Pasaba de la una de la madrugada y estaba leyendo El Código Da Vinci en la cama de mi habitación. Sonó la musiquilla del Whatsapp, lo cogí y oí su voz. No sé por qué será pero el timbre de su voz me excita una cosa mala. Me preguntó:
-¿Estabas durmiendo?
Imaginé que quería jugar, le respondí:
-No, estaba leyendo.
-¿Está tu mujer contigo?
-No, está durmiendo en el piso de abajo. ¿Y tú marido?
-También está abajo. Pon la cámara.
La puse y vi su cara, sin pintura de ninguna clase, con su cabello corto por un lado y largo por el otro, con aquella nariz perfecta, con sus luceros que iluminaban con su brillo, con sus labios gruesos, sensuales… Se debía estar tocando porque se mordió el labio inferior. Eché la mano a la polla y le dije:
-Estás más bella que nunca.
-Adulador. ¿Quieres verme desnuda?
-Es lo que más deseo en este mundo.
Me dejó ver su cuerpo moreno. Estaba en su cama echada sobre una sábana color vino tinto. No tenía un cuerpo cualquiera. Sus tetas eran grandes, sus areolas oscuras y sus pezones gordos. Su vientre estaba lejos de ser plano, sus caderas eran anchas, sus piernas eran fuertes y bien hechas, su coño lo tenía rasurado, y su culo, que en ese momento no se veía, era una gozada de culo. Después de ver su cuerpazo entero, me mostró solo su cara y sus tetas. Le pregunté:
-¿Quieres que te quiera?
-Si, quiero que me quieras.
-¿Cómo?
Vi cómo sus manos se posaban sobre las tetas, cómo las magreaba, cómo llevaba la teta derecha a la boca y cómo lamía el pezón. Con su sensual voz, me preguntó:
-¿Te gustaría ser tú el que me comiese las tetas?
-¡Me encantaría!
Me puse perro, pues no es lo mismo fantasear con un pibonazo después de ver su cuerpo desnudo en una foto que verla desnuda mientras se toca y te habla. Mi polla soltaba aguadilla cómo si fuese una pequeña fuente.
-Dime cómo me las comerías.
La cámara enfocó las tetas y después solo su cara. Le hablé pausadamente.
-Te las cogería, las juntaría y lamería los pezones y chuparía tus areolas, luego te mordería las tetas suavemente, por los lados, luego te pasaría la polla mojada por los pezones y las areolas, te volvería a juntar las tetas y te las follaría. Después te las volvería a comer bien comidas antes de bajar a tu coño.
Vi cómo pasaba la lengua por los labios y cómo mordía el labio inferior… Era como si le estuviera haciendo lo que le iba diciendo. La cámara me mostró su rostro y sus tetas con los pezones tiesos cómo pitones. Mi polla ya soltaba aguadilla que mojaba la palma y los dedos de mi mano. El líquido hacía de lubricante. Al bajar y subir mi mano por ella imaginaba que era su coño mojado. Me dijo:
-¿Quieres ver mi coño?
-Quiero.
Me enseñó el coño. Lo estaba abriendo con dos dedos. El glande de su clítoris, gordo cómo un guisante, lo tenía fuera del capuchón, se metió el dedo corazón dentro de la vagina y después acarició el glande y comenzó a gemir, luego metió el mismo dedo en la vagina, lo sacó pringado de jugos, lo llevó a la boca y lo lamió con su pequeña lengua.
-¿Te gustaría comerme el coño?
-Lo que más.
-¿Cómo me lo comerías?
-Me metería entre tus piernas. Te abriría el coño con dos dedos y lamería de abajo a arriba, lentamente, te lo lamería treinta o cuarenta veces. Mi lengua se pringaría con tus jugos agridulces, espesitos. Ummm, después te levantaría las piernas y jugaría con mi polla en tu ojete. Te metería la cabeza y te follaría el culo solo con el glande hasta que me pidieses pan por señas. Después te follaría el coño y cuando viera que te ibas a correr volvería a meter mi cabeza entre tus piernas, te follaría la vagina con la puntita de la lengua, una, dos, cinco, diez, veinte veces, después te chuparía el clítoris y más tarde te lo lamería para pasar a lamer desde el ojete a clítoris, más y más aprisa hasta que te corrieras en mi boca.
Durante un tiempo solo oí sus gemidos, vi su cara de placer y vi cómo magreaba las tetas. Otra vez parecía que le estaba haciendo lo que le decía. Al volver a hablar fue para decir:
-¡Ay que me corro!
Supuse que se estaba dando dedo a mazo. Enfocó de nuevo su linda cara, y dijo:
-¡Ay que rico, ay que rico, ay qué ricooo! ¡¡Me corrooo!!
Vi su cara de gozo al correrse y de mi polla comenzó a salir leche cómo de un cazo cuando llega a la ebullición y no se quita del fuego.
Al acabar, le dije:
-Hacía tiempo que no me corría con tanta fuerza.
No se lo podía creer. Sabía que me llevaba mucho más tiempo correrme.
-¡¿Te corriste?!
-Como un lobo.
-¿Tan rápido?
-Es que me pones una barbaridad. Mira mi mano.
Le enseñé mi mano pringada de leche. Se mordió de nuevo el labio inferior y volvió a pasar la lengua por los labios. Después me dijo:
-Escucha.
Sentí el ruido que hacían sus dedos dentro de su coño. "Clash, clash. clash…" Después los quitó, me los enseñó pringados de jugos y acto seguido los metió en la boca y los chupó.
-¿Qué me harías ahora?
-Sabes que adoro tu boca, que adoro tus tetas, que adoro tu coño…
Ella quería otra cosa.
-¿Y mi culo? ¿Me comerías el culo?
-Si me lo dieras te lo devoraría.
-Todo tuyo.
Lo siguiente que vi en la pantalla fue su agraciado culo. Se había arrodillado y lo movía hacia los lados. Le dije:
-¡Me voy a hartar!
Abrió las nalgas con una mano, me enseñó el ojete y me dijo:
-Come.
Otra vez cambió el plano y enfocó solo su cara. Mi mano subió y bajó por la polla morcillona y resbalosa. Cerré los ojos, la apreté y empujé simulando que se la metía en el culo.
-Ya lo estoy comiendo. Sabe a vicio. ¡Me encanta que seas una viciosa!
Su cara reflejaba placer. Mi polla ya volviera a coger cuerpo debido a la paliza que le estaba dando. Volvió a la carga.
-Folla mi culo con tu lengua, golfo.
-Ya la estoy follando.
-Ahora méteme la polla en el culo.
-Te la meto. ¡Me encanta tu culo!
-¡Y a mi me encanta que te encante!
Dándole caña a mi polla, le dije:
-¿Gozas, preciosa?
-Sííí.
Al enfocar de nuevo se había dado la vuelta y enfocaba su cara y sus tetas. Me dijo:
-Fóllame el coño.
-Enséñamelo.
Bajó la cámara. La humedad brillaba en la piel morena de sus muslos junto al coño, coño que estaba empapado. Mi polla se endureció más de lo que ya estaba.
-¡Diosss! Qué cosa más rica.
Cerré los ojos y la meneé imaginando que la levantaba por la cintura y se la metía hasta las trancas. Me dijo:
-¡Dame duró, campeón!
-Ya te estoy dando, linda.
Movía tanto su cuerpo simulando que la follaba que parecía que la estaba penetrando. Poco después, me decía:
-¡Me voy a correr, José!
La polla me empezó a picar y a latir. Me iba a venir otra vez, le dije:
-¡Dámela, muñequita, dámela!
Con voz melosa me preguntó:
-¿Quieres qué te la de en la boca?
-Sí, y mírame cuando te corras.
Me estuvo mirando un par de minutos, par de minutos que yo dejé de menearla, ya que quería correrme con ella. Al ver que se iba a correr, le dije:
-¡Qué bella eres!
Sus ojos se cerraron de golpe y sus gemidos dejaron paso a los gritos de placer. Se corrió cómo una leona… Al abrir los ojos los tenía vidriosos. Cuando sus gritos acabaron fue bajando la cámara. Vi sus preciosas tetas con las areolas encogidas y los pezones erectos. Vi su ombligo y cuando creí que iba a ver su coño vi la cabeza de su marido entre sus piernas. Me volví a correr como un cabrón al tiempo que ella apagaba la cámara del Whatsapp.
Quique.