Me llamo José, tengo 35 años y soy de Perú, por motivos laborales vivo en Madrid, he alquilado una habitación en un piso con tres habitaciones. En una duermen los dueños. En la otra una chica llamada Amalia que es de Ecuador y que a su vez la comparte con su amiga, Amalia trabaja en un bar y llega a casa todas las tardes a eso de las 20 y su amiga de habitación trabaja interna y sale los domingos y rara vez asoma por el piso.
Pues normalmente los fines de semana compartimos el almuerzo. Ya sea que hagamos una comida para todos o que cada uno prepare algo y picamos entre todos. Después de eso, solemos ver una peli o jugar al monopolio, si nadie tiene otros planes la pasamos en casa y encima lo del covid que no deja estar tan alegre en la calle. Debo decir que con ella hay cierta confianza, ya que la conozco más de 6 meses.
A veces nos poníamos una peli en el Netflix y la veíamos juntos en el sofá. Ella en uno y yo en el otro. Amalia es una chica delgada, simpática de rostro, tiene unos pechos muy bonitos y creo yo ronda los 26 años. Se cuida mucho con eso de las dietas y cosas por el estilo, aquella tarde llegué de la obra un poco tarde y ella estaba en la cocina preparándose una bebida caliente, los dueños del piso estaban viendo las noticias en la tv y yo me disponía a bañarme y cenar que por las prisas ni siquiera había almorzado. Eran ya como las 22 horas y yo estaba por ir al baño y cepillarme los dientes para ir a mi habitación.
Ya que los dueños duermen temprano por que salen a las 5:30 am a trabajar. Amalia y la dueña del piso estaban viendo la tv, la dueña se despide y me dice que acompañe a Amalia a terminar de ver la película ya que ella madruga, lo que si nos pidió fue que le bajaremos al volumen, bueno le dije “¡Me lavo y salgo!”. Alejandra estaba viendo una serie de narcos, acción, disparos y eso.
Al rato de ver algunos capítulos sale una parte en la que los integrantes se empiezan a enrollar y la escena se va poniendo erótica, lencería, culos y besos, nosotros ahí tirados cada uno en el sofá, la luz apagada, el volumen bajo del tv y de fondo los ronquidos de los dueños ja ja ja nos mirábamos y reíamos. La escena se fue poniendo más picante. El tipo le bajaba las braguitas a su pareja y dejaba al aire un culo redondo y bronceado.
Debo decir que eso me excito mucho y pude contener mí erección con una almohada sobre mi verga, yo miraba de reojo a Amalia y solo tenías ganas de tirarme encina de ella, pero y si no le agradaba eso, la que se armaría en el piso. Ella se para y me dice que va a la cocina por un vaso de agua y yo hago lo mismo ya que tenía que pasar por mi lado para salir de la parte donde ella estaba.
Como solo estaba el brillo de la tv, nos tropezamos y nuestros cuerpos se juntaron, yo me le tiré encima como si me hubiera tropezado y pude meterle mano sabiendo que por la oscuridad no se notaría nada malo. Le agarré con una mano la cintura y mi otra mano se la deje en una nalga “¡Joder cariño! me dice ella, cuanto has demorado en tocarme ah?”. “Es que me daba un poco de corte” le dije yo.
Y nos besamos, le daba besos en el cuello y los disfrutaba, le acariciaba las nalgas y sin hacer ruido nos tumbamos sobre el sofá. Siempre atentos a algún sonido que viniera del cuarto de los dueños, le levanté la camiseta y me sumergió entre sus pechos yo estaba sorprendido pensar que hace rato le tenía ganas y que me diga eso, le mordía los pezones y no dejaba de gemir, comencé a meterle mano a su vagina para saber si ya estaba excitada o mojada o si la excitaba más, los dos tratábamos de no hacer mucho ruido. Nos quitamos la ropa y le bajé la braguita que tenía puesta y le metí una lamida de clítoris a ese chochito, la excitación era más ya que en cualquier momento alguien podría salir de la habitación y encontrarnos en pleno.
Ella tumbada sobre el sofá y yo encina de ella solo pude penetrar esa vagina ya humedecida y bien lubricada que pedía no la hagan esperar, se la metí sin mucha demora y empezamos el folleteo, primero suave para poder controlar la eyaculación y no terminar antes de tiempo, ella daba gemidos suaves y un poco ahogados, no se algo así, me tiraba de los pelos y no dejaba de mover la cabeza de un lado a otro, gemía a cada empujada que le daba, me miraba a los ojos y nos besábamos con fuerza y pasión, creo ya no importaba si salía alguien. Lo que si oíamos eran los ronquidos de los dueños y en cierta forma sabíamos que estaban durmiendo plácidamente.
Me senté en el sofá y la senté sobre mi pene dándome la espalda, que rica pose, como ella es delgada, es muy ágil y que bien se movía en esa posición, de cuando en cuando se levantaba y se sentaba con fuerza y hacía sonar su culo con mi pelvis, yo le masajeaba su culito y la ponía cara al suelo para poder darle unas suaves nalgadas, le besaba la espalda y eso la calentaba más, le acariciaba las tetas y hasta me daba el tiempo para tocarle el coño, totalmente húmedo y desbordando líquidos.
Ella se había agarrado de mis rodillas y se movía de un lado a otro, de izquierda a derecha y en círculos, se sentía que queríamos gritar y gemir pero no podíamos eso era muy fuerte para tan pequeña habitación lo que si se olía era un fuerte olor a sexo, se podía oler y creo que estar pendiente de esa situación me hacía controlar la eyaculación, yo le metía más ritmo a mi compañera para que terminara y así poder repetir en alguna otra oportunidad, seguíamos en esa pose y la volteo pero esta vez mirándome, le comía los labios, le mordía las tetas y le acariciaba las nalgas tan duritas y lisas que tiene.
Seguimos así y cada vez que quería gritar o gemir la callaba con mis labios y era una fuerza sobre nuestras bocas, nos unimos en fuertes abrazos que desahogan las ganas de poder gritar o decir algo. Fue muy excitante, un tanto arriesgado, una manera muy diferente y pasional de tener sexo aquella noche. Ufff estábamos en esa pose y siento clavarse sus uñas en mi cabeza, siento un tirón de pelos que yo creo me arranco muchos y una quietud en su cuerpo que pensé ya había terminado, luego unos movimientos de su coño sobre mi verga y un fuerte siiii, siiii.
Y nos quedamos mirando y ambos sabíamos lo que podía pasar, esperamos unos segundos y no oímos nada fuera de lo normal. La volví a besar suavemente y ella sabía que ahora me tocaba a mi debo decir que se implicó mucho en hacerme sentir bien y hacerme terminar.