Antes que todo les quiero agradecer los comentarios y calificaciones, las leemos con mi chica y nos encantan. Gracias, espero les guste ese nuevo relato que sucedió hace bastante.
Esto pasó hace tiempo ya, una noche nos encontramos calientes, besándonos y manoseándonos. Disfrutábamos introducirnos manos debajo de nuestra ropa interior y ver gozar al otro.
Bastaron unos minutos para devorarme ese hermoso cuello delicioso, su gemidos me decían que lo disfrutaba y más mientras ella jugueteaba con su mano en mí miembro.
Me dirijo a su boca carnosa y nos comemos desesperados de ganas, cuando ella se aparta y me dice:
-tengo una idea- levantándose camina hacia la cocina, no podía ver otra cosa que ese hermoso culito tan rico que me puede.
Sentí el ruido de cerrar la heladera y segundos después la veo asomarse con algo en las manos.
Totalmente caliente no sabía qué hacía ella, pero no me importaba, iba a ser mía de nuevo y era lo más importante.
Seguí con mí mirada su mano al sacar el pote de helado que habíamos comprado y había sobrado un poco.
A esta hora le dio hambre y en este momento juguetón pensé.
Y si tenía hambre pero no una común pues así me lo indico
-sacala!- me dijo atándose el pelo hacia atrás, todo sabemos lo que se venia
Confundido, pero dispuesto a complacerla, dejé mi miembro al aire a su vista, erecto como ella lo desea.
Y quizás puedan imaginarse la sensación espero que si y puedan llegar a disfrutarlo algún día.
Ver a tu mujer besando acariciándote en tus partes es un delirio, pero verla frenar de su besos para colocarle helado en la punta y a los segundo verla devorárselo junto al miembro por completo.
Creo que mí alarido o gemido como quieran llamarlo fue espectacular, los primeras veces no la mire por solo gozar y tirar mí cabeza había atrás, pero luego verla hacerlo me enloqueció.
Su lengua rozaba cada centímetro en su recorrido, me encontraba demasiado mojado y a ella más le gustaba no creo que haya dejado partes de mis zonas sin probar o recorrer con sus labios.
Obviamente luego cuando se terminó el helado siguió una noche salvaje como se merecía semejante delicadeza.