back to top
InicioGaysRosario siempre estuvo cerca

Rosario siempre estuvo cerca
R

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 7 minutos

Hola! Como están todos?!

Hoy les quiero traer historia que viví durante unas vacaciones de invierno, que me dieron una linda alegría y motivos para contarles de un lindo viaje que tuve durante las mismas.

Ya en el mes de mayo recibí la invitación de Facu. Él es un amigo con el cual me vi un tiempo, pero con quien sólo llegue a tener mucha franela y besos las veces que lo veía, nunca llegando a nada más.

El hecho de que él sea casado complicaba las cosas. La última vez que lo había visto llegue a hacerle un pete en el auto porque no dábamos más de la calentura.

Yo ya había llegado a pensar de que no quería avanzarme, que no quería que se la chupara o que no quería cogerme. Esa situación me había puesto un poco de mal humor, hasta que él logró explicarme de que no le era cómodo volver a la casa luego de tener relaciones, porque se sentía “perseguido” o con miedo a que lo descubriera la esposa.

Me prometió que íbamos a tener tiempo para disfrutar plenamente y estar juntos, sin pensar en nadie más, y fue ahí que me dijo de irnos el primer fin de semana de las vacaciones de invierno a Rosario juntos.

En principio no le dije que sí. Si bien me moría de ganas de viajar, tenía que inventar algo en casa para que me dejaran sin hacerme problemas.

Él ya tenía todo arreglado en la casa, con lo cual quedaba en mí poder zafar de mis viejos y viajar.

El día que me propuso el viaje fue el día que pude chupársela. Creo que tenía más ganas yo de hacer una mamada que el de recibirlo. No se sentía cómodo. Sabía que después de que lo deslechara tenía que volver a su casa. Pero ninguno de los dos pudo contenerse.

Hasta el momento sólo había sido franela, besos, chupones, paja pero sin llegar a acabar. Lo miraba a su cara y reflejaba una mezcla de placer y sufrimiento por no poder largar la lechita.

Si bien el auto de Facu es amplio, obviamente no era el lugar ideal para hacer nada. Sin perjuicio de eso, disfrutaba de tenerlo cerca, de apretarle la verga, y en ésta última oportunidad de poder chupársela y que me dé todo su néctar. Como buena nena que soy, me encargué de dejarle la pija limpita, sin rastros de semen.

Volviendo a la propuesta del viaje, les cuento que en casa pude armar una excusa para desaparecer, pero sólo sábado y domingo, y obviamente decir que me iba a Rosario con amigos aprovechando las vacaciones.

Como me estaba yendo bien en la universidad, no me hicieron mucho drama. Sólo me pidieron que no tomara mucho alcohol y que tenga cuidado. Fue así que le confirmé a Facu que iba a viajar con él.

El sábado temprano ya tenía mi mochila armada. Debajo de todo, la ropa de nena. Arriba, un jean, algunas remeras y ropa interior de nene para usar el domingo de regreso.

A eso de las 17.00 horas me pasó a buscar a la altura de la estación Congreso de Tucumán de la línea D, y emprendimos viaje.

Está demás decir que los dos estábamos algo nerviosos. Era raro… muy raro. Si bien no era mi primer escapada con algún macho, no por ello dejaba de ser inquietante. Más aún para él, que me dijo que era la primera vez que lo hacía.

Habremos tardado unas 4 horas en llegar, previo escala en una estación de servicio. Fuimos hablando todo el camino, pero no me quiso adelantar nada de lo que íbamos a hacer.

Al llegar nos dirigimos al hotel que había reservado Facu. Si bien yo conocía Rosario, nunca había parado en hoteles. Siempre en casa de amigos o en lo de un familiar.

Fuimos a un hotel que la verdad que me encantó. Es un hotel que antes era para acopiar cereales, son unos silos de cemento con vista al río. Hermoso!!!

Entre que hicimos el chek in y todo, se hicieron como las diez de la noche. Estábamos yendo a la habitación a dejar las cosas y acomodarnos, cuando empecé a desear llegar de manera urgente para mandarme la verga a la boca y chuparla un buen rato, hasta que Facu me pidiera el culo… pero no fue así.

Me dijo que me bañara y vayamos a cenar. No les voy a mentir… tuve una mezcla de resignación pero de satisfacción a la vez. Me iba a atender como una reina.

Fuimos a cenar a un lugar cercano al hotel, tomamos una botella de vino y el restaurant nos regaló una copa de champagne que ayudó a liberarnos. Ya era hora de regresar al hotel.

Subiendo a la habitación, volví a desear lo que había deseado horas antes… tener la pija de Facu en la boca, mamarla, saborearla, dejársela como un fierro para luego escuchar las palabras mágicas… ”Dame el orto pendeja!!!”. En esta oportunidad el deseo era mutuo. Y así sucedió.

Ni bien cerró la puerta me arrinconó contra la pared y me empezó a besar toda. Me manoseaba y me apoyaba la verga que ya la tenía al palo por debajo de su jean. No quería cortar el clima, pero quería retribuirle la atención que me había brindado poniéndome la ropita interior que había llevado especialmente para la ocasión.

Todo un conjuntito negro de encaje, tanguita re clavada en la cola y corpiño con tasa soft para hacerme tetitas.

Si bien me quería coger de una, accedió a que me vistiera. Al salir del baño, Facu ya estaba recostado en la cama, totalmente en bolas con la verga al palo, pajeándose suavemente.

Con la luz baja de la habitación, fui acercándome a él sensualmente, mientras que escuchaba como susurraba cositas chanchas.

Separó sus piernas, me arrodillé entre las mismas y sin dejar de mirarlo a los ojos bajé la cabeza para llevar mi boca hasta la verga de Facu. Lo tenía a centímetros de mis labios cuando de repente me agarró de la cabeza e hizo que me tragara de golpe por completo la verga. Si bien puede parecer algo bruto, es ni más ni menos lo que quería.

Empecé a chupar de manera desesperada la hermosa verga de mi macho. Una verga de proporciones. Ya aquella primera oportunidad que se la había visto, sabía que estaba en presencia de un tremendo falo, no apto para todo público.

La chupada fue una excusa para lubricar la verga, ya que no duró más que tres o cuatro minutos. Al toque me puso en cuatro patas, se colocó detrás de mí y me apoyo la cabeza de la chota en el culo. Pedí que no sea bruto como había sido al momento de chupársela. Fue inútil el pedido.

Si bien le había babeado bien la pija y ya estaba con mucha calentura, puedo decirles que sentí el rigor de Facu. Y esto se iba a poner peor… recién empezaba.

Lo que vino fue contundente, intenso, en diversas poses que no vale la pena ampliar pero que seguramente podrán imaginar. Su violencia e intensidad, sumado a la calefacción del hotel hacía que mi macho transpirara como una bestia, y eso me ponía loca.

Facu me había dicho que con la mujer no tenía nunca sexo anal. Supuestamente era porque las pocas veces que lo practicaron a ella no le había gustado, sumado a que aparentemente no le bancaba la verga. Debo decir que esa confesión me hacía sentir importante y con un desafío a la vista.

En el momento que me había dicho eso, pensé que estaba fanfarroneando. No fue así… había que bancarla… como ya dije, una verga no apta para todo púbico, sumado a la intensidad con la cual la usaba este hijo de puta.

La noche fue intensa y extensa. Mordí la almohada más de una vez, pero nunca pedí que parara. Me la banqué, en todas las poses, todos los polvos.

Recuerdo que la última vez que fui al baño a limpiarme eran más de las seis de la mañana. Me di una ducha rápida, sequé mi cuerpo y tuve intriga…intriga de mirarme la cola.

El espejo estaba alto. Me subí al videt y abrí mis nalgas. Creer o reventar. El culo súper dilatado, rojo, mis carnes blandas. No me importaba. La había pasado más que bien a pesar de haber quedado así de rota, y sabía que mi macho estaba satisfecho luego de que le sacara en tres oportunidades toda la lechita. Ya luego no pudo acabar por más que se la chupé un largo tiempo y lo ayudé a pajearse.

Al regresar a la habitación Facu yacía dormido casi en el centro de la cama, sobre la cual reposaba no sólo su cuerpo, sino también forros cargaditos de leche, otros usados pero si el néctar de Facu. Sábanas blancas con manchas que obedecían claramente al estado de mi cola, producto de la lucha encarnizada que tuvimos.

Si la historia finalizara aquí, sin dudas que estaría bien. Pero existió un domingo. Voy a ser breve para no aburrir.

Mediodía. Me desperté con mi macho chupándome el orto, desesperado. Su dedo mayor fue el mejor despertador de mis últimos años. Mi irritación hizo que lo rechazara. Le pedí que no me tocara así la cola, que me ardía.

Siguió trabajando con su lengua. Generalmente estoy de buen humor por las mañanas, pero no era el caso. De sólo pensar como me había dejado el culo, y sabiendo que en horas regresaba a casa, de ninguna manera iba a acceder a que me cogiera de nuevo.

Pero soy débil, y más ante un macho de proporciones como es Facu. Sólo había que encontrar la manera de complacerlo, y que ello significara mínimas consecuencias para mi cuerpo ya castigado a pijazos.

Pedí una tregua. Al menos que acceda a mis formas para hacerlo. Que entendiera que me iba a doler, a arder, pero que no lo iba a dejar con la chota así al palo y sin un mañanero.

Iba a manejar yo este polvo. Accedió.

Pedí que se arrodillara en la cama, que tirara sus hombros hacia atrás y que con sus manos agarrara sus tobillos, haciendo que la verga quede bien mirando al cielo.

Yo me arrodillé delante de él. Mis piernas bien juntas, mis rodillas chocando entre sí. Mi espalda bien arqueada. Si sacaba sus manos de sus tobillos intentando agarrarme de la cintura, se terminaba la acción. Accedió.

De ésta forma, fui tragándome la pija de Facu centímetro a centímetro. A medida que entraba iba escupiendo mi mano derecha con saliva, para luego llevarla al tronco de la verga de mi macho.

A pesar de eso el ardor se sentía. La pija la sentía áspera, como un palo. Es eso… me sentía empalada. A poco fue tragándomela toda por el orto. Escuchaba a mi macho disfrutar, mientras yo sólo me quejaba.

El quieto detrás de mí, sabiendo que cualquier movimiento hacía fracasar éste polvo. Le había jurado que si no se comportaba le cortaba el polvo por la mitad.

Mis movimientos eran suaves, y a medida que me la comía toda por la cola fui intensificando. Habrán transcurrido unos veinte minutos que fueron interminables para mí y para mi ojete.

Fue el tiempo necesario para sacarle la lechita de la mañana a Facu, quien a pesar de acabar de manera impresionante, nunca dejó de estar en la posición que le había pedido, sin despegar sus manos de sus tobillos.

Al sentir la hinchazón de su verga varias veces en mi orto, sabiendo que me estaba llenando, me moví bien fuerte para que no le quede nada de leche en sus huevitos, así lo dejaba vacío para el regreso a su casita con su esposa.

Facu se quedó inmóvil al acabar, mientras su verga al palo seguía mirando al cielo. Yo me moví suavemente hacia adelante, para ir sacándome de a poco la verga del culo. Juro que sentía como se iba vaciando mi cola al retirarse el pedazo de carne duro de mi macho.

Al sacármela del todo del culo, me tiré boca abajo en la cama para relajarme. Mis brazos inmóviles a mi costado, como indefenso. Facu aprovechó para agarrarme de las nalgas y separarlas para mirarme la cola, abierta, jodidamente abierta. Fue ahí que mi cola sonó acusando la batalla.

En el viaje de regreso no hablamos mucho. Sólo le pedí que me dejara cerca de casa. No era lo que hubiese preferido, pero mi cuerpo pedía llegar pronto a mi cama a descansar.

Nos dimos un beso al despedirnos. Caminé hasta casa y estaban mis papas. Me preguntaron como la había pasado, que había hecho, si nos habíamos divertido. Obviamente respondí a todo que si… que nos habíamos quedado con ganas de más.

La realidad es que yo por ese fin de semana no quería más. Mi cola tampoco. Les dije que había dormido poco y que me iba a recostar. Que no me llamaran si me dormía.

Fui al baño, hice el mismo ejercicio que había hecho en el hotel. Volví a mirarme el orto, y debo confesar reviví en segundos todo lo que había pasado con mi macho. Las consecuencias estaban a la vista, y me había gustado la experiencia, a pesar de esas consecuencias.

Me acosté. A los cinco minutos me llegó un mensaje de Facu: “Llegué bien! Andá preparándote para otro finde. Que culo bancador tenés putito!”.

No le respondí. Solo le clavé el visto.

NATY.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.