Salí de la casa de Natalia, pensando aún qué era lo que había sucedido. No lograba entender pero aun lo disfrutaba.
Era sólo caminar hasta la avenida para tomar el ómnibus, que con suerte, por ser sábado no tardaría en llegar y no vendría muy lleno. Mi pronóstico se cumplió, llegó en apenas dos minutos y cuando subí solamente tres personas estaban ocupando asientos muy separados. A medio pasillo, sobre el lado izquierdo estaba un muchacho joven, quien al verme puso cara de asombro. Cuando lo vi me pareció conocido pero no tenía la seguridad que así fuera así que lo ignoré y me senté en uno de los asientos del fondo. Luego de un poco más de media hora de viaje, me paré para tocar el timbre y descender del micro. El joven también se paró y se colocó detrás de mí. Por supuesto a una distancia prudente, de todos modos notaba que no paraba de sonreírme.
Bajé del ómnibus y detrás mío el joven, el cual acelera su paso y me dice:
– Hola Marisa! Imagino que no te acordás de mi. Soy Lauti.
Ahí me cayeron todas las fichas. Era Lautaro, el sobrino ahijado de mi vecina. Como olvidar a una persona con ese nombre. Cuando éramos chicos los fines de semana nos veíamos, ya que nos gustaba jugar en la terraza del edificio donde vivíamos. De adolescente se fue a vivir al sur, así que creí que nunca más lo volvería a ver, pero me equivoqué. Y él tampoco había olvidado momentos de nuestra niñez.
– Lauti, no sabía que habías vuelto, te hacía viviendo en Río Gallegos.
– Sí, pero me acabo de anotar en la facultad de Ingeniería así que me vengo a vivir de mi tía madrina por unos años. Nos volveremos a ver y si tenés ganas podemos volver a jugar en la terraza.
– Ya no juego, pero sí me gusta tomar sol y tomar mates. Sí querés esta tarde nos podemos juntar y tendremos mucho para hablar ¿te parece?
Todavía no me había recuperado de las sensaciones vividas en casa de Natalia, y acabo de invitar a un viejo amigo a que tomemos sol juntos. No terminaba de entenderme a mí misma.
A las cuatro de la tarde tenía todo preparado y me dirigí a la terraza. Decidí ir por la escalera, pensando en cada escalón que subía si era correcto o no lo que había hecho. Llegué y al abrir la puerta lo vi a Lauti, ya con las dos reposeras preparadas y una sombrilla en el lugar justo. Le di las gracias por tener todo preparado, me senté semi acostada en una de esas reposeras y le confesé que estaba con un poco de sueño por haber dormido en otra cama que no era la mía. Por supuesto que no di mas detalles que eso.
– No te preocupes me dijo. Puedo ayudarte a estar descansada.
Al instante tomó uno de mis pies y comenzó a hacer un masaje suave. Era una sensación hermosa. Generalmente siento cosquillas en esa zona, pero esta vez lo hacía tan bien que lo estaba disfrutando mucho. Movía mis dedos y acariciaba mi empeine y la planta de mi pie. Primero con uno y luego con el otro. Me preguntó si estaba bien y le dije que sí, que hiciera lo que tenía que hacer.
Tal vez no tendría que haberme apurado a decir eso, ya que se lo tomó literal y sin pedir permiso comenzó con los masajes por mis piernas.
– Son masajes linfáticos. Hace que la sangre suba con mas facilidad por las venas.
Sólo me quedaba creerle, yo estaba disfrutando y los detalles técnicos realmente no me importaban.
Sin darme cuenta estaba en la parte superior de mis muslos. Muy cerca del short que traía puesto todavía.
– ¿Te gusta tomar sol con short y remera? Creo que lo mejor es que te lo saques, así no te quedan marcas.
Era verdad lo que decía, pero no podía confesarle que me había hipnotizado con sus masajes. Con lo que con una sonrisa me quité la remera y dejé a la vista el corpiño de la bikini. Muy poco sutil un rosa fluor que se veía a la distancia. Me aseguré de que nada se haya escapado de su lugar y que cumpliera la función por la que me lo puse. Una vez que estuve tranquila con el corpiño decidí quitarme el short. Era mas difícil porque estaba sentada, así que con un movimiento poco ágil, levanté la cola y me bajé el short. Todo en orden. La bombachita negra estaba en su lugar y era el centro de la mirada de Lauti.
– ¿Ahora si? ¿y vos, tomás sol con remera?
Sonrió y se la quitó. ¡Wow! no era el Lauti flaquito que había conocido. El tiempo que había pasado en Rio Gallegos lo había dedicado a un gimnasio o al menos habría hecho actividades deportivas en algún lugar porque tenía muy marcados los músculos de su abdomen. Quedé con cara de asombro, que para no ser tan obvia, decidí cambiarla rápidamente.
– Marisa, sería bueno usar protección!
Puse cara de asombro
– Al protector solar me refiero.- dijo eso y al instante esbozó una sonrisa al tiempo que de su bolso sacaba un pote de protector solar y decía con voz vergonzosa: si querés yo te paso la crema.
Le agradecí y le dije que yo tenía el mío así que me lo empecé a pasar sola mientras él hacía lo mismo sobre su cuerpo. Era complicado pasármelo y disfrutar como acariciaba su cuerpo. Me imaginaba que era yo quien se lo pasaba.
Nos pusimos a tomar sol, compartir mates y a charlar acerca de como funcionaba la universidad, los tiempos, etc. etc.
Pasados unos quince o veinte minutos decidí darme vuelta y ponerme boca abajo. Lo hice, corrí mi pelo mencionando que lo hacía para que mi bronceado sea lo mas parejo posible. A lo que él mencionó que las tiras de la bikini iban a dejar una marca en mi piel. Lo sabía pero no estaba segura si desatarlos o no. Me sentía segura con Lautaro, siempre fue un caballero con todas las letras, así que la desate y corrí las tiras para el costado. Estaba consciente que podía tomar sol así, pero que no debía moverme para nada o mis pechos estarían expuestos.
Seguimos hablando acerca de nuestras carreras universitarias, al tiempo que él tomó el protector solar y dijo que lo mejor era que estuviera parejo por toda la espalda, así que una vez mas sin permiso me desparramó la crema y al tiempo que me encremaba me acariciaba la espalda. Era una sensación muy rica y me llenaba de morbo porque imaginaba cosas muy sexuales con Lauti.
Cuando ya estaba en la parte baja de la espalda le dije: ¡gracias! ahora puedo seguir yo. Así que sin prisa y sin pausa volqué un poco de crema en cada cachete de mi cola y empecé a desparramarla haciendo círculos. A propósito lo hacía lento y concentrada en que se abriera la rayita lo máximo que se podía. Miraba sus ojos que estaban como un rayo láser clavados en mis nalguitas.
– Lauti ¡Se terminó!
Él me miró asombrado y confundido.
– No hay mas agua caliente. ¿Podés ir de tu tía y traer mas?
– ¿algo más señorita?- preguntó irónico al momento que sonreía y agarraba el termo para recargarlo.
Con prisa se dirigió al ascensor para buscar el agua caliente al tiempo que yo me ataba otra vez el corpiño de la bikini y me paraba para mirar el horizonte desde el borde de la terraza. No era un edificio muy alto, apenas 6 pisos, pero en el barrio era uno de los mas altos ya que no había muchos, y la mayoría eran casas mas bien sencillas.
Mi corazón empezó a acelerarse al ver lo que vi. A solo dos casas estaba abierta la ventana de lo que sería el dormitorio de una chica. Ella estaba totalmente desnuda a punto de ponerse su traje de baño. No se veía mucho, solo una cola bien redondita y como tenía la luz de esa habitación encendida se veía con absoluta claridad. Primero lo de Naty, luego los masajes de Lauti, y ahora mi vecina desnuda. Mi corazón no paraba de latir acelerado y mi mente imaginaba cosas que es imposible de describir. Algo estaba pasando en mi.
Decidí que lo mejor era no mirar mas, ya que corría riesgo de excitarme y que se note, o en mi cara o en la bombacha de mi bikini. Lo mejor sería volver a la reposera y seguir pensando en los exámenes de comienzo de ciclo.
Puse algo de música en mi teléfono como para darle alegría a la tarde y a los pocos minutos volvió Lauti, termo en mano y con una sonrisa muy pícara.
– ¿qué pasa que estamos tan sonrientes?- le pregunté de forma irónica, imaginando que evadiría la pregunta de alguna manera.
– Nada, me demoré un poco mas porque una amiga de Rio Gallegos me mandó un whatsapp diciéndome cosas …
– ¡Ah! una “amiga” diciéndote “cosas” … Sr. Lautaro, cuente mas detalles por favor
Creí, una vez mas, que se llamaría a silencio, pero para mi sorpresa me contó detalles que me dejaron con la boca abierta.
Se trataba de Vanesa, una chica que había cursado la secundaria con él y que había hecho muy buena amistad. ¿Hasta qué nivel? Hasta el nivel de ser amigos con derechos. Yo no podía creer (o sí) que me contara tal nivel de detalles.
Una chica, según Lauti, muy bonita pero a la vez muy tímida. Tan tímida que el único amigo varón era Lauti. Había logrado ese nivel de confianza en una fiesta que hicieron en el secundario, donde se hizo un juego y perdieron los dos. Como prenda tenían que ir a un lugar oscuro y besarse. En ese momento me dí cuenta que la única que tomaba mates era yo porque Lautaro no paraba de contar la historia de Vanesa.
Según relató, no se habían ido muy lejos y por sugerencia de él, solo iba a ser un cachete con cachete por si alguien los espiaba pero que él respetaría su decisión. Vanesa muy feliz por esta propuesta. Así lo hicieron y pasaron la prenda satisfactoriamente.
A los pocos días, siguió relatando Lauti, Vanesa apareció en su casa y le dijo: tengo que ver algo muy importante con vos. Y pegado a esa frase su boca se unió con la de Lauti en un beso verdadero. Un pico bastante largo y apretado. Él me confesó que no salía de su asombro al tiempo que ella le pidió que no lo contara a nadie y que si él estaba de acuerdo serían amigos con derecho. Lauty estuvo de acuerdo y según me contaba, es al día de hoy que guardan ese secreto.
Como todo amigo con derecho empezaron los cruces de mensajes de whatsapp y de Instagram.
Yo no sabía qué responder. Me estaba imaginando cosas y mi cuerpo acompañaba esa imaginación.
Decidí decir que ya era tiempo de suspender el picnic de terraza, que tenía cosas que hacer en mi casa y que en otro momento me iba a seguir contando.
Lauty estuvo de acuerdo, se ofreció ayudarme a bajar mis cosas pero antes, me pidió mi número de teléfono así estábamos conectados también por whatsapp. Por supuesto no podía decir que no, pero me imaginaba todo lo que vendría…
Continuará…