Cuando conocí a Scarlett, ella tenía 27 años y creo que llevaba un poco más de un año de estar casada. En el momento creí, más bien sentí que nos atraíamos mutuamente, pues incluso mi amiga Diana me dio su propia observación cuando convivíamos uno de esos eventos que hace mi hermana a través de su negocio de bienes raíces: – Esa mujer casi te comía… te miró sin quitarte de su vista y creo que hasta te desnudo y te hizo el amor. – Yo sonreí cuando me lo decía, pues me parecía que mi amiga Diana exageraba. Diana es una de esas chicas casadas que tiene una relación conmigo por ya más de diez años, así que la confianza que tenemos nos permite hablar de esta manera.
Realmente Scarlett me pareció muy sensual y atractiva y es la única pelirroja natural que conozco. Aquel día lucía un vestido blanco con estampados dorados y en algo se podía ver como se le marcaba un diminuto bikini que vestía. Su rostro es alargado y unos ojos almendrados que se profundizaban con un relieve negro y sus tintes estéticos que verdaderamente son atractivos. Su busto es el de la típica modelo de pasarela; quizá uno de copa B, pero su atributo más atractivo, quizá sea ese trasero puntiagudo y unos muslos que se miraban sedosos y perfectos con las ligas o medias que vestía.
Al principio pensé que no hablaba español, pero me sorprendí de que ella no hablara inglés, pues por ese tiempo según luego me contaba, tenía solamente dos años viviendo en este país y que había nacido en Santiago de Chile, de padre escoses y madre colombiana. De hecho, tenía un apellido bien escoces y pensé que su marido también era de ese país, pero me equivocaba, su marido era mexicano, con un apellido común bien mexicano y sorprendentemente Scarlett seguía presentándose con su apellido escoses.
En aquella ocasión tuvimos una amigable plática, pero luego con lo que me decía Diana de su observación y lo que luego me contara del marido de Scarlett me dio ese empuje para intentar llevármela a la cama. Su marido de nombre Roberto, era un tipo de alrededor de su edad, quizá unos dos años mayor que Scarlett y Diana era amiga de la exnovia de Roberto y según me contaba con una gracia en son de chiste, era que el guapo de Roberto tenía un cuerpo no muy proporcional, pues aunque tenía una altura más que el promedio y se miraba que tenía su cuerpo bien trabajado en algún gimnasio, su pene era sorprendentemente pequeño: de hecho que su amiga le daba detalles en son de chiste, que era fácil hacerle garganta profunda al tal Roberto. Además, para colmo de males, (si es que tener pene pequeño es un mal), Roberto parecía padecer de eyaculación precoz. (Eso si era un verdadero mal).
Para la segunda vez que me la encontré en una de esas festividades, cuando tuve la oportunidad me le insinué y lo hice de una manera bastante agresiva, pues Roberto parecía o nunca imaginó que por mi edad no me atrevería o tuviera oportunidad de conquistar a su bella esposa. Yo por esos días tenía 47 años, pues lo recuerdo bien, pues mi hermana les proclamó a todos la invitación para mi fiesta de cumpleaños. Pensé que Scarlett no llegaría, pues pensé que estaba molesta por mi insinuación, pues aquel día me dijo que nunca imaginó a que yo fuese tan atrevido e irrespetuoso
Quizás lo había sido, pero con una chica casada siempre he sido breve, muy conciso, pues mi experiencia me dice que si se va dar, se va ha dar y no hay muchas oportunidades pues regularmente en estas reuniones siempre las acompañan sus maridos. Para mi sorpresa, ahí estaba Scarlett con su marido para el día de mi cumpleaños. Ella debió saber que no me faltaban las mujeres, pues siempre me rodeo de lindas chicas y la mayoría son casadas y regularmente menores que yo, aunque según Scarlett, nunca imaginó que estaba cumpliendo 47 pues, aunque tengo cabello gris en los flecos, dice que tengo un rostro muy juvenil para esa edad. Obviamente, eso me lo dijo reciente a los últimos acontecimientos.
No paré con mis insinuaciones, al punto que creo llegó a parecerle una broma, pues llegó el día que quizá olvidé en insinuarme y fue ella la que cuando tuvo la oportunidad me dijo: ¿Y Tony, hoy no me invita a compartir su cama? – Y sonreía repitiendo: Mire que todo es posible… la esperanza muere con uno. Me parecía coqueta, aunque no ofrecida y tenía un ángel atractivo con un rostro sensual y tímido. Realmente me gustaba, pero al pasar de los meses y un par de años no parecía que se pudiese dar y mi coqueteo con ella se redujo a algo rutinario y me olvidé de tomarlo en serio.
Un día sorpresivamente me cae una llamada de un teléfono desconocido pues, aunque tenía su número registrado en archivo, nunca le llamé o me llamó antes. Era Scarlett y me dijo lo siguiente:
– Tony, disculpe que le moleste, tengo un pequeño problema con mi coche… la luz del nivel de aceite ha encendido y Roberto no se encuentra en la ciudad y me da miedo conducirlo con esa advertencia y no sé cómo solucionarlo.
Para mi sonaba como una invitación, pues de solo decir que su marido no estaba en la ciudad parecía decirme que este era el momento que estaba esperando. Le dije que estaría ahí en media hora, no sin antes advertirme lo siguiente:
– Cuando venga por favor estaciónese en la calle, frente a los pinos y me habla a este número por favor.
– Scarlett, ¿te encuentras bien? -le pregunté.
– Si Tony, todo está bien… cuando venga y me hable de ahí le explico.
Pensando en esa remota posibilidad me bañé a las ligeras y partí hacia la dirección que ella me había dado, lo cual me tomó casi una hora y no media hora como habíamos acordado. Llegué al lugar y me estacioné frente a los pinos y le llamé:
– Espéreme ahí, yo salgo por usted.
No salió por la puerta principal que daba a su guardacoches y cuando la vi me quedé anonadado de lo bella que se veía. Scarlett no escatima en gastos para lucir regia y ese día estaba tan maquillada al igual que la vi en todas las reuniones. Llevaba un vestido escarlata, para evidenciar su nombre, y con el contraste de su piel clara y sus escasas pecas en su rostro le hacían ver más que divina. Me pidió que le disculpara, pues me tendría que llevar por la misma ruta para no disparar los sensores de las cámaras cuando alguien se acercaba a la casa y que no quería crear ningún problema con su marido si se daba cuenta, pues me habló en algo de los celos de su esposo.
Entré a la cochera por una puerta trasera y verdaderamente el sensor del nivel de aceite estaba encendido, a lo cual le di solución en unos cuantos minutos. Scarlett se sorprendió por el poco tiempo que me tomó y para ver su disponibilidad actué como si me quisiese retirar y ella me lo preguntó:
– ¿Tiene prisa?
– Veo que luces divina y pensé que ibas a algún lugar.
– Bueno, me dirigía a darme un masaje, pero lo he pospuesto para dentro de dos horas debido a este inconveniente. ¿Quieres tomar algo, si es que no tienes prisa?
– La verdad que no tengo prisa, pero no te quiero poner en alguna situación incómoda con tu esposo… ¿Tendrá cámaras en su interior? – y Scarlett sonríe.
– No te preocupes, adentro solamente hay sensores de movimiento.
– Eso es preocupante y excitante… saber que movimientos haces y tienes.
– ¡Eres un loco! -me dijo y agregó. ¡Pensé que te ofrecerías en darme tú el masaje!
– Las ganas no me faltan, aunque quizá no sea tan profesional como la rutina a que estas acostumbrada.
– ¡Me parece bien! Me fastidian las rutinas… solo tengo una condición contigo.
– Dime. -le dije.
– ¡Que solo será un masaje! ¿Estás de acuerdo?
– ¡No hay problema! Estoy de acuerdo.
Me sirvió un jugo de naranja y me dijo que pasaría a prepararse y que subiera al segundo piso y que le diera unos cinco a siete minutos antes de subir. Subí con esa misma tensión que me da cuando sé que algo prohibido va a ocurrir, la adrenalina me recorre y hasta me pongo un tanto inseguro y nervioso, esa misma sensación que me dio la primera vez que me cogía a la primera chica en mi vida.
Escuché su voz que me dirigió a la habitación donde se encontraba. Era la única puerta que estaba medio abierta y entré con esa morbosidad de mi curiosidad. No era la habitación matrimonial, ni tampoco la cama era de tal tamaño. Las persianas estaban abiertas y pude observar que una ventana también estaba medio abierta y entraba una brisa y el canto de las aves de alrededor. Scarlett estaba boca abajo, se había colocado una toalla que cubría sus hermosos glúteos y en el buró cercano a la cama tenía un bote de aceite que ella misma señaló. Observé esas pecas rojizas que un día solo imaginé, esos vellos microscópicos que brillaban con la luz que entraba a la pequeña habitación y me contuve observando ese hermoso cuerpo y ese rostro angelical de esta preciosa mujer. Ella previó mi actuar vacilante, pues no sabía dónde empezar y me dijo: ¡Tony, comienza por donde tú quieras!
Dejé caer un poco de aceite por sobre su espalda, lo que hizo que su piel se erizara y comencé a frotar sobre sus hombros y cuello. Dio un leve gemido de placer y me lo hizo saber: ¡Que rico Tony! Tienes unas manos muy suaves. Era un tanto difícil dar un masaje desde ese ángulo, pues la cama, aunque no era pequeña era de medio tamaño y ella estaba en el centro de ella. Yo seguí frotando toda su hermosa espalda hasta donde llegaban las toallas y fue ella la que me dijo con su voz tan sensual y algo quebrantada: ¡Puedes meter las manos Tony! No tengas miedo… dudo que tengas miedo, es algo que debes haber hecho en varias ocasiones.
Metí mis manos por su espalda baja, hasta llegar a sus bien formados y preciosos glúteos y debo decir que eran unos glúteos hermosos y perfectos. Descubrí que no tenía nada, estaba completamente desnuda. Scarlett solo gemía de placer y sus gemidos se extendían al igual que sus palabras: ¡Que rico Tony! Me temo que dejaré de darle negocio a ese salón de masajes… ¿no te importaría dármelos tú? – me preguntaba. Llegué a sus hermosas piernas y ligeramente bajé a sus pies y me entretuve dándole masajes a sus bonitos y cuidados pies y terminé con ellos llevándome sus dedos a mi boca, lo cual le provocó cosquillas. Volví a subir por sus piernas y concentré mi masaje en sus muslos y entrepiernas y solo estaba a unos centímetros de su conchita. Me tomé el tiempo necesario para que se excitara, pues con los minutos me pidió que me pusiera cómodo y me sugirió que me quitara los pantalones para que no se llenaran del aceite pues quería sentir mi peso y mis entrepiernas por sobre su espalda. Para ver a que estaba dispuesta le pregunté: ¿Quieres que me quede con ropa interior? – y me contestó: ¡Como te sientas más cómodo!
Me desvestí completamente y me fui por sobre su espalda baja y continuar masajeando su cuello y hombros. Scarlett tenía sus brazos extendidos y me pidió lo siguiente: Quítame la toalla, quiero sentir completamente tu piel. La removí y ahora Scarlett podía sentir la presión de mis glúteos directamente y el calor de mis testículos y sé que podía sentir ese líquido pre seminal que caía sobre su espalda. Seguí con el masaje y ella gemía sensual y quebrantadamente y hacia conversación, quizá porque todo en conjunto le excitaba:
– No te lo he visto pero se siente grande… ¿unos 24 centímetros?
– ¡Quizá… más o menos!
– ¿A cuántas mujeres habrá hecho feliz esa cosita o cosota Tony?
– ¡A algunas!
– Imagino que ya no recuerdas… ¿Perdiste la cuenta? ¿Entre ellas está Diana?
– No seas exagerada y Diana es solo una buena amiga. Ella es una mujer casada.
– Casada como yo y mira cómo estoy aquí contigo…
– ¡Pues no ha pasado nada Scarlett! Esto es solo un masaje.
– Quisiera creérmelo, pero me temo que es un exquisito masaje. ¿Coge rico Diana?
– Ya te lo dije, solo somos buenos amigos.
– Eso no es lo que dicen todas… es más, hay una lista de mujeres que alguien se encargó en hacérmelo saber en una de tus fiestas.
– ¿Qué te han dicho?
– Que eres mujeriego pero discreto. Todas hablan del falo que te tienes y cómo las has hecho gozar.
– ¿Quiénes son quienes?
– Tony, las mujeres somos tan igual que los hombres. A veces pienso que somos peores. Contéstame… ¿coge rico Diana?
– Ya te dije… solamente somos amigos.
– Mira, te voy a proponer algo… acordamos que solo sería un masaje y en solo eso se va a quedar si no me cuentas cómo coge Diana.
– No te podría contar nada, pues nunca ha pasado nada. Y decir una mentira para que me des lo que yo quiero… realmente no quiero afectar a una persona.
– ¡Esta bien! Dejémoslo ahí… dime, ¿qué edad tenías cuando te desvirgaste?
– Catorce. -le contesté.
– ¿Con la famosa Manuela o con alguna amiguita?
– Sabes, nunca me ha gustado masturbarme y debí ser muy inocente cuando tuve mi primera experiencia sexual. Su nombre era Sonia y tenía casi los 18 años.
– ¡Se aprovechó del niñito! ¿Estuvo rico?
– ¡No lo podría negar! Absolutamente estuvo delicioso.
– ¿Lo hicieron más de una vez?
– ¡Si! Varias veces.
Toda aquella conversación se daba mientras masajeaba sus glúteos y piernas, pues me había puesto a la inversa, pues Scarlett quería sentir mis nalgas por sobre su espalda y que mis testículos y falo le rozara su piel. Entre la conversación no dejaba de gemir, pues ahora ya con más confianza y hablando de todo aquello, pues ambos estábamos excitados que ahora le abría sus exquisitas nalgas a placer y cuidadosamente le frotaba el ano con mi dedo pulgar. Ella volvió al número de mujeres.
– ¿Con cuantas mujeres te has acostado Tony? Imagino deben ser varias… me imagino.
– No te equivoques… a la gente le gusta hacer rumores. No he tenido la suerte que algunos imaginan.
– No creo que sea suerte… eres un hombre muy guapo y realmente me sorprende lo joven que te ves para tus 49 años.
– ¿Has estado con alguien mucho mayor que tú?
– ¡Nunca!
– ¿Por qué yo? ¿Por qué Tony?
– ¡Te gusta que te lo repita! ¿Verdad? Ya te lo dije… eres un hombre muy guapo y sensual.
Para este punto de la conversación mis dedos masajeaban su conchita y concentraba dos de ellos en estimular su clítoris. Podía sentir el calor de su vagina y su humedad y Scarlett solo gemía del placer y sus microscópicos vellos rojizos se erizaban constantemente por la estimulación. Ella volvía a sus preguntas mientras se escuchaba el silencio en ese chasquido de su panocha lubricada. Su espalda ahora tenía otro aceite, esa segregar constante de mis testículos ardientes le dejaba empapada su espalda baja.
– Tony, ¿alguna vez fantaseaste conmigo?
– Si… desde la primera vez que te vi comencé a fantasear contigo. Incluso, cuando me llamaste, comencé a fantasear con todo esto.
– ¿Y qué fantaseabas? Sabes… si me lo cuantas todo, espero lo hagamos realidad.
– ¿Estas segura?
– Tan segura que siento que me vas a hacer acabar muy pronto.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pues desde que me desvestí me quité mi reloj. Llevaba ya varios minutos masajeando su conchita y más que todo tocando lentamente su clítoris y, a esto le agregaba ese masaje por alrededor de su ano, el cual mi dedo pulgar lo lubricaba con mis fluidos pre seminales que caían sobre su espalda baja. Comencé a contarle mi fantasía con ella:
– Imaginaba tenerte desnuda, pero en vez de masajes con mis manos, eran masajes con mis labios y de vez en cuando un mordisco. Imaginaba comenzar por tu cuello, bajar lentamente por tus pechos, lamer y mordiscar tus pezones mientras mis manos te tomaban de tus glúteos.
– ¿Te gusta mi trasero? -preguntaba.
– ¡Sabes que tienes un lindo trasero, el cual no te imaginas todo lo que fantasee hacer!
– Sigue, ibas comiéndome los pezones…
– Luego bajaría a tu abdomen, le metería mi lengua a tu ombligo y recorrería con mi boca desde tu monte venus hasta lamer tus axilas.
– ¡Que rico Tony! Continúa…
– Bajaría a tu conchita y me pasaría largos minutos besándola, intentando penetrar mi lengua en tu vagina, lamer tus clítoris y morder tus labios de vez en cuando, mientras con mis manos te aprieto tus pezones.
– ¡Me encanta! -decía, mientras comenzaba a mover su pelvis para confrontar mis dedos que sobaban su clítoris y sus ojete. – ¿Qué más Tony? Me tienes desesperada, continua. -prosiguió a decirme.
– En esa posición, elevaría tus piernas para tener acceso a tu rico trasero y lamería desde tu clítoris hasta llegar constantemente a tu ano.
– ¿Me quieres coger el culo?
– ¡Te quiero coger toda Scarlett!
– No… dime que me quieres coger del culo.
– ¡Te quiero coger del culo Scarlett!
Ella, en esa misma posición boca abajo, comenzó a mover su pelvis como si estuviese cogiéndome y explotó con un grito y a la vez me dijo: ¡Méteme los dedos Tony! – yo tomé posición para tener más acceso y dedear su vagina y ella entre gemidos elevados me pidió con su voz sensual y ardiente: ¡También en el culo Tony! ¡Méteme el dedo en el culo! – Scarlett había tenido un grandioso orgasmo que le tomó minutos en recuperar el estado normal de su respiración. Tenía unas mejillas sonrojadas y unas gotas de sudor se resbalaron por su frente y espalda. Ahora la tenía frente a mí y esta mujer desnuda es verdaderamente un monumento.
Tiene unos pechos pequeños y con una simetría redonda y de pezones rozados. Como imaginé, en sus pechos también tiene algunas pecas rojizas. Su conchita está parcialmente afeitada y tiene un pequeño arbusto que denota que es una pelirroja natural. Su cuerpo es impresionante, muy bien cuidado, pero por, sobre todo, ese trasero es perfecto, de glúteos sólidos y bien definidos. Está empapada de sus propios jugos y de los míos por sobre su espalda y me pide que le espere y no pasé junto a ella al baño, pues ella quería que estuviera a la expectativa, pues, aunque no creía que su marido Roberto regresara, no podía confiarse en ningún momento. Yo pasé después y aligeradamente me tomé una ducha con la verga bien erecta, pues esta mujer sí que me tenía desesperado y sufriendo. Tan pronto salí, ella ya había cambiado las sabanas y me esperaba a la orilla sentada en la cama. Ella me hizo el comentario:
– ¡La imaginé grande, pero no tan grande! Ahora que estaba boca abajo, la sentí larga, pero no me podía imaginar su grosor. ¡Estás bien dotado Tony!
– ¡No sé cómo sean las demás, así que no puedo saber si es algo más que el promedio!
– ¿A poco ustedes los hombres no hablan de los tamaños? ¿A poco nunca has visto una película porno?
– ¡La verdad que no!
– Dime Tony, ¿cuántas han gozado de esta preciosa verga?
– ¿Y por qué te da curiosidad en saber? Está bien, dime cuantos han disfrutado de tu panochita y yo te respondo.
– Siete contigo… ¿ahora dime tu?
– Alrededor de doce o trece…
– ¿Primera vez que le eres infiel?
– No… tú eres el segundo.
– ¿Algo pasa con tu marido?
– De eso no quiero hablar Tony… mejor, dame esa preciosa verga para que me la coma.
Me tomó del falo que ya se estaba poniendo pasivo, pero tan pronto se lo llevó a la boca en ese estado, le lleno su pequeña boca que la hizo toser cuando volvía a tomar su grosor y erección potencial. Scarlett sabe hacer un oral y se entretuvo con mi falo por varios minutos, en diferentes facetas, pues esta chica tiene buena imaginación y no es cohibida al acto. De hecho, es muy comunicativa y eso me gusta de una mujer, que comunique lo que espera y lo que quiere y de esta manera me lo pedía Scarlett: -Cuando estés a punto de irte, dímelo… quiero que me llenes el culo con tu primera corrida. A eso también le agregaba, que le gustaba sentir la presión de una buena verga en su ano y que disfrutaba el cosquilleo y el calor en sus intestinos del esperma y que la primera corrida, siempre es las más abundante y sólida.
De aquella manera lo hice. Ella tomó posición de perrito por sobre la cama, no sin antes haberse untado una buena cantidad del aceite para masajes en su precioso ano y era un paisaje hermoso tener a esta pelirroja en esta posición. ¡Que curva más perfectas de su rico y solido trasero! Tomé posición, le apunté certero en su ojete y Scarlett me asistía en la penetración. Su ojete apretaba con increíble presión mi glande y poco a poco toda mi verga desaparecía como por arte de magia en este rico culo espectacular. Ella me pidió que no me moviera mucho y con quebrantado suspiro y llena de una extraña emoción me dijo: ¡Dios mío, esto es increíble! Pensé que no podría con ello, pero que delicioso se siente esta preciosa verga que tienes en mi culo.
– ¿Te gusta el sexo anal?
– ¡Me encanta! Siempre te fantasee dándome así.
– ¿Te has ido analmente?
– ¿Por qué crees que te lo estoy dando?
La verdad que parecía disfrutarlo, a pesar de las quejas y muestras de dolor al principio de este acto. Con los minutos ella fue la que comenzó con esos movimientos del choque de sus nalgas contra mi pelvis. A ella le gusta que le hablen sucio, de hecho, me pidió le tratara como una puta. Le pregunté mientras comenzaba a pompearla si se quería venir y ella me respondió: ¡Soy tu puta, haz conmigo lo que quieras! -El comienzo y esa pausa de iniciar la exploración anal hizo que se me fuese esa urgencia de acabar y decidí en mostrarle el porque una mujer joven debería darse la posibilidad de coger con un hombre experimentado de mi edad. Creo que tenemos mejor control y no estamos desesperados por eyacular: incluso hay veces que nos cuesta eyacular, aunque tengamos bien erecto el falo. La comencé a embestir y solo se oían ese cacheteo cuando chocaba con sus preciosas nalgas y ese chasquido de mi verga entrando y saliendo de su rico culo. Le di tanto que comencé a sudar y ella a jadear, que juro que los vecinos bien pudieron haber escuchado que se la estaban cogiendo. Ella también lo debió haber visto así, pues se fue de bruces contra la almohada elevando aún más su ano y que me incomodaba la penetración. Hice una breve pausa y me subí a la cama y en la misma posición con su culo bien parado, le comencé a dar casi haciendo los embates más verticales por mi posición y fue cuando ella exclamó: Tony, que rico, así dame, me vas a hacer venir cabrón… dame, dame… ábreme el culo con todas tus ganas cariño. Es una posición fatigante para el que culea, ella que era culeada, solamente esperaba el embate, pero según me han contado algunas chicas, esa posición de vulnerabilidad y que el pene se entierra todo, les causa extremo placer. Ella me lo pedía a gritos: ¡culéame así, Tony, que me vas hacer venir. Era como una plática agitada y erótica, que a veces era difícil pronunciar las palabras:
– ¿Te gusta mi culo?
– ¡Que rico culo tienes cariño!
– ¿Me los vas a llenar de leche?
– ¿La quieres sentir en tu culo?
– Llénamelo, llénamelo, cariño…
– ¿Te han dado una vergueada así?
– ¡nunca, eres único mi amor! ¡Tú si sabes culear rico!
– ¿La quieres toda adentro?
– ¡Métemela toda cariño! ¡Méteme los huevos también!
– ¿Te gusta mi verga?
– ¡Me fascina Tony! ¡Quiero sentirla por donde tú quieras meterla!
Así era esa plática morbosa, hasta que sentí su intestino vibrar y su ojete presionar aún más sin control alguno. Scarlett se fue boca abajo en contra de la cama y tenía un temblar en sus piernas y gritaba como una loca. Tuvo que volver a morder la almohada como alternativa para aminorar el escandalo producido por tan potente orgasmo y yo no dejé de pompearle el culo en esa posición, pues sus jadeos me acercaban para que yo también tocara el cielo. Un par de minutos pompeando en aquella posición y le dejo ir mi descarga en el delicioso culo de Scarlett. Esta chica a sido la única, que después de una anal de tal dimensión, me limpia la verga con un delicado oral. Las sabanas estaban llenas de sus jugos vaginales y de mi esperma.
Coger con Scarlett es del sexo del pesado, aunque también disfruta del sexo erótico y delicado. Cogimos como unas cuatro horas y le invadí su conchita sacándole tres orgasmos en diferentes posiciones, le comí el culo como se lo había narrado en mi fantasía con ella y ella a la vez me llenó de besos negros con los cuales me hizo eyacular, pues a la vez me pajeaba la verga. Fue una mañana de mucho placer, la cual la repetimos el siguiente día con dos palos más. Definitivamente Scarlett goza de todo tipo de sexo e incluso últimamente hemos experimentado con juguetes y le he provocado orgasmos espectaculares con doble penetración; algunas veces con un consolador vibrando en su vagina mientras yo le taladro el culo, y otra veces, al contrario, le taladro la vagina mientras disfruta del vibrar del consolador en el culo. Es una delicia como compañera sexual y desde entonces tenemos algunos encuentros cuando ella está segura de no ser pillada.
Siempre viene a los eventos sociales que ofrece la compañía de bienes raíces de mi hermana, pues su esposo Roberto corre una compañía de finanzas. Nos mantenemos alejados y disfruto viéndola elegante y sensualmente vestida como esa mujer de sociedad pulcra que verdaderamente proyecta, y me invade una picaresca sonrisa, pues yo sé y conozco plenamente cómo luce esta mujer espectacular sin esos trapos, como Dios la trajo al mundo y sé cómo huele y sabe su concha y su culo… y lo que más me gusta, se cómo jadea y vive cada orgasmo que le saco y que regularmente me hace acabar a mí también al escucharla y sentir cómo vi verga se hunde en cada uno de sus ricos orificios.