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Sexo lésbico sucio
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Con Briseida somos muy buenas amigas desde hace años, pero además de eso nos conocemos bastante en la cama, ya que solemos tener mucho sexo casi todos los días, nos conocimos en un grupo donde había gente que leía libros de todos los géneros, luego coincidimos en la misma universidad, nuestra amistad se fue fortaleciendo a lo largo del tiempo.

Briseida es una hermosa chica con el cabello rizado color tirando a naranja, la piel blanca y un buen cuerpo, ella tiene gustos sexuales que la mayoría de la gente los denomina raros, pero ella y yo somos de mente abierta así que por mi parte la acepto con todos sus fetiches y ella me acepta con los míos.

Hicimos muchas cosas juntas, en el sexo probamos de todo, esa tarde fue espectacular porque pasamos todos los límites haciendo cosas muy sucias.

Llego Briseida a mi casa estando muy liviana de ropa, casi desnuda, ese sostén apretado con pezones marcados me termino de prender fuego, me lance sobre ella, le devore la boca con besos frenéticos y busque su cuello mientras que con mis manos le quitaba el sostén para masajear sus pechos.

Ella levantó su cuello para ofrecérmelo mejor y yo se lo lambí por completo, en cuanto le puse mis manos en sus senos desnudos ella gimió mi nombre y con una de sus manos fue bajando hasta mi falda y busco la zona de mi vulva hasta encontrarla y empezar a frotar su mano contra mi vagina metiendo apenas un dedo y haciéndome estremecer.

Me abrió por completo mi vagina y me la empezó a masajear por dentro y por fuera utilizando 3 dedos y hasta 4 también, yo le llenaba los senos de saliva y se las esparcía con mis manos, ya que tenía ambas masajeando enteramente sus pechos.

Briseida me quito mi remera y mi falda, me beso en los labios, en el cuello, en los senos y con sus besos fue bajando hasta que llego a mi abdomen, fue bajando un poco más y hundió su cabeza en mi vulva, yo la miraba con total lujuria estando de pie, agarré una buena parte de su cabello y le movía la cabeza hacia un lado y hacia otro mientras ella me metía cada vez más la lengua en mi vagina y me la escupía haciéndome que me pusiera más húmeda.

Mi chica movía su lengua sin detenerse, mis jugos vaginales iban saliendo cada vez más rápidos y abundantes.

-Aguantalos un poco en tu boca- le dije a Briseida.

Ella abrió su hermosa boca y me mostró que en su lengua todavía tenía mi eyaculación.

La agarre de su mentón, hice que se pusiera de pie y le di un apasionado beso pasando mi mano por su nuca y enredándola en su cabello.

Así de esta manera pude saborear mi propio sabor mezclado con su saliva.

Después ella volvió a lamber mi vulva, pero yo me había quedado sin fluidos ya, por lo que fue mi lluvia dorada lo que salió, ella se la trago satisfecha y suspiro.

-Que rico- murmuro con una gran sonrisa.

Luego le ate sus dos manos con mis cinturones de cuero en la esquina de mi cama, saque mi consolador con forma de pene que era bastante grande porque media 32 centímetros y además de eso le mostré el látigo negro a mi hermosa compañera.

-Mira lo que tengo para ti- le dije.

Ella abrió las piernas lo más que pudo y sin previo aviso la penetre con el juguete de la manera más brusca posible para hacerla sentir dolor y placer a la vez, casi le destrozo su vulva por la potencia con la que entraba en su interior, con cada grito que daba se le salían más lágrimas y temblaba de placer, agarré mi látigo y le empecé a dar unos latigazos bien fuertes en sus senos para que sufriera y para que me pidiera más por qué yo no estaba haciendo nada que a ella no le gustará.

Pasaron los minutos y cuando vi que sus tetas estaban bien rojas y su vagina abierta le desate las manos y le di suaves besos en todo su cuerpo, le acaricie su cabello, la bese en sus bonitos labios acariciando su lengua con la mía, cuando llegue a la zona de su vagina destrozada lo que hice fue penetrarla con mi mano entera y no les miento de que entro toda mi mano así que ya se imaginarán lo abierta que la deje con el consolar.

Briseida emitió un fuerte grito de dolor, yo seguí con mi mano adentro y la empecé a mover con más rudeza y rapidez que moví el consolador, deseaba que su hermosa concha estuviese bien dolorida gracias a mí y lo estaba logrando.

Cuando retire mi mano estaba completamente llena de sus fluidos, pues, la muy fogosa se había corrido con mi mano dentro.

Me pidió que no me la limpiase porque había llegado la hora de cumplirle una de sus fantasías más sucias, mi chica había comido mucho para poder hacer esto realidad.

Se abrió otra vez de piernas esta vez con el trasero levantado, hizo un poco de fuerza y de su hermoso agujero expulso un tesoro marrón que eran sus propias heces, tome todo lo que salía de su trasero con ambas de mis manos y esparcí el excremento por todo el cuerpo de Briseida, le ensucie por completo las tetas y su abdomen.

Ella volvió a expulsar un poco de materia fecal y esta vez me la coloque yo misma en mis propios senos, Briseida agarro mis pechos llenos de su excremento y se hundió completamente en ellos para chuparlos y los lambió con gran placer, a ella le encantaban las cosas sucias.

Luego de unos minutos nos encontrábamos las dos completamente sucias con todas las heces de Briseida que eran como un baño de chocolate en nuestros cuerpos. Después agarre las pinzas para pezones y se las coloque a mi chica, cada uno en un pezón que estaba completo de materia fecal.

Me puse encima de ella y unimos nuestras vaginas que también tenían algo de suciedad, empezamos a movernos y cada vez lo hacíamos más rápido.

No me detuve ni un segundo y solo dejé de moverme hasta que Briseida tuvo su orgasmo y su lluvia dorada mojó mis sábanas mezcladas con su eyaculación.

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