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Seduciendo a la vecina, una gran puta (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

El deseo cocinado a fuego lento tiene más sabor, la vecina se pasó de infiel a puta atrevida sin límites, quería todo y mucho, el trío y la pansexualidad eran sus objetivos.

Primera vez siente el sexo como placer y no como obligación conyugal, transformarse de obediente esposa en una salvaje que busca sexo. Le hice aflorar esa loba ardiente que escondía dentro sin saberlo, ahora no para de reclamar sexooo.

La realidad supera la ficción, lo relatado es una prueba, cuando le comenté a la protagonista de esta historia que escribo algunos re latos, fue su pedido especial que lo realizará, le importa mucho compartir esos deliciosos momentos con algunas lectoras, que sepan entender sus motivos para ser infiel por primera vez.

Una calurosa tarde de enero, llegado a casa, la vecina en la puerta con su marido y un bolso, de los grandes…

El saludo de cortesía y la pregunta obvia: -¿De viaje?

-Algo así… llevamos al “señor” para internarse…

-Guauu, ni sabía que estuviera enfermo…

-Es una cirugía programada. Esperando al Uber que demora… ufff

-No hay problema, déjame llevarlos

-No te molestes podemos esperar un poco más…

-De ningún modo, solo un favor de buen vecino.

Obviamente no solo los llevé sino que me quedé colaborando hasta que hicieron el ingreso del señor en la clínica para traer a la señora Any de regreso a casa.

El trayecto permite ese acercamiento y alguna confidencia que excede al del vecino, facilita la empatía, el regreso a la soledad temporal acentúa ese momento de vulnerabilidad y desasosiego, según ella nunca se sintió como en este momento, es algo temporal pero le asusta esa sensación de no escuchar la compañía.

Complacerla ofreciéndome para lo que fuera necesario, la siento vulnerable, ofrezco un momento de compañía, acepta el ofrecimiento, invita a tomarnos un café en su casa.

-Está bien, no es necesario que me acompañes, tienes obligaciones en tu casa.

-Para nada, mi esposa se fue un par de días a la casa de nuestra hija, sirve para hacernos compañía. Estamos solteros… –sonríe por la humorada.

-Qué bueno!, te lo agradezco…, hemos compartido más cosas en este trayecto que durante años de vecindad.

-Como dice el refrán, nunca es tarde cuando la dicha llega.

Esta causalidad facilita el acercamiento y descubrir esa empatía, no tan inocente. La conversación discurre por alguna confidencia, intencionada?, que no sabe estar sola, salió de la casa materna para ser esposa y madre, sus inexpertos dieciocho con el marido cercano a los treinta. Un buen marido, las familias se conocían de asistir los domingos a la misma iglesia, era casi un destino obligado

Esa tarde calurosa por demás, cambiamos el café por una cerveza bien helada. Celebró la idea, fueron dos, una para cada uno. El frescor de la rubia “corona” aceitó el camino de una catarsis emotiva.

No reniega de su destino, siempre tratada con cuidado y esmero pero ese casamiento temprano, y tan pronto ser madre le impidió disfrutar del atrevimiento de la juventud y no haber vivido esas atrevidas historias como sus amigas del Liceos. Ahora sus cuarenta y… más, se lamenta no haber sentido en su piel las aventuras vividas y las que siguen viviendo, que desgranan cuando se deseo que la historias cuando se reúnen después del gym.

Su catarsis no tenía nada de accidental sino una demostración de necesidad y contención. Ser buen escuchador es clave para seducirla a seguir revelando ese lado íntimo que no ha querido compartir con sus amigas. Se mostró como una mujer de carácter y determinación, domesticada por el prematuro casamiento que obligó a callar su rebeldía en la monotonía de un matrimonio tradicional e insípido. En mi compañía se sentía en un momento a solas consigo misma, confesando su desnudez emocional.

Se asombra y no entiende como de la nada misma surgían la catarata confesiones íntimas que solo su amiga cómplice conocía solo en parte.

-Discúlpame… te estoy abrumando con estas confidencias…

-No… todo lo contrario me siento honrado por tu confianza, sin ser íntimos abras tu corazón me siento privilegiado…

-Es cierto, esto pesaba, ahora me siento liberada

-Has visto que te he sido útil. Lo necesitabas, no te reprimas, puedes vaciar esas asignaturas pendientes, somos… amigos…

-Sí mucho. No soy bebedora, pero necesito otra cerveza para animarme a más…

Se animó a más, soltar esas intimidades que solo se habla entre amigas.

La empatía era más que evidente, de un plumazo había descubierto todos esos pensamientos y deseos ocultos, era tiempo de hacerla fluir esas carencias. Pregunté si en algún momento lo había intentado, reforcé el compromiso de la absoluta discreción y silencio, la pregunta de Anny era más que obvia.

-Dime, Dany tu has sido infiel?

-Obviamente que sí, pero solo la infidelidad de la carne

Sonríe, es la muestra que ahora está en condiciones de mostrarse, le expliqué la diferencia entre la infidelidad de la carne, es algo antinatural, la forma de encontrar en otra carne la satisfacción física y hasta emocional que nos retacean en el matrimonio, pero la lealtad hacia la esposa será algo inalterable, que subsiste como el valor esencial en el matrimonio.

Vuelve a sonreír, y agradece la honestidad, y me confiesa que en una ocasión me había visto salir en auto de un hotel para parejas, y ella parecía bien joven y se ocultaba debajo de anteojos oscuros. – tu no me viste, pero cuando nos detuvimos en el semáforo, sete notaba bien feliz…

-No sé con quién, pero casi siempre, cuando nos liberamos al placer lo estamos. Deberías intentarlo… Ja!

Hizo una pausa, sin sonrisa, con un gesto la incité a soltar la confidencia, un trago de cerveza para tomar impulso y se abrió, diciendo que la rutina marital la dejaba siempre sin poder llegar…el gesto hablaba tanto que no necesitaba explicar dónde ni cuanta era la carencia. Que había aceptado las insinuaciones de un amigo de su marido, tuvieron un par de encuentros…

-Qué bueno has podido ser una mujer completa y feliz…

-No!… y eso fue lo mas frustrante, ese par de salidas solo fue a tomar algo en su apartamento, pero… cuando ya todo estaba casi dispuesto, al “señor” sintió sentimiento de culpas y… nada de nada, con la indignación y vergüenza de estar ya con los pechos fuera y tener que regresar con la mayor frustración y dolor de sentir el casi desprecio de mujer. Un solo intento y… la nada misma.

Me levanté y coloqué a su espalda para no pode ver el rostro apenado, con las manos sobre los hombros, comencé un tímido masaje… El silencio respetuoso permitía casi escuchar su latidos y asomarse alguna lágrima, entonces me coloco frente a ella, con las palmas acariciando sus mejillas y los pulgares borro esas lágrimas que asomaban, en sus ojos. Las miradas eran su contención y complicidad. Con la mano en su mentón hice mostrar el rostro renovado de una mujer que se había liberado de ese primer intento y fracaso total.

-No, te dejes caer, no todos los hombres son así.

-Tu no serías como él.

-Sin duda que no, sobre todo imaginando como estabas dispuesta y ofreciendo ese… bueno todo esta maravilla que intentas disimular con las ropas holgadas. Pero en un par de ocasiones te he visto con la ropa ajustada de gym, y… guauuu!! Esas dos bellezas… tan grandes e imponentes lo debieron asustado al “señor”.

-Ja!! Son tan… así? A ti te agradan?

-Es broma? Que si me agradan?, desde que te vi así no pude evitar pensar en otra cosa que envidiar a tu marido ser dueño de tan… ta belleza junta.

-Ni las nota, te imaginas haciendo el amor… solo sexo y disfrute de él, en silencio y con la luz apagada…

-Cuánto desperdicio de placer, es imperdonable. –Asiente, sonríe.

Era mi turno de jugar, masajear sus hombros para que el deseo no fuera obstáculo en el diálogo, le aseguré que si tuviera la oportunidad de tener una mujer de sus quilates no habría egoísmo, sino generosidad, el amor o lo que fuera, consensuado, un disfrute de a dos y por los dos. Se deja estar en mis manos, echa la cabeza hacia atrás, me acerco tanto que casi estamos a un nada de besarnos. No es tiempo, dejar que crecer el deseo estimula sus fantasías y acrecienta el placer.

Sin darnos cuenta la tarde ha dejado su lugar a la incipiente noche, propongo pedir una pizza y compartirla, para hacerle más corta su incómoda soledad. Compartimos la cena como dos amigos de toda la vida, cordialidad y el buen humor, la charla se hizo más amena e intimista extendió hasta bien tarde.

Quedé en llevarla al hospital a ver a su esposo, esperarla fuera fue la prueba de complicidad, al regreso pasar delante del hotel donde dijo haberme visto salir para crear su fantasía de saber cómo es ese lugar que nunca conoció. – Solo conozco “esos lugares” por comentarios calientes de mis amigas.

-Y algo de curiosidad…?

-Para qué negarlo, si!

-Mucha?

-Digamos que… sí. – mirada pícara y cómplice

-Cuando quieras conocerlo, me ofrezco como guía. – sonrisas

Los días siguientes siguieron en un trato siempre en privado y por whatsapp, en un descuido noté que me tenía agendado con nombre de mujer, otro signo de promesa a futuro cercano.

La recuperación del marido la puso exultante y comunicativa, unos días más tarde me pide si al día siguiente podría llevarla al hospital por que le daban el alta médica, que ella le había dicho a su marido que si se la otorgaban me llamaría para traerlo de regreso.

Obviamente no era toda la verdad, llegamos en la mañana, pero me quedé esperando sus noticias. Dijo que faltaban algunos chequeos médicos, si todo estaba ok en la tarde le dan el alta,

Que si podría esperarla que saldría para volver hasta que el médico le avise cuando sea posible.

No sabíamos cuánto tendría de espera, pero nunca menos de cuatro horas y que la llamarían, el reloj del deseo corre de prisa y el calor de esa mañana era insoportable, le propongo que podríamos ir a un sitio con aire acondicionado y tomar algo fresco, ella pone el reparo de que no desea ser vista con otro hombre, por eso de que gente siempre comenta.

Esta era la oportunidad, servida en bandeja, le propongo llevarla a un lugar súper discreto, donde comer unos sándwich y beber algo bien frío pero… dejé espacio para la obvia pregunta.

-Pero… qué?

-Bueno… este… es un lugar que te enseñé hace unos días, cuando veníamos de regreso.

-Y…

-Bueno, ese lugar que no conocías, hacen buenos sándwichs y la bebida bien fría… Pero solo es un lugar discreto que puedes conocer mientras esperas a tu marido, no pienses mal, no hay otra intención oculta…

-Solo una visita guiada… como de turismo local?

-Ajá!, solo eso

-Confío en vos. Llévame!

Todo bien hasta que estuvimos en la entrada, esa mirada de indecisión, solo un instante, el gesto de vamos! Estacionar, subir al cuarto y cerrar la puerta, todo bien rápido con decisión. Cuando cerré la puerta percibía la inquietud en su respiración, mi actitud sin apremios tranquiliza, esa recorrida visual, el decorado temático, cantidad de espejos que reflejar su curiosidad y asombro.

Dejo ese espacio de contemplación mientras solicito unos tostados, dos whiskys con hielo, y gaseosas, que recuerda antes de cortar.

El frescor del aire acondicionado seduce y calma, nos quitamos el calzado para sentir la suavidad del alfombrado, sentado en el sofá, ella en el borde de la cama, esperamos el pedido, los espejos, las luces, la tv porno y la música crean el ambiente para deslumbrar su curiosidad erótica. Me mira tranquila, puedo sentir su pensamiento ¿y ahora qué?, el bip avisa que el pedido está en el buzón de entrega, retiro la bandeja y coloco sobre la mesa ratona, sirvo el whisky, ella los cubos de hielo. – Esos cubos de hielo necesitan el dedo femenino para revolverlos. –sonríe por el mimo.

Bebemos mirándonos, solo sonrisa inquieta, esperando… La invito al usar el jacuzzi, recién encendido, reafirmo, que solo es un espacio de relajación que comparten dos amigos, que solo es “una visita guiada” y que me voy a duchar, solo separada del lecho por una pared de cristal, desnudo una rápida ducha, en los espejos puedo sentir la curiosidad mal disimulada de observarme, simulo no haberlo notado. Me llevo el vaso de scotch y sumerjo en el jacuzzi, ella enciende la tv y aparece la película porno, la mirada absorta por ver como se dan sexo produce el efecto deseado, la curiosidad le roba la calma.

La invito a disfrutarlo, duda, reitero que no tiene nada de extraño, solo compartir el disfrute. – Ja, pero desnuda.

-O como lo desees, solo que te quedará la ropa mojada, ja!

Sacude la cabeza como para alejar las prevenciones y se desnuda para entrar a la ducha, ahora soy yo quien mira sin tanto disimulo las agraciadas formas de Anny, algo rellenita sin ser gorda, unos pechos de antología, por grandes y bien formados, los pezones son la tentación del goloso, yo lo soy y mucho, las caderas están buenas, pero la belleza de su pechos opacan al resto, una mata de vellos negros, enrulados cubren la tentación de su cueva.

-No pensarás entrar con la bata de baño puesta?

No! Solo era pudor, te dije nunca en un lugar así y menos desnuda ante otro hombre, y ahora, meterme en esta tina de baño… bueno, ya estoy dentro…

Nuevo brindis: -Esta es la segunda vez que tomo whisky, la primera fue en la noche de bodas, para darme ánimo… Sonrisa cómplice.

-Te has perdido, no hablas…

-Es que me pierdo mirando todo, esas hermosuras y tan grandes que…Las había imaginado, pero ahora vivas y latiendo…son tan… tan…

-No entiendo

-Tanta opulencia que desearlas es una obviedad. –gesto de no entender -No te hagas… sabes que son deseadas por todos los que te miran, y ese debe ser el motivo que usas muchas ropas bien sueltas.

-Eso, mi marido se pone loco cuando me miran estas… tetas como te gusta nombrarlas…

-Lástima que hoy no será el momento…

-Momento de qué?

-Tu sabes…

-Sí, lo sé, pero lo que no puede ser hoy… tu sabes…

El resto del tiempo lo pasamos, desnudos comiendo los emparedados, gaseosa y café, la tv porno capta su atención, disfruto verla algo nerviosa, ansiosa sin saber cómo responder a la excitación del porno, inquieta y pudorosa, la cubro con la sábana para que pueda tocarse.

Tímida al comienzo, la invito a dejarse llevar, que no se sienta inhibida, soy su amigo y comprendo su momento. Hasta cierra los ojos, la sábana protege su intimidad??? Tímido movimiento de mano sobre su sexo, se le secan los labios, transita la calentura como puede, tímida y silenciosa, los ojos cerrados invitan a colocar mi mano sobre el sexo, sábana por medio, me hace lugar, atrevido voy por más.

Teme abrir los ojos y que todo haya sido un sueño, retiré la sábana, su mano presiona la mía sobre el sexo, mis gruesos y hábiles dedos cumplen en elevar el nivel de calentura, intenta hablar, retiré la mano de su sexo para cruzar el dedo húmedo en sus jugos sobre los labios. Sigue con los ojos cerrados, despacio voy colando mi cabeza entre sus piernas, instintivamente eleva las rodillas, todo está dispuesto para avanzar sobre la cueva pletórica de sus feromonas que delatan atroz calentura.

Elevo sus muslos, los talones sobre mis hombros, me sumerjo en el mar de su deseo. La lengua chapotea la tibieza de sus jugos, lamidas profundas, inquietante succión a la cereza de ese postre. Un par de dedos dentro de la vagina vencen la incipiente resistencia, suspiros profundos, gemidos ahogados para poder soportar esa corriente eléctrica que agita su cuerpo.

No se resiste, perdida en la vorágine de la situación inquietante, agita su cuerpo y trastorna los sentidos. Aturdida por las emociones, ahogado gemido prólogo de un orgasmo que atenaza sus entrañas, sacude sus fibras más íntimas, el pedido Ede que no se reprima la anima a soltar ese gemido que le hace perder el sentido de la realidad, dejarse llevar por la actividad mi lengua y dedos, que atenazan su vagina y prolongan ese orgasmo llevado al extremo de su resistencia.

Se deja llevar por el clímax, cierra fuerte los ojos, En su desconcierto acerco mi boca a su cuello para aspirar el sudor y dejarle la marca de mi aliento. Está entregada, la visita guiada esta por modificar el recorrido, pero… el inoportuno llamado de la clínica avisa que al señor le están realizando el trámite de alta médica, que pueden venir por él.

Ese llamado cambió todo, la realidad tiene sus tiempos y este fue el menos indicado. Recomponerse de urgencia y disponernos a ir por el marido de Anny, era el momento de salirnos del cuarto, sentados en el sofá tomé sus manos y casi con timidez le pedí si podía darle un beso. Miro profundo y dijo: -Sí, uno solito. Puse mi mano sobre su hombro, tal vez para impedirle salirse, posé mis labios sobre los de ella, esperaba con la boca entreabierta y cuando juntamos las bocas fue algo que me descolocó, era como si me estuviera esperando desde la otra vida, de su boca salió la lengua para recorrer mi boca. Las bocas eran todo fuego, la de ella una brasa encendida que buscaba mi saliva para apagar su pasión, el abrazo fue trepando y enlazando la ternura de ese beso. Nos estábamos comiendo la boca sin dejarnos respirar, el tiempo había dejado de existir, suspendidos en ese beso que estaba sellando un compromiso aún no escrito.

Nuevamente el teléfono, ahora el de la habitación: -Señor en diez minutos finaliza su turno…

Otra vez se interrumpe ese momento mágico, mientras acomodo mis ropas ella retoca el rouge robado durante el beso.

El viaje al hospital fue en silencio, era como la preparación del retorno al mundo real, esperé en el auto a ella y al señor que traían en la silla de ruedas. Nuevamente los saludos con el señor, su agradecimiento por haberlo llevado y ahora volver por él, una promesa de un agradecido encuentro tomándonos una copa.

Esta primera parte del relato parecía el prólogo de una fogosa relación con Anny, pero la dinámica de las relaciones humanas y el sentimiento de culpa de ella crearon una impasse en la relación, no hubo llamados ni mensaje, solo me había cruzado un par de veces, estando ella con su esposo, cruzamos una mirada con un mix de pecado y compromiso que no podía entender y menos aún preguntar el motivo.

De este modo transcurrieron como un interminable mes, sin contacto hasta que una tarde me animé a tocar el timbre de su casa y preguntar por estado de salud de su marido.

-Hola, quería saber como sigue tu esposo, como hace tanto que no los encuentro

-Bien, esta casi perfecto, lo han dejado como nuevo, ja!

-Bueno, era solo para eso y me alegra mucho saberlo.

-No soy una desagradecida, luego te voy escribir un mensaje…

-Qué bueno me gustaría saber que tienes para decirme. Gracias.

Un par de días mas tarde nos volvemos a encontrar, ll ma para entregarme una botella de un scotch de 18 años que me envía el marido como agradecimiento por las atenciones recibidas, ella por su parte un sobre con el mensaje prometido. Saludo cordial y sin más me dejó la intriga de saber el contenido del mensaje. No me animaba a abrirlo, recién al día siguiente sentí curiosidad por saber con qué me encontraría.

El mensaje decía: “Amigo Dany: En la soledad de la noche la culpa de esa infidelidad me motivó a escribir estas sentidas líneas. No pienses que soy una desagradecida ni una mujer insensible, se valorar todo lo que has hecho por mí. Qué la sorpresa de esta naciente amistad escaló hondo en mi sentimiento y las culpas afloraron cuando la razón comenzó a privar sobre la pasión.

Te agradezco la compañía, el haberme respetado, haberme soportado y hasta parecerte una mujer fría, pero es que no estaba preparada para esto que nos pasó.

Ese orgasmo robado me ha producido el dolor profundo de la infidelidad, se me partió el alma pero al mismo tiempo fue el placer más sublime e intenso que pude haber sentido, se me encendió la luz, ahora ni sé cómo seguir. Déjame tomar un tiempo para saberlo. Gracias, sinceramente Anny”

Desde ahí nos hemos visto muy ocasionalmente, fue como si algo se hubiera roto en la naciente amistad, yo la buscada, ella rehuía, era la dinámica de la vida que tiene sus propias reglas.

El relato amerita por lo extenso continuarlo en una segunda parte. Gracias por haberlo leído y continuar con el epilogo que como en todas historias, lo más jugoso está al final. Escondía una gran puta continua en una segunda parte.

Estamos esperando sus comentarios para continuar las jugosas experiencias vividas por esta atrevida mujer, donde la realidad supera toda la ficción, quiso explorar todos los límites y lo estamos haciendo…

Este mensaje es para esa mujer que no se atreve a ser infiel, si lo hiciste, compartamos experiencias, Anny y Luis te esperamos en [email protected].

Lobo Feroz

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