está entre mis manos, que suben y bajan despacio por él y lo ponen recto, mirando a un techo sombrío, el roce de sus piernas por el interior de mis muslos va subiendo a medida que yo voy bajando hasta casi llegara sentarme sobre él, con mis piernas flexionadas busco con su glande la entrada de mi vagina, para que saboree la humedad de mis labios y vaya abriendo camino entre ellos hasta que llega a tocar la parte carnosa y suave y justo allí, de pie con mis rodillas flexionadas, me siento muy despacio, notando con placer como su pene empieza a penetrar en mi cuerpo por mi vagina y un shhh entrecortado, un shhh acompañado por más de un gemido, por más de un pequeño grito, un shhh perpetuo que lanzo a la vez que su lanza me va penetrando, como su glande como cabeza de puente se va hundiendo, atravesando un mar de placer, un fluido caliente que envuelve mi vagina.
Mis piernas se aprietan contra él, haciendo esfuerzos para ir levantando mi cuerpo y dejándome caer sobre su pene, el placer me invadía cada vez más, estaba tan mojada que su pene salía envuelto él los líquidos que mi vagina que dejaba escapar al exterior, los sonidos que inundan toda la habitación pertenecen al movimiento de mi cuerpo, al sonido del cuero del sillón rozando con nuestra piel, de su pene al meterse dentro de mi vagina, un sonido acuoso que acompaña a nuestros gemidos, entrelazándose entre sí y que solo son sofocados por los besos, por la unión de nuestros labios y el juego de nuestras lenguas dentro de nosotros.
Nunca pensé en que un día me dieran tanto placer, nunca pensé que ese sería el hombre que me haría despertar el placer más oculto hasta ahora para mí, un intenso gemido sale de mi boca al notar como su pene ha llegado tan al fondo que he dejado de besarle y mi cabeza y mi cuerpo se arquean hacia atrás, mi melena tocando sus rodillas y mis caderas en un movimiento hacia dentro y hacia fuera ya no permiten que su pene salga al exterior, solamente intento apretarlo más dentro de mí, presionándolo y succionándolo con mi vagina siento un placer increíble al igual que él, que ha aprovechado para ahora si tocar mis pechos, rodearlos con sus manos, lamer mi cuerpo sudoroso metiendo su cabeza entre ellos a la vez que mi cuerpo ya no me responde, mi cabeza se echa hacia atrás una vez más y como mi cuerpo empujando mis pechos contra él, soy enteramente suya, incapaz de moverme, los espasmos musculares atraviesan mi cuerpo a la vez que mis gemidos se han agotado, solo los gritos salen de mí, al principio gritos sin ningún sonido, pero después es él quien con un shhh me pide que no grite tanto.
Como no hacerlo, es imposible revelarme con lo que me está pasando, mi vientre me arde, mi vagina se inunda de tal manera que mi flujo se escapa cuando su pene entra y sale de mi vagina, sus testículos se bañan en mí y el sillón de cuero negro queda empapado. Soy incapaz de moverme, solamente él consigue con sus manos en mis caderas levantarme del sillón y me sienta en la mesa, empezando a penetrarme con fuerza, sus empujones son tan fuertes que hacen tambalear la mesa tirando todo lo que hay encima de ella, mis pechos no paran de bailar en mi cuerpo, mis gritos no han cesado todo lo contrario sin darme cuenta han aumentado tanto que me tiene que tapar la boca para que no continué, pero él no se queda atrás porque sus gemidos compiten ahora con los míos, ahora los dos siseamos sendos shhh, ahora los dos sentimos los orgasmos que recorren nuestros cuerpos.
Como una pistola de agua, inunda mi vagina con su semen, disparándome chorros de semen caliente a gran velocidad dentro de mí, la siento entrar, empotrarse contra mi carne, la siento unirse con el flujo que inunda mi vagina y cuando por fin termina la siento salir de mi vagina, resbalar entre mis muslos, en ese momento los dos estamos tremendamente sudados, nuestra respiración es un torrente de aires que no conseguimos mantener, nuestros corazones acelerados parece que se van a salir de nuestros pechos, le miro y le beso los labios, todavía con el pañuelo en sus ojos le susurro al oído shhh solo es sexo y con ese sonido recojo las bragas del bikini, vuelvo agacharme a la vez que abro la puerta a por el sostén y cierro la puerta tras de mí.
En el pasillo oscuro me pongo el bikini y sin que nadie me vea salgo a la piscina para darme un baño refrescante mientras pienso en lo que he hecho, la culpa y la vergüenza me quema y, sin embargo, no me arrepiento de nada, una hora más tarde, nerviosa y esquiva hablo con mi madre en la cocina mientras las dos tomamos un vaso de té helado, en ese momento entra mi padre haciendo carantoñas a su mujer, la besa el cuello tiernamente y con amor mientras la deja entre sus manos un pañuelo negro y la susurra al oído “Toma, te lo dejaste arriba, esta noche continuamos”, acto seguido sale por la puerta silbando y canturreando, lleno de vida perdiéndose en el jardín.
– Tu padre está cada vez más raro, hija, más raro y más viejo.
Miraba a mi madre con más nervios que antes, con más vergüenza que antes, sin tan siquiera poder mirarla a los ojos y reflexionaba.
– Más raro no sé, pero más viejo no creo mama.
De eso estoy completamente segura.