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Secretos de la noche anterior a mi boda
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Lo que cuento en este relato es un secreto. Un gran secreto. Solo te lo cuento a ti lector, nunca lo he explicado antes a nadie. No quiero que lo sepa mi familia ni amistades ni conocidos. Tampoco mi esposo Pedro. Bueno, él menos que nadie, la verdad. Sé que Pedro no me vería de la misma manera y que, quizás, nunca me lo perdonaría. Debo reconocer que aquí no daré mi nombre real ni tampoco el de ninguna de las personas que aparecen en el relato. No querría que alguien me identificara. No es que me arrepienta de lo que sucedió ni tampoco que me avergüence. Pero sé que mi matrimonio difícilmente podría continuar igual si se supiera lo que pasó. Porque, aparte de los nombres, todo lo demás que te contaré es completamente cierto. Aunque verás que es muy fuerte, es enteramente verdad. Bueno, empiezo:

El martes 15 de agosto, festivo, es el día que Pedro y yo elegimos para nuestra boda. Nos comprometimos un par de años antes y salíamos juntos desde hacía más de cuatro. Fue un noviazgo muy feliz. Yo era entonces muy joven y nunca antes había tenido novio mientras que él, seis años mayor que yo, sí que había disfrutado de algunas relaciones anteriormente. En ese momento yo era casi una niña y Pedro respetó mi virginidad durante todo este tiempo. Nunca llegamos al coito ni a nada que se le pareciera. Sí que tuvimos ciertos acercamientos sexuales, claro, básicamente nos besábamos, acariciábamos y nos masturbábamos mutuamente, a menudo sin quitarnos la ropa, aunque sí que siempre me ha gustado mucho enseñarle los pechos y que me los toque y, sobre todo, que me los bese y ofrecérselos para que me los chupe y me los mame. Eso me vuelve loca. Y a él le encanta. Debo decir que en esos cuatro años me he hecho toda una mujer y que mis tetas han ido tomando una bonita forma y han ido creciendo y creo que ahora mismo son perfectas. Eso me dice el espejo y mi novio, así como las miradas de admiración de tanta gente que descubro que me las come con la mirada llena de deseo.

Juraría que Pedro nunca me ha sido infiel. Yo tampoco, en realidad, aunque… bueno, tuve un par de momentos en que… nada importante, pero… Una vez, durante el primer año de noviazgo con Pedro, estuvimos tonteando unos días con un compañero de trabajo, casado, hasta que un día, en el lavabo más cercano a su despacho, nos abrazamos y besamos, nos comimos la boca, nos acariciamos, nos tocamos… Fue muy divertido y apasionado y debo reconocer que llegué a tener un orgasmo bestial cuando él, por encima de la ropa, me agarró las nalgas y me las apretaba para acercarme más a su cuerpo, me acariciaba la vulva y me masajeaba los pechos, que no paraba de decir que le encantaban y que los deseaba desde el primer día que entré a trabajar en la empresa. Para que él no se quedará con las ganas y yo tampoco, le enseñé mis tetas, se las ofrecí con las manos para que me las mamara, cosa que hizo con fuerza y gusto, y él se sacó su miembro y le masturbé. Él se corrió enseguida, con una eyaculación abundante y caliente. Me manchó algo mi vestido. Nos besamos y salimos sin que, por suerte, nadie nos viera. Tampoco nadie se apercibió de las sospechosas manchas en el vestido, o eso creo vaya! Nunca repetimos y nunca hablamos de ello. Los primeros días después del encuentro tuve la sensación de que todos en la empresa me miraban distinto, pero pienso que en realidad nunca nadie se enteró. Él siguió felizmente casado. Y yo muy contenta con mi novio.

Y hace sólo un año, ya comprometida con Pedro, tuve otro desliz. Esta vez fue con mi cuñado Fernando, el marido de Olga, mi hermana mayor. Me parecía que hacía un tiempo que me devoraba con los ojos y siempre me estaba lanzando piropos y cosas así, como en plan de broma. A mí, la verdad, es que él no me gusta demasiado, pero debo reconocer que complace agradar a los hombres. Hasta que un día que celebrábamos una comida toda la familia, en casa de mis padres, él no paraba de mirarme y de decirme cosas bonitas, que si estaba tan guapa, que si fuera su novia no me dejaría de besar, que suerte que estaba casado que si no vería, que me había hecho toda una mujer…

Es cierto que, en estos últimos cuatro años, mi cuerpo, ha cambiado y mucho. Ya te conté que me enorgullecen mis tetas bien formadas, no demasiado grandes, suaves y tersas. Y qué decir de mi culo? Pues que yo diría que está de muerte, ha ganado volumen y redondez, es duro y hace que mis curvas sean muy atractivas, la verdad. Bueno, pues eso, que mi cuñado ese día en casa de mis padres, no paraba de mirarme, de bromear, de insinuarse, que si esto que si lo otro, mucho blablablá! Yo le dije lo típico de que perro ladrador, poco mordedor y eso. Él siguió la broma y me dijo que no le pusiera a prueba. Seguimos con las risitas y jueguecitos hasta que yo le reñí en broma y me fui a la biblioteca, simulando que iba a leer. Sabía que él no paraba de mirarme y reconozco que me moví en plan muy coqueto y sensual, segura que él miraba mi culo descaradamente, solo cubierto por unos pantaloncitos que dejaban ver algo de mis nalgas.

Como me temía, y a la vez en parte deseaba, él me siguió y allí me dijo que ahora vería y yo le contesté que no vería nada, que era un hombre casado, que yo tenía novio, que estábamos en la casa de mis padres llena de gente, pero él me abrazó y besó, me acarició los muslos y metió sus dedos por debajo del pantalón para agarrarme las nalgas, me dijo que las deseaba y que yo le había provocado con unos shorts tan minúsculos y yo le dije que no, que era verano y hacía calor, él me dijo que “vaya culo se te ha puesto, hermanita, por fin te lo puedo acariciar!” y yo le devolví el beso, me sentía muy caliente y me desabroché la cremallera del pantalón, le tomé una mano para acercarla a mis pechos, que acarició con fervor, y la otra se la puse dentro de mis braguitas ya empapadas para que buscara mi sexo, lo que hizo enseguida y hábilmente. Me acarició la vulva, me introdujo varios dedos en mi vagina y yo me corrí como una loca.

El hecho de estar en la casa con toda la familia a punto de almorzar me daba tanto morbo que me corrí varias veces. El flujo me humedeció el pantaloncito e incluso resbalaba algo por mis muslos. Me dijo que y él qué y entendí que también se merecía algo de placer y le abrí la cremallera del pantalón, le saqué su miembro totalmente empalmado y empecé a masturbarlo. Él me dijo que se la chupara y yo le contesté que no, que nunca había hecho eso con nadie, ni con mi novio, lo que creo que le hizo desear todavía más que le hiciera una mamada. Yo le masajeaba la polla con ganas, pero, aunque se hacía más grande y gruesa y con la punta muy húmeda, él no se corría. Me bajé el escote de la camiseta debajo de mis pechos para excitarle más, pero ni así se corría. Le ofrecí mis tetas para que me las chupara, cosa que hizo con fervor, y su miembro no paraba de crecer. Hasta que, al oír voces en el comedor y temiendo que nos buscaran y alguien entrara a la biblioteca y no queriendo dejarle así, me decidí a chupársela. Y me encantó!

Al cabo de unos segundos, Fernando se vino en mi boca lo que me dio algo de asco, pero también me gustó. Lo cierto es que tenía un sabor muy rico, mucho mejor de lo que yo había imaginado. Me dijo que la chupaba muy bien, que era una buena mamona y que no se creía que no lo hubiera hecho nunca antes. Yo le juré que era la primera persona a quien se la había mamado. Escupí su semen en un pañuelo de papel. Enseguida, cuando me pasó la calentura, me supo mal haberle hecho eso a mi hermana, pero no negaré que me lo pasé muy bien con su marido. Desde entonces, nunca más he sido infiel a Pedro. Y con Fernando hemos sido unos buenos cuñados, aunque él, de vez en cuando, vuelve a insinuarse, a devorarme con los ojos… Y aunque me gusta que me admire y reconozco que alguna vez flirteo con él y me pongo coqueta, yo tengo claro que una vez y no más, no quisiera que, por una tontería, sufrieran tanto mi novio Pedro como mi hermana Olga, a los que quiero con locura.

Y llegamos a este mes de agosto. Estos últimos días han sido muy ajetreados con la preparación de la boda y todo eso. Tanto mi novio como yo estábamos muy ilusionados con la celebración. Debo reconocer que todo fue genial. Un bodorrio, todo lujo! Pero como también lo fue la noche anterior. Una locura!

Tres días antes, el sábado, habíamos celebrado la despedida de solteros. Cada uno por su parte. Él se fue con sus amigotes y todavía no sé muy bien lo que hicieron. Yo estuve cenando con mis hermanos, mis primas y con mis mejores amigos. Una cena apetitosa y fantástica. Después fuimos a bailar y lo pasamos muy bien. Mis hermanas Olga y Montse, mis primas Belén y María, así como mis amigas Merche y Candela, estuvieron todo el tiempo conmigo bebiendo, cantando y bailando en la pista. Qué divertido! Bernie, mi hermano, Ricardo, el novio de Merche, y Goyo, el marido de María, estuvieron sentados bebiendo, riendo y charlando con mis amigos Jaume y Domin. Mi amigo Litos, en cambio, estuvo alternando la pista con nosotras y la charla con los chicos.

Mi cuñado Fernando no asistió a la fiesta. Él sabrá por qué. A mí no me hubiera importado. Es más, me habría gustado. Y quizá me habría dado algo de morbo, la verdad. Cuando se acercaba el final de la fiesta, los chicos vinieron a la pista y estuvimos bailando algunas canciones lentas, cambiando de pareja. Estábamos todos bastante bebidos y por consiguiente muy desinhibidos. Me di cuenta de que la mayoría de los chicos, aprovechaban el baile para apretarse mucho a mi cuerpo, pero la verdad es que no me importaba. Incluso alguno descaradamente se pegaba a mi para sentir mi pecho. La verdad es que me halagaba saber que les gustaba, que seguramente me deseaban. Cuando bailé con Goyo, el esposo de mi prima María, me sorprendí al sentir que, aparte de apretarme contra él, bajó sus manos desde la cintura, como acariciándome y posándolas sobre mi culo. No negaré que me gustaba la sensación, pero pensé que delante de todos no debía permitirlo y se las aparte hasta mi cintura de nuevo. Él repitió la jugada y me agarró las nalgas con más fuerza. Le dije al oído que por favor las apartara, que qué iban a pensar los demás y él me contestó que ya sabía lo mío con Fernando. Yo me quedé de piedra y le dije que no había nada, que no sé de qué me hablaba, pero él me dijo que mi cuñado se lo había contado todo y que ya sabía que, aunque yo iba de puritana, en realidad era una fresca. Y, para rematarlo, me dijo que ya sabía que era una buena mamona.

– Mira, primita, sé lo que le hiciste a tu cuñado desde el día siguiente que se la chupaste. En casa de tus padres. Aunque le prometí que nunca se lo contaría a nadie, no he dejado de pensar en ello. Vayamos a los servicios y me haces una buena mamada, venga!

– No, estás borracho, pero qué dices!?

– Como al marido de tu hermana! Me dijo que te gustó! Y que la mamas muy bien!

– No, no, yo no hago esas cosas! Estás borracho! Y deja de tocarme el culo!

– No te hagas la remilgada! Venga, va, que la polla me va a explotar! – me dice al oído mientras se aprieta contra mi cuerpo para que note su bragueta muy abultada.

– Ay, no seas cerdo! Pero cómo quieres que vayamos a los servicios juntos!? Qué iban a pensar todos!?

– Pues estoy pensando a contarles a todos lo que hiciste con tu cuñado! I también se lo dirá a Pedro. No se debe casar habiendo sido engañado!

– No, pero qué dices? Mira, es cierto, tuvimos un mal momento con Fernando, pero sólo fue esa vez. Y casi no hicimos nada. Y nunca he estado con nadie más, te lo prometo! Y es que además, soy virgen!

– Bueno, eso no es cosa mía. Pero tu cuñado me dijo que la chupabas muy bien.

– Pues nunca lo he hecho ni antes ni después con nadie más! A ver, si quieres, un día lo hablamos y lo aclaramos. Pero no le digas nada a mi novio ni a mi hermana. Les iba a doler mucho!

– Bueno, de acuerdo, venga. Entiendo que aquí no sería un buen sitio para que tú y yo…

– No, ni aquí ni en ningún lado, de verdad. Me voy a casar dentro de unos pocos días. No estoy loca. Mira, nos vemos un día, tomamos un café y verás que estás en un error.

– Vale, pero debe ser antes de que te cases.

– Pero si no hay tiempo. Cada día estoy liada, con mil cosas. No sabes lo ocupados que estamos con lo de la boda.

– A ver, primita, vengo un día a tu casa y me invitas a una copa.

– Bueno, solo se me ocurre el lunes. Quizá ese día tendré un momento. Va, sí, quedamos el lunes, al atardecer. Y apártate, por favor! Creo que todos nos miran!

– Vale, de acuerdo, vendré el lunes. Y me enseñas el vestido de novia!

– No, no, ya lo verás el día siguiente, como todos los demás invitados.

Por fin, Goyo se apartó de mí y se fue a sentar para seguir bebiendo. Yo, que debo reconocer que me había excitado bastante, continué bailando con uno y otro. Y también con las chicas. Debo reconocer que si no hubiéramos estafo con toda esa gente, quizá me hubiera gustado darnos el lote con Goyo, que es muy guapo y atractivo.

Y sí, llegó lunes, el día antes de la boda. Con todo el lío y los nervios de la celebración, casi no pensé más en mi cita pendiente con el marido de mi prima. Se me ocurrió que seguramente todo había sido porque él había bebido mucho en mi despedida de soltera y de ahí habían venido sus insinuaciones. Pero lo cierto es que sabía lo mío con mi cuñado Fernando. A las cuatro de la tarde me envió un mensaje de voz:

– Primita, a qué hora vengo a tomar la copa a la que me invitaste? No te creas que se me ha ido de la cabeza.

– Goyo, la verdad es que me va muy mal vernos hoy. Es que mañana me caso!

– Ya sé, ya sé. Pero tú me invitaste y no quiero dejar pasar esta oportunidad.

– Ay, de verdad, me sabe mal. Bueno, a ver, ahora debo ir a la esteticien.

– Sí, muy bien, que te deje bien arregladita!

– Pues claro! Si quieres, no sé, quedamos a las siete y vienes un momento.

– Venga, sí, ahí estaré, puntual! Me muero de ganas!

– Sólo a tomar una copa!

– Sí, claro, primita!

A las siete menos cuarto, Goyo ya estaba llamando a la puerta. No había tenido tiempo de vestirme. Con el calor del verano, yo iba sólo con una camiseta de tirantes blanca, más bien corta y sin nada debajo, aparte de las bragas. Pensé en hacerle esperar para, por lo menos ponerme el sostén, pero él tocaba i tocaba el timbre. La verdad es que me preocupaba no saber en qué plan vendría y al mismo tiempo me daba morbo. Mi idea era servirle una copa, dejarle claro que no quería nada con él y que se fuera enseguida. Pero tenía miedo de que viniera en plan exigente o amenazador. Aunque la verdad es que siempre había sido muy amable y educado conmigo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando se presentó a mi casa con mi cuñado.

– Pero, qué? Qué haces tú aquí, Fernando?

– Bueno, tu primo Goyo me dijo que le acompañara. Es que acaso no soy bien venido, hermanita?

– Eh… sí, claro… sólo faltaría. Entrad, entrad.

Me alivió ver que Goyo venía con mi cuñado. Pensé que había entendido que yo no quería nada con él y simplemente venían a charlar un rato. Pero cuán equivocada estaba! Cuando les serví una copa, estuvimos hablando por hablar un rato. Me preocupé al ver que ambos me miraban los muslos y las tetas. Seguramente ya se habían dado cuenta que no llevaba sostén. Y sí, todo se aclaró cuando Goyo sacó el tema.

– Bueno, primita, ya sabes que Fernando me contó lo que hicisteis ese día en casa de tus padres, en la biblioteca, mientras los demás estábamos haciendo tiempo para la comida.

– No fue nada! Fernando, no tenías que haber dicho nada de eso a Goyo, bueno, a nadie!

– Hermanita, es que fue tan brutal que no resistí la tentación de contárselo a alguien. Y Goyo es un buen amigo, ya sabes.

– Y por lo que me dijo, tú te lo pasaste muy bien! – sonríe Goyo.

– No, pero qué dices?

– Pero, hermanita, si te corriste como una loca! Varias veces!

– Ay, no sé! – noto que me excito y que mis pezones van a atravesar la camiseta- Bueno, va, terminaos la copa y os vais. Estoy muy ocupada. Mañana nos vemos en la boda!

– No, no! Pero si acabamos de llegar! A ver, nos dejas ver cómo te ha dejado la esteticien y ya está!

– Y os vais, va! Me han puesto muy guapa! Mirad, veis, las uñas, os gustan? Y, me descalzo para que veáis las de los pies? Qué?

– Muy bonitas, sí!

– Y qué más te han hecho allí?

– Pues de todo un poco! Me han dejado a punto para la boda!

– Te han depilado?

– Sí, veis, mirad las piernas – me arremango algo más la camiseta- veis? Ni un pelo!

– Y los muslos?

– Pues claro!

– A ver? – Goyo me arremanga todavía más – Sí, sí, bien peladita.

– Y las axilas?

– Pues claro! Mirad!

– Sí, sí! Cierto!

– Va, pues ya está! -uf, el examen me está poniendo a cien!

– No, no! Y las ingles?

– Sí, también. Pero eso os lo tenéis que imaginar! – me sonrojo y sonrío.

– No, no… queremos verlo, verdad, Fernando?

– Pues sí, me gustaría!

– En fin! – me arremango con cuidado la camiseta hasta enseñarles una de las ingles, procurando que no me vean las braguitas.

– Oye, hermana, te has depilado también el…? Bueno, ya sabes.

– Eso es muy personal Fernando. – qué atrevido!- Pero bueno, ya que preguntas… sí… también me han dejado la vulva bien peladita. Para la boda!

– Y…?

– Sí, todo lo de allí abajo, sin un pelo! Venga, ya está!

– Y el pubis? – pregunta mi cuñado.

– Sí, como una colegiala. Ay, qué vergüenza! Es la primera vez, eh? Algo especial! Creo que a Pedro le gustará así en nuestra noche de bodas.

– Seguro! Venga, enséñanoslo, hermanita!

– No estás loco! Va, ahora os vais!

– No, espera! Vale, de acuerdo! Pero por lo menos, enséñanos las tetas! Me ha dicho Fernando que las tienes muy bonitas!

– Y sabrosas! Irresistibles!

– Pero, Fernando… ya está bien! -las mejillas arden y noto que me estoy mojando.

– Es la verdad, hermanita! Las recuerdo muy apetitosas! Perfectas!

– Bueno, gracias, me halaga. Pero mañana me caso. Y no querría…

– Mira, a ver, Fernando ya las vio, por lo que me dijo, se las ofreciste para que las mamara y todo.

– Fernando!

– Es la verdad!

– Sólo lo hice para que te corrieras más rápido! La casa estaba llena de familiares, nos podían descubrir!

– Pero no digas que no te gustó!

– No digo que no! Me excitó mucho, la verdad!

– Bueno, primita, yo no pido tanto. Sólo quiero verlas y ya está!

– Ay, de verdad que…

– En la playa seguro que haces toples.

– Pues sí, es cierto. Pero aquí, delante de los dos… no, no!

– Pues sólo a mí, primita!

– Y os vais, enseguida! Venga, Goyo, ven un momento a la habitación… y terminamos con eso. – siento que deseo enseñar el pecho al marido de mi prima María- Tú, Fernando, espera aquí.

Vamos con Goyo al cuarto. Me alivia pensar que llevo unas braguitas tipo culot, que no me había puesto tanga. Me doy la vuelta, de espalda me quito la camiseta, me giro aun tapándome los pechos abrazándome y por un momento los descubro, en plan muy sensual.

– Vale, ya está!

– No, pero si casi no he podido verlas! A ver, aparta las manos… oh, qué tetas. Déjame tocarlas, venga!

– Pero si mañana me caso!

– Es solo un momento. Así… Oh, qué suaves! Y tersas!

– Vale, vale! Espera, hum… de verdad que… ya está, ay, ya está, Goyo!

– Déjamelas probar, primita! Sólo un sorbito!

– Ay, no sé, bueno, no se lo digas a Fernando, toma, va! – se las ofrezco porque deseo que me las coma, la verdad, y él no se hace de rogar y me las chupa, me las besa, me las lame, muerde suavemente y después más firmemente…

– Ven, ven, Fernando! – llama a mi cuñado, con mi teta izquierda en su boca.

– No, pero qué…? Te dije que no, ya está bien!

– Venga hermanita, déjame una, venga, por favor! – suplica Fernando

– Ay, en fin! – y me siento feliz al amamantar a los dos hombres, dando un pecho a cada uno. No paran de sorber, lamer, chupar, gemir, saborear…

– Oh, prima, tus tetas son la leche! Mira como estoy! – Goyo se baja el pantalón y muestra un calzoncillo húmedo a punto de explotar.

– Y yo! Mira! – Fernando abre su bragueta y se saca el miembro completamente empinado y con la punta rezumando algo de líquido.

– Pero qué hacéis! Venga, ya está! Pero qué os habéis creído?

– A ver, hermanita! Mira, una cosa…

– No, no, no me lieis más! – me tapo los pechos con los brazos.

– No, espera, mira, si tú no estás excitada, lo dejamos aquí y ya está!

– Pues claro que no estoy excitada! Si mañana me caso!

– Eso no tiene nada que ver. Has suspirado y gemido mientras te hemos mamado las tetas! Eso no puedes negarlo.

– Pues claro… a ver, eso es normal.

– Por eso, que seguro que te has excitado!

– Pues no, en eso te equivocas!

– Demuéstralo!

– Cómo?

– Ya sabes!

– A ver, mira… así!

– Oh! – exclamo cuando Fernando acerca sus manos a mis braguitas.

– Pero si tienes la bragas empapadas!

– Es por el calor!

– Si te resbala el flujo por los muslos!

– Estás muy excitada!

– Pues ya veis, sí, no puedo negarlo! Es que me encanta que me sorban los pechos – intento taparme pero mi cuñado me aparta la mano.

– Eso tiene una buena solución! – dice Goyo arrodillándose y bajándome las braguitas hasta los tobillos. – Estás muy mojada! A ver! Hum, qué rica!

Goyo me huele, me lame, me besa, me chupa. Y yo, que me muero de ganas, me dejo hacer. Enseguida mi cuñado se arrodilla detrás de mí y también me huele y pasa su lengua por el perineo, me abre las nalgas y me besa y me lame el ano. Yo no me resisto a la tentación y en lugar de resistir me, les empujo la cabeza hacia mi sexo y culo y ellos se relamen ante mis jugos, mi aroma y mi sabor. Me dicen cosas bonitas y otras algo guarras, mientras me lamen, chupan y besan el clítoris y el ano, e introducen sus lenguas en mi vagina. Empiezo a correrme incontables veces y de tanta excitación ducho a mis amantes con chorros de un líquido abundante que ni yo sabía que tenía. Al cabo de un cuarto de hora de correrme sobre sus cabezas, ellos piden lo suyo, como es normal.

– Primita, ahora te toca a ti hacernos disfrutar a nosotros.

– No te puedes negar, tú has disfrutado de verdad!

– Y además, como buena mamona, también disfrutarás de nuestra polla. Venga!

– La verdad es que lo deseo, sí! – no me creo lo que me oigo decir. – os las quiero comer, se ven muy grandes y apetitosas, venga, folladme la boca!

Goyo se levanta y yo, desnuda y con sólo las braguitas en mis tobillos, me pongo en cuclillas deseosa de comerle su miembro, que beso, lamo y me trago enseguida hasta el fondo de mi garganta, me atraganto un poco y me la saco de la boca y empiezo a chuparla. Mientras Fernando se pone detrás de mí y me besa el cuello, la espalda, me huele las axilas y me las lame, me besa las nalgas, los muslos, lame el flujo y squirt que empapan mi sexo… aunque me siento algo puerca, no puedo negar que me gusta estar con estos dos hombres tan cariñosos. Al cabo de un rato de mamar la verga de Goyo, Fernando pide su turno y entonces és el quien me folla la boca con desesperación. Es cuando el marido de mi prima me agarra los pechos y me los mama con fruición, con la misma que yo mamo el pene del esposo de mi hermana. Cuando ya no resiste más tanta excitación, Fernando saca su pene de mi boca y me lanza abundante esperma a mi cara, empapando mis labios, mi nariz, el ojo derecho, la mejilla izquierda e incluso un poco el pelo. Enseguida Goyo, sin que parezca que le de asco que tenga los labios mojados con el semen de mi cuñado, me mete su tranca en la boca y yo se la como con desespero deseando que también me de su leche y sí, de repente gime, apunta su miembro a mi cara y me lanza toda su lefa, juntándola a la del otro macho.

– Verás que es rica, hermanita! Lame el semen que te empapa la cara y trágatelo todo.

– No, no, me da vergüenza! Y algo de reparo.

– Pruébalo, verás como te gusta!

– Hmmm, sí, es rico, la verdad! Hmmm!

– Todo, todo, primita! Es para ti!

– Te has portado bien, muy bien!

– Que buena estás!

– Y qué calentorra!

– Qué suerte tiene Pedro de casarse con un pivón así!

– Ay, gracias, sois muy amables!

– Aunque ya sea un cornudo antes de casarse!

– Sí, pobre, ja, ja, ja!

– Ay, no digáis eso. Va, ya está, nos olvidamos de esto. Nunca debe saberlo nadie. No, pero qué haces!? Fernando! No, una foto, no! Pero por favor, así desnuda, y tan mojada! Y con las tetas tan enrojecidas! Y con vuestra leche en mi cara! De verdad, me sabe muy mal!

– No te enfades, hermanita! Es sólo para recordar la noche anterior a tu boda!

– No, no, bórrala! Para, para de hacer fotos! – me enfado y no sé cómo taparme.

– Sólo le enviaré una copia a Goyo y ya está, no te preocupes. Venga, no te enfades!

– Sí, va, tendremos un buen recuerdo de este día. Va, ya nos vamos. Ha sido un placer!

– Sí, un gran placer hermanita! La mamas de muerte!

– Ay, no digas esto por favor!

– Es la verdad, estás hecha una buena mamona, ja, ja, ja!

– No, si debo reconocer que me ha encantado!

– Ya, ya, te has corrido como una loca!

– Como una princesita caliente muy guapa!

Y así sucedió y así lo conté. No os dije como me llamo y no os lo diré. Pero, si lo deseáis, me podéis llamar Astrid, que es un nombre que siempre me ha gustado. Y muy, muy diferente al mío real.

Si te ha gustado este relato, me lo dices y quizá, quizá, me atreveré a contarte lo que sucedió en mi noche de bodas. Ahora mismo lo recuerdo y me pongo a cien! Incluso a mí me cuesta de creer! Bestial

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