Tengo dos hermanos menores, ambos mellizos, tienen 25 años, blancos como la leche, estatura media y muy velludos (se parecen a mí en algunas cosas), nacieron fuera del matrimonio, siempre hemos tenido buena relación, han sido mis mejores amigos, y solemos vernos varias veces a la semana, pues vivimos cerca (mi padre fue tan sinvergüenza que se metió con la recepcionista del hotel en dónde trabajaba); mis padres y su matrimonio fracasado fueron el chisme del año.
Un sábado, mis hermanos llegaron temprano a mi casa, a las 6:45 am, más o menos, mi mamá había salido a trabajar muy temprano, yo tenía un sueño terrible, pero me tuve que levantar para recibir a mis hermanos que estaban ya en la puerta de la casa tocando como unos desesperados. Salí, los recibí, y lo primero que hicieron después de abrazarme fue irse a la habitación de huéspedes, ya que allí estaba una TV enorme, una computadora y una consola de videojuegos, (eran adictos a los juegos).
Mauro y Carlos (así se llaman), gracias a su prisa, olvidaron sus celulares en la mesa principal de la sala, yo los tomé de allí y me los llevé a mi cuarto, sabía que ellos no saldrían de la habitación de huéspedes en una o dos horas más o menos; al entrar en mi cuarto, me acosté, comencé a revisar mi celular y los de mis hermanos los coloqué a mi lado, pero, no aguanté la curiosidad y quise desbloquearlos para leer sus conversaciones.
El celular de Carlos estaba bloqueado, no pude acceder a su interior por ningún medio posible, pero el de Mauro (mi hermano más alegre y pícaro), estaba desbloqueado, y no sólo eso, al acceder a la pantalla, había dejado abierto un chat con Carlos, y según la hora de la conversación, fue a las 2:23 am.
En las conversaciones claramente se leía el anhelo de Mauro por tener sexo con mi otro hermano; Mauro, le decía que extrañaba el olor de sus testículos cuando llegaba a casa recién terminando de trotar, y que su vello púbico también lo volvía loco, y las respuestas de Carlos eran más secas, como inseguras, podía percibir que él no estaba tan entregado al pecado que estaban cometiendo, sin embargo, lo disfrutaba porque su pene siempre estaba en la boca de Mauro siendo lamido y devorado.
Seguí leyendo cada palabra de la conversación, estaba muy excitado, y a la vez nervioso y lleno de culpa, una culpa ajena porque yo no estaba pecando, aun así, saber que mis hermanos estaban teniendo sexo a escondidas, me hacía sentir muy culpable.
Ya a mitad de la conversación, todo se puso más intenso, más morboso, así que me levanté rápido de la cama, y cerré la puerta de mi cuarto con seguro para seguir leyendo tranquilo; me regresé a mi cama, tomé el celular de mi hermano con prisa y seguí leyendo.
Esto le decía mi hermano Mauro a mi hermano Carlos: "recuerdas cuando estabas de cumpleaños el año pasado, estábamos aburridos, y ya habíamos bebido unos cuantos tragos, me viste con cara de a quién le urge el sexo, y cuando vi esa expresión en tu cara, no dudé en invitarte al terreno abandonado al lado de nuestra casa, lástima no pudimos ir al baño de nuestra casa, pues había demasiados invitados.
Cuando llegamos allí, todo estaba oscuro, pero tú encendiste la linterna de tu celular, me tomaste por los cabellos y me empujaste hacia abajo poniéndome de rodillas, luego alumbraste hacia tu cintura para que se viera claramente mi rostro mientras yo intentaba sacar tu delicioso pene del mono que tenías puesto.
Bajé poco a poco la parte superior de tu mono y de tu calzón, hasta que pude ver el abundante vello púbico, estabas tan descuidado, creo que pasaste más de tres meses sin afeitarte, pegué mi nariz de aquella selva negra con restos de pre-seminal fresco, y el olor era tan fuerte, que al principio me dieron ganas de vomitar, pero después comencé a excitarme, era un olor a macho, un olor que volvía loco al poco tiempo, por lo que terminé de bajar tu ropa lo más rápido que pude y salió tu pene casi que disparado del calzón, estaba duro, y el glande cubierto de mucho líquido pre-seminal, tomé tu pene con mi mano derecha, estaba tan hinchado, y me llevé el glande hasta mi nariz para olerlo antes de llevármelo a la boca, olía a macho descuidado, una delicia.
Me tomé mi tiempo oliéndolo, luego me lo lleve a la boca, pero hice que llegara hasta mi garganta, lo mantuve allí un rato mientras tú gemias y luego comencé a chupar sin parar, como un niño desesperado por tomar su alimento, chupaba y chupaba como un animal, mientras yo sostenía con la palma de mi mano tus testículos que colgaban y estaban tibios, así me mantuve durante un largo rato, hasta que tú hiciste un movimiento brusco, me tomaste de los cabellos y empujaste todo tu pene hasta el fondo de mi garganta, comenzaste a gemir y pude sentir tu semen espeso y caliente salir a chorros dentro de mi, tu pene palpitó como unas 8 veces, y la cantidad de tu semen, estoy seguro, era exagerada, nunca voy a olvidar ese día, fue el día en el que tú y yo tuvimos nuestro primer encuentro sexual, el día en el que nos convertimos en hermanos pecadores…