Mariana y yo seguíamos con una calentura sin límites, a pesar de ser tan estrecha, buscábamos la manera de pasarla bien y cada momento a solas era para aprovecharnos de besarnos y tocarnos como locos, no había mañana para nosotros. Se acercaba Semana Santa y me dijo para que fuese con su familia a la playa, ya conocía a la mayoría y les caía muy bien, ellos a mí también, así que era un gran plan.
Llegó el día de la salida y nos fuimos, íbamos su mamá, el hermano menor de Mariana, mi amada y yo, en Río Chico nos esperaría su hermana mayor y el novio, que no había aún conocido, posiblemente iría la pareja de mi suegra, luego me indicó Mariana que el tipo era casado y la cosa no era tan color de rosa como lo pintaba, aunque el tipo era un sujeto muy conversador y buena onda.
Bueno, llegamos al destino, allí estaba mi cuñada una mujer de unos 30 años, voluptuosa, senos y nalgas grandes, caderona, de piel blanca y una sonrisa encantadora, súper amigable, su novio todo lo contrario, amargado, todo le ladillaba, la verdad los polos opuestos se atraen, pero bueno si ella era feliz, quién es uno para criticar, eso fui percibiendo de su novio, que no era fácil de pasar. Nos acomodamos, el hermano menor, de una se quería ir a la piscina, así lo hizo, entonces mi suegra dijo que iría con su hija mayor a comprar comida, entre otras cosas, me ofrecí a acompañarlos, pero dijo no era necesario, que fuésemos a la piscina también, por lo que salieron quedando por primera vez solos mi amada y yo.
Nuestras miradas sabían lo que pasaría, nos empezamos a besar con lujuria, ella llevaba unas bermudas, que le quité mientras ella ya había sacado su traje de baño para colocárselo, la dejé en ropa interior, usaba un hilo, que se notaba empapado de nuestros besos, chupé sus senos enormes, siempre suaves, con un olor exquisito, sus pezones creciendo divinamente en mi boca, aprovechaba disfrutarlos, retiré el hilo y vi su cuquita afeitada, ella solía tener algo de vello, pero por ir a la piscina, estaba sin nada de vellitos y me dio mucho morbo, empecé a mamar rico, se contorneaba, me pegaba la cara a su cuerpo, y su flujo delicioso, dulce, me cautivaba; bajé a su culito, lo olí y empecé a chuparlo, ella no quería dármelo, pero una buena mamada siempre hay que darla, además que es algo que me encanta, seguí mamando un rato hasta que empezó a gritar en medio de un rico orgasmo, dándome ese manjar en mi boca. A los minutos de recuperarse, me dijo que el hermanito podía subir en cualquier momento, tirar no era una posibilidad, pero le dije que estaba muy duro, así no me podía dejar y ya tenía un bulto enorme, me quité el short, con el que había viajado y estaba mi guevo duro, lubricado de la emoción y el morbo que ella me producía, además de que podían llegar en cualquier momento sus familiares.
Empezó a chuparlo un poco, lo hacía rico, claro no se metía tanto en su boca, yo le jalaba la cabeza para que entrara más, me gustaba dominarla, esa carita angelical disfrutando mi pene al máximo, me encantaba, ella arrodillada, chupaba mis bolas, esa sensación de placer es indescriptible, me empezó a pajear un poco, sus manos pequeñas trataban de abarcar lo más que podían, me concentré lo más que pude, viendo el contoneo de sus tetas, le dije que hiciéramos una rusa, lo metí en sus enormes senos, le dije le echara saliva y empecé un ritmo brutal hasta que las llené de leche, salpicones de semen, del morbo y de lo mucho que ella me provocaba, le dije lo probara, lo hizo, pero no era de tomar leche, a veces era muy inocente o empezaba a pensar de más. Se fue a poner el traje de baño y bajamos a disfrutar el día.
Luego llegaron sus familiares, su hermana tenía un traje de baño negro, que le lucía divino, de verdad era una mujer muy sensual, pero su mamá de verdad que opacaba a sus dos hijas, una mujer de más de 50 años, pero con todo en su lugar, una sonrisa encantadora, pecas en sus senos, unas buenas piernas y una energía contagiosa, siempre alegre, de verdad era imposible no verla o disfrutar su buena actitud. Jodimos a más no poder, luego subimos a comer y todo transcurrió con normalidad, Mariana y yo siempre con ese morbo latente, pero debía controlarme porque no quería pensaran era un irrespetuoso o algo.
Luego de la cena, empezaron a bañarse las mujeres, me puse a ver algo en la tele, no recuerdo exactamente, tocó el momento de ducharme, cuando entro para mi sorpresa, estaban los trajes de baño de las tres damas, pensar que minutos antes estaban en sus culos y cuquitas, me hizo ponerme durísimo, empecé a olerlas, tenían un olor maravilloso, a pesar del cloro y el agua que cayó en ellas, las tres con manchas de flujo, mi pene estaba enorme, con las venas marcadas a más no poder, debía elegir cuál sería la prenda que disfrutaría para hacerlo y ganó la de mi cuñada… Me pajeé divino con esa prenda hasta que mi leche salió volando y el agua caliente caía en mi espalda, limpié todo, coloqué la prenda en su lugar y salí como si nada.
Me acosté a dormir, al otro día de nuevo a la piscina, nuevos trajes de baño lucían las tres, Mariana ahora llevaba uno de dos prendas rojo, que le lucían exquisito en esa piel blanca, su hermana uno verde, que al meterse al agua, se traslucían sus pezones duros y mi suegra un hilo, bromeaba con nosotros, decía ustedes son más jóvenes y son más recatadas, hay que aprovechar, además me bronceo mejor, ella le encantaba ponerse en el sol por horas. Tomamos unas cervezas, mi suegra era de tomar whisky, todo iba chévere, ella esperaba a su pareja, pero con el pasar de las horas, se veía como angustiada, luego se paró y se marchó. Todos nos percatamos de la situación, subió Esperanza (cuñada mayor), al rato volvió y explicó que efectivamente peleó con su novio y que no la pudo convencer de regresar.
Mariana empezó a decirme que subiera, que si yo se lo pedía volvería a bajar, así no se preocuparían el resto, pero me daba pena, ella me dijo que si subía ella pasaría lo mismo que con Esperanza, su hermana también le pareció buena idea, al fin y al cabo ya tenía tiempo en la familia y realmente nos la llevábamos muy bien, me convencieron y dije, bueno lo intentaré.
Subí al apartamento, ella estaba acostada en el sofá, se escuchaba su llanto, pero ni modo había subido y debía hablar con ella o al menos hacer el intento. Le dije Sra. Viviana, disculpe la interrumpe, pero estamos preocupados por usted, me dijo que le apenaba la viese llorar, pero que era difícil a veces la relación que mantenía, él un hombre casado, buena vaina, pero sumamente celoso y posesivo, ella era mucha mujer para él, pero ni modo, el corazón es caprichoso. Le dije que si quería hablar, pues era todo oído, que quizás con las hijas no podía ser tan sincera, pero con uno sí, que sería una tumba. Ella me sonrío, me dijo que era un chico muy educado, que le gustaba Mariana estuviese junto a mi, que sabía su hija tenía un carácter difícil y que ojalá ella supiera valorar lo que le brindaba, le dije que gracias por tener esa impresión, que la admiraba también y que me dijera que había pasado. Me dijo, que ya Roberto no iría, que no podía cumplir lo prometido y que estaba cansada de estar ella incondicional y no siempre recibir lo mismo, además… Se quedó muda, pensativa, pero soltó al final el comentario, no me llena como mujer y eso cansa, mi mente se quedó en shock, no pensé me fuesen a decir algo así, pero tocaba reaccionar y le dije que tratara de estar tranquila, que habíamos ido a la playa a pasarla bien, además él estaba a kilómetros de distancia y no se merecía esas lágrimas, que era una mujer muy bella, que podía encontrar alguien mejor, si eso deseaba.
– Me dijo que era un yerno genial, pero que lo hacía por hacerla sentir bien, que igual lo agradecía.
– Sra. Viviana (Ella me dijo que le dejara de decir señora, que la tuteara), le dije suegra, ella me dijo mucho mejor, menos formal, insistió. No lo digo por decirlo, realmente es una mujer muy bella, elogié su forma de ser, que de verdad era sensacional, le dije que yo era un chico más joven y la vida no la veía tan sencilla o con esa alegría que transmitía y cerré con que podía tener al hombre que quisiera, eres bella, cara preciosa y un cuerpazo, cerré.
– Eres un amor, pero me dijo, ya tengo más de 50 años, no es fácil…
– Seguía un poco baja de humor, pero insistí, (estaba pisando un terreno peligroso, podría sentir que la quería conquistar, pero de verdad solo daba mi punto de vista) suegra eres una mujer joven, ese número no es nada, luces mucho menor de lo que tienes y si no me crees mira como luces en hilo, es sensacional. Ella me abrazó y me dijo que gracias por mis palabras, que tenía razón, que bajaría con nosotros.
– Yerno, de verdad, me veo bien, ella se puso al frente… Le respondí que sí, se dio la vuelta, no sabía si tocarla, o quedarme tranquilo, opté por lo segundo, aunque mi pene reaccionó… Vamos a bajar, dijo ella.
– Le dije suegra, no se ofenda, pero debo esperar, ella al principio no se percató, pero luego su mirada pilló lo que había pasado y empezó a reír.
– ¿Eso lo causé yo?
– Le dije que me disculpara, pero que cuando se dio la vuelta, para confirmar mi opinión, no pude controlarlo.
– No te disculpes, es un halago, que reacciones así, se acercó a mi, me hizo levantarme y me abrazó, mi pene quedó junto a su cuerpo, mientras me dijo al oído, quedará entre nosotros, me dio un beso en la boca, corto, y me dijo, ven bajemos…
Bajamos, su familia estaba contenta, Mariana me dijo, ves sabía que contigo bajaría, mientras besó mi boca, mi pene estaba semiduro y me dijo estás contento de verme, sonreí y le dije siempre; pasamos el resto del día, luego la jornada de la ducha, cuando entro y veo el hilo de mi suegra, manchado, más que el día anterior, oloroso, de verdad mi mente voló, habría sido el causante, en mi imaginación lo fui y me hice una paja de campeonato, hasta ese momento diría unas de las veces que más leche saqué… Habría posibilidad de ir más allá con ella, ya mi suegra, la empezaba a ver diferente.