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Secretos de alcoba (parte 3)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Sentí mi respiración fuerte, incrementándose, no me sentía sofocado, pero no era una respiración normal. Sentí confusión, sentí placer, sentí como una electricidad que recorría mi cuerpo.

Estaba experimentando algo muy placentero, sentía como si estuviera teniendo sexo. Algunas veces he soñado que Gaby y yo estamos teniendo la mejor cogida de nuestra vida, he soñado que estoy con una chica a la que nunca puedo verle el rostro y confieso que he soñado que tengo sexo con alguna chica conocida.

En la confusión de mi despertar pensé que era un sueño, pero bueno, ¿con quién estaba soñando? Abrí lentamente los ojos sin dejar de sentir placer. Mis ojos trataban de ajustarse a la poca luz de la habitación.

Distinguí a Gaby entre una penumbra roja, su cabello cubría su cara, movía la cabeza al deslizar su boca sobre mi pene, se escuchaba el sonido de los chupetones.

Gaby me estaba despertando con un tremendo oral, me dejé llevar por esa sensación, nunca había despertado así.

-Que rico despertar… qué rico me la chupas…

-Solo te estoy correspondiendo por la otra noche.

Continuó masturbándome envolviéndolo entre sus manos y recorriéndolo.

-Nunca había chupado tu pene dormido, me encantó sentirlo suavecito, sentir como crecía en mi boca poniéndose duro.

Siempre que estamos dispuestos a tener sexo mi miembro de inmediato reacciona, creo que Gaby no había tenido la necesidad de estimular mi pene en flacidez.

-Qué rico Gaby…

-Soy Claudia, me enteré que Gaby fue a visitar a unos parientes, disculpa que haya saltado la barda.

Recordé el juego que le propuse a Gaby unas noches antes. Casi había pasado una semana y no habíamos tocado el tema, tampoco habíamos intimado.

-Qué rica verga tienes, tenía curiosidad de conocerla. Algunas veces he alcanzado a escuchar los orgasmos que le das a tu esposa.

Dudé si seguir el juego o no. Gaby no es celosa, nunca he dado motivos para que pueda sentir celos, no sabía si eso podría terminar mal.

-¿Estás segura de este juego?

-Si tontito, seré muy discreta y ella no se va a enterar.

-¿Y qué es lo que quieres de mí?

-Que me hagas sentir como a ella, cuando los escucho me he masturbado y ahora quiero correrme con tu verga adentro de mí.

-¿Cómo quieres empezar?

-Hazme todo lo que le haces a ella.

-Acuéstate vecina, quiero chupar tu vagina.

-Dime Clau, ya tenemos confianza, ¿te gusta mi short? Algunos vecinos dicen que les gusta mi trasero. Cachondéame Javier.

Me incorporé para besarla, la tomé por la cintura para acariciar su cuerpo, metí mis manos entre el entallado short para acariciar sus nalgas. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos tratando de encontrar nuestras zonas erógenas.

Sin ser brusco la empujé con la suficiente fuerza para tumbarla en la cama, se desabotonó el short y lo bajó hasta sus rodillas, levanté sus piernas para chupar su clítoris, jugué con sus labios, sentí que estaba bien lubricada y puse mi dedo en su entrada introduciéndolo poco a poco rodeando su entrada mientras seguía lamiendo su clítoris.

-Cógeme, hazme gemir como a tu esposa.

Me paré a un lado de la cama, la jalé de las piernas para acercarla a la orilla, este movimiento hizo que su blusa se levantara, aunque no lo suficiente para que sus senos quedaran descubiertos. Le penetré, lentamente, apenas metiendo la punta para sentir como me apretaba, poco a poco, un poco más de mi pene entraba en ella con cada movimiento. Sus gemidos eran la respuesta de que lo estaba disfrutando. Deje mi pene a la mitad, lo tome en la base y lo moví en círculos siguiendo el contorno de su entrada.

Sentía el calor de su vagina en mi pene, seguí penetrándola, ahora si introduciéndola toda, le di un poco más fuerte, un poco más rápido mientras nuestra excitación crecía.

Retiré mi miembro y lo dejé apoyado justo en su entrada, sentí que con sus movimientos vaginales pedía que regresara. Abracé con mi mano mis bolas pasando el dedo pulgar sobre la base de mi pene sujetándolo firmemente. Lo moví en círculos, recorrí su vagina, toqué su clítoris, lo moví en espiral de afuera hacia adentro, lentamente, varios círculos hasta llegar a su entrada, la penetré nuevamente, lentamente continúe el movimiento de espiral, poco a poco ampliaba la espiral, ahora hacia el lado contrario a la vez que lo introducía más.

La hundí casi hasta el fondo sin dejar de hacer ese movimiento circular. Gaby bajo su mano para frotar vigorosamente su clítoris hasta que explotó.

-Aah, aah, más, así.

Su mano quedó quieta sobre su clítoris, con una respiración rápida jadeaba, gentilmente mi pene entraba y salía de ella, suavemente para que se relajara de su orgasmo. Yo también tenía que relajarme un poco, quería cumplirle bien a la vecina.

Gaby en su papel de “vecina”:

-Qué afortunada es tu esposa, que rico lo haces, con razón gime tanto.

Sin contestar retomé un poco el ritmo ahora solo penetrándola, puse mis manos para apoyarme al lado de ella para seguirla bombeando. Sujetó mis brazos y me rodeo con sus piernas.

-Pasa tus manos sobre mi cuello, sujétate fuerte, te voy a levantar.

En cuanto sentí que me abrazó flexioné las rodillas, me impulsé y la levanté de la cama, la tomé por sus nalgas para sujetarla al tiempo que trataba de subirla suavemente para dejarla bajar en mi pene, coito de pie, ella entendió perfectamente y logramos sincronizarnos, sus piernas y brazos se aferraban a mí, la dejé caer sobre mi pene y continue penetrándola moviendo la pelvis.

Mientras nos besábamos la excitación aumentaba, en cada beso nuestras lenguas se acariciaban.

-¡Otra vez vecino! Mas… mas… estoy a punto. ¡Yaaa!

Sus gemidos eran cortos sincronizados con mi penetración, entrecortados y fuertes. Dejó caer más su cuerpo sobre mi pene, por un momento sentí que me lo iba a doblar. Me acerqué a un sillón y la posé sobre él.

-¿Cómo lo hago Claudia? ¿Qué calificación me das?

-La máxima, lo que imaginaba está siendo superado, ¡Que buena cogida me estás dando!

Me senté junto a ella y le dije, “dame una muy buena mamada Clau”.

-¿Quieres correrte en mi boca?

-Aún no, déjame recuperar fuerzas en las piernas.

Tomó suavemente mi pene entre sus manos recorriéndolo completamente, chupó mi glande, lo lamió suavemente, sin despegar sus labios lamía mi pene, desde la base hasta la punta y de regreso.

-Ya te cogí Claudia, ahora te toca cogerme, móntame.

Junté mis piernas, se acomodó frente a mí poniendo sus rodillas en el sillón y se montó sobre mi pene, bajaba subía con determinación, estaba caliente todavía, acaricié sus senos.

-¿Te gustan mis tetas vecino? Me han dicho que es difícil elegir entre mis senos y mi culo.

-Para que elegir si podemos estar así disfrutando todo.

Sus sentones eran más fuertes y rápidos, aunque el juego era con “Claudia” conocía muy bien a Gaby, sabía que no tardaría en venirse.

-Ya disfruté tus tetas, están deliciosas, voltéate para ver tu culo.

-¿Quieres mi culo?, no estoy lista para un anal.

-No, voltéate y clávate en tu vagina.

Abrí sus nalgas mientras bajaba y subía. Gemíamos de placer, su vagina se movía libremente sobre mi pene, el orgasmo era inminente.

-¿Te vas a venir vecino? Estoy a punto…

-Después de ti vecina, no me falta mucho…

La sujeté de la cadera, sentí sus espasmos, sus gemidos confirmaban que se estaba viniendo, arqueó su espalda y descansó su cuerpo en mí me moví para penetrarla y prolongar un poco más su placer.

Cuando pasó su orgasmo estaba yo a punto de descargarme adentro de ella, me pidió que terminara en sus tetas. Separé las piernas para que se acercara, me iba a masturbar para correrme, pero empezó chupármela vigorosamente, casi a punto de venirme pasó mi miembro por sus senos, cuando exploté mi pene parecía una duya pastelera regando mi semen por sus tetas, aunque ya me había vaciado seguía frotándolo contra ella.

Mientras esparcía mi venida por sus senos chupó mi glande como si quisiera sacar todo mi semen, aunque ya estaba bajando mi erección lo succionaba con tal fuerza que se mantenía estirado casi como si aún la tuviera dura.

-¿Te gustó vecino?

-Estuviste maravillosa Clau, coges muy rico, estás muy buena.

-Voy a sentir envidia cuando escuche que estas cogiéndote a tu esposa. ¿Puedo quedarme esta noche contigo? No tengo fuerzas para saltar la barda.

Nos quedamos descansando así, un momento en silencio, hasta que Gaby dijo que iba a limpiarse.

-Gracias por la fantasía Gaby.

-Yo también lo disfruté, me puso muy caliente fingir que era otra persona de alguna manera me desinhibió.

Por desinhibición supuse que se refería a chupar un poco de mi semen, aunque no me corrí en su boca, esto fue lo más cercano, nunca lo había probado.

Aunque fue muy ocasional y sin que yo lo solicitara recibí un par de veces a Claudia, también me “cogí” a Raquel y a Sonia. Daniel nunca regresó o al menos no me enteré, Gabriela “cogió” con un desconocido, también con un vecino de la infancia y un par de sujetos más.

Disfrutamos esas fantasías, pero definitivamente Gabriela y Javier pasaban mucho tiempo entre jadeos y orgasmos.

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