Sofía se levantó con las bragas húmedas. Había soñado con su compañera de piso otra vez. Sus hormonas no le paraban de recodar lo excitante que había sido ese encuentro en la ducha. Era la primera vez que tenía un rollo lésbico y la primera vez que le metían los dedos en su coño virginal. Deseaba repetir, pero tenía miedo de no saber cómo abordar el tema con Rei. Quizás para ella solo era un juego, una forma de matar su ansia de sexo, para Sofía en cambio, había sido una experiencia muy placentera.
Rei estaba en el salón haciendo sus estiramientos en la colchoneta. Su hermoso culo, ahora desnudo y cubierto por el hilo fino del tanga, se elevaba varios centímetros del suelo. Estaba hermosa y ella lo sabía. Rei era capaz de tener un orgasmo solo con el pensamiento. El control sobre su cuerpo era absoluto. Después de estirar sintió la necesidad de tocarse. Le quemaba la entrepierna. El roce con la colchoneta la puso cachonda. Caminó hasta su habitación y dejó la puerta entre abierta. Se tumbó en la cama y se desnudó por completo. En en cajón de la mesilla de noche tenía un vibrador pequeño.
Rei comenzó a tocarse las tetas, se lamió el dedo y lo pasó por sus pezones. Enseguida se erizaron y se pusieron duros. Tenía muchas ganas de correrse. Escupió un poco de saliva sobre la punta del vibrador y lo presionó contra su clítoris. El aparato le impulsó un cosquilleo profundo en los labios y Rei suspiró. En su mente estaba cualquier hombre con el que se había acostado. Sus pollas, pero la que más deseaba era la del monitor del gimnasio. Era un tío reservado, tranquilo, de buen cuerpo y de aspecto algo pasivo. Eso le daba morbo a Rei. No le gustaban demasiado los musculados de gimnasio, los bebedores de batidos y gritones de pesas. Ella prefería los callados. Los que la miraban y sonreían cada vez que pasaba al lado de ellos, pero no forzaban nada. No acosaban. No iban de estrellas del gimnasio. Su monitor era así. Le sorprendió lo poco que necesitó para envolverle con sus brazos y llevarlo a la zona de las duchas. Un buen beso en la boca y su lengua se removió como una serpiente intentando atrapar su presa.
Rei acercó el vibrador a su vagina y lo introdujo un poco para que se mojara con su flujo. Eso le excitó mucho más. Recordó cómo le bajó el pantalón del chándal al monitor y cómo él le ofreció su polla. Estaba ya dura, fuerte y voluminosa. ¡Cómo engañaba!. Rei, sin pensarlo dos veces, precipitó su boca para lamer la punta rosada. El glande era hermoso y sabroso. El sabor dulce de su flujo ya empezaba a fluir desde dentro. Rei se metió la polla despacio para sentirla en su boca. Succionó con la lengua varias veces para absorber la saliva que se salía por la comisura de los labios. Su polla crecía por segundo dentro de su garganta.
Rei se escupió el dedo de nuevo y lo bajó hasta su coño. Ahora el vibrador estaba sobre su vulva y su dedo dentro. Quería sentir la polla llenándola. Sus pezones se oscurecieron y se endurecieron aún más. Recordar el olor de la polla y el semen, hizo que Rei se corriera varias veces mientras se masturbaba. Sofía la observó desde el umbral de la puerta. Se mordía el labio pensando en las ganas que tenía de comerle en ese momento el coño. Su dulce néctar del orgasmo. Meter su lengua entre sus piernas y chapotear en saliva su culo. No pudo reprimirse y se tocó las tetas mientras la miraba. El vibrador se detuvo y Sofía tuvo que apartarse de la puerta para que no la viese Rei que se lamía los dedos para saborear su corrida. Sofía tragó saliva al verla y corrió hasta su habitación
Pasadas las seis de la tarde Sofía seguía pegada al libro de Microbiología. El examen era el lunes. Escuchaba como en el cuarto de al lado Rei gemía, pero esta vez para poder entrar en unos pantalones vaqueros de pitillo. Sofía fue a curiosear.
-¿Crees que me hacen gorda? – Rei se miraba al espejo. Sofía le miró el culo perfecto.
-Estás muy bien.
Sobre la cama había una maleta de viaje. Rei estaba eligiendo ropa. Dentro tenía guardado un bikini y varios picardías de color negro y rojo.
-¿Te vas de finde? – Sofía no dejaba de mirarle el culo.
-A la sierra. Un amigo tiene una casa allí. Estaré hasta el domingo.
-Ah…. – Sofía no supo que más decir.
-¿Tú que harás?
Rei se quitó la camiseta, no tenía sujetador debajo y sus pequeñas tetas estaban al aire. Sus pezones estaban duros.
-Tengo que seguir estudiando, debo repasar…
-No entiendo porqué no sales, o mejor, tráete a alguien a casa. La tienes para ti sola. Puedes hacer lo que quieras, menos en mi habitación. Aquí solo follo yo – Rei le guiñó un ojo y se quitó el pantalón pitillo y lo tiró en una esquina de la habitación.
-No conozco a nadie…
-Sabes qué, me llevo un short, total, seguro que no estaré mucho tiempo con ropa – Rei se inclinó para buscar en el cajón. Su culo en pompa era precioso.
El hilo del tanga estaba algo rodado y se podía ver parte de su coño. Su delicioso coño afeitado y sus labios cerrados. Sofía quiso meter la mano y acariciarlo despacio. Meter su nariz entre sus nalgas y dejar que ella se moviera sobre su boca hasta sentir su corrida húmeda.
-Deberías salir. Conocer un tío, ya sabes, pero enrollado. Nada de gilipollas. Mejor uno tranquilito pero con una buena polla – le dijo Rei. Sofía sonrió, le gustaba cuando Rei le hablaba tan cerda y suelta.
-Mejor me quedo estudiando – Sofía se ajustó las gafas, el sudor nervioso de ver a Rei vistiéndose la tenía tensa.
-¿Tienes bikini?
-No.
-Umm bueno, Con un buen sujetador bonito dará el pego, no quiero que vayas haciendo topless que con esas tetas grandes y preciosas, me haces la competencia – Rei le miró el escote y Sofía se ruborizó – Haz la maleta, te vienes conmigo a la sierra.
Sofía corrió hasta su habitación. No sabía que ropa elegir, pero tenía clara una cosa. El conjunto de ropa interior que se iba a poner para bañarse. El único tanga y sujetador de encaje blanco que tenía. Le gustaba y eran pocas las veces que podía lucirlo. Quería impresionar a Rei.
Rei condujo su Ford Fiesta azul por la comarcal, intentando eludir las autopistas. Tardarían más, pero ahorrarían dinero. Las chicas iban cantando en el coche, sonriendo y saludando a los chicos guapos que pasaban con sus deportivos junto a ellas. Era un estado de ánimo muy excitante. Un viaje solas hacia la montaña, donde Rei se encontraría con un amante seguramente y Sofía, una oportunidad de estar más cerca de ella.
Se detuvieron en una zona de servicio. Rei quería repostar de gasolina y tomarse un café bien cargado. El trayecto y el sueño le estaban pasando factura. Era una estación mediana, con bar-cafetería y aseos en el exterior. Las chicas se sentaron en una mesa al final de la cafetería. Un camarero joven se acercó a ellas. No tendría más de 18 años. Tenía una sonrisa bonita, pelo corto y un tatuaje en el brazo izquierdo que le subía hasta el codo. Era simpático y despierto, su actitud era positiva y eso despertó interés en las chicas que estaban algo distraídas de tanto coche. El camarero les tomó nota. Café, sándwich vegetal para Rei. Un té helado para Sofía. Antes de marcharse el camarero miró de forma fija al escote de Sofía. Se le podían ver casi los pezones. Un bulto creció en la entrepierna del joven camarero, que luego apartó la vista y se fue a por el pedido.
-¿Te fijaste cómo te miró el camarero? – Rei sacó tema de conversación para hacer tiempo.
-No – Sofía sacó el libro de Microbiología.
-¿En serio sigues con eso? – Rei le cerró el libro – Te miró las tetas. Creo que le gustas.
-¿yo? – Sofía se giró para mirar.
-No mires. Deja que él venga a ti. Creo que tiene que tener una polla enorme – Rei comenzaba a fantasear.
-Es muy joven. Me gustan más maduros. Seguro la tiene pequeña – Sofía intentó disimular. Ella lo que quería era comerle el coño sobre aquella mesa de la cafetería.
El camarero les trajo el pedido. Sonrió a Sofía pero ella no le devolvió la mirada. El joven entonces miró a Rei y le guiñó el ojo.
-Su comida. Que aproveches preciosa – El bulto de su entrepierna era evidente.
-Gracias – Rei se metió una patata frita del plato en su boca.
-Cuidado que están calientes – el camarero soltó una advertencia jocosa antes de irse.
-Me gusta lo caliente – Rei se tragó la patata hasta el fondo de su garganta.
El camarero se tropezó con una silla y disimuló hasta la cocina. Estaba nervioso. Ese gesto de Rei le acababa de empalmar la polla. Suspiró por dentro y pensó en cómo tendría las tetas. Rei se terminó las patatas, su lengua estaba caliente y salada. Miró de reojo al camarero como trabajaba y su sonrisa le gustaba cada vez más. Sentía la curiosidad por saber cómo tenía la polla. Él le respondió con un guiño de ojos de nuevo. Rei se mojó al ver ese gesto.
Sofía seguía estudiando mientras se tomaba el té helado. Rei se levantó y se acercó al camarero.
-¿Todo bien? – dijo él. Su sonrisa fue amplia.
-Sí. ¿Dónde está el baño?
El camarero le indicó con la mano y le dio la llave.
-¿Me acompañas? Es que soy muy torpe con las cerraduras – Rei le puso cara triste, estaba jugando con él. El camarero aceptó. Dejó la bandeja sobre la barra y salió con ella hacia los aseos que estaba tras la cafetería.
El joven metió la llave y abrió.
-Es sencillo, ¿Necesitas algo más? – el camarero intuyó que Rei quería algo, su mirada la delató.
Rei tiró de su brazo y lo metió en el aseo de mujeres y cerró con llave. El joven estaba nervioso. Rei le desabrochó la camisa de botones. Efectivamente el tatuaje llegaba hasta su hombro. Eso le puso cachonda. Tenía un cuerpo normal, pero firme, de trabajar muchas horas. Le bajó la bragueta y metió su mano dentro. Palpó su polla, estaba dura, pero no era tan grande como ella hubiera querido. El joven la intentó besar y tocar las tetas, pero Rei se lo impidió.
-Aquí solo juego yo – Rei se puso de rodillas y sacó la polla fuera del pantalón.
Lo que le gustaba es que estaba muy erecta, nada de flacidez. La juventud era un don y seguramente tenía mucho semen acumulado. Eso era lo que buscaba Rei. Comenzó a chuparle el miembro por los lados, su lengua se movía despacio y pudo notar la piel caliente de la polla. Olía a semen nuevo y fresco. Rei sintió como su coño se humedeció al oler la polla. Le bajó la piel de la polla para dejar al descubierto el glande. Le gustaba chuparlo lento y mirar a los ojos del tío al que se lo hacía. Le ponía muy cachonda ver la cara de salidos de los tíos antes una buena mamada. Rei adoraba eso. El joven gimió y se contuvo de nuevo para no tocarle las tetas. Rei soltó saliva sobre la polla y la acarició con su mano, rodeándola hasta bajar a los huevos. Era un tamaño normal, probablemente no la satisfaciera dentro de ella, pero en su boca sería una fiesta.
Lamió toda la polla desde la punta hasta los huevos. La estaba preparando para una mamada profunda. Estaba segura que le entraría entera de sobra. Así lo hizo. Rei se la tragó cual serpiente. Entera. El camarero se agarró a las paredes del baño al sentir la lengua de Rei rozarle los huevos. La polla había entrado hasta su garganta. Ella tenía capacidad para mucho más. Rei apretó su cabeza contra el abdomen del chico y siguió tragando sin respirar. Se la metía y sacaba rápido y profunda. La saliva comenzó a gotear de forma abrupta de su boca. Rei se detuvo, se sacó la polla y escupió un gran chorro de saliva mezclado con el flujo del joven. Los pantalones se mojaron y la cremallera estaba empapada. Rei volvió al ataque.
Se la metió hasta notar el glande en su campanilla. Una fuerte arcada le subió por su garganta. El sabor salado de las patatas y el dulzor del semen se mezclaron con la saliva. Tenía ganas de vomitar, pero eso le ponía más cachonda aún. Se volvió a meter la polla hasta el fondo y jugó con su lengua que le llegaba hasta casi los huevos. La polla desapareció dentro de su boca. El joven camarero no daba crédito a lo que estaba viendo y escuchando. El sonido de otra arcada profunda hizo que Rei se sacara la polla mojada y cogiera aire. Sus pulmones estaban cerrados de tanto tragar y su estómago se revolvía, pero Rei siguió chupando. Quería su postre y estaba a punto de conseguirlo.
-Me voy a correr – el joven casi no pudo hablar.
-Me la voy a tragar toda – Rei le miró a los ojos mientras se lo dijo.
El camarero jadeó y se agarró los huevos, su polla estaba a punto de explotar. En unos segundos, Rei sintió como se hinchaba en su boca. El semen salió a borbotones y le llenó la boca. Rei pensó que ya no le quedaba más por tragar, pero otra oleada de semen caliente salió disparado del glande. Rei desesperada como una perra sedienta, no quiso desperdiciarlo. Se metió la polla en la boca hasta lo más profundo de su garganta. Sintió una fuerte arcada en su glotis, pero hizo el esfuerzo de aguantarse. La corrida se deslizó por su garganta y notó como le bajaba hasta el estómago. Las ganas de vomitar ahora se convirtieron en un flujo intenso en su coño y llegó al orgasmo. Rei acababa de correrse comiéndole la polla al joven camarero. Le subió la bragueta y se pasó la mano por la boca. Tenía algunas gotas de semen en sus labios. Rei las absorbió y sonrió.
-Estás muy rico – Rei abrió la puerta del aseo y se fue.
El joven se quedó unos segundos mirándose al espejo, dudando si era real lo que le acababa de ocurrir.
Rei entró de nuevo en la cafetería. Sofía ahora estaba jugando con el móvil.
-¿Dónde estabas? – dijo la joven pelirroja.
-La puerta del baño que tardaba en abrirse – Rei le dio un sorbo al té helado de Sofía. Quería pasar el semen de su boca a su garganta – Por cierto, tenías razón.
-¿En qué?
-Nada déjalo – Rei sacó la cartera y se acercó a la barra. El camarero llegó con la cara roja, su sangre había vuelto al sitio.
Las chicas pagaron la cuenta y salieron de nuevo a la carretera. Les quedaba 1 hora de camino…