Jueves.
Sofía estaba en su primer año de medicina, procedía de un pequeño pueblo de Asturias y sus excelentes notas, le habían permitido acceder a la carrera en una de las mejores universidades del país. Ahora vivía en Salamanca, era la primera vez que se alejaba de sus padres y hacía una vida independiente. Sofía nunca había pasado desapercibida, tenía una melena pelirroja, su descendencia de un abuelo irlandés, recayó en su genética. Era de estatura mediana, de piel blanca y llena de pecas que marcaban su cuerpo como un cielo estrellado. De caderas con curvas y pechos grandes, era una chica virgen de 18 años, en su clímax del sexo. Pocas fueron sus experiencias con los chicos, era una chica tímida, pero siempre con imaginación y curiosa. Intentaba ocultar su rostro con el flequillo pelirrojo y las gafas de pasta negra, que usaba para estudiar. Sofía era una diosa a punto de explotar en un cuerpo de niña. Era jueves noche y Sofía estaba encerrada, como casi todos los días, en su habitación, repasando el tema de microbiología, para el examen del lunes. Lo tenía más que aprendido, pero tristemente, Sofía no tenía un mejor plan para ese jueves noche.
Compartía piso con otra chica, cuatro años mayor que ella y también estudiante de medicina. Rei, como la conocían en la facultad, Reyes en su barrio de Fuenlabrada, era una mujer más activa. Se las sabía todas, como buena veterana de la escuela. Iba aprobando algunos exámenes, otros copiaba y en ocasiones, el rumor se corrió, que aprobó Anatomía General I, porque le había comido la polla al profesor en una de las tutorías. Rei nunca quiso desmentir el rumor, ella prefería que el resto de profesores tuvieran esa duda y mantener la tensión sexual con ellos para conseguir mejores notas. Rei sabía aprovecharse de ser mujer y eso le ponía muy cachonda. Era una mujer morena, alta y de pechos pequeños, estrecha de cintura, heredada de su madre, y un culo perfecto. Dos años consecutivos fue elegida el mejor culo de la facultad de medicina. Ella lo marcaba orgullosa con sus shorts en las fiestas de verano o unos buenos jeans ajustados. A Rei le gustaba gustar, el juego de la seducción le atraía y muchas de las veces traía de cabeza a muchos de sus compañeros. Pero ella era selectiva a la hora de elegir pareja o tener sexo. Buscaba un perfil adecuado, un hombre que aguantara su ritmo sexual y su lado más salvaje.
Rei vino del gimnasio, agotada y sudada. El dolor de las agujetas en sus muslos y glúteos le ponía cachonda. A cada paso, el pinchazo en la cara interna de sus piernas era como un mordisco en su vulva. Se humedecía en pensar las muchas ganas que tenía que le comieran el coño. Esa semana sin follar era un castigo para ella y su infinito apetito sexual. Al entrar en casa, el silencio era sepulcral, Rei intuía que Sofía andaba estudiando concentrada de nuevo. Cerraba todas las ventanas de la casa para que no entrara ningún ruido. Esa joven era una maniática del ruido se dijo a si misma Rei. Abrió el ventanal de la terraza y la cálida brisa de la tarde de verano le abrazó el cuerpo. Rei se sintió satisfecha, sus pezones se erizaron y se pusieron duros al sentir la brisa, y se transparentaron a través del sujetador deportivo que llevaba puesto. Eso le excitó y se tocó las tetas unos segundos mientras veía el atardecer desde la terraza.
Rei puso música en el salón y comenzó a hacer estiramientos en su colchoneta. Era su momento de relajación antes de ir a la ducha. Las mallas blancas le marcaban todo el cuerpo, sus muslos duros y el culo prieto y por delante, sus labios del coño también se marcaban cuando abría las piernas para llegar a la punta de sus dedos del pie.
Sofía salió al salón, la música la había desconcentrado. Se acabó el tiempo de estudio por hoy pensó la pelirroja. Vio a Rei con la espalda en arco invertido y sus brazos extendidos apoyados al suelo, el saludo al sol. Su perfecto culo asomaba como la ladera de una montaña en una pobre llanura. Sofía envidiaba ese culo, como todos, y se lo imaginó un momento sin ropa. Sus nalgas tersas y lisas, sin estrías como el suyo. Apetecibles para acariciar y oler. Sofía salió de sus pensamientos al sentir que se le ruborizaba la cara y le ardían los labios de la boca.
Rei se giró al verla.
-Qué miras –Rei sonrió al ver la cara de pasmada de Sofía mirando su cuerpo.
-Han cortado el agua otra vez, solo queda en el calentador para una persona.
-Pues iba a ducharme, en el gimnasio no he podido.
Rei recordó en su mente, que se había liado con el monitor en los pasillos que daban a la sauna. Le había comido la polla muy rápido y profundo. Ese momento le despistó e hizo que se marchara del gimnasio sin ducharse. El sabor de su semen todavía estaba en su garganta.
-Yo también quiero ducharme antes de seguir estudiando –dijo Sofía.
-Pero si no vas a salir.
-Lo necesito para desconectar –Sofía se ajustó las gafas de pasta, se le resbalaban por la nariz. En ese momento se dio cuenta que estaba transpirando. Ver a su compañera como abría las piernas y se le marcaba el coño le excitó.
Rei estiró los brazos, sus pechos pequeños se movieron y sus pezones ya no estaban marcados.
-Pues algo habrá que hacer, porque yo quiero salir esta noche y necesito ducharme.
El sol se ocultó y los minutos previos al anochecer los pájaros sobrevolaban bajo los tejados de las casas. Era la hora mágica, Sofía observaba desde la terraza como se terminaba el día. Rei solo con el tanga de hacer ejercicio, caminó por el pasillo hasta la terraza y le tiró una toalla sobre el hombro a Sofía.
-Me voy a duchar, vente y aprovechas el agua.
Sofía no supo reaccionar, pero de forma instintiva siguió el caminar gatuno de Rei, el movimiento de sus caderas era hipnótico. Tenía cuerpo de Súcubo. Rei se quitó el tanga y lo dejó en el suelo, abrió el grifo de la ducha para que corriera el agua caliente. Sofía se quitó la camiseta de andar por casa y se tapó los pechos, todavía llevaba el sujetador. Su cuerpo blanco era como leche fresca por la mañana.
Rei estiró su espalda y piernas antes de entrar en la ducha, un ligero hilo de flujo le resbaló por el coño y goteó en el suelo, todavía estaba mojada de la mamada que le hizo al monitor del gimnasio. Su culo estaba sudado y brillaba.
Rei cogió la alcachofa de la ducha y se la pasó por las piernas para comprobar la temperatura del agua.
-¿Te vas a meter o no?
-Si, claro –Sofía metió un pie en la ducha.
-¿Te vas a bañar con el sujetador? -Rei se rio de su compañera de piso. Notó en seguida su vergüenza– Quítatelo anda.
Sofía se quitó el sujetador, sus pechos grandes cayeron y sus pezones se pusieron duros al sentir el agua templada. Su cuerpo se estremeció. Rei se quedó mirando las tetas de su compañera. Le gustaba la aureola tan marcada y dura que tenía. Eran muy apetecibles.
-Todas tenemos lo mismo, no te preocupes –Rei quiso relajarla.
Sofía se quitó las bragas y las dejó sobre el lavamanos. Su coño era rosado y suave. Estaba sin depilar. Un pequeño matojo de pelos pelirrojos y rubios, asomaba desde sus labios superiores. En cambio, el coño de Rei, estaba rasurado al máximo. Un coño adolescente en el cuerpo de una mujer. Sus labios se cerraban hacia dentro y le daban un aspecto de tenerlo estrecho. Pero todo lo contrario, Rei se excitaba con facilidad y era capaz de dilatar su coño hasta poder meterse 4 dedos juntos. Deseaba sentirse llena cada vez que tenía sexo.
Sofía se apretó contra la pared, no quería tocar el cuerpo desnudo de Rei, al menos por ahora. El agua le salpicó el rostro, Rei se estaba mojando el pelo. El agua le caía por su musculada espalda y hacía una fuente desde sus nalgas hasta el suelo. Era como ver un accidente de la naturaleza en estado salvaje. Rei le pasó el agua y Sofía se mojó las tetas, la boca y los muslos. La temperatura era la adecuada para un baño corto pero intenso.
-Enjabóname la espalda –Rei le llenó la palma de la mano de un gel de baño de color blanco como la leche.
Sofía le pasó la mano por la espalda y bajó hasta la cintura. Se detuvo un segundo. Apretó con fuerza el cuerpo de Rei y tocó su culo. Rei al sentir la mano, hizo un acto reflejo y endureció sus glúteos. Le gustó ese gesto. Rei se dio la vuelta y llenó su mano con el gel. Sofía mantenía el chorro del agua hacia el vientre de su compañera. El agua tibia le corría por su clítoris y se mezclaba con su flujo que empezaba emanar al sentirse excitada.
Rei acarició las tetas de Sofía. Con suavidad. Jugó un poco con sus pezones que se endurecieron, estaban a punto de explotar. Rei sonrió de forma burlona. Cogió el pecho en peso y lo masajeó lentamente. Sofía abrió la boca y su respiración se entrecortó. Se miraron a los ojos y Rei se acercó para comerle la boca. Fue un beso húmedo, lento e intenso. Al separarse sus lenguas quedaron unidas por un hilo de saliva. Sofía se ruborizó, nunca la habían besado así de bien. Notó como su coño se mojaba y el jabón le resbalaba por la entre pierna.
-¿Puedo? -Rei hizo un gesto de bajar la mano y Sofía asintió con la cabeza. Estaba como en una nube. Excitada era poco. La mente le volaba a mil por hora y su cuerpo parecía flotar en una alfombra mágica de placer.
Rei acarició su vello pelirrojo y lo enjabonó. Sofía gimió al sentir la mano de Rei acercándose a sus grandes labios. Estaban mojados y le daba vergüenza que los notara así. Rei al ver la reacción de ella, le frotó el clítoris despacio y las piernas de Sofía se doblaron al sentir un cosquilleo en su coño. Un calambre desde sus pies hasta la base de su vientre. Rei le introdujo un dedo, despacio, ayudándose del gel de ducha y del flujo de ella. Tenía el coño estrecho y duro. Nunca había recibido una polla. Metió su dedo hasta el fondo y Sofía se tapó la boca para no chillar. Rei, que estaba muy cachonda al ver ese coño pelirrojo, decidió quitarle la mano de la boca y meter su lengua. Quería saborear de nuevo la saliva de Sofía.
-Me gustaría comerte el coño -Rei le susurró al oído y Sofía cerró los ojos para imaginárselo.
-Pensé… que eras hetero… ahh… ahh –Sofía no podía dejar de gemir mientras sentía los dedos de Rei dentro de ella.
-Me gusta todo. Prefiero comerme una polla, pero tú estás muy rica –Rei escupió sobre la lengua de Sofía y ella recibió su saliva y se la tragó. El agua empezaba a ponerse fría.
Sofía bajó su mano y palpó las nalgas de Rei, estaban duras. Metió dos dedos entre las nalgas y tocó su ano y llegó hasta su coño por delante. Rei gimió al sentir el calor de las yemas de los dedos. Subió su culo para que Sofía pudiera acceder mejor a él. Rei sintió el cuerpo de Sofía pegado al suyo. El calor de ambos cuerpos pegados, piel con piel. Como un esparadrapo que se separa, lento, con dolor, el roce encendía su llama interior. Su coño se mojó y soltó un chorro de flujo que empapó la mano de Sofía. Rei gimió otra vez, su voz ahora era dura, potente, estaba a punto de correrse.
-No pares, méteme los dedos –Rei estaba desesperada.
Sofía le obedeció, y ensanchó sus labios cerrados y le metió dos dedos.
-Más joder –Rei jadeó al sentir cómo entraban en su coño. Quería estar llena– Méteme la mano.
Sofía se excitó más aun al oírla. Notó que su palma se mojaba e introdujo cuatro dedos. Rei se abrió las nalgas con la mano para ensanchar su coño. Sofía entendió el mensaje. Juntó los dedos en forma de cuña y con firmeza los deslizó hasta el fondo de la vagina de Rei.
Ella gritó de dolor. Le gustaba que la penetraran hasta el fondo, que le rozara las paredes de su coño y le bombeara dentro.
-Hasta el fondo, Fóllame –Rei apoyó ambas manos contra la pared y dejó su culo en pompa. A la espera de ser follada por el puño de Sofía.
La pelirroja no dudó. Su cuerpo se estremecía con todo lo que le estaba haciendo a su compañera de piso. Su mente ardía en deseos. Sofía también quería que le comiesen el coño y ser follada. Que alguien las llenara a las dos y compartir esa polla mamándola juntas. Labios con labios, lengua con lengua y saliva con saliva. Sofía metió y sacó repetidamente el puño del coño de Rei, que gritaba como una perra, sus gritos resonaban en todo el baño y el pasillo.
-Qué puta eres –Rei perdía el control de sus palabras y deseaba que la penetrara más profundo.
Rei movió su culo al compás de la mano de Sofía para que metiera más la mano. Estaban a punto de correrse juntas, porque Sofía, ya estaba muy mojada solo con tocar la piel de su compañera de piso. Rei gimió y se tocó las tetas, que estaban duras. Un grito ahogado salió de su garganta y bajó sus dedos hasta su clítoris. Empezó a masturbarse mientras la mano de Sofía le penetraba hasta el fondo de su vagina. Rei quería comerse una polla, sentir su boca llena ahora mismo, y saborear el semen del monitor del gimnasio. Estaba como loca.
Como el desgarro de una guitarra eléctrica, el llanto de Rei al correrse fue largo y profundo. Una gata en celo, que se deleitaba con cada contracción de su coño y sus labios. Le palpitaba el ano que pedía que se lo llenaran también. Sofía sacó la mano despacio, y sintió un calor en su palma. Un líquido blanco espeso con hilos transparentes se resbalaba entre sus dedos. La corrida de Rei había sido espectacular. Sus dedos chorreaban y gotearon en el suelo de la ducha.
Rei se giró, con cara satisfecha y sonriente, sus mofletes estaban colorados del flujo de sangre y excitación. Sus labios, gruesos y morados de morderse mientras se corría, se acercaron a la boca de Sofía que los recibió con saliva fresca. Se besaron unos segundos bajo un hilo de agua helada del grifo. Se había acabado el agua.
Sonó el timbre de la puerta. Rei se acordó que había quedado para salir y ahora estaba más mojada y sucia que cuando llegó a la casa. En parte, eso le ponía cachonda. Si quería llegar a tiempo, tendría que salir con el coño mojado y oliendo a la saliva de Sofía.
-Nos vemos después, quizás traiga algo de desayuno cuando llegue, vale? -Rei se despidió dándole un beso en la mejilla a Sofía y salió del baño.
La pelirroja se quedó sentada en la taza del váter. Su mano rezumaba a corrida y orgasmo de Rei. Sofía se llevó los dedos a la boca y con la otra mano, se frotó el clítoris hasta llegar al orgasmo. Su coño rosado y pelirrojo, ahora estaba húmedo y goteaba por el pasillo de la casa. El resto de la noche del jueves fue aburrida. Entre tanto estudio, Sofía se llevaba los dedos a la boca y los olía. Le excitaba el olor del coño mojado de Rei, ojalá no se perdiera nunca pensó.