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Sexo con mi madre: El sueño familiar
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Siempre he deseado a mi mamá, siempre, toda la vida. Todo comenzó hace 5 años, cuando comencé a crecer: veía ya más seguido el gusto por las chicas, por las mujeres, empecé a comprar revistas porno y a ver películas. Mi vida siempre fue muy precaria en cuestión de diversión. Mis papás fueron conmigo muy sobreprotectores y de verdad, no me dejaban salir ni a la tiendita de la esquina.

En algún momento, sin darme cuenta, llegué a tocarle los senos a mi mamá, y se los juro, no fue de manera intencional, supongo fue mi juventud y las ganas de experimentar. Mi mamá habló conmigo de esa situación, me regañó por habérselos tocado, y que jamás lo volviera hacer (si claro, jamás se imaginó lo que más adelante pasaría). Mis papás estaban pasando por una situación muy difícil, verán, mi papá se drogaba, se metía algún tipo de droga que lo dejaba mal y nunca le importó mi mamá, de hecho, varias veces la golpeó y de paso, a mí también. Fue dura esa situación.

Hace tres años, en el 2019, la situación como pareja, como esposos, de mi mamá y mi papá, llegó al límite. Llegó una noche muy drogado, ni siquiera nos habló, sólo tomó su ropa, le pegó a mi mamá sin motivo, y se fue de la casa. Esa noche lloró tanto mi mamá, que pensé se iba poner enferma (afortunadamente, no pasó nada grave). Al día siguiente no se levantó de la cama, y yo estaba muy preocupado por ella. Pero claro, era mi madre y le tenía que darle fuerzas de vida, le dije:

-Mamá, por favor, no puede estar aquí, solamente acostada. Debe seguir luchando por la vida, por mí.

Después de un rato, la convencí, se levantó de la cama, se dio un baño, y estaba como nueva. En la noche yo hice de cenar, me fui a mi cuarto a dormir y ella a su habitación, y todo normal. Pensé que iba a perder a mi madre, pero como siempre, ella toda una guerrera.

En la mañana siguiente, observé que estaba lavando su ropa, y pensé, ¿por qué no darle los buenos días? Me acerqué con ella, le di un beso en su cachete, me sonrío y me contestó:

-Buenos días, hijo, ¿te hago de desayunar?

-Sí, por favor, mamá.

Desayunamos, estuvimos platicando, y me fui a la Universidad. Cuando regresé, ella se estaba dando un baño, y bueno, me fui a mi habitación a realizar una tarea que me dejaron realizar. A los 15 minutos de haber llegado a mi habitación, mi madre fue y me dijo que si tenía apetito, a lo que le respondí que no. El problema comienza aquí: noté que solamente traía una bata, no tenía sostén y podía observar sus pezones, sus ricos pezones. Esa noche no pude dormir.

El siguiente día me levanté más temprano de lo usual, y escuché que mi mamá estaba llorando. Fui a su alcoba y le dije:

-Mamá, ¿por qué llora?

– Ay Hijo! Me siento tan sola y vacía desde que se fue tu papá.

-Por favor, mamá, él ya no nos quería. Me lastimaba cada vez que te golpeaba y que te dijera tantas cosas. Creo que fue lo mejor que pudo haber hecho.

Le di un abrazo, pero ¡Dios! Sentí sus pechos, esos pechos que casi veo descubiertos la noche anterior. La abracé muy fuerte para sentirlos cada vez más cerca, no podía controlarme. Y por desgracia pasó lo que a todo hombre en veces le falla, tuve una erección, y pensé "¿una erección por mi madre? ¿qué te pasa? Eso no puede suceder, es tu mamá". Mi mamá notó eso, lo sé. Sólo me dio un beso en la mejilla y se fue a realizar el desayuno.

Cuando la vi en la cocina con los jeans que se pasó para andar en la casa, no pude aguantarme y le di un abrazo por la espalda y le dije al oído: "sabes mamá, me encanta que seas tan fuerte, por eso te amo, por ser tan buen ejemplo para mí", ella se volteó conmigo y me dijo "gracias, hijo, yo también te amo", no soporté la situación y le dije "porqué no olvidas a mi papá, déjalo ir de una vez por todas. Hazlo por ti, por mí, que me duele verte sufrir" le di un beso en la mejilla pero de nuevo sentí sus pechos y ahora si, la besé en la boca, fue un beso largo, se me hizo muy raro que ella no me haya quitado. Me arrimé a su oído y sin pensar le susurré "olvídalo conmigo", me volteó la cara y me besó, me besó tan fuerte que no aguanté la erección que tenía ya para ese entonces.

Nos subimos a la habitación, nos besamos, nos sentimos, y sí, fue la primera vez que hicimos el amor, mi mamá y yo. Esa noche rodamos por la cama, ¡vaya que mi mamá era una experta cabalgando! Nos desvestimos, me hizo sexo oral, le lamí su rica y depilada vagina, toqué su clitorís ¡wow! Palpitaba de la excitación. Al día siguiente noté que mi mamá no sentía remordimiento, al contrario, me habló como "mi amor" "mi cielo". Aquello era un sueño.

Un sábado en la noche, nosotros estábamos viendo la televisión, cuando llegó mi papá. Llegó cambiado, llegó arrepentido. Mi mamá lo aceptó, claro. Lo aceptó pero para reírse de él, de que su hijo fue más hombre, hombre en la cama y hombre para la vida.

Cada noche, mi mamá dormía con mi papá, pero cuando ella veía que mi papá ya estaba dormido, se iba a mi habitación a follar a su hijo, a venirse a chorros, a sentirse mujer. La situación siguió así durante más de un año, y bueno, la verdad, ya me sentía algo incómodo que mi papá estuviera en la misma casa donde vivía su esposa (que ya era más bien, la mía) y su hijo, ese hijo que lo traicionó el deseo y el amor, la lujuria y lo prohibido. Fue entonces que le dije a mi mamá que era necesario hablar con él, para que se fuera acostumbrando a nosotros, mi mamá y yo nos amábamos y no podíamos seguir ocultando nuestro amor, por el estúpido tabú del incesto (sí, sabíamos lo que estábamos haciendo, pero no nos importaba nada, mientras que nos amaramos). Fue entonces que hablamos con mi papá, nos sentamos, él en un sillón, yo y mi mamá en otro. Le dijimos tomados de las manos. No se inmutó por la situación de traición.

-Sí, lo sé. Me enteré hace una semana, cuando llegué del trabajo. Como tratamos de hablarnos lo menos posible, sólo abrí la puerta y me fui a mi cuarto. Pero escuché que había ruido, y pensé eras tú (o sea, yo), y no le tomé importancia. Pero los ruidos eran extraños, muy extraños. Decidí ir al segundo piso a saber qué eran esos ruidos, y pude verte a ti (señalando a mi mamá) encima de él (de nuevo, yo). Me quedé un rato pequeño observando qué estaba sucediendo, y sí, estaban haciendo el amor, es típico de ti cómo gimes cuando te lo hacen (señalando una vez más a mi mamá).

-Si, mira papá: tú nos trataste mal toda la vida, no podíamos estar así toda la vida. No me importa que me golpearas a mí y que me trataras mal, pero a mi mamá, no, no era justo. Semanas después de irte, tuvimos nuestra primera relación, y desde entonces, no hemos parado, contigo o sin ti, lo haremos. Y también me gustaría que sepas, que la amo, amo a mi madre como nunca he amado. La he hecho sentir mujer, soy el hombre que debería estar con ella.

-Sé que les fallé, y no soy nadie para reclamarles si están haciendo bien o no. Es más, no me importa, lo nuestro ya fue y nunca más volveremos a ser familia.

Después de hablar, mi papá se fue a su cuarto, y mi mamá y yo nos quedamos toda la noche en los sillones, para que supiera que estando él en casa o no, a partir de ese momento íbamos a poder amarnos para toda la vida ¡Mi mamá estaba vaya que gritó esa noche! Terminamos muy mojados, y bueno, por primera vez le hice sexo anal!

Hoy, en 2022, mi papá ya no se encuentra con nosotros. Definitivamente se fue de la casa para dejarnos vivir y respirar sin su violencia, y sin su ira. Amo más que nunca a mi mamá. Nuestra relación es hermosa, bella.

Hace una semana por ejemplo, mi mamá compró unos detalles, me dijo que me fuera a nuestra habitación. Después de 15 minutos, llegó al cuarto vestida de un liguero, una tanga riquísima, sin brasier y tan hermosa como siempre. Ese día fue hermoso, maravilloso. Le quité la tanga con los dientes, le lamí la vagina, donde estaba metiendo mis dedos, ¡estaba masturbando a mi madre! Me hizo la más rica mamada que jamás me haya hecho. La empecé a penetrar por su rica y mojada vagina y obvio, las ganas que tenía de comerme sus fluidos. Terminamos sudados, mojados, con las piernas temblando… Hace dos días se fue a hacer una prueba de embarazo y pues, seremos papás. Ahora que será madre de un hijo de mí, ¡vaya que se ha vuelto más caliente! Me encanta penetrarla por el ano y también lamerlo. Comerme su clítoris, hacerla venir, pero lo que me mata, es que se trague mi leche, esa leche que le encanta! La vagina de mi mamá es un templo verdadero.

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