Cuando compras autos usados las cosas no siempre salen bien. A veces el vehículo que compras no está en las condiciones que el vendedor te dijo que estaba. Y eso me ocurrió. Compré un auto usado y me quedé varada en la ruta.
Con la excusa de probar mi automóvil, emprendí un viaje hacia la costa, a la casa de finde semana que posee una amiga, donde nos encontraríamos con tres amigas más.
El itinerario comenzaba el viernes con la partida desde la ciudad de origen de cada una, llegando a destino a la tarde de ese mismo día.
Allí nos hospedariamos todas, hasta el domingo, que emprenderiamos la vuelta a casa.
Y nos reencontramos las cuatro amigas, en esa cabaña, junto al mar.
Ese viernes, por la noche, luego de un poco de organización, muchas risas y secretos compartidos, salimos en busca de un lugar donde cenar y pasar un buen momento.
Cenamos en un restaurante conocido de la ciudad y terminamos la noche bailando en un bar cercano, aunque estábamos muy cansadas del viaje y la adrenalina que un finde con amigas provoca.
El día siguiente fue mágico, un sábado soleado. Por la mañana desayunamos en el deck, rodeadas de pinos y envueltas en el cantar de los pájaros, una mañana maravillosa.
Por la tarde caminamos por la playa, mientras contábamos aventuras sexuales, o travesuras cometidas en la cama.
Al bajar el Sol, regresamos a la casa, para darnos una ducha y volver a la noche costera y sus propuestas turisticas, pero habiamos estado hablando se sexo y la energia entre nosotras habia cambiado.
En el momento de la ducha y la preparacion de la ropa que usariamos para la ocacion, una de mis amigas confiesa que tenia un problema con su actual pareja para practicar sexo anal. Nos contó que nunca había gozado mucho cuando era penetrada.
Como era de esperar, todas giraron su mirada hacia mí, como buscando una respuesta, creyendo que era yo quien debía ayudarla.
A mi el sexo anal me encanta, lo disfruto muchisimo, y no podia permitir que una amiga no lo hiciera, si podia, debia aconsejarla.
Me hice una cola en el pelo, tome a mi amiga de la mano y la senté a mi lado en la cama, apoyé mi mano sobre su rodilla y comencé, impostando la voz y carraspeando, cual oradora profesional y le dije: -” Mira amiga, el culo es tuyo, el dominio es tuyo, vos te lo tenes que coger a él”. mientras gesticulaba y reíamos.
Para que la explicación fuera más clara la tome nuevamente de la mano pero esta vez para que se ponga de pie.
-”Imaginate que sos tu chico y movete como el, asi yo te enseño cómo moverte” continue y me incline sobre la mesa, apoyando mis manos.
-”Tomame de la cintura y apoya tu pelvis en mi culo”. indique.
Estabamos todas muy divertidas, actuando, simulando sexo anal sobre la mesa, mientras nos reiamos, aprendiamos y enseñabamos.
-”ahora quedate quieta que te voy a enseñar como me hago el culo yo- le dije.
-”Primero hay que lubricarlo- continúe- mientras mojaba mi dedo índice con mi boca. Y recordé que en mi valija viajaba conmigo siempre mi vibrador.
Salí rápidamente del personaje, y corrí a buscar mi juguete intimo.
-ves? así… -le dije y pase mi lengua por mi vibrador.
-Y luego, despacio, te moves, muy despacio- continuaba con mi clase sexual mientras actuaba la posición erótica con mi juguete
– vos lo vas a sentir. Te vas a dar cuenta cuando estas lista.- continúe.
– es ahí cuando tienes que relajarte y dejarlo entrar- le dije entre risas.
– y si te gusta amiga… no hay vuelta atrás! El orgasmo anal es la sensación mas intensa que he sentido.- les dije casi a modo de confesión.
La charla de intercambio de experiencias, anécdotas y muchas aventuras continuó por casi toda la noche. Mientras nos maquillabamos, mientras paseabamos con el auto buscando bares por el centro de la ciudad, y hasta en el restoran, cada una relataba y contaba experiencias sexuales propias y ajenas.
Llegamos al bar por unos tragos, estábamos todas calientes y el bar estaba lleno de chicos guapos.
Bailamos, seducimos a los muchachos solo por diversión y nos retiramos del bar sin más nada por vivir esa noche.
Estábamos exhaustas. El día había comenzado muy temprano y finalizaba casi al amanecer del domingo.
Durante el transcurso de la mañana, fuimos despertando, de a una, y sumándonos a los mates en el deck, bajo los pinos.
Y luego de la ducha, nos despedimos y emprendimos el viaje de regreso, cada una a su ciudad de destino.
Manejaba mi auto nuevo, escuchando la radio, recordando y reviviendo momentos intensos vividos los últimos dos días… y escuche un ruido sordo y luego el sonido de una pieza pequeña rebotando en un tambor.
Con mucha precaución, me estacione en la banquina, usando las luces correspondientes, apago el motor y me bajo del auto.
Estaba tan solo a treinta minutos de llegar a casa, decidí llamar a mi mecánico conocido para pedir una grúa.
En ese momento veo un camión blanco estacionar unos metros delante.
De él baja un morocho, muy lindo, que se presentó como Dario y se ofreció a ayudarme.
Muy agradecida acepté su ayuda, mientras esperaba al remolque.
De su enorme camión trajo una caja de herramientas que llevaba guardada, y revisó el motor de mi auto.
Mientras él revisaba las mangueras y cables yo admiraba su cuerpo, sus músculos al usar las herramientas. y ajustar tuercas, sus dientes mordiendo sus labios mientras miraba con atención un cable.
-” Tengo malas noticias, señorita. -me dijo
Yo estaba caliente desde la noche anterior, ese morocho era muy sexi y su voz provocó que mi vagina se lubricara.
De verdad? – le dije tratando de disimular mi cara de hambrienta sexual.
-si, va a tener que llamar a un remolque. Si quiere la acerco hasta ahí. – continuó respetuosamente.
Eso me calentó más.
Después de varios minutos de espera, llegó el camión grúa y se llevó mi auto.
Dario abrió la puerta de su camión y me dio la mano para ayudarme a subir.
-”hasta donde puedo llevarla?” me dijo
Pero no conteste.
Y el camión se puso a rodar.
Al subir, mire hacia la parte trasera de la cabina y observe la cama, parecía espaciosa.
Mientras conversábamos de cosas triviales, noté que su entrepierna era igual de enorme que su vehículo.
-¿Cómo puedo pagarte el favor?-le dije.
No, no tiene que pagarme nada- me contestó muy respetuoso.
-Puedo probar la cama? -le pregunte.- siempre quise probar una cama de camión. Justifique mi pregunta.
-Si, claro – contestó sorprendido.
Me quité el calzado y me metí en su cama.
Dario seguia manejando su enorme camion, muy atento al camino, pero nervioso por mi presencia y mi actitud, quise cumplir mi fantasia de tener sexo en la cama de un camion, y le susurre: – cuando puedas estaciona, necesito hacer algo.
Más nervioso aún, busco un lugar seguro para estacionar y detuvo la marcha.
Comencé acariciando su cuello, su espalda y susurre nuevamente: -ya se como pagarte el favor; mientras observaba cómo el bulto entre sus piernas crecía en respuesta a mis estímulos.
-Puedo? -le pregunté
-Hace conmigo lo que quieras- fue su respuesta.
Quite su remera mientras lo invitaba a acompañarme a su cama. quite de prisa su pantalón y quito el mio mas rapido aun.
Al sentir su gran pene duro rozando mi vagina la humedad se hizo presente y mis ganas de sexo anal reaparecieron.
Me coloque boca abajo y eleve mi cadera, mi culo lubricado busco su gran pene y tal cual se la había enseñado a mis amigas lo introduje muy despacio, moviendome suavemente, hasta sentirlo por completo dentro mio.
Sus movimientos eran fuertes, firmes. Su respiración en mi nuca decía que su excitación era total, y la humedad de mi vagina lo demostraba.
Llevé su mano a mi entrepierna e hice que introdujera un dedo en mi.
Estábamos solos, al costado de la ruta, los gemidos invadieron la cabina del camión, nuestros jadeos invadieron la atmósfera caliente de ese vehículo, y por un momento nos olvidamos de todo y de todos.
Fue increíble, muy muy caliente.
Al terminar, nos acomodamos en los asientos, con una sonrisa dibujada en la cara.
Diez minutos después llegamos hasta el taller mecánico, que nos esperaba de mala cara por la demora en llegar.
Le di las gracias a Dario, y le pedí su número de teléfono, quizá lo necesite nuevamente en caso de encontrarme en la ruta.