Acababa de pelear con mi novio por teléfono. Él me pedía que yo cambiara toda mi agenda laboral porque él quería que nos fuéramos de vacaciones para el día del cumpleaños de su madre, con ella. Pretendía que yo dejara de asistir a eventos importantísimos para mi carrera sólo para que él pudiera llevarse a su mami a soplar las velitas al Caribe. Discutimos y yo estaba tan cabreada que decidí salir a correr para descargar mi ira acumulada.
Me puse el conjunto deportivo más provocativo que encontré, como si fuera algún tipo de venganza hacia mi pareja salir a menear mi culo delante de otros hombres y hacerme desear. Me puse unas calzas estampadas bien apretadas que resaltaban mi firme y redondo culo, y un top fucsia que sostenía bien mis lindos y jóvenes pechos. Até mi cabello en una cola de caballo, guardé mi celular y llaves en una riñonera deportiva, y salí.
Corrí 7 km alrededor de un gran parque, y volví hacia mi edificio. Me había hecho muy bien la descarga de energía, pero todavía seguía enojada.
Entré al edificio justo detrás de un vecino que se había mudado recientemente. No sabía su nombre, pero lo había cruzado un par de veces. Era joven, más o menos de mi edad. Llevaba unos shorts de fútbol y una remera de manga corta. Quizás también había salido a entrenar, aunque no se veía transpirado como yo. Su persona me llamaba la atención desde la primera vez que lo crucé. Era rubio y medía unos cuántos centímetros más que yo, no era demasiado musculoso pero tenía un cuerpo fibroso, como si hiciera algún tipo de deporte. Además su forma de saludarme y sonreír me resultaba misteriosa y muy seductora.
Entró al edificio y llamó al ascensor. Yo lo alcancé justo cuando la puerta se abría y él entraba al mismo. Me subí detrás de él y saludé.
– Hola – le dije
– Hola – me respondió echándome una mirada de arriba abajo sin molestarse en disimular
“Este conjunto es realmente efectivo”, pensé y le sonreí.
– A qué piso vas? – me preguntó
– Al 15
– Te llevo – dijo bromeando y apretó el botón 15, seguido del 21 que era su piso.
El ascensor comenzó a subir y él, apoyado relajadamente sobre una de las paredes, no paraba de mirar mis transpirados pechos, mi pequeña cintura, mis caderas…
– Qué miras tanto? – le dije provocativa
– Te miro, te molesta?
– Mírame más cerca – le dije y me acerqué a él
Mi vecino frenó el ascensor, y por un segundo pensé en qué pasaría si alguien lo necesitaba. Pero como había dos en el edificio me despreocupé. Además, en aquel horario había poco tránsito de gente por allí. Agradecí que no hubiera cámaras como en tantos otros ascensores.
Luego de frenarlo me tomó firmemente por la cintura y me besó. Me encanta la gente que besa bien. Nuestras bocas se entendían a la perfección, y empezó a subir la temperatura en ese cuarto de metal. Nuestros cuerpos estaban pegados y comencé a sentir su verga erecta a través de sus finos shorts. Me excitaba mucho esa situación, y más me excitaba serle infiel a mi novio luego de nuestra discusión.
El vecino llevó su mano a mi enorme culo, agarrándolo con firmeza, apretándolo. Con su otra mano iba de mi cara a mi cuello, y de mi cuello a mi teta, acariciando suave pero firmemente.
– Qué buena estás, vecina.
Le sonreí y pasé mi mano por encima de sus shorts, acariciando su pene completamente erecto. Volví a besarlo apasionadamente mientras acariciaba con presión su verga y sentía su respiración acelerada dentro de mi boca.
Me arrodillé y sacando su miembro me lo metí en la boca. No había demasiado tiempo para dejarnos llevar, pero me quise tomar un momento para saborear esa pija hermosa.
Justo en ese momento sonó mi celular. Maldije que interrumpieran mi encuentro. Saqué la verga de mi boca y miré el celular. Era mi novio.
– Es mi novio… debe percibir que estoy mamándosela a un vecino – dije bromeando mientras volvía a pasar mi lengua juguetona por su pene.
El vecino rio y comenzó a subir sus pantalones.
– Qué haces? Nadie dijo que quería parar. – dije mientras apretaba la tecla “atender”
– Hola? – dije al celular mientras masturbaba y contemplaba el miembro del rubio – sí, te escucho mal porque no tengo buena señal.
Mientras mi novio hablaba yo volví a meter ese pene en mi boca y lo chupé con deseo, todavía más excitada por saber que estaba mi novio del otro lado. Había alejado el micrófono de mi boca, pero aun así tenía que ser muy cuidadosa.
No estaba prestando atención a lo que decía, pero mi novio no paraba de hablar. Estaba dando un monólogo para que lo perdonara por la discusión que habíamos tenido más temprano, pero a mí no me importaba. Yo le estaba babeando la verga al vecino, y no me arrepentía.
Se la mamaba cada vez con más ganas, con el celular alejado de mi oreja, y cada tanto lo acercaba y decía “Ajam…”, “Sí, entiendo”, como para que sintiera que le estaba prestando atención. Tenía que controlar mi respiración para que no se notara lo agitada que estaba. El vecino cada vez gemía más, la situación lo estaba calentando a tope, y a mí también. Yo continuaba metiendo y sacando su miembro mojado de mi boca mientras lo miraba a los ojos y veía su cara de goce.
De repente el vecino me tomó de un brazo para que me levantara, se acercó a mi oído y muy bajito me dijo:
– Te quiero poner contra el espejo y metértela.
Sonreí con cara de puta. Saqué mis calzas mientras lo miraba fijamente y continuaba respondiendo con monosílabos al teléfono. Me apoyé contra la pared en tanga, con mi culo apuntando hacia el vecino.
– Acá me tenés – le dije susurrando mientras alejaba bien mi teléfono
Él miraba mi culo embelesado, mientras corría mi tanga hacia un costado y metía dos de sus dedos en mi vagina.
– Ufff lo mojada que estás. – me susurró mientras metía y sacaba sus dedos de mí
Comenzó a masturbarme con dedicación, metiendo sus dedos, acariciando mi clítoris. Yo moría de placer. Los minutos pasaban pero realmente no sabía cuánto tiempo hacía que estábamos allí. Sabía que podían venir a “rescatarnos” si alguien notaba el ascensor trabado, o que mi novio podía llegar a escuchar y sospechar, pero estaba tan caliente que no podía preocuparme por nada de eso.
Por suerte era verdad que en el ascensor había poca señal, y la llamada no se escuchaba demasiado bien.
Yo gemía con mi cara pegada al espejo, empañándolo, mientras mi novio todavía continuaba explicando su visión de los hechos. Yo agregaba “sí, te entiendo”, “sí, ya lo sé”. En un momento me preguntó si estaba con alguien, ya que escuchaba unos ruidos de fondo. “No, son ruidos de interferencia porque tengo poca señal, estoy en la estación de subte” mentí mientras hacía un gran esfuerzo para no sonar agitada.
– Estás caliente, vecina? – me dijo al oído el vecino mientras continuaba masturbándome contra el espejo
– No puedo más – le susurré entre gemidos deseando sentir su verga dentro mío
– Quiero que me pidas que te la meta. Que me lo ruegues.
– Metemela, por favor. – dije tapando el micrófono del teléfono con el dedo
– Rogamelo – me dijo mientras aumentaba el ritmo de sus dedos dentro mío
– Ahhh, te lo ruego. Cogeme. Quiero esa verga dándome bien duro. – dije lo más bajo que pude
El vecino tomó su miembro que estaba duro como un mármol y me lo metió, mientras me tomaba del cuello por delante con su enorme mano. Comenzó a embestirme con fuerza, y yo hacía un gran esfuerzo por no gritar y por no destapar el micrófono. No tenía idea de qué estaba hablando mi novio del otro lado, pero escuchaba de lejos su voz que seguía diciendo cosas. ¿Cuánto puede hablar este hombre sin recibir respuesta?, pensé. Mi vecino y yo gemíamos tratando de no ser oídos. Yo tocaba mi clítoris por delante mientras sentía su pene entrar y salir de mi vagina empapada de fluidos.
– Te vas a venir para mí? – me preguntó
– Sí, no pares, por favor no pares. Dame más fuerte.
Aumentó aún más sus embestidas, yo lo miraba por el espejo mientras me ahorcaba y me penetraba a la vez, hasta que en un momento no pude más y exploté en un orgasmo increíble que sentí en todo mi cuerpo. No pude evitar un grito ahogado.
“Amor? qué fue ese ruido? un grito?” dijo mi novio. “Sí, alguien gritó en la estación” dije concentrada en que mi voz sonara normal, y no supe si me iba a creer tal excusa.
– Sí que sabes mentir, vecina. – dijo el rubio y siguió penetrándome con ritmo – ahora soy yo el que se va a venir – anunció
Yo no quería que eyaculara dentro mío ya que no estábamos usando protección, pero quería dejar contento a mi vecino igualmente.
– Quiero tragarme tu leche – le dije tapando nuevamente el micrófono.
Sacó rápidamente su pene de mí y yo inmediatamente volví a arrodillarme. Comenzó a embestir mi boca con fuerza, llegando a mi garganta, sosteniendo mi cabeza y empujando su pene dentro de mí. Un minuto más tarde gimió con fuerza y llenó toda mi boca de su delicioso semen.
– Esa se la dedico a tu novio – me dijo al oído luego de levantarme del piso.
Con su dedo me limpió los restos de semen de mi boca
“Pedro, te escucho mal. Te parece que te llame cuando llegue a casa?” dije por el teléfono buscando sonar lo más serena posible. Respondió que sí y colgué. Haber estado enojada con Pedro seguramente había hecho que hablar cortante y con monosílabos fuera mucho más creíble. Con el vecino nos comenzamos a reír mientras nos acomodamos la ropa para poder poner en marcha nuevamente el ascensor.
– Un placer conocerte por fin, vecina. Pablo es mi nombre.
– Lo mismo digo, Pablo. Mi nombre es Candela. Espero que nos volvamos a cruzar pronto… – dije mientras la puerta se abría en mi piso 15.