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Sexo casual con una rubia madura
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Era una tarde aburrida y sin saber qué hacer, veía programas en la TV, escuchaba música, me echaba y seguía sin saber qué hacer, hasta que salí a caminar un rato.

Era una tarde agradable no hacia ni frío ni calor, saqué un cigarro del bolsillo de mi camisa y lo encendí, caminaba por una calle un poco solitaria cuando de pronto al llegar a la esquina se detuvo de golpe un carro, era un hermoso auto de color verde oscuro y de lunas polarizadas.

En ese instante se asoma una cabeza, era una mujer madura pero simpática, piel blanca y de cabellos rubios, ¡tenía una mirada penetrante que impactaba a cualquiera, tal vez por esos ojos color marrones claros que poseía!

Yo solo miraba aquella mujer bella a bordo de tan hermoso vehículo cuando grande fue la sorpresa para mí al decirme con una voz dulce:

R: ¿Quieres subir?

Me quede helado, no sabía qué hacer, que decir.

R: ¡Vamos, sube!

Yo asentí con la cabeza y sin pensarlo dos veces me subí al auto.

Estando adentro pude verla mejor, era una mujer como de 36 o 38 años, pero con un cuerpo esbelto, era hermosa, tenía un cuerpo mucho más bello que cualquier chica de 25 años.

Tenía una blusa ceñida al cuerpo y desabotonado, se podía ver sus senos deliciosos y paraditos, sus pezones se notaban como dos botones, tenía un pantalón jean blanco que dejaba ver sus piernas exquisitas y duras, yo me sentía como en el cielo, era una mujer perfecta.

Yo aún no salía de mi asombro cuando dijo:

R: ¿Sabes manejar?

L: ¡Claro!

R: ¡Entonces toma el volante!

Ni bien empezaba a conducir ella empezó a agarrarme la pierna, subió su mano hasta que toco mi pieza, que ya empezaba a ponerse dura, al instante y como si no quisiera perder tiempo desabrocho el cierre de mi pantalón y logró sacar mi pene.

Lo meneo un poco y se la metió a su boca, tenía unos labios carnosos y rosados, eran como dibujados, eran unos labios perfectos.

Se lo metía y se lo sacaba de su boca, lo lamía con tal ímpetu que yo no podía controlar el vehículo, se puso a soltar unos discretos gemidos mientras me lo chupaba, me decía lo dura que estaba y lo gruesa que era, yo no sabía que decir.

Ella seguía concentrada en mi duro pene, se lo metía hasta la garganta hasta que ella misma se atorara y se lo volvía a sacar para hacerlo de nuevo, yo ya no aguantaba, por más que quería controlarme ya no podía, era demasiado el placer que sentía que no podía resistir y solté todo el semen que tenía dentro.

L: ¡Ah, uhm!!!

R: ¡Si, uhm sabroso!!!

Ella tenía mi pene entre sus labios cuando sintió aquel líquido caliente y blanco salir con fuerza, se empezó a tragar mi jugo y también se lo sacaba para que me vaciara en su cara.

Ella se pasaba la mano por su cara y se chupaba los dedos como saboreando mi semen, cuando todo el jugo salió ella me limpio el pene y lo guardo, luego se limpió la cara y se levantó para poder ver si ya estábamos cerca de su casa.

R: Gira a la izquierda, ¡ya estamos pro llegar!

Me condujo de frente a su cuarto y saco una botella de vino, me sirvió una copa y ella se tomó otra, puso una música lenta y empezó a bailar para mí, no lo podía creer, era un sueño, una fantasía echa realidad, estaba atontado y no sabía si era por tener frente mi a tan exquisita mujer bailando y entregándose solo para mí o era porque aún no podía creer lo que estaba viviendo en ese instante, era el hombre más afortunado de la tierra y no podía pronunciar palabra alguna, mi cerebro no funcionaba se había atrofiado y no sabía que decir o que hacer, solo me quede mirándola mientras ella se empezaba a desprender de su ropa.

Se empezó a desabrochar la blusa y se lo saco, no llevaba sostén, empezó a acariciarse los senos de una manera que mi verga se empezó a poner más dura que un fierro.

Se volteó y de espaldas a mí empezó a bajarse el pantalón dejándome que viera sus esculturales piernas, llevaba una tanguita que apenas se notaba, cuando se sacó el pantalón se dio vuelta y se acercó a mí, me dio un empujón que caí a la cama de espaldas, se subió encima de mí mientras se sacaba el diminuto calzón y puso su vagina a la altura de mi boca.

Era una cosa realmente hermosa tener la concha de esa mujer frente a mis ojos, sus labios vaginales estaban hinchados de tanto placer, era de color rosado y entre ellas brotaba apenas un pequeño líquido que dejaba notar que aquella potra salvaje estaba caliente y solo deseaba que la hagan gozar.

R: ¡Vamos, no me mires, has lo tuyo!

La rubia me ordeno le hiciera sexo oral, yo no pude engarme, no sabía ni su nombre, ni que pasaría, pero obedecí su orden sin preguntar más.

Empecé a pasar mi lengua por su vagina, le introducía mi lengua por aquella cavidad penetrándola dulcemente mientras ella empezaba a agitarse, con mis dedos abría sus labios para descubrir el clítoris que ya se encontraba hinchado y erecto.

Lo lamía, lo chupaba cada vez con más fuerza y pude ver que aquella preciosa mujer estaba dando pequeños golpes a la pared porque no podía controlarse.

L: ¿Te gusta lo que hago?

R: Uhm, si me encanta, ¡ah!

Empezó a gemir con fuerza y a tener pequeñas convulsiones, sus músculos se contraían, sus labios vaginales apretaban mi lengua y yo solo me empecinaba a besar con más fuerza y rapidez su clítoris.

Supe en ese momento que ella estaba teniendo un orgasmo, y vaya si hubieran visto qué orgasmo tuvo.

R: ¡Ah, dios mío, que rico!!

L: ¡Uhm, no puedo creerlo, uhm!!

Luego se calmó un poco y me empezó a sacarme la ropa, me saco la camisa, el pantalón y luego el calzoncillo que llevaba puesto, yo tenía el pájaro más tieso y duro que un fierro, lo tenía hinchado y rojo parecía que iba a reventar.

Ella se sentó encima de mí y se lo introdujo en su concha y empezó a saltar de tal forma que mi pieza la penetraba con violencia, pero eso a ella le excitaba mucho más.

R: ¡Ah, que dura, uhm!!

L: Ah, sí, así, ¡que rico!

R: ¿Uhm, te gusta papi?

L: ¡Ah!!! Me encanta!

Yo le apretaba los senos, le besaba los pezones, eran como dos hermosos montes rosados e hinchados de placer, era sublime todo ese panorama.

Ella gritaba como una loba en celo, cerraba sus ojos y se mordía los labios, mientras yo gozaba con tan hermoso par de senos, estaba súper excitado, estaba caliente, me sudaba el cuerpo y empecé a arremeter con furia sobre ella.

Me levante y la puse de a cuatro patas ella levanto las caderas y bajó su cintura como para que toda mi verga entrara y nada quedara afuera.

Tal posición hizo que su trasero se vea inmenso y delicioso, yo ya estaba hecho una furia, me había convertido en un animal, en un toro salvaje que solo pensaba en penetrar y nada más que penetrar.

Le abrí las nalgas y le metí de golpe todo mi pene en su concha, ella arañaba las sábanas blancas, le daba golpes a la cama mientras yo le jalaba sus hermosos cabellos dorados hacia atrás haciéndole levantar la cabeza y penetrándola cada vez con más fuerza, estaba hecho un salvaje, un bruto y ella lo soportaba porque todo eso le gustaba.

R: ¡Ah, no pares, ah!

L: ¡Uhm, toma, uhm!!!

R: ¡Que rico, que verga ms rica!!

L: ¡Tómala, ah!!

Empezamos a gritar, a movernos con más fuerza, sabíamos que íbamos a tener un orgasmo en cualquier momento, estábamos alocados, sudando hasta que ella empezó a convulsionar nuevamente a apretar la sabana con sus manos, estaba teniendo un profundo orgasmo.

Yo al ver eso me excité más y supe que ya me iba a venir y por más que quería aguantar, el placer me ganaba, ella se dio cuenta y me dijo que se lo diera en su boca.

Sentí que ya estaba cerca, se lo saque y me acerque a su cara, ella se hecho boca arriba y se lo metió en su boca, lo empezó a chupar con pasión y meneármelo con sus manos, yo estaba en el paraíso y de pronto empezó a salir toda esa leche que a ella tanto le gustaba.

R: ¡Si, vamos, sácala, así!

L: ¡Ah, dios mío!!

Se lo tragaba y se lo pasaba por su cara, con una mano se acariciaba los senos y con la otra me sostenía mi duro palo que continuaba expulsando semen como un volcán.

Yo estaba que me doblaba del placer, me retorcía y cerraba mis ojos mientras ella le sacaba todo el jugo hasta la última gota que quedara.

Me eche a su costado exhausto y agitado, ella también lo estaba, quería decirle algo, pero no podía pronunciar palabra alguna, no sabía que era lo que me pasaba, solo miraba el techo y sin decir nada, estaba confundido.

Al cabo de unos minutos nos paramos y nos vestimos, ella me sirvió otro vaso de vino y me lo tome, caminamos hasta la calle subimos a su auto y empezó a conducir.

Yo seguía atontado, sin saber que decir o que hacer, quería decirle que quería conducir yo para que ella me lo agarrara nuevamente, quería preguntarle su nombre, si era casada, a que se dedicaba… pero no dije nada, aun no lo comprendo porqué.

Llegamos a aquella esquina donde todo comenzó y me dijo: "Ha sido un gusto querido!" me bajé, el carro dobló la esquina y se fue.

Hasta ahora nunca más he vuelto a ver a esa mujer, paso todos los días por aquella misma calle, me detengo en esa esquina, enciendo mi cigarro y me paro por horas, pero ella nunca pasa.

No sé cuánto tiempo más seguiré pensando en ella, en esa hermosa dama que marcó un hito en mi vida, no sé por cuánto tiempo más seguiré pasando por esa calle y tampoco sé por cuánto tiempo más me detendré en aquella esquina… no lo sé… ¡Solo sé que jamás la olvidaré!

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