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Rose Mary (Capítulo 1)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Mi nombre es Luis Peralta, trabajo como portero en un edificio de departamentos de un barrio de Asunción. Físicamente no soy muy agraciado, piel morena, panza, altura normal, 42 años.

Mi vida sexual transcurría sin atenuantes, haciéndolo de vez en cuando con mi esposa con quien tengo un hijo de 15 años, y algún que otro desahogo con alguna prostituta a la que pueda acceder con mi salario.

Hacía unos días que se había liberado un departamento en particular, el del Sr. Estigarribia, él me había solicitado como hombre de confianza que le haga instalar un circuito cerrado de TV para grabar los asiduos encuentros que tenía con mujeres. Yo estaba al tanto de todo, y obviamente mi silencio valía un extra de dinero que me venía muy bien. Cabe decir que poseo una llave maestra la cual me da acceso a todos los departamentos del edificio.

Mi vida cambió por completo desde el momento en que una nueva inquilina llegó al departamento de Estigarribia. Su nombre era Rose Mary, era una chica de 21 años venida de una ciudad del norte del país a trabajar a la capital. Estaba trabajando en una conocida cadena de comida rápida como Gerente de Local.

Rose Mary era rubia, de ojos verdes, 1,75 de altura, delgada, con unas tetitas no muy grandes y un hermoso culo que se contorneaba en el pantalón de vestir negro que le había proporcionado la empresa. Era de familia inglesa, algo no muy común aquí en Paraguay.

Desde que había alquilado el departamento, ella todos los días trabajaba turno mañana o turno noche, y pasaba en frente mío al entrar y al salir siempre con una sonrisa inocente, típica de chica de familia criada en ciudad chica.

-Hola Peralta  me decía, mientras yo no hacía más que mirarla cuando se iba devolviéndole el saludo.

A veces me quedaba en mi puesto hasta las 2 de la madrugada solo para verla cuando llegaba tarde de trabajar. Estaba muy caliente con ella.

A veces venía con su novio, un joven de familia adinerada que la traía a su casa y se quedaba un rato a la noche.

Yo estaba totalmente caliente con Rose Mary, por lo tanto decidí pasar a la acción.

Un día que ella tenía turno mañana salió a las 7:30 del edificio saludándome al pasar. Al salir a la calle y tomarse un taxi, subí rápidamente y entré a su departamento. Había comprado nuevas cámaras muy pequeñas para los huecos dónde estaban las de Estigarribia, y solo tenía que conectar los cables que habían quedado sueltos. Su departamento tenía una habitación, cocina, baño y una sala donde había un sofá de tres cuerpos.

Lo que hice es conectar todo a un monitor que tenía yo en mi habitación en portería donde podía grabar las cosas que me interesaban. Las cámaras eran de última generación y grababan con una nitidez impresionante.

A la tarde, cuando Rose Mary terminó su turno, llegó a su departamento con su noviecito y pasando enfrente de mi con su característico “Hola Peralta”; se metieron en su departamento.

Yo estaba monitoreando todo desde mi lugar y veía todos sus movimientos. Ella entró al baño y se pegó una ducha (no tenía cámara en el baño) y salió vestida con un short verde y una remera. Ella se acostó en su cama y el novio empezó a besarla y a acariciarle las tetitas a través de la remera. La cosa fue calentándose y de a poco fue bajando su mano hasta meterla adentro del short y empezó a masturbarla. Ella cerraba los ojos y a medida que se excitaba más y más buscaba con su mano el bulto de su novio y bajándole el cierre sacó con su mano derecha la pija para masturbarlo mientras se lo hacía a ella. Después de un par de minutos llegó al orgasmo, retorciéndose y cerrando las piernas para indicar que ya había acabado. Mientras tuvo su orgasmo no emitió sonido, respiró fuerte únicamente.

Ahora era el turno de él, ella le bajó los pantalones para tener al descubierto todo su pene y empezó a masturbarlo mientras le acariciaba los huevos. De vez en cuando se lo metía en la boca para succionar un par de veces, pero esto lo hacía solo para ayudarlo a alcanzar el orgasmo porque se le notaba que no le gustaba chupárselo. Cada tanto él le empujaba la cabeza como pidiéndole que se la chupe por más tiempo, pero ella se limitaba a darle un par de chupaditas pequeñas, obviamente porque sabía que si le hacía un trabajo más largo él iba a terminar, y ella no es de las chicas a las que le vas a llenar la boca de leche. Ella era decente.

Al cabo de unos minutos de masturbarlo y esquivar el tener que chupársela mucho, el chico llegó al orgasmo llenando su abdomen de semen mientras ellas miraba el pene eyaculando. Al haber finalizado, ella fue a buscar una toalla y se la pasó para que se limpie. Después de eso se quedaron charlando un rato, y 20 minutos después él se fue y ella quedó en su habitación mirando televisión.

Eso para mi fue lo mejor que me pudo haber pasado porque había grabado íntegramente lo que había sucedido.

Al día siguiente Rose Mary trabajaba a la noche, así que se quedaba toda la mañana en su departamento limpiando un poco. Entonces aproveché el momento y me dirigí hasta su puerta y me dispuse a sacar tajada de la situación.

Golpeé un par de veces y al ratito abrió y me saludó. Entonces le dije:

– Rose Mary, no sé si sabés pero el anterior inquilino de este departamento había puesto un circuito cerrado de televisión que graba constantemente todo lo que ocurre aquí adentro. Ayer por casualidad se puso a grabar y vi una escena tuya con tu novio que si fuera tu padre no me gustaría que hubiera ocurrido, me sentiría avergonzado de mi hija.

Ella no reaccionaba, solo se limitaba a escucharme con la cara seria, y yo proseguí:

– Desgraciadamente, yo tengo que enviarle la grabación a tu familia para que vean lo que hace su hija, porque seguro no te educaron para esto.

Ahí empezó a llorar:

– No, por favor mis padres no se tienen que enterar, no me van a hablar más en su vida. No me arruines la vida por favor…

Entonces yo le contesté:

– Ok Rose Mary, yo no quiero perjudicarte, pero quiero que sepas que desde la primera vez que te vi tuve fantasías sexuales contigo. Así que yo podría hacer una excepción siempre y cuando me hagas ahora mismo lo que le hiciste a tu novio ayer. Ese es mi precio para que nadie vea nunca ese video.

Ella no paraba de llorar, obviamente la idea no le gustaba. Por supuesto que si no fuera de esta manera yo no podría estar con una chica así jamás en la vida. Rose Mary era un bombón de mujer joven y yo era un cuarentón panzón y feo.

Ella se quedó pensativa unos minutos mientras yo esperaba que se le pasara el llanto.

Cuando estuvo más calmada la presioné un poco más:

– Bueno Rose Mary decidite, vas a hacer lo que te pedí o envío tu video a tu familia?

Ella sin mirarme me contestó:

– Bueno… lo voy a hacer.

Rápidamente me acosté en el piso de alfombra de la sala y me bajé la bermuda que llevaba puesta y me saqué la remera. Mi pene tiene un tamaño normal y estaba duro como una piedra. Ella se recostó en mi abdomen tapando para que yo no pueda ver su trabajo y empezó a masturbarme. Ella lo hacía con bastante energía, comprendía que cuanto yo antes llegara al orgasmo antes iba a dejarla en paz.

– Rose Mary, ayer cuando estabas con tu novio vi que le hacías otras cosas también, yo quiero eso.

Al decirle eso ella empezó a darle chupadas esporádicas mientras me seguía masturbando. Yo tengo más experiencia que ella en el sexo y podía aguantar el orgasmo hasta el momento justo en que quisiera eyacular.

Entonces mientras ella seguía intentando que llegue al orgasmo yo empecé a acariciarle el culo hermoso ese que tiene a través de la calza ajustada que llevaba puesta. Ella intentaba con su mano izquierda apartarme para que no la toquetee, pero yo con mi mano izquierda le agarré la mano para que no interfiera y con la derecha seguí acariciando sus nalgas intentando meter los dedos entre sus piernas cerradas hasta su conchita. Me sorprendió en un momento que cambió la posición y levantó un tanto su culo y me permitió llegar un poco más a su concha. Al cambiar de posición, me di cuenta de algo que no me lo esperaba; ella también se estaba excitando. Los toqueteos en el culo y la conchita y toda la situación en sí habían hecho que surgiera en ella un instinto sexual que hasta entonces había estado reprimido. Era la lucha entre sus valores con los que la habían criado y su sexualidad al límite. Ella, en su interior pensaba que todavía era una niña a sus 21 años, pero su cuerpo le decía que era una mujer y que el sexo podía ser muy placentero.

A medida que ella se acomodaba para que la pueda tocar mejor, las chupadas que antes eran muy esporádicas ahora se hacían más frecuentes. Yo decidí avanzar un poco más y empecé a meter mis dedos por adentro de su calza por la parte de adelante. La posición en que tenía que meter mi mano no era muy cómoda, pero llegaba a acariciar los pelos de su pubis, así que la moví un poco y pude meter la mano con más facilidad para encontrarme con la mayor sorpresa. Cuando llegué a su concha esta estaba totalmente empapada, así que empecé a acariciarle el clítoris mientras ella seguía con su trabajo. Estaba totalmente excitada, movía su cadera acompañando mis caricias; yo de a poco le fui bajando la calza hasta los muslos, y ella sola levantó sus piernas para que se la saque completamente. Ahora ya tenía su conchita a mi entera disposición, por lo que le levanté una rodilla, la pasé por encima de mi cara y me acomodé debajo de ella para estar en posición de 69. Ahora tenía enfrente de mi cara su hermosa conchita peludita totalmente estimulada y con un clítoris que pedía por favor que lo acaricien.

Empecé a pasarle la lengua con suavidad y ella incrustaba su concha en mi cara para que aumente el ritmo. Ella por su parte lo que antes eran unas chupaditas, ahora se habían convertido en una chupada de pija digna de una prostituta. Ya no se la sacaba de la boca y hacía los movimientos ayudada por la mano derecha.

Yo también seguía con mi trabajo en el clítoris devorándoselo con todas las ganas, a veces paraba de chupárselo solo para mirar lo hermosa que era esa conchita y ese culo monumental, para de golpe volver a chupársela con todas las ganas para excitarla hasta llegar a la locura. También le abría las nalgas y de tanto en tanto le pasaba también la lengua por el ano cerradito que tenía a la vista.

Pronto ella llegó al orgasmo, hundiendo su conchita totalmente empapada en mi cara a tal punto de casi no dejarme respirar. Con el orgasmo de ella yo me excité tanto que también tuve el mío al mismo tiempo, entonces ella chupó con mayor intensidad sin importarle que toda mi eyaculación la reciba en su garganta.

Al terminar los dos, ella quedó encima de mí con los ojos cerrados y la boca con una mezcla de saliva y semen. Yo la moví para poder levantarme y ella siguió acostada boca abajo sin decir nada. Ella había descubierto que a pesar de su imagen de chica inocente que intenta guardar las maneras, en el fondo no era más que una puta que cuando se calentaba era capaz de chuparle la pija a un viejo como yo y disfrutar de un orgasmo placentero. Eso era lo peor para ella, darse cuenta que encima de haberse humillado lo había disfrutado, y se le notaba en la cara quedándose con los ojos cerrados tendida en el piso extenuada de tanto placer.

Me puse mis bermudas y mi remera, le acaricié sus nalgas una vez más y le dije:

– Que bien te portaste Rose Mary. Estuviste genial.

Ella no contestó ni abrió los ojos.

Me dirigí a la puerta, la miré por última vez y me volví a mi puesto de trabajo. Me puse a verificar la grabación de las cámaras y miré el video que se había grabado con muy buen detalle.

Me dije para mi mismo:

– Bueno, esto me parece que es solo el comienzo. Con este nuevo video voy a lograr que haga lo que yo quiera.

Y me fui a dormir una siesta después de pegarme un baño mientras pensaba que era lo siguiente que iba a hacer con Rose Mary.

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