Como había comentado antes, soy profesora de educación inicial. Trabajo en un colegio particular, pequeño, pero bonito y con un muy lindo ambiente. Como parte del servicio a los padres de familia, tenemos reuniones bimensuales con ellos para informarles sobre el avance de los chicos y para atender sus consultas.
Casi siempre van las mamás. Algunas veces acompañadas por los papás o alguna abuela. Este año me llevé una sorpresa en la reunión de abril. Llegó el papá de uno de los alumnos. Me sorprendió mucho. Un hombre joven, de unos 28 años. De estatura media, pero cuerpo trabajado en gimnasio. No diría que especialmente guapo, pero tiene su encanto.
Sorprendida le pregunté por la mamá del chico y me dijo que era viudo. Miró mi cara de sorpresa y me dijo que si, que todos se sorprendían, pero que así es la vida. No pregunté más. Seguí con el protocolo del reporte bimensual, me hizo algunas consultas y se retiró.
Dos o tres días después me escribió un mensaje en el WhatsApp. Tenía mi número del chat grupal del aula. Me hizo una consulta muy tonta, le respondí amablemente, pero era obvio que quería abrir contacto.
Un par de días después me hizo otra consulta tonta y desde ese momento nos enganchamos a conversar. Me preguntó si era casada, le dije que sí, que tenía dos hijos. Seguimos hablando generalidades y poco a poco escalando a temas más íntimos. Al final ya era una conversa super sexual. Me calentaba demasiado ser la maestra de su hijo y haberlo conocido en la reunión bimestral con los padres.
De tanto charlar nos dimos cuenta que nos veríamos en la reunión de junio. Comenzamos a imaginar cosas sexuales durante la misma. Mil cosas fluyeron de la conversación. Pero, si bien estaríamos solos en el aula, serían 15 minutos, seguro con alguien esperando afuera para el siguiente turno.
Llegó el día y estaba muy nerviosa. Recibimos a los padres en el buzo del colegio. Pero me arriesgué y me puse una tanga coqueta. Me miré y me remire en el espejo y nadie podría darse cuenta que debajo del buzo tenía una tanga puesta. Le conté al papá como iría vestida y le encantó la idea.
Cuando llegó su turno lo hice pasar. Cerré la puerta del aula y nos besamos. Tiernamente, nada apasionado o sexual. Solo mucha ternura. Maestra y papá. Algo que había surgido sin pensar.
Estuvimos un par de minutos como tiernos enamorados. De pronto me soltó y me dijo “profesora, quiero ver su tanga”. Acepté. Le pedí que se sentará sobre mi silla de maestra y coquetamente me bajé el buzo. Lentamente, hasta que todas mis nalgas estuvieron al aire, solo cubierta mi rajita por la tanga más pequeña que tenía.
Se puso loco. Se le acabó la ternura y me dijo que me quería coger. Lo pensé un instante. Miré las ventanas cubiertas por cortinas, miré la puerta con seguro, miré las carpetas de mis alumnos y me decidí. Le pedí que saque su pene.
Lo sacó, lo recorrí con mi lengua para humedecerlo y me senté sobre él. En mi silla de maestra. Me tuve que morder los labios para contener los gemidos. Tuve un orgasmo que fue llegando lentamente, pero se quedó en mi por muchos segundos y que se fue cuando sentí que su semen me inundaba.
Ambos llegamos y me volvió la cordura. Pensé en el olor a sexo y semen. Me metí al bañito de los niños, oriné y me limpié. Jalé dos veces la palanca. Volví al escritorio. Le di un pico y le dije que su hijo estaba muy bien. Salió y entró la madre del siguiente turno de reunión.