Mi esposa es una mujer morena de cabello lacio negro con unos ojos grandes de color negro y una mirada penetrante. En cuanto a su cuerpo es esbelta, mide 1.68, tiene unos pechos de buen tamaño y una cintura un poco marcada, a sus 32 años y después de 2 hijos es una mujer hermosa y muy deseable.
Lo que siempre llama la atención es su espectacular trasero, su trasero es natural, es redondo y firme, resalta con cualquier ropa que se ponga. Siempre que salimos a algún lugar disfruto de ver cómo los demás hombres se la comen con la mirada y también una que otra mujer, más de uno se ha quedado mirando de una manera muy descarada, en ocasiones he podido notar que se siente un poco incomoda por esas situaciones.
Cuando noto que se siente incómoda aprovecho para abrazarla y darle una nalgada, con el fin de que todos sepan que esa mujer es mía.
Cada vez que hay alguna oportunidad la aprovechamos para tener sexo, lo hacemos en alguno de los cuartos de la casa o nos las ingeniamos en el lugar donde nos encontremos, en nuestros muchos años de matrimonio hemos cumplido muchas fantasías sexuales.
Debo reconocer que me saque la lotería con ella ya que uno de las cosas que más me preocupaban antes de casarme era la cantidad de sexo que podríamos llegar a tener. Para mí es muy excitante el escuchar a mi esposa relatar sus experiencias sexuales, es por esa razón que no dejo pasar la oportunidad de preguntarle por sus relaciones sexuales antes de que nos conociéramos. Debo ser sincero al decir que todos estos años de práctica sexual me han ayudado a perfeccionar la calidad del sexo que puedo ofrecerle.
Uno de los consejos más importantes que puedo darles es: Permitan que su pareja use una aplicación para llevar un control de sus periodos. En la misma aplicación podrán saber cuando son sus días de ovulación y repito nuevamente para que se lo graben “días de ovulación ” Está será la mejor información que podrán tener de su pareja o de cualquier mujer, ya que en estos días la mujer estará más dispuesta a tener sexo candente.
Estos últimos días mi esposa ha estado en sus días de ovulación y esto es lo que ha ocurrido:
Desde la mañana he notado una diferencia en su trato hacia mí.
Me acerco y le digo: “¿Cómo has estado corazón?”. “Bien cielito”, me respondió.
Me alegra, aprovecho a abrazarla y suavemente mis manos se deslizan por su espalda hasta llegar a su trasero, hago un poco de masaje y termino con una pequeña nalgadita. Después de eso la suelto.
Ella inmediatamente me dice “¿Qué te pasa?”. Yo le respondo tranquilamente, “nada corazón, ¿por qué?”.
-Antes me metías mano más apasionadamente y ahora una ligera caricia y te vas… -me respondió.
Me acerco nuevamente mientras le sonrío y le digo, “acabo de abrazarte y acariciar tu trasero, ¿qué más quieres de mí?”. La miro a los ojos mientras mi mano derecha acaricia sus pechos. En ese momento me doy cuenta de que está muy excitada así que como buen esposo reconozco la oportunidad y continúo preguntando, “¿cuándo empezaron tus días de ovulación?”. A lo que ella responde inmediatamente “desde ayer así que estoy muy mojada. Te necesito mucho ahora. Necesito tu pene dentro de mi vagina”.
Mi mano nuevamente acaricia sus pechos y rápidamente se desliza desde sus pechos hacia su vientre y sin ningún esfuerzo la meto entre su pants y su ropa interior, el cual no había notado, pero era un conjunto de lencería roja con negro que le había comprado anteriormente, efectivamente mi esposa estaba súper mojada, mi sonrisa rápidamente cambio a una lujuriosa, la mire y le dije: “necesito que subamos a la habitación ahora”.
Apenas acababa de decirlo cuando ella me saco la mano de su tanga roja con negro y me la agarro fuertemente y sin decir otra palabra me jalo. Mientras subíamos las escaleras rumbo a la habitación yo le miraba el trasero y pensaba, que sabrosa está mi mujer.
Entramos a la habitación y le pusimos seguro.
Saqué del closet un caja grande de condones (una de 20 condones) y le dije: “¿Que sabor quieres hoy?”. A lo que ella contestó “Quiero chocolate”. Así que tomé uno de chocolate y tiré la caja al suelo.
Aunque tengamos varios años teniendo sexo, todavía me siento muy excitado cuando la tengo en sus días de ovulación porque su deseo de coger está al mil y puedo notar su desesperación por ser cogida. Ella en este momento está en celo y lo único que puede contentarla es una buena cogida.
Tarde más en tomar el condón en lo que ella se quitó la ropa, pude ver claramente ese conjunto de lencería rojo con negro, eso me excitó todavía más. Rápidamente me quite mi ropa hasta quedar solo con mis calzoncillos, que por cierto los habíamos comprado especialmente para ocasiones como está.
La mire y le dije, da una vuelta déjame verte completa, ella no respondió pero lentamente se giró y al estar de espaldas ella se subió a la cama ,se puso en 4 y empezó a mover las caderas lentamente así que me acerque, le acaricie su trasero y después me puse detrás de ella de tal forma que mi paquete estuviera en su trasero, ella lo sintió y empezó a mover nuevamente las caderas así que yo la sujete fuertemente y me deje consentir.
Después de unos minutos le dije, puedo tomarte fotos a lo que ella accedió, así que tomé mi celular y tomé varias fotos de su trasero y de ambos pegados. Estás fotos las guardo en mi galería privada y las veo cuando estoy de viaje de trabajo.
Después de la sesión fotográfica ella se sentó en la orilla de la cama mientras yo me acercaba hasta quedar completamente enfrente de ella, no se dio cuenta, pero yo llevaba en mi mano un moño rojo porque le había prometido que sería su regalo de aniversario, así que me lo puse sobre el calzoncillo y le dije: “soy todo tuyo así que aprovéchame”, eso la hizo sonreír de una manera lujuriosa, ustedes podrán imaginárselo.
Suavemente ella quitó el moño y con su mano derecha me acariciaba mi paquete, mientras que con la otra mano sostenía el condón. No pasaron ni 15 segundos en lo que ella tiró el condón a un lado y con su mano izquierda me bajo el calzoncillo mientras que son su mano derecha agarro suavemente mi pene erecto el cual ya arrojaba bastante líquido preseminal y me dijo: “¡todo esto me lo voy a comer, que rico!”.
Acerco su cabeza hacia mi pene y lentamente vi como abría su boca y sacaba la lengua, pude sentir como su lengua lamía la cabeza de mi pene mientras limpiaba todo el líquido preseminal, luego suavemente metió todo mi pene dentro de su boca, se sentía tan rico que cada vez que se la metía podía sentir su lengua lamiendo mi pene de una manera muy deliciosa.
No sé cuánto tiempo habrá estado dándome sexo oral pero no fue mucho ya que se la saco de la boca y dijo: “ya no aguanto más necesito que la metas toda en mi vagina”, apenas hubo dicho eso y tomo el condón, lo abrió y me lo puso lentamente con su boca, me dio una última mamada con el condón puesto y dijo, “me encanta el chocolate”.
Después se puso de pie se quitó el sostén y se empezó a bajar la tanga roja con negro, (que por cierto ese conjunto tenía partes transparentes que permitían verla aún más sabrosa).
Como el buen caballero que soy, le ayude y le quite la tanga completamente. Ella inmediatamente se acostó boca arriba y abrió las piernas.
No tuvo que decirme nada, inmediatamente me subí a la cama y me arrodille colocándome entre sus piernas, puse mi pene en la entrada de su vagina y sin ninguna resistencia empuje mi pene completamente dentro de ella, se sintió tan rico, su vagina estaba tan mojada de sus fluidos, estos se chorreaban en la cama, pude sentir todo su calor y su humedad a tal grado que aunque tenía condón era como si no tuviera nada.
Ella gimió varias veces mientras abría más las piernas y las mantenía en el aire, yo con una mano sostuve una de sus piernas y con la otra acariciaba su clítoris mientras tenía mi pene dentro de ella, lo cual hacía que moviera sus caderas hacia arriba y hacia abajo en un ritmo irregular donde cada vez que metía mi pene sentía el movimiento de su cadera y cada vez que acariciaba su clítoris sentía un temblor acompañado de un gemido.
Dentro de todo ese momento tan excitante ella me dijo con una voz entrecortada, “quiero montarte, es mi turno”, yo hice como que no la escuchaba y seguía penetrándola suavemente, movimientos lentos pero profundos, caricia suave y luego más intenso hacia su clítoris, se sentía tan mojado y sonaba cada vez que entraba y cada vez que salía, nuevamente escuché su voz diciendo, “necesito montarte… necesito estar arriba… lo necesito ahora…”, acompañado de gemidos y sonidos de su vagina mojada.
Decidí que ya era el momento perfecto y se la saqué completamente.
Mientras ella seguía en la misma posición con las piernas abiertas me incline y acerque mi cabeza hasta su vagina y lamí sus fluidos vaginales, durante unos segundos solo lamía, presionaba su clítoris y pasaba mi lengua de arriba hacia abajo tratando de tomar todos los fluidos que yo pudiera encontrar, para terminar, introduje mi lengua lo más que pude dentro de su vagina y solo pude escuchar unos gemidos de mi esposa. Al terminar me levanté y la miré directamente a los ojos y sonreí con mis labios mojados.
Ella se levantó y yo tomé su lugar, me acosté boca arriba con mi pene y el condón café mirando hacia arriba, ahora sería yo quien quedaría a merced de lo que ella quisiera hacerme, ella se subió sobre mí y sin ningún esfuerzo o ayuda mi pene entró nuevamente en su vagina, ella sonreía mientras me miraba a los ojos, y con esa mirada fija y lujuriosa comenzó a mover sus caderas hacia arriba y hacia abajo, pasaron unos segundos y ella cerró los ojos, todo indicaba que estaba disfrutando de su momento arriba, de tener todo el control.
Su vagina se sentía más húmeda y caliente, poco a poco fui sintiendo como sus fluidos escurrían entre mi pelvis y mis piernas, esto solo me excitaba más y más. Sus caderas tenían un ritmo muy particular, ella se estaba satisfaciendo conmigo de la mejor manera que ella sabía, a veces rápido, a veces lento, se detenía y luego continuaba. Ella hacia exactamente lo que quería y en el momento que lo quería.
No sé en qué punto empecé a escuchar sus gemidos más fuertes, más intensos.. ah, ah, ah, ah, ese dulce sonido solo me excito más, tanto que empecé a moverme a su ritmo, de pronto solo escuchaba más y más gemidos mientras sentía como sus manos me agarraban con más y más fuerza, sabía que el momento había llegado así que con una mano la abrace tan fuerte al grado que ya no podía mover la espalda.
Solo movía las caderas de una forma tan excitante y con la otra mano agarre una de sus nalgas y la apreté tan fuerte que ella gimió… ¡Ah! mientras decía entrecortado, “Te amo, ah”, sentí como sus piernas temblaban mientras sus gemidos eran más largos y profundos.
Paso un poco de tiempo y sentí como mi pene empezaba a temblar y sin poder aguantarme más gemí… ¡ah! Ella también gimió fuertemente junto conmigo, ¡ah! Estábamos abrazados tan fuerte que solo podía sentir mi pene temblando y escupiendo semen dentro del condón. Ella gemía cada vez más despacio y su respiración empezó a disminuir de intensidad.
Ese momento que tenemos al terminar es muy especial, mientras mi pene está dentro de su vagina, sin movernos, sin decir nada, solo puedo sentir su vagina húmeda chorreando líquidos sobre mis piernas, empiezo a sentir como mi pene deja de temblar y poco a poco empieza a perder su fuerza.
En voz baja le dije, “tengo que sacar mi pene de tu vagina, no queremos que el condón se quede dentro de ti otra vez” (está historia se las contaré luego, claro si es que quieren escucharla), a lo que ella dijo “es verdad se me había olvidado que tenías condón”, lentamente puse mis dedos en la base de mi pene, donde se desenrolla el condón y cuando pude tocarlo le dije, “ya lo tengo” a lo que ella sin decir nada movió sus caderas suavemente hacia arriba y mi pene salió lentamente un poco más pequeño pero todavía con el condón puesto.
Después de sacar mi pene con el condón pude sentir como sus fluidos chorreaban sobre mi más abundantemente, fue un momento muy excitante, lástima que mi pene acababa de terminar este round porque si no en ese momento agarraba otro condón para continuar dentro de mi esposa.
Mi esposa se bajó de mí y se acostó boca abajo mientras me miraba, yo estaba boca arriba a su lado.
Con una de mis manos acariciaba su espalda hasta bajar a su trasero (el cual me encantaba acariciar en todo momento) como pude metí suavemente mi mano entre sus nalgas hasta que algunos de mis dedos se deslizaron hacia abajo y pudo tocar su húmeda y caliente vagina, a lo que ella dijo “Así está para ti”, eso me hizo sentir muy excitado y orgulloso, así que le respondí, “eres tan sabrosa y tan candente que mi pene apenas puede con tus ganas”, ella solo sonrió.
Esperé un momento y le dije, “fácilmente podrías con otro pene más y hasta con un tercero”. Ella no dijo nada, solo siguió en silencio y después de unos segundos me dio un beso.
Nos levantamos y mientras nos estábamos poniendo la ropa le decía, “hay que repetirlo mañana”, a lo que ella respondió, “aprovecha que estoy más caliente y excitada de lo normal”, la mire, le sonreí y le dije, “ten por seguro que mi pene y yo estamos de acuerdo”. Me acerque le di un beso y con mi mano toque su vagina por encima de su ropa, ella solo sonrió y luego me volvió a besar.
Fin
Me encantaría hablar contigo acerca de tu esposa, tienes algún correo?