Hola amables lectores de esta estupenda página.
Todos tenemos experiencias que permanente revuelan en el baúl de los recuerdos, fue tal vez de las más pervertidas y calculadas que he vivido y que viviré.
Iniciaré como los cuentos infantiles: “Esta historia sucedió hace muchos, muchos años en la hermosa ciudad de México”, regresábamos de visitar a mis suegros, Frances y yo, veníamos acompañados de nuestras pequeñas hijas, venían felices, les gustaba mucho que escucháramos música con el volumen muy alto y cantábamos todos.
Circulábamos por la avenida Nuevo León, en la Colonia Condesa, cuando nos detuvimos con un semáforo en rojo, y mientras esperábamos mi hija mayor nos dice, “Miren esas muchachas van a una fiesta” ambos volteamos al lugar que nos indicaba y a las “Muchachas” a las que se refería eran trabajadoras sexuales, Frances soltó una carcajada y yo acerté a asentirle a mi nena.
Después de acostar a las niñas le pregunte a Frances, que, si le había gustado alguna de las chicas que estaban “trabajando”, me respondió que no tuvo el interés de fijarse en ninguna, la inocencia de mi hija le había resultado de lo más jocoso.
Ya no hablamos al respecto, mientras conciliaba el sueño, pasaba por mi mente como una película la escena de esas hermosas mujeres que eran abordadas por hombres, que detenían su auto frente a la mujer que les había agradado. No podía dejarme de cuestionar que sentían esas mujeres al sentirse tan deseadas.
Pasaron varios días y me animé a decirle a Frances que tenía la loca idea de vivir la experiencia de pararme junto a esas chicas y tratar de sentir la sensación de que te propongan un pago a cambio de permitirles gozar de tus encantos, guardo un breve silencio, volteo a verme y solo me dice, Ok planéalo.
Primeramente, tenía que observar a distancia como se desenvolvían, si había alguna autoridad a la que darle un pago o una Madame, mi esposo fue mi cómplice, varias noches después de que mis hijas ya estaban dormidas, nos escapábamos de la casa, no sin antes asegurarnos de no dejar nada que pudiera ocasionar algún accidente en casa, vivíamos a unos minutos y ese paseo era como salir a comprar unos refrescos.
Fue pronto cuando ya tenía identificada a la chica que administraba esa calle, Frances se quedó a una razonable distancia mientras yo vestida con pants y tenis me dirigí a ella para platicarle mi ocurrencia. No tuvo inconveniente después de que le extendí unos cuantos billetes, acordamos que el siguiente viernes la buscaría para que me presentara con las chicas a fin de evitarme problemas con alguna de ellas.
Dos días después fue viernes, lleve a mis pequeñas con mi madre alrededor de las 6 de la tarde, ya tenía planeada mi vestimenta y maquillaje, me sentía muy nerviosa, ansiaba ya estar en ese lugar, las horas se hicieron eternas, no podíamos salir muy temprano, ya que no deseábamos que nos vieran los vecinos, teníamos que recorrer como unos 30 metros hasta las escaleras, de ninguna manera podíamos arriesgarnos a utilizar el elevador. Mi caminar fue rápido y de puntitas para que no se escucharan los ruidos que hacen los tacones, llegamos al auto, agache el rostro cuando pasamos donde se encontraba el velador, ambos reímos por el momento tan chusco, me dice mi esposo, que feo es esconderse.
Por fin llegamos, el me estaría vigilando del otro lado de la calle, nos separaba solo el camellón. Localicé a Sara, de principio no me reconoció, me presento con casi todas las chicas, ya que otras ya estaban haciendo acuerdos con los clientes.
Me latía el corazón enloquecidamente, respiré profundamente para tranquilizarme y repitiéndome es solo un juego, no debes de estar nerviosa, nada pasara, estás protegida, con la mirada busqué a Frances y me tranquilizo ver que estaba mirándome a unos metros. Se detuvo el primer auto con 3 chicos, les sonreí y les dije que buscaran a una chica más joven de acuerdo a su edad, les di las espalada y me alejé un poco, eran muy jóvenes y me sentí avergonzada.
Cuando vi que se marcharon regrese sobre mis pasos, dos chicos me preguntaron cuanto cobraba eran simpáticos, traían buen auto tenían una edad adecuada, seria mentira decirles cuanto les dije, como respuesta me pidieron abriera mi gabardina para ver por lo que iban a pagar, recuerdo perfectamente como de forma desinhibida les di la espalda y avance unos pasos, gire y muy despacio abrí la gabardina, no solo los enloquecí a ellos, varios hombres que se encontraban cerca y pudieron verme, alagaron mis encantos. Pidieron me acercara y explicaron que tenían que ir al cajero porque no cargaban con esa cantidad, pero que regresarían que no me fuera con nadie, los vi tan emocionados, les dije que no estaría mucho tiempo, que mejor me buscaran en una semana, el rostro de frustración que hizo el muchacho me dio tanta tristeza que le acaricie el rostro, y le dije, si en verdad te gusto, ven a verme en una semana.
Ignoraba a los hombres que no me agradaban, ya sea por su aspecto o su vulgaridad, uno de estos al decirle lo que le cobraba, me dijo, Ni que estuvieras tan buena, como respuesta me quite la gabardina, dejando ver mis torneadas piernas con medias de malla, un mini vestido de tirantes negro, entallado con un escote muy pronunciado que dejaban ver parte mis frondosos senos, mi cadera no era la de Talía, pero si muy sexi. Mis zapatillas de 15 centímetros de altura y mi cabellera rubia alborotada con mi rubor un poco exagerado de acuerdo al momento, no dejaba duda que valía lo que cobraba.
No volví a ponerme la gabardina, una de las chicas que tenía su auto cerca, se ofreció a guardarla para que no me estorbara.
Mi intranquilidad desapareció para darle paso a una necesidad de tener sexo, me excitaba sentir las miradas lascivas, las palabras que me decían, hacían que recorriera en mi cuerpo una sensación inenarrable. Decidí irme, ansiaba tener sexo, me despide de algunas chicas y por supuesto de Sara, que me felicito por el éxito que había tenido y abriéndome sus puertas para cuando quisiera “Trabajar” o ir a vivir experiencias.
Frances ya se encontraba a mi lado cuando me despedía de Sara, lo presente y le dijo, lo guapo que era y que lo felicitaba por tener una mujer tan hermosa.
Llegamos al auto, abrió mi puerta y me ayudo a subir, las zapatillas me impedían acomodarme fácilmente.
Cuando el auto inicio su marcha, no me pude resistir y agarré su bulto, al tiempo que le decía que me cogiera. Sin decir nada agarro mi pierna y me llevo a un Motel, cuando iba a preguntarle porque, dijo, aprovechemos tu vestimenta para presumirte, mi excitación creció cuando dentro del hotel nos cruzamos con algunas parejas, los hombres no obstante estar acompañados, no pudieron evitar verme, a lo lejos escuche a alguien decir, que Puta tan buena.
Por hoy termino, mañana la segunda parte.